El golpe que cambió la historia: Paraguay a 36 años del fin de la dictadura
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El golpe de Estado del 2 y 3 de febrero de 1989 representa una de las fechas más importantes en la historia de nuestro país, puesto que puso fin a una dictadura de 35 años, la cual estuvo encabezada por Alfredo Stroessner, convirtiéndose en la más extensa de América Latina. Este hecho dio paso al avance hacia la democracia con libertades que eran impensadas durante el régimen stronista.
A lo largo de este material, abordaremos algunos puntos que marcaron la historia de nuestro país, así como aquellas conquistas ciudadanas obtenidas luego del fin de esta época oscura que se robó la voz de la ciudadanía por tantos años.
Alfredo Stroessner, cuya figura militar estaba en alza en 1954, llega al poder luego de ser propuesto como candidato por el arquitecto Tomás Romero Pereira, quien estaba a cargo del gobierno de forma provisoria, todo en un contexto de mucha inestabilidad política derivada de la Guerra del Chaco y otros eventos que le sucedieron.
El dictador asume la presidencia del país tras unas elecciones donde no tuvo competencia alguna y este fue el comienzo de la consolidación de un régimen que estuvo marcado por las censuras, represión, torturas, abusos en contra de los derechos humanos, exiliados, además de un sistema prebendario que le permitió establecerse por más de tres décadas.
A 36 años del golpe de Estado que removió a Alfredo Stroessner del poder. Foto: AFP
Este régimen causó la fuga de las mentes más importantes de Paraguay en ese entonces, afirma el informe “Ventanas Abiertas”, elaborada por la Comisión de Verdad y Justicia en donde mencionan que durante la dictadura de Stroessner y de Higinio Morínigo, el cual le precedió, motivaron el éxodo de figuras como la de Augusto Roa Bastos, José Asunción Flores, Arturo Fleitas, Herminio Giménez, Carlos Lara Bareiro, entre otros.
Asimismo, medios de comunicación que no respondían al régimen también fueron clausurados y suspendidos como es el caso de Abc Color y Ñanduti, los cuales al término del régimen, abrieron nuevamente sus puertas y continúan funcionando hasta la fecha.
Pese a que Paraguay aún vive en una etapa democrática relativamente joven y los recuerdos de la dictadura aún están latentes y en la memoria colectiva. La ciudadanía puede gozar de libertades que bajo el régimen stronista resultaban lejanas hasta el punto de considerarse imposibles.
Movilizaciones ciudadanas con gran fuerza impidieron que el Congreso dé vía libre a la posibilidad de una reelección presidencial, durante la pandemia del Covid-19, las personas rompieron el aislamiento y se trasladaron hasta la capital del país para exigir transparencia en el manejo de los recursos y pedir la destitución de varios ministros que carecían de la credibilidad por parte del pueblo.
La ciudadanía recuperó el derecho a movilizarse y a pronunciarse respecto a la decisiones del Gobierno. Foto: Archivo
La información pública está al servicio de la ciudadanía y las instituciones están obligadas a proveer los datos respecto a las contrataciones, gastos realizados, entre otros. Más allá de la incomodidad que genera la prensa a ciertos sectores políticos, estos carecen de facultades legales para censurarlos, y por informaciones vertidas de los medios de comunicación, incluso se han destituido a grandes figuras de los sucesivos gobiernos.
En la actualidad y desde el golpe de 1989, el funcionamiento de la prensa ha tenido y gozado de amplias libertades para el ejercicio de su rol, a pesar del debate que generan ciertos aspectos que tienen que ver con el límite de la intimidad o cuando se trata de asuntos como la seguridad del propio presidente de la República.
La oposición, la cual anteriormente estaba imposibilitada a pelear por cargos públicos, fue perseguida y censurada, sin embargo, hoy es protagonista en la escena política a nivel país. Fernando Lugo, quien era una figura ajena a la política en ese entonces y que surgió por fuera de los partidos tradicionales, asumió la presidencia en el 2008 en unas elecciones abiertas, derrocando la hegemonía colorada que estaba instaurada hasta ese momento y a lo largo de los años, ha tenido liderazgos notorios.
