El internet satelital es una realidad a nivel país y un total de 199 instituciones educativas rurales, incluyendo comunidades indígenas, serán beneficiadas con instalaciones de equipos de internet. De esta forma llegará la conectividad a los espacios escolares en zonas donde el acceso a internet es mala y no se puede desarrollar tareas de investigación.
Este proyecto se desarrollará mediante el Fondo para la Excelencia de la Educación e Investigación (FEEI), con una inversión de unos G. 13.300 millones. De esta manera permitirán el acceso a internet con una velocidad de ancho de banda de 25 Mbps. “El 56% de estos establecimientos pertenecen a la Región Occidental, mientras que el 44% se encuentra en la Región Oriental”, resaltaron desde el Ministerio de Educación.
Explicaron que en el departamento de Presidente Hayes un total de 72 establecimientos estarán conectados a internet. “La inversión no solo garantiza acceso a internet, sino que también los proveedores deberán contar con un sistema de monitoreo y seguimiento constante para asegurar el servicio ante posibles cortes o desperfectos”, confirmaron.
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El profesor Adolfino Norman, de la Escuela Básica 5852, de la comunidad indígena Nueva Vida, del municipio de Teniente Irala Fernández, señaló que el internet será de mucha ayuda para los estudiantes y docentes. Entre los meses de enero y febrero próximos, los trabajos estarán finalizados totalmente; en una primera etapa el servicio es contratado por 12 meses.
El FEEI es un fondo público gestionado con participación de la sociedad civil, creado para invertir en programas y proyectos que apuesten a la excelencia educativa y la promoción de la investigación para el desarrollo, cuyo Consejo de Administración (CAFEEI) está presidido por el ministro de Economía y Finanzas, Carlos Fernández Valdovinos.
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Paraguay e Israel firman entendimiento en materia de cooperación educativa
El pasado martes se firmó un memorándum de entendimiento en Asuntos de Cooperación Educativa entre la Agencia de Desarrollo de Cooperación Internacional (MASHAV) del Ministerio de Asuntos Exteriores del Estado de Israel y el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC). Esta iniciativa tiene como objetivo fortalecer la colaboración bilateral en el ámbito educativo.
El acuerdo busca promover el desarrollo de iniciativas paraguayas que integren conocimientos, tecnologías y experiencias israelíes, con el fin de contribuir a la mejora de la calidad educativa en todos los niveles. La cooperación se enfocará en áreas definidas de mutuo interés.
Este memorándum se enmarca en una relación previa entre ambos países, que incluye un acuerdo de cooperación en los campos de la cultura, la ciencia y la educación, suscrito en Jerusalén el 20 de febrero de 1996.
Entre las acciones previstas en el nuevo acuerdo se destacan: desarrollo de proyectos en pedagogía, psicología educacional y ciencias de la educación, programas de formación y fortalecimiento de capacidades para docentes y profesionales del sector educativo, intercambio de experiencias y buenas prácticas relacionadas con la innovación educativa.
“Este acuerdo es muy importante para nosotros, vamos a invertir mucho tiempo y mucha energía para crear más cooperaciones con Paraguay en el área de educación” expresó el embajador de Israel, Amit Mekel, durante el acto de firma. Por su parte, el ministro de Educación de Paraguay, Luis Ramírez, valoró esta alianza como una oportunidad para incorporar aprendizajes y avances significativos en materia educativa.
“Esta cooperación abre un camino para que podamos nosotros como paraguayos nutrirnos del aprendizaje la evolución y el desarrollo que ustedes tienen y han tenido durante los últimos años en materia de educación”, afirmó Ramírez. Con este acuerdo, ambos países reafirman su compromiso con el desarrollo humano y reconocen al conocimiento como un factor esencial para el progreso.
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Flechas contra tractores: guardia indígena vigila el bosque amazónico
- Masisea, Perú. AFP.
Cuando los indígenas irrumpieron con arcos y machetes, Daniel Braun y otros menonitas huyeron. Se escabulleron por entre cultivos de arroz antes de que su granero terminara en llamas en la devastada Amazonía peruana. En Masisea, una localidad limítrofe con Brasil a la que se llega después de horas de navegación por el río Ucayali o por caminos agrestes que destroza la lluvia, este grupo ultrarreligioso protestante no sólo enfrenta la ira de los nativos.
También aquí encara un proceso penal que puede llevar a la cárcel a decenas de sus miembros acusados de destruir el bosque en su expansión agrícola por Sudamérica. Una de las comunidades implicadas en el pleito es la de Caimito. A orillas de la laguna Imiría, en este caserío viven 780 shipibos-konibo en casas de madera con techos de zinc o de shapaja (palmera amazónica).
“Los menonitas están haciendo chacras dentro del territorio comunal (...) Siempre deforestan. Es un crimen ambiental lo que ellos hacen”, sostiene el dirigente shipibo Abner Ancón, de 54 años, en diálogo con AFP. En Caimito los llaman “las termitas del bosque”.
