• Por Jorge Torres Romero

El 22 de abril del 2019, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, había respondido irónicamente a una concejal de Presidente Franco ante el reclamo por la situación del Hospital Regional de Ciudad del Este. La edil pedía medicamentos e insumos y le advirtió al mandatario que si él se divorcia de las necesidades del pueblo, no cumplirá los cinco años de mandato. A lo que Abdo Benítez respondió: “¿Me vas a echar? ¡Uy, qué miedo tengo!”.

Dos años después, la situación no cambió nada. Siguen los faltantes de medicamentos e insumos, pero lo que sí tuvo que haber cambiado es el humor o estado de ánimo del Presidente después de observar la furia y hartazgo ciudadano por el pésimo gobierno. ¿Sigue sin tener miedo, señor Presidente?

Efectivamente, tal como le advirtió la mujer de Alto Paraná, el divorcio de las necesidades del pueblo hace tambalear al gobierno de Mario Abdo. El Presidente se burló de la ciudadanía, le dio la espalda, no intentó nunca generar empatía, sino todo lo contrario. Ninguneó en forma constante el reclamo que le hacían hasta sus propios aliados políticos sobre figuras desgastantes de su gabinete.

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El famoso “golpe de timón” le vienen pidiendo en forma sostenida desde hace meses y como dijo ayer un representante de la Iglesia Católica, “como siempre, no entiende lo que se le dice”. Su encierro con la Biblia en la mano e ignorando a los medios de comunicación es la clara señal del gobernante terco, caprichoso y encima soberbio.

Y esa actitud de Abdo nos cuesta caro. Nos cuesta que no tengamos la vacuna contra el covid, que no tengamos insumos ni medicamentos en los hospitales. La soberbia y el encierro del Presidente nos cuesta la muerte de miles de paraguayos.

Hoy tal vez sea tarde una reacción del Presidente. La sangre ya llegó al río. Quizás el anuncio de cambios en el gabinete, pero de cambios en serio, no de fachada como, por ejemplo, el desprenderse de hombres escombro o figuras desgastadas, como su jefe de Gabinete o su ministro de Educación, a la par pedir disculpas por ignorar a la ciudadanía, abrirse a la transparencia invitando a todos los sectores políticos y sociales a empujar el carro para salir a hacer frente a esta pandemia que llega a su pico más alto.

La turbulencia política no es ventajosa para el Paraguay cuando la urgencia es salvar vidas y recuperar la economía golpeada por la pandemia. El Paraguay necesita serenidad, no disturbios ni enfrentamientos. Se acabó su tiempo, señor Presidente. Hoy, asuma sus errores y actúe en consecuencia o la clase política acompañada por la ciudadanía lo manda a su casa.

No tenemos tiempo para oportunismos ni proyectos aventureros que pretendan llegar al poder por la ventana. Los paraguayos tenemos nuestra Constitución Nacional, donde están los resortes legales y las herramientas claras de cómo se debe proceder y actuar. No caigamos de vuelta en las interpretaciones forzadas o antojadizas que mucho daño ya han generado.

Si se activa el botón rojo de juicio político al Presidente, nos guste o no se tiene un sucesor legítimo, más allá de que sea o no de mi agrado. No es el momento de buscar al candidato ideal, es momento de dar lecciones de civismo y pacificar los ánimos para que nuestros médicos y enfermeras trabajen en paz en los hospitales y evitemos lamentarnos por más muertes que pueden evitarse. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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