La humanidad se identifica a través de su sostén. Es un pilar determinante para vivir. Es su fuerza la que siempre empuja hacia el frente. Hay una relación estrecha con lo cotidiano dado que no para de asistir a cada instante. Con su enaltecedor cometido se hace presente en cada vida. Por ello su representación es subjetiva, profunda, única, especial, autónoma y superlativa. Lo es por su nivel cualitativo intenso. Por su alteza natural. Entonces al pertenecer a la esencia individual del ser su dación es incomparable. Además no puede cuantificarse con parámetro alguno. Del latín dignitas, cuya traducción expresa grandeza, es la cualidad de lo digno, es la dignidad.
Habilita a crecer. Esto implica saberse dispuesto por naturaleza a desarrollar lo que se lleva consigo. Es una forma de reconocerse a sí mismo, de sentirse responsable en el acto de decidir, de respetarse y valorarse. La amplitud de acciones impulsadas por este atributo tiene infinidades de manifestaciones personales. En el devenir de la existencia los trayectos enseñan en cada paso, así abren etapas, obras, ideas y permiten los procesos vivenciales que derivan de los mismos. Esa apertura hacia la prosperidad invoca un compromiso con uno mismo. Lo que implica asumir el ser a través de su tiempo y lo que su hacer ha materializado y actualmente realiza, por lo tanto es indispensable convocar a la integridad que lo puede sustentar. Y que le dará la suficiente firmeza para seguir hacia adelante.
Acredita el acceso a la libertad. A darle prioridad a los valores que garantizan al ser independiente, al discernimiento que elabora respuestas favorables para la vida. Es la usina permanente de las nobles acciones que fortalecen las ganas de avanzar, que fomenta la superación de los desafíos, que faculta la presencia de las satisfacciones que se sienten. De manera que la dignidad no conoce de imposiciones, tampoco de condicionamientos, vive responsablemente su innata misión y se dirige constantemente hacia los fines que retroalimentan su sentido.
Además concede respetuosamente la importancia debida a quienes le otorgan su atención. Sabe de gratitud y tiene la capacidad de almacenar los aprendizajes recibidos. Se eleva su inherente estirpe cuando socializa sus dotes y le otorga igualmente una valoración a quienes conviven en los entornos que frecuenta. Es el semillero ejemplar de las dignidades en sociedad que se multiplican por habitante, que continuamente se encuentran, se relacionan, se construyen y tienden a esmerarse aportando sus propias características. En ese confluir la humildad contrae los vínculos y acompaña permanentemente el sino fijado para ser transitado con dignidad.
Hay bienestar cuando las intenciones de crecer se apoderan de los pensamientos. Allí nace la prosperidad del ser. El desarrollo favorable de las ideas se ampara en concepciones internas que pregonan lo que Aristóteles llamaba eudaimonia, que para el maestro era hacer y vivir el bien. En esa usina de representaciones mentales comienza el desafío de vivir el poder de elegir. La conciencia de semejante prerrogativa existencial debe fortalecer la vocación de asumir la construcción de la vida.
Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), filósofo griego, esbozó sus propios argumentos acerca de los logros que el ser humano, en su calidad de animal racional, es capaz de conquistar. Por eso conecta a la eudaimonia con el actuar, permitiendo que en ese proceder se puedan manifestar las virtudes propias que permitan conseguir lo que denominaba aretē, que es la excelencia. Esta última, entre sus acepciones, es la expresión de bondad que hace digna de aprecio y estima a una persona o a una cosa.
Es la bondad la inclinación a hacer el bien, por lo tanto, su influencia acredita atención. La bondad ejemplifica al comportamiento virtuoso. Es la cualidad de lo bueno. Bondad, del latín bonitas, integrado por bonus que es bueno y el sufijo dad en castellano, que es cualidad. Por eso, es vital que cada ser humano pueda conocerse a sí mismo, así podrá identificar el imperio de sus capacidades, las que deberá aprender a conquistar durante toda su existencia, y en donde la formación será determinante.
Para Aristóteles en los hechos se demostraba la capacidad de ser bueno. La filosofía práctica pregonada por el maestro nacido en Estagira se fundamentó en la búsqueda del bienestar humano. Es una lección histórica que convoca a cada persona y que impulsa a crecer.
Es la razón la capacidad de la mente humana para establecer relaciones entre ideas o conceptos y obtener conclusiones o formar juicios. En la visión aristotélica la razón práctica construye hábitos. Por lo tanto, es la vida cotidiana la fuente de oportunidades para activar constantemente argumentos que ayuden a sostener juicios que estimulen el auge de conductas virtuosas. Así, el vivir bien requiere compromiso con uno mismo para poder desenvolver aquello que lo caracteriza y ponerlo a disposición del contexto en que habita. Acercarlo al otro, compartirlo con el otro. Dando paso a la perspectiva de vivamos bien y construyamos juntos.