Si bien aún queda un largo trecho a transitar en torno a posicionar a la democracia como un sistema sólido en nuestro país, es importante tener presente todos los hechos que sucedieron durante la dictadura de modo a no experimentar retrocesos y seguir afianzando este sistema político por sobre cualquier otro.
Juez rechaza pedido de Bolsonaro para ampliar plazo de respuesta a acusación de intento de golpe
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Un juez de la corte suprema de Brasil rechazó este jueves un pedido de la defensa del expresidente Jair Bolsonaro para extender el plazo que el líder de extrema derecha tiene para responder a las acusaciones de la Fiscalía por un presunto intento de golpe de Estado.
Los abogados de Bolsonaro habían solicitado que el tope de 15 días fijados para contestar a los cargos se suspendiera, porque las pruebas sobre la supuesta trama para impedir la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva en 2022 “no fueron proporcionadas a la defensa” a tiempo.
También exigieron un plazo de 83 días para estudiar dichas pruebas, bajo el argumento de que ese fue el tiempo que demoró la Fiscalía en analizar la documentación para imputar al exmandatario (2019-2022).
El juez Alexandre de Moraes, a quien Bolsonaro se refiere como “dictador”, rechazó el pedido y afirmó que los abogados tuvieron acceso al expediente desde febrero de 2024.
Cumplidos los 15 días, Moraes decidirá si abre un juicio contra el expresidente y 33 de sus colaboradores por cargos de “golpe de Estado”, “tentativa de abolición violenta del Estado democrático de derecho” y “organización criminal armada”, entre otros.
Bolsonaro, de 69 años, se expone a una pena de prisión de hasta 40 años por estos delitos.
“Me importa un carajo la prisión”, exclamó el expresidente este jueves en un mitín de su partido en Brasília. También insistió en que es inocente y reiteró un llamado a sus seguidores a manifestarse en varias ciudades el 16 de marzo.
Según la Fiscalía, tras su derrota contra Lula en las elecciones de octubre de 2022, Bolsonaro lideró un plan para “no dejar el poder, o volver a él, por la fuerza”.
La supuesta trama golpista, que contemplaba incluso el asesinato de Lula, no se consumó por falta de apoyo de los altos mandos del Ejército, de acuerdo con la investigación.
Entre los imputados figuran también el general Walter Braga Netto, exministro de Defensa y candidato a vicepresidente de Bolsonaro, el excomandante de la Marina Almir Santos y Mauro Cid, ex mano derecha del expresidente, quien firmó un acuerdo de delación premiada con la justicia.
Lastrado por varios procesos judiciales, Bolsonaro presiona por anular una inhabilitación política que le impide concurrir a las presidenciales de 2026, por haber desinformado sobre el sistema de votación brasileño.
El autor de este relato recrea los hechos que rodearon a un mítico concierto que fue frustrado por el levantamiento militar que depuso al gobierno de Federico Chaves y allanó el camino del acceso al poder a Alfredo Stroessner.
Por Óscar Bogado
Fotos Gentileza
El jefe de la Policía estaba inusualmente inquieto. Debía ir a su despacho a firmar unos cheques para el pago de los salarios del personal, ya ansioso por percibir sus haberes. Aunque magros, por lo menos eran seguros en el ambiente de crisis que azotaba al país y que alentaba a muchos compatriotas a emprender ese otro exilio, el económico.
Roberto L. Petit estaba por cumplir cuatro meses en el cargo y, también, a punto de enfrentar una prueba de fuego. El presidente Federico Chaves lo había designado en ese puesto, siempre polémico y difícil, inapropiado para él, porque necesitaba contar con gente de confianza en ese sitio clave. Petit lo había aceptado con protestas y lo ejerció con estoicismo. Era joven y sentía que el futuro todavía estaba lejos.
El frío acudió puntual ese mayo y con él, las calles del centro de la capital se llenaban de silencio apenas se extendía la oscuridad, salvo esa noche. La apertura de la cuarta temporada de la orquesta sinfónica de la Asociación de Músicos del Paraguay despertó el entusiasmo y la curiosidad de mucha gente en la Asunción de mitad del siglo pasado, privada de la riqueza cultural de otras ciudades más cosmopolitas.
