El diputado del Partido Liberal, Manuel Trinidad Colmán, sería el principal respaldo de un grupo de invasores de propiedad privada en el distrito de Minga Guazú, departamento del Alto Paraná.

Durante un juicio oral realizado hace unos meses, los ocupantes ilegales fueron condenados a dos años de prisión. Pero ahora, los representantes convencionales de los condenados apelaron la sentencia y se estarían respaldando en el parlamentario para anular el fallo.

El inmueble en cuestión es propiedad de Víctor Agüero y está individualizado como finca 10239, con padrón N° 609. Tiene una extensión de 20 hectáreas y está ubicado en el km 29,5 del antiguo Puerto Presidente Stroessner, hoy día distrito de Minga Guazú.

El predio ya fue invadido en reiteradas ocasiones. Tras la última intervención del Ministerio Público, un tribunal integrado por los magistrados Fabio Aguilar (presidente), Serafín González Roa y Vitalia Duarte sentenció a 2 años de prisión con suspensión a prueba de la condena a 27 personas que debieron abandonar el lugar bajo los cargos de invasión de propiedad privada.

Diputado del Partido Liberal, Manuel Trinidad Colmán. Foto: Archivo

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El juicio oral y público culminó el 2 de febrero de este año y además de la sentencia se estableció que los condenados debían abandonar obligatoriamente el inmueble invadido. En caso de no acatar la disposición judicial, deberán cumplir en prisión los 2 años de pena privativa de libertad, según dieron a conocer durante el debate público.

Conforme a las reiteradas denuncias, los ocupantes ilegales son azuzados por políticos liberales. Amparados en ellos, los abogados de los invasores apelaron la sentencia y un nuevo tribunal, integrado por los jueces Efrén Giménez, Mirian López y Nidia Fernández, tendrá a su cargo revisar la causa.

Atendiendo las próximas elecciones, el legislador liberal estaría pretendiendo jugar a favor de legalizar la invasión de dicha propiedad privada de manera a captar adherentes, según denuncias. Ante esta situación, se espera que a la hora de la verdad a ningún magistrado le tiemble la mano para impartir una justa sentencia.

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