POR MARCELO PEDROZA

COACH

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La apreciación del instante, eso es la vida. Captarlo y comprenderlo es la tarea. Viktor Frankl (1905-1997), psiquiatra y filósofo austríaco, fundador de la logoterapia y análisis existencial, lo expresó así: “La persona tiene que captar y comprender el sentido de la situación, tiene que reconocerlo, percibirlo y comprobarlo, es decir que tiene que realizarlo. Por consiguiente, el sentido de las cosas es también, por ser relativo a la situación, único e irrepetible…”.

La vida en un instante. Es ese que puede expresar la alegría de estar junto al otro, de convivir aprendiendo a aceptar errores, de observar el brillo de los ojos emocionados, de escuchar una voz compungida, de imaginar proyectos por vivir, de lagrimear por aquello sucedido, de sentir el fresco amanecer, de atreverse a pedir disculpas, de expresar el agradecimiento por lo que sucede, de compartir las vicisitudes que pasan, de jugar con un niño o de jugar como un niño; impresiona la grandeza de un instante.

La singularidad de lo diario está presente de forma constante. En ese vibrante transcurrir las experiencias se construyen, se manifiestan, se aprenden, se valoran. Ese ser único transita dispuesto a crecer, y lo hace a su manera, destacando la unicidad que lo caracteriza y distingue. Es la esencia la que perdura en todos los instantes, esa que se conquista una y otra vez, la que se funda en valores, la que busca el bien.

Frankl, en su obra, titulada “Psicoanálisis y existencialismo”, también escribió: “Nadie niega que en ciertas circunstancias el hombre no puede comprender un sentido, sino que tiene que interpretarlo. Pero esto no quiere decir de ninguna manera que esa interpretación proceda de modo arbitrario. Si el hombre tiene libertad para hacer una interpretación, ¿no es responsable de hacer la interpretación correcta?”.

El conocimiento y la conciencia le dan un impulso determinante a la subjetividad. El pilar de los instantes está compuesto por las decisiones que los permiten, por la capacidad de reaccionar ante lo inesperado, por la humildad con que se los vive y por el ejercicio de pensar, estimulando las perspectivas que ayuden a entenderlos.

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