Carlos Lara Bareiro regresó del Brasil a inicios de 1951. Fue a estudiar composición y dirección orquestal. Apenas llegó, se ocupó de la reactivación de la orquesta de la asociación, esta vez con una estructura sinfónica y ya ese mismo año dio sus primeros conciertos. En un país con las arcas públicas exhaustas no sería fácil impulsar un proyecto semejante.
Luego de haber agotado sin éxito varias instancias oficiales, lejos de decepcionarse y abandonar el proyecto, lo llevó adelante con la asociación, que aglutinaba a muy buenos intérpretes.
AMBICIOSO PROGRAMA
La orquesta era una realidad y el día en el que transcurre esta historia se iniciaba una nueva temporada con la presentación de un ambicioso programa, dedicado al homenaje de la independencia del Paraguay, que incluía a la “Heroica”, la tercera sinfonía de Beethoven, la que había revolucionado la creación musical apenas iniciado el siglo de Napoleón y de Darwin, cerrando el periodo clásico. Como había sentenciado el austriaco Joseph Haydn, “nada sería igual desde entonces”. Esta obra disruptiva fue la elegida para iniciar una nueva y difícil temporada de conciertos, en el mejor escenario de Asunción, el Teatro Municipal. El concierto se inició puntualmente. La puntualidad no tendría que ser algo destacable, pero en Paraguay es inusual. El concierto comenzó a las 21:15 cuando la orquesta hizo sonar, como golpes, los dos primeros acordes del primer movimiento de la “Heroica”, una pieza estruendosa que llenó el auditorio de entusiasmo y sorpresa.
Apenas comenzó el movimiento inicial, con un cautivante allegro con brío, se escucharon fuertes detonaciones y el traqueteo de metrallas en las espaldas de la orquesta. Parecía que estaban atacando el teatro. El maestro Lara Bareiro pensó que las detonaciones eran petardos lanzados por algún saboteador, pues el incipiente movimiento sinfónico paraguayo tenía sus detractores.
Por ello, trató de ignorarlos; pero en los énfasis que marcaba en la ejecución de la sinfonía se notaba su nerviosismo, era evidente que algo no andaba bien. Las distorsiones rítmicas y disonancias del primer movimiento quedaron en un segundo plano ante la persistencia de los evidentes disparos. El público comenzó a salir. El concierto siguió, surreal, hasta los primeros compases de la segunda parte de la obra: “La marcha fúnebre”. Más de uno asoció la marcha con lo que se venía: otro episodio sangriento que arrastraría a inocentes y enlutaría hogares. Otros no repararon en ese detalle, solo querían salir de la sala.
UNA ALDEA
La ciudad de Asunción, en esa época, era un poco más que una aldea. Al ser pequeña, permitía a los vecinos conocerse, tratarse y, digámoslo también, controlarse. El centro hacía honor a su nombre y reunía toda la actividad política, administrativa, comercial y hasta cultural y recreativa de la comunidad e inclusive del país. Todo quedaba cerca.
Por eso no era raro que aquel martes en el bar Odeón, que estaba ubicado próximo al Teatro Municipal y en las inmediaciones del Cuartel Policial, se congregaran funcionarios del Gobierno, políticos de diversas corrientes, bohemios, periodistas, músicos de la orquesta y hasta el jefe de Policía quien, haciendo un alto en su camino, pasó a saludar a sus amigos, habitualmente reunidos en el bar.
Minutos antes del concierto, se incrementó la concurrencia en el Odeón. Entre copas y el humo que se espesaba, la función que estaba por comenzar era uno de los temas dominantes de la mesa más concurrida; era toda una proeza sostener una sinfónica y presentar un repertorio digno de cualquier escenario europeo y, lo mejor, incluyendo composiciones paraguayas.
