- Washington, Estados Unidos. AFP.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) elegirá el lunes 10 de marzo al sucesor de Luis Almagro como secretario general para los próximos cinco años en un continente muy polarizado políticamente. Hay un único candidato: el canciller de Surinam Albert Ramdin, después de que su homólogo paraguayo Rubén Ramírez Lezcano tirara la toalla. Pero nada impide que se presente un nuevo aspirante, incluso el mismo día de la votación.
Ramdin necesita conseguir al menos 18 votos del bloque, integrado por 34 miembros desde que Nicaragua se retiró. Venezuela y Cuba forman parte de la OEA, pero no participan en ella. Por el momento el surinamés ha convencido no solo a la Comunidad del Caribe (Caricom) sino a otros países de la región como Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Uruguay, Costa Rica, Ecuador y República Dominicana.
Se desconoce qué hará Estados Unidos, ahora que la sombra de China se alarga hasta la OEA, donde el coloso asiático es un observador sin derecho a voto. Una reunión en 2024 entre Ramdin y su homólogo chino, Lin Ji, hizo saltar las alarmas, pero él niega tener el respaldo de Pekín. Washington tiene gran influencia regional, no sólo diplomática, sino sobre todo financiera, en un momento de crisis presupuestaria en la OEA.
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Y es que en caso de ser elegido Ramdin tendrá que enderezar las cuentas de una organización cuyo principal contribuyente es Estados Unidos. La pregunta es qué pasará si Elon Musk, el hombre más rico del mundo y cabeza visible de una comisión de eficiencia gubernamental impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump para el recorte del gasto federal, se fija en la OEA y mete tijera.
La situación financiera preocupa al candidato surinamés, que propone un uso eficiente de los recursos. En febrero defendió ante el Consejo Permanente, el órgano ejecutivo de la OEA, “un plan realista de movilización de recursos, no solo en términos financieros, sino también en términos de colaboración institucional para superar la falta de fondos”.
En el talante también marcaría diferencias con su predecesor. Almagro, que termina su mandato el 25 de mayo, es conocido por alinearse con Washington, lo que le ha valido críticas de varios países, y por haberse enfrentado al presidente de Nicaragua Daniel Ortega y al dirigente chavista venezolano Nicolás Maduro.
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“Quizás el punto fuerte de Ramdin fue el proponer un estilo de gobernanza que privilegie los consensos posibles entre el conjunto de los Estados”, explicó a la AFP Viviana Krsticevic, directora ejecutiva del Centro para la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil).
Ramdin promete ser conciliador, una ventaja nada desdeñable en un continente tradicionalmente dividido entre la derecha y la izquierda.
Pero no quiere una OEA anquilosada, que se limite a bonitos discursos o protestas estériles.
Si es elegido propone crear “equipos de crisis y reacción temprana para promover el diálogo y el consenso”.
Se trata, según él, de intervenir, yendo más allá de “simples declaraciones”.
Las Américas sufren conflictos políticos de forma recurrente que tienen como común denominador “la división y la polarización de la sociedad”, reconoció Ramdin, quien conoce bien la casa, por haber sido secretario general adjunto de la organización.
Como receta para combatirlo sugiere aunar “multilateralismo” y “regionalismo”.
“La OEA debe reposicionarse en este momento de la historia para afrontar el cambiante panorama. Creo en el poder del multilateralismo. Podemos y debemos trabajar juntos para crear un mundo mejor, ya que dependemos unos de otros en muchos sentidos”, declaró en febrero.
Pero “la proximidad geográfica es importante y el fomento de la paz y la prosperidad empieza en el propio vecindario”, dijo.
La OEA debe navegar entre relaciones de vecindario a veces complicadas, con intereses políticos y comerciales contrapuestos.
“Hay muchísimas críticas merecidas a la OEA como institución” pero “creo que ha tenido un papel importante a través de sostener las democracias de nuestra región como supervisión de procesos electorales, y promoción de espacios de diálogo y monitoreo frente a crisis institucionales y golpes de Estado”, defendió Krsticevic.