• Por Gabriela Teasdale
  • Socia del Club de Ejecutivos

Es preocupante el panorama que tenemos. Profesionales de la salud protestando junto a familiares de pacientes en hospitales abarrotados. Evidencias de un negociado miserable con medicamentos que lucra con el dolor de quienes batallan para salvar la vida de sus seres queridos. Cifras récord de contagios diarios y un plan de inmunización que no puede echar a andar porque las vacunas no llegan. Un sistema de salud con una deuda histórica que hace aguas por todos lados a pesar de los millones de dólares que recibió en esta pandemia. Y una ciudadanía que, con justa razón, está harta porque los oportunistas y los corruptos de siempre le están quitando, nada más y nada menos, que el derecho a la vida.

Estamos en un punto muy crítico en el que necesitamos que nuestros líderes nos den respuestas. Y que esa comunicación sea efectiva, que nos haga sentir que se están ocupando y de verdad están trabajando para salvar tantas vidas como sea posible. Doña Matilde, que tiene a su hijo en terapia en el Ineram y no tiene dinero suficiente para comprar los medicamentos que le piden a diario, no quiere escuchar las explicaciones del ministro de Salud sobre cuántas licitaciones de atracurio y midazolam quedaron desiertas, ni quiere recibir consejos sobre cómo la epidemia “se pelea” desde fuera del ministerio. No, ella quiere que su hijo sobreviva, quiere que le digan: “no te preocupes, vamos a rompernos el lomo para que todo vaya mejor”. No se trata de adoptar una actitud populista, sino de mostrar responsabilidad y un poco de empatía con los cientos de personas que realmente la están pasando mal en los hospitales.

Y se trata de evitar que el hartazgo aumente hasta llegar a un estallido social que nos hará mucho más daño y del que todos vamos a arrepentirnos. Basta con recordar lo que ocurrió en Chile hace dos años o las manifestaciones en Estados Unidos durante el 2020.

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Por eso, a pesar del cansancio, es momento de redoblar esfuerzos y de demostrar que somos muchos más los honestos que los corruptos, los solidarios que los indiferentes, los que queremos el cambio sobre aquellos que quieren conservar sus privilegios de siempre. Martin Luther King decía: “Cualquiera que acepte pasivamente el mal, está igual de implicado en él como quien ayuda a perpetrarlo. Quien acepta el mal sin protestar en su contra, en realidad está cooperando con él”.

Es momento de vestir la albirroja, de recordar el valor que tiene esta nación y su gente, es momento de NO tolerar lo que no está bien hecho. Nos tiene que importar la vida del prójimo, el sufrimiento de los demás. Es momento de hablar, de reconocer que tenemos que tomar mejores decisiones, de hacer algo porque no vamos a aceptar que nuestros compatriotas sigan abandonados por el egoísmo, el poder y la corrupción.

Es momento de que nuestros líderes escriban una nueva historia de Paraguay.

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