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“Falta de terreno”
Los menonitas -cuyo origen se remonta a la Europa del siglo XVI- han levantado cinco prósperas colonias desde su llegada a la Amazonía peruana hace casi una década. En 2016 salieron de Bolivia hacia Masisea, donde adquirieron grandes extensiones de tierra para la cría de ganado y el cultivo y comercio de arroz y soja.
La “falta de terreno” y la “izquierda radical” nos empujaron a migrar, resume David Klassen, de 45 años, uno de los jefes de la colonia, mientras alimenta los cerdos de su granja. Hoy conforman un enclave de 63 familias que viven a sus anchas en 3.200 hectáreas; en viviendas del mismo corte y color gris claro. Emplean tractores tanto para la faena diaria, como para transportarse.
Son autosuficientes, se oponen al mestizaje, no usan energía eléctrica y se surten de generadores a combustible. Apenas hablan español y entre ellos se comunican en alemán bajo una lengua germánica de sus ancestros. También conservan el atuendo tradicional: vestidos largos y velos las mujeres, y ellos, camisa a cuadros, tirantes y gorra o sombrero de ala ancha.
En América Latina los menonitas han formado poco más de 200 colonias agrícolas desde comienzos del siglo XX. Se han asentado en Argentina, Belice, Bolivia, Colombia, México y ahora Perú, según una investigación del académico belga Yann le Polain. En varios de estos países afrontan denuncias por deforestación.
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“Meten fuego”
En Perú, el pleito saltó a los campos. El 19 de julio de 2024, Daniel Braun estaba sentado a la entrada de un granero junto con otros hombres de la colonia, cuando irrumpieron los shipibos-konibo de Caimito. “Entraron con flechas, machetes (...) Y dicen: una o dos horas tienen para salir”, recuerda. “Metieron fuego”, agrega este menonita de 39 años, manos gruesas y sonrisa fácil. Finalmente, huyeron.
Todavía hoy se pueden ver techos de zinc oxidados tirados en la hierba y los esqueletos carbonizados de un galpón y un granero. El dirigente Ancón asegura que la guardia indígena sacó a los menonitas de su territorio “sin violencia”.
Jefes imputados
En 2024, la fiscalía ambiental imputó a 44 jefes de familia menonitas por la destrucción de 894 hectáreas de bosque primario, y pide entre ocho y diez años de cárcel para cada uno, según el auto de acusación. Ellos compraron legalmente tierras “ya deforestadas en la selva”, que están fuera del territorio indígena, alega su abogado Carlos Sifuentes.
Nos “gusta el campo” y no “queremos destruir todo”, remarca Klassen. Pero la defensa de los Shipibos-Konibo asegura que los extranjeros contratan a otros que quitan las malezas para luego entrar “con sus tractores a aplanar todo”, señala la abogada Linda Vigo.
El programa independiente de Monitoreo de la Amazonía Andina asegura que los menonitas han destruido al menos 8.660 hectáreas desde 2017. Apenas una mínima parte de los tres millones de hectáreas de bosque amazónico que perdió Perú en las últimas tres décadas, principalmente por incendios, deforestación y minería ilegal, según autoridades.
Contraste
Lejos de la colonia menonita, un oasis de prosperidad en la empobrecida Amazonía peruana, la comunidad de Caimito, de mayoría evangélica, sobrevive de la pesca y la agricultura. No cuentan con electricidad ni agua potable. Solo hay un comercio de víveres con paneles solares e internet. Su territorio abarca 4.824 hectáreas y poco menos de 600 fueron “invadidas” por los menonitas, calcula Ancón.
El modelo de producción agrícola de los menonitas riñe “con las expectativas ecologistas”. Pero lo cierto es que en Masisea compraron a colonos mestizos tierras que “ya estaban depredadas”, observa el experto en pueblos indígenas Pedro Favaron, de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Por lo pronto, en la colonia aguardan el que sería su primer juicio ambiental en América Latina.
Territorio amenazado
Apenas oyen el ruido de la motosierra, apuran el paso para sorprender a los que tumban la selva. La guardia ambiental indígena de Masisea, en Perú, es una pequeña fuerza con arcos y flechas y una tarea colosal: proteger de “invasores” el bosque amazónico. Comandados por un profesor de escuela de 54 años, una decena de shipibos-konibo con chalecos y gorras verdes rodean a un hombre que sierra un tronco caído. Una mujer con su sobrino lo observan.
La lluvia dio tregua y el calor es intenso. Abner Ancón, el jefe del grupo, ordena apagar la motosierra. “Estás en territorio caimito. Vas a tener problema con nosotros”, le espeta al aserrador, al que luego dejan ir con su herramienta. Ancón dirige la guardia indígena de Caimito, una comunidad de 780 nativos a orillas del lago Imiría, en la localidad de Masisea.
Lo que “conservamos no es solamente para nosotros, sino para toda la humanidad”, señala este hombre de mediana estatura que lleva una gorra con la inscripción CIA. Su territorio de casi 4.900 hectáreas, asegura, “está amenazado”. Primero irrumpieron los traficantes de madera, luego los cocaleros, que “envenenan” el agua con los químicos con los que procesan la planta de la que extraen la cocaína. Y más recientemente los menonitas con sus tractores.
