“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

Por Pablo Alfredo Herken Krauer

Analista de la economía

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Email: pherken@gmail.com

En abril nuestra economía se derrumbó por el encierro total en una cuarentena que atajó a la gente en sus casas, se suspendieron casi todas las actividades, la producción se paralizó (menos el Campo que continuó dando vida en trabajo, dinero y comida) y los mercados de bienes y servicios de compra y venta (consumo) se redujeron al mínimo por el “aislamiento social”. El derrumbe realmente fue brutal y de una manera tan repentina como abrupta como nunca antes visto. Usando un indicador del Banco Central del Paraguay (BCP) el derrumbe en abril del 2020 fue del -17% con respecto a marzo del 2020 cuando ya habíamos caído -3,5% versus un aumento del 3,4% respecto de febrero. A partir de ahí los aumentos mensuales fueron positivos. El -17% de abril quedó atrás caminando desde entonces a una velocidad promedio mensual de 4,4%. En mayo-junio, esa es una forma de medir la actividad económica.

La otra y más importante es tomar el indicador de abril del 2020 y compararlo con igual meses del año pasado ¿En abril del 2020 versus abril del 2020?: -13% en términos de la actividad económica. Y -6,4% en mayo. Pero a partir de junio la variación o el cambio interanual fue positivo: 2,3%. La que se repitió en julio con 0,9%. Este es realmente el indicador de si hay menor o mayor actividad económica, con respecto al año pasado, que es lo que cuenta para definir la dimensión de la caída económica este año que se calcula entre un -2% hasta un -5%, según las distintas fuentes nacionales y extranjeras. El Campo, la construcción (civil y pública), algunas industrias y comercios, muy limitadas actividades financieras, explican el “avanzamos”. Un avanzamos que se hizo evidente al flexibilizarse o suavizarse la cuarentena. Lo anterior no quiere decir que toda la economía avanzó. El indicador de actividad económica es un promedio. Muchos sectores no avanzaron, otros están congelados y restringidos. No son pocos los que están muriendo. Y otros dejados a su suerte, como las ciudades vinculadas con el comercio fronterizo. La gente de esta economía aún desfalleciente la pasa mal y muy mal en su vida completa. Y necesita programas de protección, fundamentalmente para los que se mueven en la economía informal, y para las micro, pequeñas y medianos empresas.

Pero el avancemos es indiscutible, aunque cabe esperar aún su continuidad y extensión, abarcando más sectores, sin abruptas interrupciones. El número de desempleados formales (con el IPS) ha bajado de 120.000 a los actuales 45.000. La recaudación de impuestos internos (SET) subió 18,8% en agosto y las exportaciones registradas de bienes ya superan a las acumuladas en igual período del año pasado, gracias al extraordinario aporte del Campo proporcionando el 68,5% del total vendido al exterior. Los indicadores de consumo también están avanzando positivamente, aunque no en todos los sectores y al mismo ritmo, según se puede observar en el cuadro que acompaña la nota. El avanzamos ya llevó a los economistas de Basanomics a bajar sus estimaciones de caída económica. En abril pasado se pronosticaba un bajón del -3%/-3,5% que posteriormente en julio se redujo a -3%. Pues bien, ahora ya hablan (el amigo Carlos Fernández Valdovinos) de que la caída sería del -1% al -2%. La explicación es la misma que la de muchos: “Sorprende el renacimiento del dinamismo de la economía paraguaya. En tan corto tiempo, algo que no se esperaba ni anticipaba”. Ojo, y mucho ojo. Nuestro avance no quiere decir que le decimos adiós a la crisis, que ya no existe. Sigue. Menos dramática pero continúa. El avance no cicatriza heridas muy abiertas en gran parte de la sociedad. El dolor social aún es doloroso. Para mucha gente hablar de avance es una bofetada, atrapada en “sus” infiernos. Los ingresos han sido carcomidos por la crisis, peor en el caso de los menos favorecidos, clase media, trabajadores, cuentapropistas. La pobreza y la extrema pobreza suben así como se agranda la desigualdad social. Esta realidad no se puede ocultar, hay que atender. Y queda mucho por hacer. Aun así, dicho todo lo anterior, todo estaría peor si no estuviéramos avanzando. Avanzar es mejor, a la larga marcará la diferencia entre una crisis catastrófica y otra "administrable. Si no volvemos a endurecer la cuarentena, si los muertos no “se apilan” (más miedo e incertidumbre, hiriendo el futuro avance), si sacamos un mal presupuesto fiscal 2021, y el mundo no vuelve al caos.

Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo pero hay que decirlo. DDPHQD

Dejanos tu comentario