Ciudad del Este. Agencia Regional.

En Paraguay es una costumbre que la última cena en Semana Santa sea en realidad a la hora del almuerzo, porque el karu guasu se hace al mediodía. El sacerdote Fulgencio Ferreira, de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús del km 7, barrio Ciudad Nueva, de la capital paranaense, dijo que es una costumbre muy arraigada en Paraguay que ya es parte de nuestra cultura.

No obstante, aclaró que, en otros países de Latinoamérica como Ecuador y Perú, también se tiene la misma cultura de celebrar la última comida con el almuerzo y no con la cena. El sacerdote refiere que esta conducta de Semana Santa, “la última cena, pero en el almuerzo”, se dio sobre todo con la llegada de los misioneros a la región, porque el sentido de la última comida es de compartir en la familia y en la comunidad.

“Querían hacer las visitas, participar de las celebraciones religiosas y ya de noche, los misioneros utilizaban lámparas para guiar a los cristianos por los senderos, todo eso no podía hacerse con la última cena, que es también reunión familiar en torno a la mesa; es por eso que se fue tomando como costumbre y se convirtió en una tradición religiosa cultural esa práctica, porque las comunidades conservaron eso”, dijo Ferreira.

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Explicó que el jueves se hace la adoración al santísimo y el acompañamiento a la virgen de los Dolores después de la misa de lavado de los pies, y para ser parte de esos momentos, una comida en familia y compartiendo con vecinos queda mejor a la siesta, para luego asistir a los oficios religiosos. “El sentido de nuestra última comida, es muy familiar y religioso”, dijo el sacerdote. Agregó que “la última cena recuerda el momento en que Jesús se reunió con sus apóstoles, antes de entregarse por nosotros”.

“En el tupaitu me impresionó la devoción”

El párroco indicó que en la Semana Santa anterior quedó muy impresionado con la manera en que la gente mostró su devoción, como algo distinto, más manifiesto que otras veces, durante el tupaitu (Beso a Jesús) del Jueves Santo. Contó que empezó a las 16.00 y las 21:00 seguía la gente acercándose al cristo crucificado para besar sus pies. “Que continúe por tantas horas me impresionó”, dijo el sacerdote.

Igualmente mencionó la asistencia de los devotos a los Miércoles de Ceniza y al Domingo de Ramos, la manera en que la gente se conecta con el sentido religioso de esos momentos. Consideró que existe algo que está cambiando en la gente que todavía no descifra a qué podría obedecer.

Ferreira recordó la frase popular en la feligresía cristiana de “Miércoles de Ceniza y Domingo de Ramos, ñanderupyty paite ha ñande ja paite” (Miércoles de Ceniza y Domingo de Ramos nos alcanza a todos y entramos todos). Agregó que cada persona se siente necesitada, aceptada y tocada por Dios y por eso hay participación masiva.

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