A los tres los trata de “invasores” y “depredadores”. Hace dos años que los shipibos-konibo de Caimito cuentan con su propia fuerza de vigilancia. Según Ancón, debieron organizarse ante la desprotección del Estado. La guardia de Caimito fue la primera de 19 que han conformado los shipibos-konibo de 176 comunidades amazónicas.
La que dirige Ancón llegó a tener 80 miembros, pero hoy están activos 30, la gran mayoría hombres. El resto migró, algunos por trabajo. Antes de salir a patrullar en grupos se forman en el centro del caserío al grito de “guardia, guardia, fuerza, fuerza”. Llevan machetes y algunos arcos y flechas que, según Ancón, jamás han disparado en sus choques con los deforestadores. No cuentan con armas de fuego ni con radios para comunicarse. Tampoco tienen apoyo de autoridades.
Únicamente disponen de un vehículo y unas lanchas. “Enfrentamos a los pescadores que sacan en toneladas nuestro pescado”, sostiene Hermógenes Fernández, un shipibo-konibo de 59 años. En esos enfrentamientos, dicen los guardabosques, varias veces los han golpeado o amenazado con escopetas.
Cuando la guardia indígena “interviene” lo hace de manera pacífica y para pedir que desalojen su territorio, pero algunas veces han “quitado motosierras”, sostiene Ancón. En julio pasado el jefe de la guardia indígena recibió amenazas de muerte. Asegura que le llegó el recado de que ya habían contratado a tres sicarios. Sus propios guardias lo protegieron. Interpuso la denuncia, pero las autoridades no han identificado a los responsables. “Todavía me pregunto por qué el medio ambiente tiene enemigos”, reflexiona Ancón, quien teme por su vida.
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Formación docente: el 24 de mayo es la nueva fecha del examen de admisión
Durante una conferencia de prensa, el presidente del Consejo Nacional de Educación Superior (Cones) anunció que el próximo 24 de mayo se llevará a cabo el examen de admisión para formación docente, el cual fue anulado luego de que se corroboraran inconsistencias en el proceso. Las nuevas evaluaciones serán tomadas en los mismos centros habilitados de la anterior ocasión.
El presidente del Cones, Federico Mora, explicó que en total fueron identificados 28 institutos de formación docente donde se vieron las irregularidades, aclarando que 8 son de gestión oficial, mientras que los 20 restantes son de gestión privada. En total se determinó la anulación de unas 2.339 pruebas.
“Luego de hacer una serie de controles, identificamos inconsistencias y patrones, tanto en aciertos como en errores muy marcados. Hemos identificado también a los postulantes de los institutos de formación docente vinculados a estas anomalías. Tomamos la decisión, por una parte, de dar la autorización para el inicio de clases a los postulantes que no hacen parte de este proceso y, por otra parte, la decisión de anular las pruebas de aquellos casos en donde se contrataron estas irregularidades”, indicó Mora.
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Explicó que ya habían presentado una denuncia formal desde el departamento de asesoría jurídica del Ministerio de Educación, ante el Ministerio Público, pero ahora anexará a la carpeta investigativa mayores datos respecto al método que se habría utilizado para la filtración de los resultados, además de brindar la identidad de posibles involucrados.
“Hay unos chats donde se indica cómo se habría dado este proceso y las personas involucradas también dentro de todo este escenario, por lo que vamos a ampliar la denuncia con el objetivo de que se den los trabajos que corresponden”, comentó Federico Mora.
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Envían 34.000 kilos de alimentos para las comunidades indígenas de Presidente Hayes e Itapúa
Desde la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) preparan el envío de 34 mil kilos de alimentos no perecederos para 686 familias de diferentes comunidades indígenas apostadas en los departamentos de Presidente Hayes e Itapúa, cumpliendo así con la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Estas asistencias humanitarias se vienen llevando a cabo desde hace varios meses con envíos de alimentos de cantidad similar para las comunidades indígenas más desprotegidas y aisladas, brindándoles así un respaldo alimenticio.
“Enviamos ayuda a siete comunidades indígenas, seis de las cuales se encuentran en la región occidental y una en la oriental. Son comunidades indígenas que han obtenido una sentencia favorable de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el Estado paraguayo debe asistirles en diferentes ámbitos”, explicó el ministro de la SEN, Arsenio Zárate, en conversación con la 1020 AM.
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El mismo explicó que regularmente realizan el envío de los alimentos durante la primera semana de cada mes, momento en que los equipos se trasladan hasta las diferentes comunidades para que, tras previa aprobación de los líderes de cada comunidad sobre la calidad y cantidad de alimentos, se proceda a la entrega de los kits.
“Tratamos de hacer las entregas de la manera más transparente posible, demostrando que la calidad de los productos es buena, así también garantizamos que se encuentran satisfechos con los envíos realizados”, remarcó el ministro Zárate.
En el marco de la mencionada sentencia de asistencia a las comunidades indígenas, está establecida la construcción de caminos, la provisión de agua potable y el acceso a los servicios básicos, áreas donde el Estado paraguayo está trabajando de manera continua.
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