Levantarse de la silla, hacer pasar al paciente, ofrecerle asiento, decirle ¡¡Buen Día!! ¿Cómo está? ¿En qué puedo ayudarlo? Son acciones y gestos que cambian el estado de ánimo del que acude a nosotros en busca de salud. Esa persona acude a nosotros por necesidad de recuperar su estado de salud y necesita de nuestra ayuda, no porque somos simpáticos o apuestos.

En los años que me ha tocado compartir experiencias con mis pacientes escuché de todo, me he enriquecido de conocimientos en relaciones humanas buenas y malas, pero haciendo un balance de todo, estoy convencido que vamos rumbo a un camino que va en contra de toda la ética, que es la deshumanización de la profesión médica, si no revertimos esto a corto plazo, diviso un desenlace sombrío para los que acuden a nosotros en busca de sosiego a sus dolencias.

Es así que nosotros los profesionales de la salud y los que trabajan dentro de un sistema de salud deben tener presente dos palabras, que son para mí los pilares de un buen servidor, que son la empatía y la ética, indivisibles una de otra. Hoy voy a sumergirme en la empatía, para después dedicar otro escrito a la ética.

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Empatía se refiere a la capacidad cognitiva de percibir lo que otro individuo puede sentir, significa saber apreciar los sentimientos del otro, más sencillo aún, ponerse en el zapato del otro. Esto se aprende con el día a día, con la experiencia de vivir la vida del otro, se involucre con él no sólo en la ciencia médica, sino con el espíritu, el alma que es al final lo que conforma a todo el ser humano. A medida que nosotros conozcamos, entendamos lo que el paciente piensa y siente, será más fácil lograr la adherencia al tratamiento y sobre todo la confianza del mismo. Fíjense y analicen el lugar que ocupamos en esta trilogía paciente-enfermedad-familia.

La enfermedad genera en el paciente una situación de estrés, donde se suma la familia, habiendo oportunidades en donde no entienden qué pasa más sólo tienen miles de estudios que realizan sin que nadie les explique el ¿para qué? Entran y salen hablando un lenguaje inentendible como si fueran solo cosas que se encuentran en estudio. Allí somos el nexo fundamental para el paciente y la familia.

Los niños y padres soportan un trauma emocional importante al ser trasladados a quirófano. Semana atrás, recibimos un auto a batería de donación para el traslado de los niños a la sala de cirugía, indescriptible la cara de la niña cuando subió y el llanto de la madre emocionada. Pero no faltan los detractores, buscan el pelo en la sopa, igual sigan.

Una dosis de sonrisa para los que nos necesitan y 24 horas del film Patch Adams para los detractores es la solución. Sé empático.

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