Las autoridades confirmaron la captura de una pareja que sería presunto apoyo logístico del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y que habría contactado con los indígenas asesinados días atrás en la zona de Cerro Guasu, departamento de Amambay.
El Teniente Coronel Luis Apesteguía, vocero de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), en conferencia de prensa confirmó que ayer fue detenido en la vía pública el nativo Rolando Armoa. La aprehensión se produjo en la colonia Pasiño del distrito de Yby Yaú, departamento de Concepción.
Este hombre pudo ser reconocido por varios testigos y por Leonardo Gómez Riquelme, la víctima que logró sobrevivir cuando se produjo el enfrentamiento entre la FTC y el grupo criminal el pasado 23 de octubre en Cerro Guasú.
Te puede interesar: Fiscalía tomará testimonio de indígena que sobrevivió a ataque del EPP
Así también, en la jornada de hoy se logró la captura de su esposa, de nombre Stanislaa Cabrera, en la comunidad indígena Vy’apavê. Ambas detenciones se llevaron a cabo en el marco del operativo Zeus tras ser señalados como partícipes del asesinato de los dos indígenas. “Estas dos personas, vestidas de blanco, se acercaron hasta la comunidad nativa. Se hacen llamar así, Stanislaa y Rolando, ya que no tienen documento de identidad”, expresó el vocero del FTC a los medios de prensa.
Apesteguía sostuvo que prosigue la investigación, por lo que no se puede precisar si ambos detenidos pertenecen o no a la logística del EPP, hipótesis que manejan las autoridades. Asimismo, adelantó que se no descarta que haya más detenciones en las próximas horas. Ambas personas fueron remitidas a la ciudad de Asunción y ya se encuentran a disposición del Ministerio Público que se encargará de tomarles la declaración de rigor e imputarlos si así lo considera necesario.
Dejanos tu comentario
FTC realiza fuerte despliegue en Canindeyú tras ataque a comisaría
La Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) realizó un fuerte despliegue en el departamento de Canindeyú, tras el ataque a la subcomisaría N° 10 de la Colonia Ybyrarovaná. Desde ayer, se desplegaron por las calles de esa región del país los móviles militares, y la zona está prácticamente militarizada, reportó el periodista de SdG Noticias, Juan Alcaraz, para Nación Media.
La FTC realizó la movilización de varios vehículos, tanquetas y blindados en esa zona, con una fuerte presencia militar en las compañías de Yby Pytã y la zona de Ybyrarovaná, una de las tanquetas fue instalada en sobre la ruta py 03 de la localidad de Yby Pytã, y otros elementos tácticos fueron desplegados en los límites de ambas localidades, donde fue atacada la subcomisaría por supuestos miembros del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Podes leer: Peña contempla en su agenda asistir a entronización del nuevo papa
Esta demostración de fuerza de la FTC da un poco de tranquilidad a la ciudadanía, a pesar de ver con asombro el nivel de despliegue, teniendo en cuenta que en el departamento nunca se llevó adelante este tipo de operaciones.
La subcomisaría N° 10, de la Colonia Ybyrarovana, fue atacada en la noche del sábado 3 de mayo por tres desconocidos, quienes dispararon con armas de fuego y lanzaron artefactos incendiarios tipo molotov. El sitio del ataque presentaba aproximadamente 35 impactos de proyectil.
Entre otras evidencias recolectadas se incautaron panfletos alusivos al grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Ante estos hechos, las autoridades militares dispusieron que un grupo de agentes de fuerzas especiales, tanto del Codi como de las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC), inicie un rastrillaje profundo en la zona a fin de dar con los responsables en ese momento.
Leé también: Titular del Congreso ratifica confianza en el TSJE al constituir comisión electoral
Dejanos tu comentario
Flechas contra tractores: guardia indígena vigila el bosque amazónico
- Masisea, Perú. AFP.