Pero de lo que más se hablaba, sin duda, era de la situación política. El gobierno de Chaves se había deteriorado con la inercia normal del ejercicio del poder y la insatisfacción que genera no poder cumplir con todas las ambiciones como resolver los problemas de la recesión económica que parecía proverbial en el Paraguay.
Apenas iniciado el año se había dado un quiebre con importantes líderes del partido oficialista, encabezados por Epifanio Méndez Fleitas, quienes, afianzados como estaban en el arte de la conspiración, se embarcaron en ese puerto, buscando aliados entre los militares para tumbar al gobierno, vicio que se había vuelto recurrente desde la posguerra del Chaco.
PUGNA
Lo que no sabían era que Alfredo Stroessner, en ejercicio de la Comandancia del Ejército, no se dejaría utilizar, sino todo lo contrario. La pugna estaba entre dos sectores, entre los partidarios de Chaves y los de Méndez Fleitas. Terminaría ganando un tercero, un militar hasta entonces subestimado.
Había malestar en los cuarteles por ciertas movidas que se dieron en la víspera, buscando consolidar lealtades y prevenir insurrecciones. Una de las reglas no escritas del manejo del poder era que todo gobierno debía contar con la adhesión de la Caballería para sostenerse; lo mismo se aplicaba para quienes pretendan derrocarlo.
En esa inteligencia, el presidente Chaves tenía en Campo Grande a uno de sus principales aliados, el coronel Néstor Ferreira.
También había fortalecido a la Policía, dotándole de armamento bélico para tener mayor resguardo, bajo la conducción de uno de sus hombres más confiables e íntegros. Lo cierto es que, aun con estas precauciones, se avecinaba un golpe de Estado.
Petit restó importancia a los rumores. Sin embargo, su intranquilidad evidenciaba una preocupación incómoda. Sus compañeros de mesa volvieron a insistirle en que deje la Comandancia de la Policía, que aquello no era para él, que se estaba postergando; aunque más de uno destacó que era mejor tenerlo ahí, en ese estamento, con su rectitud y civismo, y no a otro, que no dudaría en reprimir a cualquier ciudadano por motivos fundados o no, como ocurría antes y se repetiría después.
MOVIDAS
Ingenuamente, el coronel Néstor Ferreira se presentó ante Stroessner, en la comandancia del Ejército. Le debía una explicación sobre las movidas de la víspera que afectaron al mayor Virgilio Candia, partidario suyo. Y lo que es peor, le advirtió que, si él no regresaba a su división antes de las diez de la noche, la Caballería tenía instrucciones de movilizarse. Por supuesto, ante estos condicionantes, Stroessner no dudó en apresar a Ferreira y acelerar el alzamiento militar que ya tenía resuelto ejecutar.
La insurrección se inició cerca de las veintiún horas del 4 de mayo de 1954, cuando el Batallón 40, un cuerpo de élite del Ejército, atacó el Cuartel de Policía, bajo la conducción del teniente coronel Mario Ortega. Un centenar de soldados se apostó sobre la calle El Paraguayo Independiente, frente a la Policía, y otros más la rodearon, desplegándose por la calle Nuestra Señora de la Asunción. La Caballería, acéfala en esas horas decisivas, dudó en entrar en combate y perdió la mano.
Los enfrentamientos se dieron exclusivamente en el centro de la capital, especialmente en los alrededores del Cuartel de Policía, es decir, en las adyacencias del Teatro Municipal, justo cuando el primer movimiento de la “Heroica” estaba atrapando la atención del público que colmaba la sala, arrancándole al director de la orquesta del éxtasis al que lo había llevado la intensidad creativa de Beethoven y lo anhelado de ese momento, del sabor especial que confieren los logros antecedidos por incontables dificultades. Aun con la confusión reinante, el maestro Carlos Lara Bareiro quiso seguir con el espectáculo y dispuso que la orquesta inicie “La marcha fúnebre”, hasta que el griterío y la irrupción de los militares los obligó a interrumpir el concierto y abandonar el teatro.
