Los aspectos expresivos representan el momento en que suceden aunque pueden hacer mención al pasado o darle la bienvenida al inminente devenir. Percatarse de los mismos habilita la posibilidad de avanzar hacia la realización de otros pasos que pueden colaborar con la impresión inicial ocasionada. Como por ejemplo una mirada fija hacia un horizonte específico.

Mientras ella sucede pueden fluir fugazmente varias ideas sobre lo que atentamente se observa o quizás se produzca un leve descanso mental y en ese lapso el mirador relaje su pensar y se concentre en ese estar ahí. Una y otra opción son simples alternativas ante las factibles sensaciones que cada cual llega a vivir cuando detiene su visión y define el radio hacia donde la dirige. Y esas andanzas interiores se encargan de manifestarse en el rostro de quien las lleva consigo.

Lo que acontece en las ideas tiene un efecto multiplicador en las acciones. Por eso cuando el deseo de bienestar hacia el otro se siente en una situación determinada, de alguna forma encuentra la manera de expresarse y, por lo tanto, se exterioriza en el andar. Sin aire de notoriedad y bajo el natural proceder inspirado en el querer se producen hechos que reflejan la intencionalidad del ser. Así lo que es encuentra constantemente su tiempo para darse a conocer, permitiendo que su existir se vea tal cual es. Simplemente las circunstancias anuncian los pensamientos que las crearon y que las sostienen. Por eso, mientras el ideario sea el mismo todo sucederá de igual forma.

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Formular una imagen requiere de una decisión elemental y es la de saber qué representación quiere hacerse. Esto exige plantearse una idea, para lo cual se puede recurrir a la memoria visual o puede utilizarse la inteligencia emocional y percibir un pensamiento dando lugar a la generación de alguna figura que reproduzca lo que se siente. Entonces, una franca sonrisa puede simbolizar un paisaje recorrido o uno por visitar. O un recuerdo puede entusiasmar la recreación imaginaria de lo vivido e incentivar el proceso emotivo actual para ingresar al circuito de la alegría.

En los gestos hay mensajes que encuentran su mejor explicación. Por lo tanto, en ellos las evidencias se muestran con mayor facilidad. La diversidad del lenguaje revela que su uso está a disposición de la humanidad, encontrando en cada comunidad el espacio para exhibirse como constructor de convivencias. Esta concepción edificante se constituye como una elección que requiere de la voluntad de cada uno, por tal motivo es un compromiso con uno mismo que se extiende hacia los escenarios sociales en donde interactúa. Por consiguiente, donde hay un corazón siempre habrá una forma para expresar su latir; donde hay conciencia continuamente existirá el modo en que sus razonamientos se darán a conocer.

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