• Por Jorge Torres Romero

La vieja estrategia de actuar como “el tero tero”, hacer una gran alharaca en el lugar alejado, mientras se ponen los huevos en otro. Así está operando este gobierno apuntalado por la fuerza de algunos medios, que contra viento y marea pretenden instalar el caso Messer como el peor de nuestros males en el Paraguay, cuando que la Justicia ya lo ha imputado, el Brasil lo está buscando y la investigación fiscal está siguiendo su curso.

La comisión bicameral instalada en el Congreso, presidida por Friedmann, quien ha dado muestras de sus limitaciones, es claramente funcional a las pretensiones de Mario Abdo y está cumpliendo el libreto al pie de la letra.

Mientras, muchos medios se mueven al compás de ese libreto, desde diferentes administraciones públicas se están cocinando, transando y cerrando grandes negociados con las millonarias licitaciones del Estado.

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Como lo señalaba el doctor Ricardo Preda, esta comisión bicameral para expedirse con propiedad sobre un tema muy complejo como lavado de dinero, no es suficiente entrevistar a un grupo de personas. Se necesitan otras cosas, un bagaje de documentos analizados por expertos y a todos luces, comenzando por quien preside esta comisión, expertos no son.

El show Messer va a continuar porque conviene al poder de turno. Conviene para pasar facturas y contaminar al enemigo político y conviene para evitar hablar de la inutilidad de un presidente más distraído en el vyrorei que en los asuntos que tocan el bolsillo de la gente.

Mientras nos tiramos de los pelos cuando Friedmann estornuda invocando a Messer o Cartes, un Consejo de la Magistratura pisotea su reglamento interno para dejar fuera a la mejor puntuada y perfilada para el cargo de ministra de la Corte Suprema de Justicia y posicionar a una “amiga” del poder.

Y después nos llenamos la boca hablando de la urgente necesidad de renovar la Justicia, de elegir a los mejores y ese tipo de discursos como el repetido por Mario Abdo en el encuentro con productores en el BCP, de que no quiere un ministro de la Corte amigo del Presidente, sino amigo del pueblo, pero en la práctica sus operadores actúan bajo la mesa para imponer al preferido.

O la misma perorata de siempre: “No me temblará el pulso para actuar contra la corrupción”, pero se rodea de colaboradores de dudosa reputación. Como prueba basta repetir los nombres de quienes están al frente de las binacionales.

Tenemos una Justicia Electoral corrompida desde su médula, pero el Presidente, como supuesto líder de un sector interno importante de la ANR, ni siquiera ha insinuado su postura acerca del planteamiento del juicio político a sus principales miembros.

En cuatro meses de gestión no se ha aprobado en el Congreso un solo proyecto o iniciativa promovida por el Ejecutivo. Da la sensación de que Mario Abdo solo vive disfrutando de los placeres que le otorga el poder.

Sus colaboradores en los ministerios ya se percataron. Villamayor, a un paso de autorizar una compra de US$ 30 millones para impresión de pasaportes y cédulas a un consorcio que armó el pliego; en el MOPC adjudican a los oferentes amigos, sin mirar las ofertas más bajas y convenientes; en Aduanas siguen las coimas, la semana pasada cayeron 4 funcionarios in fraganti; en Salud siguen faltando insumos; en Educación hay una guerra de oferentes de los kits escolares; en la Dinac aumentan el precio de estacionamiento sin mejorar el servicio; en Petropar, mientras el crudo baja a nivel mundial, la estatal insiste en un precio alto a favor de los emblemas privados, y en la Cancillería el ministro amenaza con demandas a quienes lo critican. Así estamos, mientras nos distraemos con Messer, los muchachos felices. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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