Simultáneamente, en uno de los pasillos del cuartel, Roberto L. Petit era alcanzado por una de las balas enemigas y, aunque fue auxiliado por sus atacantes por orden del comandante del Batallón 40, quien así lo dispuso apenas se enteró del hecho, llegó al hospital ya sin vida.
Las circunstancias que rodearon a la muerte de Petit, una herida pequeña, el vehículo que se averió en el camino, el tiempo perdido y la falta de cuidados de emergencia en el trayecto le confieren a este episodio un tono aún más trágico. Con frecuencia, en las insurrecciones se omiten los recaudos de primeros auxilios y, en más de una ocasión, se han lamentado víctimas que podían salvarse. Este fue uno de esos casos. Se puede concluir, no obstante, que el destino se empeñó en cumplir sus designios sin que la acción humana pudiera impedirlo.
PRONTA DERROTA
Las fuerzas gubernistas no tardaron en ser derrotadas, algunos combatientes leales huyeron hacia los bajos del antiguo Cabildo; otros se dispersaron por las inmediaciones. Una veintena de bajas quedó como saldo de los enfrentamientos. Poco se sabe de estos muertos casi anónimos. El presidente Chaves estaba detenido en el Colegio Militar, donde fue a buscar refugio. La suerte estaba echada y todo había acabado para él.
El maestro Lara Bareiro, lejos de huir o guarecerse, deambuló por el centro, donde todavía se daban algunos enfrentamientos. Parecía en otra dimensión. Decepcionado por no poder concluir el concierto al que tanto tiempo y esfuerzo dedicó, el futuro de la orquesta se volvía aún más incierto.
Entendía perfectamente quiénes estaban detrás del golpe y lo que podía esperar de ellos. Caminaba sin rumbo aparente mientras daba rienda suelta a sus ideas, invisible ante los retenes que fueron improvisándose. Todavía persistían algunos disparos, cada vez más lejanos. Miró las paredes carcomidas por la furia de los proyectiles sediciosos, pero no pudo identificar si esos rastros eran recientes o formaban parte de las huellas de rebeliones anteriores.
De repente se sobresaltó y volvió al presente al encontrar en la intersección de las calles 25 de Mayo y Yegros el Ford Mercury de Roberto L. Petit, averiado por algún disparo que alcanzó el motor, abandonado con rastros de sangre. El resto de la historia pudo construirla sin mayor esfuerzo. Adivinó la muerte que muchos quisieron evitar y tantos lo lamentarían. El país perdía un buen hombre, un hombre decente. El frustrado director de orquesta miró al cielo y dijo: “Esto no es el fin, Roberto, es apenas el comienzo”.
Última semana de muestra fotográfica sobre la democracia
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Hasta el viernes 14 de febrero se encuentra abierta la exposición fotográfica “Tachar el olvido”, realizada para recordar los 36 años de democracia, en el Museo de la Justicia, Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos de la Corte Suprema de Justicia. Se ubica en la Planta Baja del Palacio de Justicia de Asunción (Alonso y Testanova), en horario de 9:00 a 13:00, con acceso libre y gratuito.
El Museo de la Justicia expone imágenes inéditas de la dictadura militar stronista, que datan de los años 1986 y 1987, registradas por el artista Osvaldo Salerno, en ellas se pueden observar escritos con denuncias y demandas contra el régimen del general Alfredo Stroessner (1912-2006), en aquel entonces fueron censuradas mediante tachaduras y borrones, por considerarse subversivas al gobierno.
Salerno explicó que, en los registros fotográficos, “los ciudadanos de aquella época escribían reclamos y que finalmente eran censurados con pintatas que trataban de ocultar el mensaje”, indicó. Agregó además que capturó las imágenes en agosto de 1987 y las procesó recién en el 2024 para exposiciones hechas, tanto en nuestro país, como en Argentina y Francia, en conmemoración por el Día Nacional de la Democracia en Paraguay, establecido por la ley n.° 6654/2020.
Adaptó las imágenes para colocarlas en las vitrinas del Museo de la Justicia, a modo de que la ciudadanía, al visitar el lugar histórico, puedan visualizarlas. Las mismas fueron trabajadas en blanco y negro, como si fueran carteles callejeros, sentenció. “Eso me motivó y me pareció interesante para que investigadores de museos se pusieran a indagar sobre los jóvenes que pintaron las murallas y se encontraron con documentos que también están siendo expuestos”, acotó.
