“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

Nuestra economía viene cayendo con gente sufriendo (con covid-19 además). Ter­cer bajón en 4 años de Marito Corazón de Piedra (-1% a -1,8% en 2022). La inflación se disparó del 2,8% al 9,3% achicando el bolsillo de los consumidores como nunca en tan breve tiempo, con traba­jadores, particulares y esta­les, logrando ingresos meno­res por el empeoramiento de los empleos “legales” (IPS) e informales, por cuenta pro­pia, callejeros, mantenién­dose alto el nivel de pobreza y miseria. No excluyo en este drama desde el 2018 a las empresas y sus empresa­rios. En un 70% la causa del golpe inflacionario, el que más no duele, han sido los prácticamente 7 aumentos en el precio de los combus­tibles desde febrero del 2021 con un aumento en el caso del gasoil del 89% (G. 4.020 más por litro), exceptuando el “abaratamiento” de Petropar de G. 1.000 y G. 800 por litro de diésel y nafta virgen. Gra­cias a la venta masiva de dóla­res del Banco Central plan­chamos el precio del dólar en los últimos meses críti­cos. De lo contrario, la histo­ria hubiera sido peor.

La causa inflacionaria que come nuestro dinero y nuestros ingre­sos bajando la demanda y el consumo global en nuestra economía agudizando el mal momento para hablar ya de stagflation o estancamiento económico con inflación, es nuestro enemigo principal, el peor. Los combustibles caros que importamos son solo la causa del peor impuesto para los pobres. Una alumna mía, que piensa mejor y tiene sen­timientos económicos realis­tas, no como varios empresa­rios y economistas salvajes (también periodistas) me dijo: “Hay dos bombas de tiempo, la externa, que no manejamos, y la interna que sí podemos buscar evitar que explote trágicamente”.

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* En situaciones extremas como la actual, en un esce­nario económico deprimido y caliente (inflación), todo buen gobierno debe aten­der a que no suba criminal­mente el dolor de la gente. Debe ayudar, debe subsidiar (se vende algo por debajo del costo, y el Estado cubre temporalmente la diferen­cia con sus recursos fisca­les y/o préstamos). La idea es suavizar o acolchonar los golpes, por un determi­nado tiempo, hasta que pase lo peor de la tormenta, para ir gradualmente a la reali­dad de los mercados, pre­cios libres, competencia en igualdad de oportunidades.

Todos somos gente. Necesi­tamos ayuda=subsidio. Pro­fesores alemanes míos me enseñaron una y otra vez (también algunos japone­ses y otros yanquis y france­ses), que definido el pasarle la mano a la gente (con bue­nos estudios), hay que apu­rarse (rajar) y hacer correr el Plan, en una primera etapa para todos, universal, sin divisiones ni discriminacio­nes, para después ir focali­zando. (Desde el lunes 7 la economía paraguaya per­dió US$ 45 millones de dóla­res, sin el Fondo “Combusti­bles”, por bloqueos, cierre de rutas, desabastecimientos, negocios truncados). Pero la fauna política, parlamen­taria, economistas salvajes y arrodillados a proyectos electorales varios, patea­ron el préstamo de US$ 100 millones para el Fondo (muy barato, y de US$ 300 millones que irían todo al MOPC) para ayudar=sub­sidiar a todos. “¡Basta con el endeudamiento dijo la fauna!”. ¿Por qué enton­ces nos endeudaron en US$ 5.765 millones con Marito Corazón de Piedra? Cre­ció 72%. Quería yo tan solo el 1,8% de ese crecimiento de la deuda en menos de cuatro años. Días atrás el Senado aprobó préstamos por US$ 454 millones para obras públicas del MOPC. Stephan Rasmussen, sena­dor por Patria Querida, jus­tificó el sí y el no “porque lo del MOPC tiene retorno, su repago está asegurado”.

No así lo del Fondo porque es un subsidio sin contrapar­tida. Mi alumna de 2º curso le respondió: “Si no fuera tan burro, entendería sena­dor, que al evitar que los pre­cios de los combustibles no suban tan rápidamente y de manera impredecibles e imprevisibles, lo que genera mayor caída económica, dolor social y crispación en rutas y calles, buscando estabilizarlo, e incluso si es posible, bajarlos, nuestro muerto económico resucita, se mueve por todo el país, atajamos el desborde infla­cionario, se compra más y se vende más, se recompone en algo el ingreso popular, y mejora significativamente la recaudación de impuestos, sin tocar recursos de educa­ción, salud, niñez, desarrollo social, amenazando progra­mas como Tekoporã y hasta el de los abuelitos y abueli­tas (269.00 personas reci­biendo hoy mensualmente el 25% del salario mínimo o US$ 254 millones de dólares año). Cae de maduro que en el futuro vamos a endeudar­nos en bonos soberanos para poder pagar el préstamo al MOPC del que tan enamo­rado está el senador. Obras son amores, la gente solo pasa, es secundaria. ¿Será Marito Corazón de Piedra afiliado en la sombra de PQ? Admito: prefiero todo sub­sidio cubierto con impues­tos. Hoy no me sobra y no puedo subirlos ni crearlos. Tampoco bajarlos.

Si tuviera una reserva fiscal como la que teníamos hasta el 2011, ingresos superiores a gas­tos, agrandándola en épo­cas de vacas gordas para usarlas en tiempos críti­cos, sería mi mejor opción. Pero por experiencia sé que hay que actuar veloz y con lo que se tenga en la mano. En cuestión de vida o muerte (sufrimiento), quiero viva toda a mi gente. No quemán­dola con combustible, para construir otro puente, como Wiens. Y estoy recontrapo­drido que se consulte a eco­nomistas peruanos, argen­tinos, ecuatorianos, sobre si el subsidio es malo o bueno, cuando jamás, jamás, jamás tuvimos hiperinflaciones del 4.000% al casi 8.000%, o el 25.000% de Bolivia. Nos: máximo de 44,1% un año 1990. ¿Las mujeres son buenas o malas? La mía es buena. ¿La tuya? Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQD

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