El mundo está pasando por uno de sus peores momentos en la historia y todos los sectores tenemos la obligación de aportar para que la situación mejore. En lo que corresponde a las áreas educativas cabe destacar que hay aspectos sumamente importantes, como lo son la investigación y la educación en el ámbito de la salud.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, OMS, la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Decíamos en un anterior artículo que esta definición, cuyos condicionantes son tan diversos y complejos, nos lleva a centrar la atención principalmente en la capacidad que tenemos como individuos para influenciar sobre las causas que impactan en nuestra salud y, a su vez, en nuestras comunidades. Eso no debe limitarse desde una perspectiva asistencial, sino preventiva. A través de la medicina preventiva, debemos ser capaces de desarrollar conductas y hábitos saludables para responder positivamente a los desafíos de salud y del medio ambiente para conquistar nuestro bienestar.

Debemos mencionar las constantes recomendaciones del Ministerio de Salud en este momento, como lavarse las manos de la forma correcta, no compartir utensilios y hasta evitar el contacto social innecesario, para evitar la propagación del coronavirus. Es parte de un accionar de salud preventiva.

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Tenemos que reiterar que este es un momento oportuno para analizar e iniciar un proceso de transformación en materia de educación sanitaria, que hoy es prioridad en nuestro país. Esto puede darse a través de alianzas entre instituciones educativas, escuelas, colegios y universidades con proyectos y programas de investigación, de centros de innovación y centros tecnológicos con instituciones del Estado.

Se conoce poco sobre la medicina preventiva y la importancia del autocuidado de la salud, del fomento de estilos y hábitos de vida saludables y la práctica de métodos que permitan prevenir enfermedades. Lo que ahora estamos haciendo es justamente tratar de aplicar algunas recomendaciones centradas en la prevención. Lo que logremos como país será en gran parte gracias a los hábitos que tomemos. Debemos –insistimos– ser capaces de desarrollar conductas y hábitos saludables para responder positivamente al desafío que tenemos.

Pero no solo se queda en este punto. Por otro lado, con una buena educación sanitaria para la salud mental se pueden evitar enfermedades que tanto afectan a nuestros jóvenes, tales como la depresión, los trastornos alimentarios: la bulimia y la anorexia, lo que puede a su vez generar la adopción de hábitos tan nocivos como el tabaco, el alcohol y/o las drogas, predisponiéndolos a contraer otras enfermedades. El acompañamiento de profesionales del ámbito también se convierte en un aporte central ahora.

Este es un momento que la educación y la salud más que nunca deben estar unidas. Pongamos cada uno de nosotros nuestro granito de arena para que la pandemia que sufrimos sea vencida.

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