Acto realizado en el Parque Alejo García en recordación a la caída de la dictadura y el inicio de la era democrática. En el marco del proyecto "Memoria y Futuro" elaborado por jóvenes fueron lanzados materiales alusivos. Foto: Dolly Galeano
“Memoria y Futuro” evocó en CDE caída de la dictadura e inicio democrático
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Ciudad del Este. Agencia Regional.
En el marco del proyecto “Memoria Democrática” de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), elaborado por jóvenes de Ciudad del Este y de otros puntos del país, se realizó hoy en la capital altoparanaense una agenda de actos que evocaron la caída de la dictadura y el inicio de la era democrática, en la misma fecha de aniversario fundacional de la ciudad.
El programa comenzó a las 10:00 con el taller participativo de políticas de memoria, en la biblioteca municipal. A las 16:00, en el Skatepark se desarrolló el resultado del laboratorio de “Memoria y Futuro”, como es denominado el proyecto. .
El evento incluyó la presentación de la guía didáctica “Memoriar”, el lanzamiento y escucha del podcast “La ciudad con nombre de dictador”, la socialización de la plataforma de mapas “Cartografías de resistencia” y la presentación del memelibro “¿Todo es culpa de Tacuara?. Luego, se realizó la intervención gráfica “Todavía se busca”, por los murales del Skatepark, con participación abierta de los participantes.
Alicia Delgado, egresada de la UNE, pinta una parte del Skatepark, donde se hizo el acto de evocación de la caída de la dictadura. Es una de las jóvenes que elaboró el proyecto de Memoria y Futuro presentado hoy en CDE. Foto: Dolly Galeano
Alicia Delgado, formada en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional del Este, es una de las jóvenes esteñas que participó del proyecto. “El arte es un medio de expresión universal, todos deberíamos apropiarnos de los espacios públicos para seguir con este tipo de actividades”, dijo a La Nación/Nación Media cuando pintaba un mural en el skatepark esta tarde, como parte del acto por la memoria.
“Es muy importante ser conscientes de lo que pasó antes para entender lo que sucede ahora y para continuar en el camino de la resistencia; este tipo de actos es también una manera para que todos puedan abrirse a entender estos temas, en este caso, sobre lo que fue la dictadura”, agregó.
En cuanto a los proyectos lanzados hoy, los organizadores explicaron que, “Memoriar” es un material didáctico diseñado para informar y sensibilizar a jóvenes organizados, con el propósito de promover la construcción de memoria democrática en Paraguay, a través de mediaciones artístico literarias.
“La ciudad con nombre de dictador” es un podcast que narra anécdotas, testimonios y datos sobre Puerto Presidente Stroessner, para rescatar las historias de resistencia. Los participantes escucharon el trabajo realizado. “Cartografías de resistencia” mapea los lugares donde hubo resistencia a la dictadura, para resignificar estos espacios como sitios de memoria e inspiración.
¿Todo es culpa de Tacuara? aborda la memoria selectiva y colectiva a través de memes que exploran la conexión entre fútbol y política, apelando a lo que resuena en el imaginario colectivo. Sobre “Todavía se busca” explicaron que se plasma en un mural lo que pueda resignificar la fundación de Ciudad del Este y reivindicar un día histórico: el fin de la dictadura y la búsqueda por la democracia.
“Memoria y Futuro” fue generado como un espacio de encuentro y diálogo para las generaciones nacidas durante la transición democrática. Comenzó en septiembre de 2024. En el laboratorio de ideas se generaron nuevas narrativas y acciones públicas, con el objetivo de amplificar los conceptos ligados a memoria democrática en audiencias jóvenes, según el fundamento del programa.
El laboratorio se denominó 35 + 35, una producción de la Fábrica Memética, en el marco del proyecto Memoria Democrática, de Codehupy, con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), a través del Centro Cultural de España Juan de Salazar.