Faltan 6 días para que argentinos y argentinas sepamos el resultado de las elecciones parlamentarias con las que se renovará –el próximo domingo 14– un tercio de la Cámara de Senadores y la mitad de la de Diputados. Esa será la única encuesta precisa, exacta, inequívoca, que habrá de dar a conocer el humor de la sociedad respecto de la política, de la coalición de gobierno –el Frente de Todos– y de las oposiciones. Por el porcentaje de concurrencia a las urnas, asimismo, también se podrá saber el nivel de interés y confianza que esta tiene sociedad sobre la más destacada herramienta de la democracia, como lo es el voto popular.

Hasta entonces, solo conocemos estimaciones, ejercicios teóricos de pesquisa social que se desarrollan sobre datos reales acerca de qué porcentajes y segmentos están con unos o con otras pero, lo preciso, lo real, lo verdadero, será lo que emerja de las urnas. También restan solo 4 días para que, hasta las 9 de la noche del domingo comicial, se deje de hablar en los sistemas de medios de las elecciones, de las encuestas y/o de los eventuales resultados de los comicios.

Lo más reciente, en ese sentido, es la compulsa cuyos resultados divulgó horas atrás Giacobbe y Asociados. Hace foco sobre la provincia de Buenos Aires, donde se asienta el 39% del total del padrón nacional. Datos relevantes: 95,8% de las y los consultados, dicen “sí, voy a ir a votar”. El 66,1%, responde “quiero que pierda las elecciones, el kirchnerismo”. 27,5% desea que “gane”; y, finalmente, le “da lo mismo”, al 6,2%. “Quiero que gane” el opositor frente Juntos por el Cambio, es la respuesta del 51,3%, “Quiero que pierda”, responde el 38%. ¿Será así? Falta poco para verificarlo. De todas formas, también hay que decirlo, no se percibe clima electoral en las calles de este país. Existen otras preocupaciones.

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El viernes de la semana pasada, cuando finalizó la jornada cambiaria antes del inicio del fin de semana, el valor del dólar estadounidense en el mercado ilegal o blue alcanzó el precio récord de 200 pesos por unidad del verde billete. Si se atiende a que los analistas de la economía y las finanzas aseguran que a ese valor se llega por falta de confianza social el gobierno en general, podría afirmarse que la encuesta de Giacobbe y el blue son dos indicadores que –sin estar vinculados formalmente, necesariamente– están alineados.

El jueves que viene, serán los cierres de las campañas. El gran interrogante es saber si la salud le permitirá, a la vicepresidenta Cristina Fernández, estar presente en esa actividad junto con el presidente Alberto Fernández. Unas pocas horas atrás la segunda al mando recibió el alta médica en el sanatorio Otamendi de la capital argentina, luego de someterse a una intervención ginecológica. Portavoces cercanos a la vicemandataria aseguran que “ya está bien”, mientras que el establecimiento de salud privado señala que “evoluciona favorablemente”. ¿Irá?

Por el lado de las oposiciones el panorama es de silencio casi total. Nadie mueve más de lo imprescindible. Las expresiones para la seducción proselitista no son más que las inevitables. “No es necesario mover ni decir mucho”, coinciden en responder a este corresponsal no menos de cinco fuentes opositoras. “Con que hable y haga el gobierno es suficiente. Son nuestra mejor campaña”, aseguran enfáticamente con algún grado de ironía. No obstante, tanto entre las dirigencias como entre las y los integrantes del la sociedad civil –a la luz de las encuestas que, por mucho algunas y, por poco otras, dan por derrotado al oficialismo–, las miradas y los pensamientos están puestos en el día después.

Dentro de siete amaneceres, gane o pierda el Frente de Todos, no está muy claro cómo habrá de continuar la gestión de gobierno cuando aún le restan dos años de mandato. La gobernanza será más que esencial y, sobre ese indicador, hacen foco desde varias semanas los expertos y las expertas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Club de París y otros acreedores de menor relevancia institucional, para intentar proyectar “cómo seguirá la Argentina” que, dos años después de asumir la responsabilidad de gobernar, todavía no exhibió plan económico alguno. Pero, más allá de ello, un enorme segmento social está convencido que, los días que vendrán, después del amanecer del 15 de noviembre, serán de extrema dureza. Habrá que esperar.

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