Desde el pasado 19 de marzo, Andrea Lorena Medina, una joven de 17 años, se encuentra con paradero desconocido y sus familiares ruegan por alguna información de ella. Según la denuncia de la madre, Mirian Galeano, su hija habría salido de su domicilio en el barrio Cañadita de la ciudad de Itauguá con rumbo a la casa de su novio en la ciudad de Itá.
“Andreita salió de su casa con rumbo a Itá, a la casa de su novio, de 26 años, con quien mantenía una relación. Su madre estaba al tanto de ello y en varias ocasiones el joven habría llegado hasta la vivienda a buscarla, en este caso también según lo que Andrea le dijo a su madre, pero ella no vio la motocicleta ni a su ocupante”, indicó Graciela Amarilla, vocera de la familia, en conversación con La Nación/Nación Media.
Amarilla explicó que tanto la joven como su madre la ayudan en la producción de artesanías, y Andrea debía de regresar a buscar varios trabajos. Cuando se ausentó por varios días y no tuvieron respuesta de la joven, la madre fue a buscarla hasta la vivienda de su pareja y el joven manifestó que hacía días no había nada ni la ha visto ni ha hablado con la joven.
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“Mirian ingresó a la vivienda y ahí le entregaron algunas ropas y una sábana que ella reconoció como las de Andreita, pero el joven le dijo que ya no sabía nada de la menor y que no se encontraba en la casa. En ese momento, y ya con la versión de desaparición, ella prestó un teléfono de una vecina y llamó a contarme lo que pasó, a lo que inmediatamente le respondí que debíamos ir a denunciar”, comentó Graciela Amarilla.
La misma remarcó que ni Andrea ni su madre cuentan con teléfono celular, ya que son de muy escasos recursos, y siempre se manejaban con celulares de terceros, aunque nunca pasaron tantos días sin comunicarse. Eso es lo que más llama la atención a la madre, quien asegura que no tuvieron ningún tipo de conflicto, sino que quedaron en volverse a ver cuando regrese al trabajo.
“Nosotros ya realizamos la denuncia en la Policía y a la Fiscalía, porque de verdad estamos muy preocupados por ella, solo queremos que regrese y saber que está a salvo. No nos interesa nada más que encontrarle a Andrea, hoy volvimos a ir a la Fiscalía y los encargados me dijeron que depende ya de la jurisdicción de Itá, porque ahí se habría dado la desaparición, pero necesitamos que se accione y la busquen”, subrayó Graciela Amarilla.
Los familiares instan a la ciudadanía a que si cuentan con alguna información respecto al paradero de la joven Andrea Medina, se comuniquen de inmediato al 0971573174, con la señora Graciela Amarilla o a la comisaría más cercana.
Datos clave
- Andrea Lorena Medina tiene 17 años, se encuentra con paradero desconocido desde el 19 de marzo.
- Según manifestó a su madre, Andrea se dirigía a la casa de su novio en la ciudad de Itá.
- La denuncia de su desaparición ya fue realizada ante la Policía y la Fiscalía.
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Bus sin freno terminó chocando contra una columna y dejó sin luz al barrio
Un ómnibus al servicio de la empresa Ñandutí sin freno se llevó por delante un automóvil y una moto, para luego terminar derribando una columna de la Administración Nacional de Electricidad (Ande) dejando sin luz a todo un barrio de la ciudad de Itauguá.
Según la Policía, el conductor paró en una estación de servicios para abastecerse de combustible, puso el freno de mano, pero aparentemente, éste falló y el transporte se deslizó por la calle Marcial Samaniego causando cuantiosos destrozos materiales a su paso.
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“Según manifestaciones del conductor, éste dejó estacionado como para reabastecer de combustible su ómnibus. Le puso con freno de mano y minutos después ya se percata que el ómnibus se desprende del freno de mano”, relató el subcomisario Paulo Alcina a Telefuturo.
Siguió contando que el colectivo se llevó por delante una motocicleta y un vehículo, pertenecientes a empleados de la citada empresa de transporte. Posteriormente terminó impactando contra la columna de alta tensión de la Ande, dejando sin luz a todo el barrio, inclusive a la comisaría local.
El percance se produjo ayer aproximadamente a las 22:00 cuando la unidad ya se encontraba cerca de la parada, tras completar su ronda habitual, en la compañía Ita Guasu de la ciudad de Itauguá.
Es así que el chofer estacionó en el lugar y activó el freno de mano, pero aparentemente falló el dispositivo, con lo que el bus avanzó sólo hacia la entrada principal de la empresa, generando los daños materiales y afectando a varias personas.
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Búsqueda de desaparecido en Itapúa: encontraron varias pertenencias en una zona boscosa
Las autoridades policiales junto con bomberos y vecinos continúan la búsqueda de Emilio Rivarola Figueredo, de 63 años, quien se encuentra desaparecido desde hace 11 días. El día de ayer, durante una búsqueda, fueron halladas algunas pertenencias del hombre.
Ayer, durante la búsqueda en una zona boscosa del barrio 8 de Diciembre en la localidad de Tomás Romero Pereira, departamento de Itapúa, los efectivos policiales lograron encontrar una campera, un teléfono celular y 100.000 guaraníes.
