DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin.

Intento salir a dar una vuelta para despejarme, pero siempre termino más estresado. Cosas que le pasan a todo el mundo a cualquier hora y en cualquier circunstancia.

Pasaron las elecciones y la desidia se apoderó de las municipalidades, esa es la impresión. Lambaré es una de esas ciudades tristemente recordadas… para mal.

Podés encontrar desde calles colapsadas hasta un árbol en medio de la avenida, o en pleno asfaltado una canaleta de material para que el agua de los desagües se amontone en el medio de la calle y el agua servida no moleste a los vecinos.

Al contarlo parece un chiste, pero no lo es. Es un grave problema que nos afecta a todos. Las autoridades que elegimos, en vez de llenarse los bolsillos, deberían diseñar políticas que nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida, pero no. Estamos atrapados en un túnel vicioso al que no le vemos nunca la luz al final. Inmóviles en el subdesarrollo aspirando a que no falte el pan en la mesa.

Pero este es solo un ejemplo. Esto se repite en todas las ciudades de todos los departamentos del país. Incluso con situaciones que parecen pintorescas, pero son terriblemente perjudiciales.

Es como esas historias de cada semáforo donde se repiten vidas olvidadas.

Un cambio de luces es suficiente para que la imaginación juegue con nosotros como si se tratase de las páginas de un libro.

El covid se riega de una forma tan frenética, que si no estuviésemos vacunados incluso una gran minoría, hoy el mundo sería un cementerio gigantesco.

Pero la gente le teme a las vacunas y cree en una conspiración que nos impondrá un nuevo orden mundial. Y pienso, ¿estamos tan locos? Ya sé mi respuesta. La tuya es tuya.

Recorro solo unas calles y mis emociones cambian del gris al rojo, de la tristeza a la sonrisa y del caos a una canción que escucho en la radio. Y al terminar, el locutor me recuerda que estamos en una de las zonas más calientes de la tierra y que estos días (como si no lo sintiésemos) son los más calurosos del siglo XXI. Si no creemos en las vacunas, ¿por qué habríamos de creer en el cambio climático?

Me pregunto ¿por qué permitimos que los políticos nos roben y vivan vidas que no les pertenecen? ¿Por qué seguimos discutiendo sobre las vacunas si sabemos que desde que se inventaron salvaron millones de vidas? ¿Por qué somos ajenos al cambio climático si hoy no podemos vivir sin aire acondicionado...?

Me reservo las respuestas porque sé que son evidentes.

Estoy llegando a casa y aún no escuché buenas noticias. Es que casi siempre las buenas noticias no son noticia. No vi nada lindo, me estresé en el caótico tráfico y el locutor cortó mi música para hablarme del maldito calor.

Recuerdo que es jueves, mañana es viernes y mi cuerpo lo sabe. La vida sigue y es bella. A pesar de todo tengo fe. Sé que elegiremos a políticos con otra mentalidad, que todos entenderemos que vacunándonos recuperamos nuestra libertad y que con el ejemplo nuestros hijos van a cambiar al mundo. Pero claro, esa es… otra historia.

Etiquetas: #Así#nomás

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