Por Carolina Vanni

carolina.vanni@nacionmedia.com

Tamara Esquivel, estudiante de enfermería, se queja porque la temperatura bajó y ella debe madrugar para ir a la facultad. Si no sube en el bus a las 5:40 no podrá llegar al centro de Asunción para entrar a las 8:00 en la clase.

La joven de 20 años vive en la ciudad de Julián Augusto Saldívar, a unos 23 kilómetros de la capital, y si bien la distancia no es demasiada, el mal servicio del transporte público y las pésimas condiciones de la ruta Departamental 27 hacen que el trayecto se vuelva largo y tedioso.

Estando en la parada de su barrio comienza a lloviznar y sopla un viento frío que la obliga a acomodar su bufanda y luego meter las manos en los bolsillos. En su barrio ninguna esquina tiene refugio para quienes esperan el bus, por lo que, debe soportar la condición climática hasta que se suba en el bus.

Esta realidad es la de miles de personas que a diario deben transportarse en colectivo desde las afueras de Asunción hasta el centro. Si bien el verano dejó de ser agradable debido a las elevadas temperaturas, “resulta más llevadero”, dice Tamara a LN.

La falta de un buen sistema de transporte público condiciona la calidad de vida de la ciudadanía y obliga a mucha gente a usar su vehículo particular. Foto: Archivo.

Veranos infernales

Los veranos están cada vez más calientes y los inviernos se van volviendo cálidos. En los últimos años, Paraguay sufrió una alteración en su clima, efecto del calentamiento global que se da a consecuencia del aumento de los gases de efecto invernadero.

Un trabajo realizado por el profesor Benjamín Grassi, denominado Estudio del Clima en Paraguay, indica que el año 2019 fue el más caliente en nuestro país con una temperatura de 1,5 °C por encima del promedio del período 1961-1990.

“El cambio climático es una realidad innegable que nos está afectando. Pero no es solo un problema ambiental, es también un problema social, económico y de seguridad”, nos dice Ethel Estigarribia, directora de Cambio Climático del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades).

En consecuencia del aumento de la temperatura promedio en el país, las olas de calor aumentaron en un 72% más con relación a la era preindustrial y los veranos son tres veces más calientes, según el mismo estudio. Sin dudas, Paraguay es vulnerable al cambio climático, por su ubicación, su clima, la falta de infraestructura para el desarrollo, lo que incide en la calidad de vida de la gente.

Según el Índice de Vulnerabilidad y Adaptación al Cambio Climático en la Región de América Latina y el Caribe, Paraguay está en la categoría de “riesgo extremo”. Foto: Mades

Este año el país sufrió los embates del calentamiento con temperaturas nunca antes registradas. La sensación térmica llegó, inclusive, a los 50 °C, el 15 de marzo pasado en que la gente debió soportar una siesta infernal. ¿Es proporcional la vulnerabilidad con relación a la responsabilidad en la problemática? No. Paraguay aporta solo el 0,09% de la emisión de gases, pero sufre las consecuencias a causa de la pobreza y desigualdad.

Aumento de la temperatura global

El director de la Oficina Regional para las Américas de la Organización Meteorológica Mundial, Julián Báez, explica que, si acá hace mucho frío ahora, en el norte el verano es mucho más extremo, sin embargo, al hacer un promedio del año, el termómetro cada vez sube más, asegura a LN.

Según la Organización de las Naciones Unidas, la temperatura media de la Tierra es ahora 1,1 °C más elevada que a finales del siglo XIX. Pero el dato alarmante lo dio en febrero de este año el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la UE, al asegurar que, en el período comprendido entre febrero de 2023 y enero de 2024, la temperatura aumentó 1,52 °C.

“Hay una clara evidencia científica de que en los últimos años hemos tenido un aumento sostenido en la temperatura media del planeta”, sostiene a LN Julián Báez. Esta variación se ve reflejada en las distintas regiones con la ampliación de los eventos climáticos, explica.

La dependencia económica en la producción primaria, la falta de un sistema de alerta temprana; la pobreza, la desigualdad, son algunos aspectos que hacen a la vulnerabilidad. Foto: Mades

Para este año nuevamente está pronosticado el fenómeno climático La Niña. Eso significa que el verano será mucho más cálido, afectando no solo a la agricultura, sino además a la navegabilidad de los ríos, que ya actualmente está bastante resentida por la alarmante bajante, producto de la falta de lluvias y dragado. En Paraguay, más del 90% de la producción primaria se mueve por la hidrovía.

“Si llueve menos el principal sector que se ve afectado es el de la agricultura y la ganadería. Y el otro sector es el fluvial, y dependiendo de la intensidad, si sigue el déficit de lluvia, también puede afectar a la producción de energía. No siempre se dimensiona el impacto, pero mirando todos los aspectos, resultan desoladores”, asegura Báez.

Acciones

En el 2014 se presentó el Plan Nacional de Cambio Climático, que, en su fase I tiene por objetivo trabajar las estrategias de mitigación, orientados por un planeamiento a largo plazo y a crear comunidades resilientes al cambio climático. La mitigación, en términos de cambio climático, es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

La deforestación para la expansión de la agricultura y la ganadería contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero. Foto: Archivo.

Según explica Ethel Estigarribia, Paraguay necesita de 16.200 millones de dólares para poder implementar las medidas de mitigación y 6.530 millones de dólares para poder implementar medidas de adaptación.

Sostiene que elaborar los planes para reducir la huella de carbono es todo un desafío, porque no es solo decir cuáles son las metas, sino que debe tener un sistema de monitoreo. “Hay que tener indicadores y se tiene que poder medir. Y la única herramienta es la ciencia, se tiene que contabilizar todas las acciones que tenemos. Lo que necesitamos es financiamiento”, asegura.

Entre los proyectos que trabaja el Mades con otras instituciones está la reducción de las emisiones en la agricultura y la ganadería, así como también la movilidad, donde no solo se busca la incorporación de buses eléctricos y mejorar el sistema de transporte público para usar menos vehículos particulares.

“Estamos trabajando para ver si hay modelos sostenibles para la agricultura y la ganadería. Este año vamos a tener el inventario de los cinco sectores que más generan las emisiones”, dice al indicar que “el inventario” es el espejo del desarrollo económico, donde se va a reflejar las actividades que generan mayores emisiones.

Paraguay es un gran productor agrícola y ganadero y la sequía o la inundación ponen en peligro la seguridad alimentaria. Foto: Mades

Una de las actividades que más genera emisiones en nuestro país es el cambio del uso del suelo, que lleva a la deforestación para ampliar los horizontes de la ganadería y la agricultura, también generadores de emisiones. El Instituto Forestal Nacional (Infona) cuenta con un Sistema de Alertas Tempranas de Deforestación, buscando abordar de manera efectiva la deforestación ilegal, considerando que gran parte de la deforestación en el país es legal.

¿Qué hago como ciudadana?

Aunque la mayor emisión de gases de efecto invernadero se genera en las actividades económicas de gran escala, la ciudadanía puede ayudar a mitigar con pequeñas acciones: mantener las veredas en buen estado para caminar y no usar su automóvil, así como usar transporte público antes que el particular.

Otra acción ciudadana que puede ayudar es comprar preferentemente productos locales y comer más frutas y verduras. No arrojar basura en las calles, que luego terminan en los cauces hídricos.

Al reciclar y reutilizar estamos contribuyendo a mitigar los gases de efecto invernadero y evitamos que la basura termine en un relleno o en el peor de los casos, en un cauce hídrico. Foto: Ilustrativa.


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