Tras cotejar las informaciones, pudieron confirmar que los objetos hallados en el lugar pertenecerían al hombre desaparecido. Llamó la atención que la prenda hallada estaba muy adentrada en el territorio boscoso, en una zona muy poco transitada.
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Los familiares habrían realizado la denuncia de la desaparición del hombre luego de que el mismo no regresara a su hogar y no atendiera las llamadas. Por su parte, los vecinos de la zona aseguraron que no habían visto nada sospechoso y que esta persona era muy querida por todos.
Las autoridades encargadas de la búsqueda aseguraron que los trabajos van a proseguir, en especial atendiendo que la zona boscosa que rodea la localidad es bastante extensa y, además de bosque, también existen predios llenos de cultivos.
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Desesperación en EE. UU.: buscan a niñas desaparecidas tras inundación que ya deja 52 muertos
Los servicios de rescate de Texas buscaban a 27 niñas desaparecidas a causa de las fuertes inundaciones que devastaron ese estado del sur de Estados Unidos y que dejaron un saldo que alcanzó los 52 muertos.
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Las crecidas derivaron de lluvias torrenciales que se desataron en la tarde del viernes en el centro del estado y que se reanudaron durante la noche y en la madrugada del sábado, aunque con menor intensidad.
“Hemos recuperado a 43 personas fallecidas en el condado de Kerr. Entre ellas, hay 28 adultos y 15 niños”, declaró el sheriff de esa zona, Larry Leitha, quien ha calculado el número de evacuados en 850, incluidos ocho heridos.
En el condado de Travis murieron cuatro personas y 13 están desaparecidas, dijo a la AFP el director de la oficina de información pública, Héctor Nieto.
El cuerpo de una mujer de 62 años fue encontrado en el condado de Tom Green, informó la policía; mientras dos personas más mueren en el condado de Burnet, contó a la AFP el coordinador de gestión de emergencias de la zona, Derek Marchio. Así, el saldo más reciente alcanza los 52 muertos.
De las aproximadamente 750 niñas que asistían a un campamento de verano cristiano a orillas del río Guadalupe, 27 están desaparecidas, dijo por su lado Dalton Rice, dirigente municipal de la ciudad de Kerrville.
En el campamento, el agua había retrocedido casi por completo el sábado y dejaba a la vista un paisaje devastado con decenas de autos varados, algunos atacados en árboles, y vegetación arrancada, observaron periodistas de la AFP.
El desorden reinaba dentro de las cabañas que albergaban a las niñas; el suelo estaba cubierto de barro y las ventanas rotas.
Michael, de 40 años, contó que condujo desde Austin, la capital del estado, unos 150 km al este, en cuanto recibió la noticia por correo electrónico, para buscar a su hija de 8 años, cuyas pertenencias recuperó.
“Estuvimos en Kerrville todo el día de ayer (por el viernes) en las unidades de gestión de crisis, y esta mañana, cuando supimos que podría haber gente aquí, mi hermano y yo vinimos en camión lo más rápido posible para ver si encontrábamos algo”, explicó.
Varios equipos de rescate rastrean la zona en busca de las niñas desaparecidas.
Continúa la búsqueda
La sección del portal informativo de la comunidad de Kerrville mostró tributos a las víctimas mortales de la localidad, entre ellos el dueño y director del campamento, Dick Eastland.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, declaró que expandirá la declaración de estado de desastre, al tiempo que pidió recursos federales adicionales al presidente Donald Trump.
“Texas hará todo lo posible para asegurar que se encuentre a todas las personas desaparecidas”, escribió el gobernador en la red social X.
En tanto, equipos aéreos, terrestres y acuáticos rastrean a lo largo del río Guadalupe en busca de sobrevivientes y cadáveres, informó el jefe del departamento de gestión de emergencias de Texas, Nim Kidd.
“Seguiremos buscando hasta que encontremos a todos los desaparecidos”, coincidió Kidd.
Funcionarios y residentes por igual estaban impresionados por el nivel de intensidad y rapidez de las inundaciones.
“Las predicciones estaban definitivamente mal” y la lluvia era “el doble de lo anticipado”, dijo Dalton Rice, funcionario de Kerrville.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, “llegará pronto al lugar”, aseguró Trump en su red Truth Social. La primera dama “Melania y yo rezamos por todas las familias afectadas por esta horrible tragedia”, añadió.
Noem declaró en rueda de prensa que el presidente quería “actualizar las tecnologías” en el servicio meteorológico y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). “Necesitamos renovar este sistema antiguo”, dijo.
Unos 500 rescatistas y 14 helicópteros fueron desplegados, mientras que la Guardia Nacional y la Guardia Costera de Texas enviaron refuerzos.
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De acuerdo con las autoridades, el río Guadalupe creció unos ocho metros en 45 minutos. Según el servicio meteorológico, más de 300 milímetros de lluvia cayeron durante la noche, un tercio del promedio de precipitaciones en todo un año.
Fuente: AFP
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El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
- Jimmi Peralta
- Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
TEMPRANA INICIACIÓN
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.