En medio de la campaña de represión sin precedentes contra la disidencia rusa, un profesor de arte crítico con la ofensiva contra Ucrania se enfrenta a dos décadas de cárcel por garabatear unos cuernos en fotos de autoridades publicadas en una revista. Hasta el invierno de 2023, Daniil Kliuka vivía apaciblemente en Dankov, un municipio 300 kilómetros al sur de Moscú. Pero en febrero de ese año fue arrestado por el servicio de seguridad FSB.
Inicialmente lo acusaron de enviar una donación de 20.000 rublos (190 dólares al cambio actual) a la brigada ultranacionalista ucraniana Azov, catalogada de “terrorista” en Rusia, un cargo que él niega. El profesor de 28 años y su entorno sospechan que lo arrestaron después de que alguien en su escuela lo delatara. Una ola de denuncias ha recorrido el país desde marzo de 2022, cuando el presidente Vladimir Putin anunció una caza de “traidores” y pidió a la sociedad rusa que “se autolimpiara” después de iniciar la invasión de Ucrania.
Grupos de activistas afines al Kremlin recogieron el encargo y han denunciado a cientos de personas a la fiscalía. Algunos han delatado a conocidos y vecinos, según medios independientes rusos, ya sea por ideología, codicia, envidia, ambición o para eliminar a un adversario. Kliuka asegura que fue denunciado por garabatear “cuernos” y “barbas” en las fotografías de autoridades rusas que aparecían en un diario pro-Kremlin que debía leer en su trabajo. “A veces escribía ‘demonio’ en sus frentes”, explicó en una carta.
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Kliuka cree que la directora de la escuela lo denunció al FSB, que lo arrestó, lo torturó “en una celda”, registró su casa y le confiscó el teléfono. Contactada por redes sociales, la directora del centro, Irina Kuzicheva, no contestó a las solicitudes de AFP. Los agentes de seguridad encontraron transferencias de dinero en el teléfono de Kliuka que consideraron sospechosas.
El profesor asegura que reconoció bajo tortura haber donado dinero al ejército ucraniano, pero que en realidad había enviado dinero a un primo ucraniano que huyó de la invasión y que nunca luchó en la brigada Azov. AFP no pudo verificar estas afirmaciones del prisionero porque el caso está clasificado como secreto por el FSB y sus abogados se arriesgan a ir a la cárcel si filtran detalles.
En agosto de 2023, Antonina Polishchuk, una activista rusa contraria a la guerra que vive en Italia, respondió a una petición en línea para que la gente escribiera a los prisioneros políticos de su país y decidió mantener correspondencia con Kliuka. A través de sus cartas descubrió que Kliuka estaba procesado por “traición” y “financiación de una organización terrorista”, cargos empleados a menudo en Rusia contra la disidencia, ya sean reales o inventados.
Después de seis meses de intercambios, Polishchuk se dio cuenta que Kliuka no tenía un verdadero representante legal, solo un abogado designado por el Estado que “en realidad trabajaba para el gobierno”. Su familia debería haber contratado a un abogado o haber pedido ayuda a una organización de defensa de derechos, asegura la activista. Pero “estaban muy intimidados, el FSB asusta a todo el mundo”.
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Finalmente, la organización Memorial, coganadora del Premio Nobel de la Paz, financió los costes de un abogado. Serguéi Davidis, jefe del programa de apoyo a presos políticos de Memorial, dijo que es habitual que estos juicios se desarrollen en secreto porque así es más fácil silenciar al acusado y esconder la magnitud de la represión.
Sin acceso a los documentos del caso, Memorial no puede incorporar a Daniil Kliuka en su lista oficial de presos políticos. Esta ya incluye 700 nombres que, según reconoce la misma oenegé, son solo la punta del iceberg. De hecho, Memorial estima que los casos de al menos 10.000 detenidos en Rusia tienen al menos algún tipo de motivación “política”.
Un buen número son civiles ucranianos encarcelados en Rusia, alrededor de 7.000, según la organización de Kiev también premiada con el Nobel de la Paz, Centro por las Libertades Civiles. Uno de ellos era la periodista ucraniana Victoria Roshchina, que falleció entre rejas en septiembre.
La organización rusa OVD-Info, que supervisa el sistema judicial y las detenciones en el país, afirma que actualmente hay 1.300 personas encarceladas por acusaciones políticas. Pero además hay cientos o incluso miles de casos vinculados a traición, sabotaje o negativa a luchar en Ucrania. En una carta enviada a Kliuka, Polishchuk incluyó algunas preguntas de la AFP que evitaban detalles de su caso para sortear la censura. Una semana después recibió una respuesta desde la cárcel Matroskaya Tishchina de Moscú.
El día después de que llegara la carta de Kliuka, el profesor perdió su recurso y quedó sentenciado a 20 años de prisión en “régimen estricto” que le impide recibir más de una visita y un paquete por año. Al final de sus respuestas a AFP, Kliuka asegura que los rusos como él que se atreven a hablar son “perseguidos y odiados”, mientras que “la mayoría de la gente un día cierra los ojos y no los vuelve a abrir jamás”. “Si el mundo escucha este mensaje, le pido que no cierre sus ojos”.
Fuente: AFP.