El abogado y exprocurador de la República Roberto Moreno fue designado por el presidente electo, Santiago Peña, como futuro asesor jurídico y ante esta gran responsabilidad que deberá asumir el 15 de agosto, manifestó estar comprometido con el cargo y señaló estar convencido de compartir una misma visión con el futuro jefe de Estado.
“Esperamos hacer un trabajo digno para nuestro país”, manifestó Moreno quien tiene una amplia formación en el mundo del derecho y se ha destacado en su paso por la Procuraduría. Como próximo miembro del Gabinete Civil de la Presidencia, explicó la gran responsabilidad que implica su cargo.
“El asesor jurídico de la Presidencia orgánicamente depende de lo que se llama la Jefatura de Gabinete Civil de la Presidencia, que es el equipo que tiene el mandatario para el apoyo en el día a día, porque a diferencia de los Ministerios, el presidente no tiene su dirección administrativa o jurídica”, detalló a la 1080 AM.
Dentro de sus funciones abarca el análisis y estudio de los proyectos legislativos que emprende el Poder Ejecutivo, así como también la reglamentación de la mayoría de las leyes, tareas para las cuales trabajará con un equipo que se ha consolidado en la Presidencia de la República y que ha sido parte de diferentes gobiernos.
Las distancias existen y se representan en las diversas connotaciones que se les asignan. Más allá de los factores geográficos, que podrían simbolizar la presencia de las mismas, hay muchas interpretaciones acerca del término. Una de sus acepciones sostiene la tenencia de un fondo o espacio de referencia que identifica el trayecto en su totalidad, otra es la que menciona la acción que incita a llegar hasta muy adentro sobre aquello que se constituye en la raíz de un asunto. Estas formas distintas de darle una significación se caracterizan por promover el movimiento hacia el destino indicado. Donde hay una distancia hay un paso por dar.
En el desenvolvimiento cotidiano se producen las oportunidades para identificar lo que requiere accesos hacia la búsqueda de consideraciones que permitan contener integralmente una idea, una labor o una misión. Por lo tanto, la superficialidad o lo ligero o lo trivial se colocan en las antípodas de lo intenso, lo recóndito o lo penetrante. Así lo que amerita ser vivido tiene sus notables secuencias que le dan valor al proceso de acción. Al punto que, en el manual de las palabras que se asemejan por ser sinónimos, lo profundo también está vinculado a lo implícito, dando lugar al testimonio que incluye la predisposición inalterable hacia las metas que forman parte del extenso porvenir.
En el hondo existir luce la habilidad de profundizar, esta es una brillante cualidad que se ejemplifica en darle tiempo a lo que así lo precisa, de ahondar en el conocimiento acerca de algo, de manifestar con argumentos sólidos lo que se pretende, evitando las improvisaciones que llevan a estériles dichos y que acarrean dudas alrededor; de fomentar la formación de perspectivas que se vislumbren como consecuencia de la investigación serena y atemporal. Para lo cual esa facultad aprendida se vigoriza con actitudes que provoquen sentimientos que protejan el ánimo de avanzar. Por consiguiente, se tendrán que forjar vínculos honestos, serios, transparentes, amables y comprometidos con el bienestar.
La magnitud de los sueños expresa el tamaño de los esfuerzos que le dan valor a cada trecho transitado. Por eso las etapas y las épocas encuentran sus latitudes y sus jalones, percibidos como sucesos que de alguna manera sellan historias y abren las puertas de nuevos acontecimientos. Así se estrechan las enseñanzas y se conectan los hechos que ocurren. Entonces, lo distante se consolida como una elección que potencia la emotividad y, de esa forma, impele en dirección al progreso. En consecuencia, se acentúa la capacidad de germinar motivos que le den oxígeno al vasto itinerario de la vida.
El cardenal y arzobispo metropolitano Adalberto Martínez saludó a los trabajadores en su día. El prelado utilizó su cuenta de Twitter para abogar por mejores condiciones laborales y un trabajo digno e inclusivo.
“Pedimos hoy a san José Obrero trabajo digno para todos, sin exclusión, que se respeten los derechos laborales, también sabiduría y templanza para aquellos que mediante su trabajo pueden ayudar a otros. Mi bendición a todos los trabajadores en su día”, dijo en un tuit.
A su vez, el presbítero Narciso Velázquez reflexionó sobre el Día del Trabajador e instó a seguir el ejemplo de Jesús al indicar que “trabajar es la expresión de Dios mismo en nosotros”.
“Qué bueno es trabajar. Nuestro trabajo ayuda a desarrollar distintos aspectos de nuestro propio ser: el encuentro con nuestros compañeros de tareas; las dimensiones de la propia inteligencia; la educación en la voluntad”, expresó en un mensaje difundido por las redes sociales.
Además, expresó que el trabajo “permite ganarnos el sustento para ayudar a la manutención de nuestras familias y mucho más”. “Y con el fruto de nuestras manos contribuimos en el servicio que nuestro lugar de trabajo ofrece a la sociedad”, añadió.