Cuando los indígenas irrumpieron con arcos y machetes, Daniel Braun y otros menonitas huyeron. Se escabulleron por entre cultivos de arroz antes de que su granero terminara en llamas en la devastada Amazonía peruana. En Masisea, una localidad limítrofe con Brasil a la que se llega después de horas de navegación por el río Ucayali o por caminos agrestes que destroza la lluvia, este grupo ultrarreligioso protestante no sólo enfrenta la ira de los nativos.
También aquí encara un proceso penal que puede llevar a la cárcel a decenas de sus miembros acusados de destruir el bosque en su expansión agrícola por Sudamérica. Una de las comunidades implicadas en el pleito es la de Caimito. A orillas de la laguna Imiría, en este caserío viven 780 shipibos-konibo en casas de madera con techos de zinc o de shapaja (palmera amazónica).
“Los menonitas están haciendo chacras dentro del territorio comunal (...) Siempre deforestan. Es un crimen ambiental lo que ellos hacen”, sostiene el dirigente shipibo Abner Ancón, de 54 años, en diálogo con AFP. En Caimito los llaman “las termitas del bosque”.
Lea más: Mushuc Runa, el club indígena que rompió estigmas en Ecuador
“Falta de terreno”
Los menonitas -cuyo origen se remonta a la Europa del siglo XVI- han levantado cinco prósperas colonias desde su llegada a la Amazonía peruana hace casi una década. En 2016 salieron de Bolivia hacia Masisea, donde adquirieron grandes extensiones de tierra para la cría de ganado y el cultivo y comercio de arroz y soja.
La “falta de terreno” y la “izquierda radical” nos empujaron a migrar, resume David Klassen, de 45 años, uno de los jefes de la colonia, mientras alimenta los cerdos de su granja. Hoy conforman un enclave de 63 familias que viven a sus anchas en 3.200 hectáreas; en viviendas del mismo corte y color gris claro. Emplean tractores tanto para la faena diaria, como para transportarse.
Son autosuficientes, se oponen al mestizaje, no usan energía eléctrica y se surten de generadores a combustible. Apenas hablan español y entre ellos se comunican en alemán bajo una lengua germánica de sus ancestros. También conservan el atuendo tradicional: vestidos largos y velos las mujeres, y ellos, camisa a cuadros, tirantes y gorra o sombrero de ala ancha.
En América Latina los menonitas han formado poco más de 200 colonias agrícolas desde comienzos del siglo XX. Se han asentado en Argentina, Belice, Bolivia, Colombia, México y ahora Perú, según una investigación del académico belga Yann le Polain. En varios de estos países afrontan denuncias por deforestación.
Lea también: Cónclave: cardenales se aíslan desde este martes para escoger al nuevo papa
“Meten fuego”
En Perú, el pleito saltó a los campos. El 19 de julio de 2024, Daniel Braun estaba sentado a la entrada de un granero junto con otros hombres de la colonia, cuando irrumpieron los shipibos-konibo de Caimito. “Entraron con flechas, machetes (...) Y dicen: una o dos horas tienen para salir”, recuerda. “Metieron fuego”, agrega este menonita de 39 años, manos gruesas y sonrisa fácil. Finalmente, huyeron.
Todavía hoy se pueden ver techos de zinc oxidados tirados en la hierba y los esqueletos carbonizados de un galpón y un granero. El dirigente Ancón asegura que la guardia indígena sacó a los menonitas de su territorio “sin violencia”.
Jefes imputados
En 2024, la fiscalía ambiental imputó a 44 jefes de familia menonitas por la destrucción de 894 hectáreas de bosque primario, y pide entre ocho y diez años de cárcel para cada uno, según el auto de acusación. Ellos compraron legalmente tierras “ya deforestadas en la selva”, que están fuera del territorio indígena, alega su abogado Carlos Sifuentes.
Nos “gusta el campo” y no “queremos destruir todo”, remarca Klassen. Pero la defensa de los Shipibos-Konibo asegura que los extranjeros contratan a otros que quitan las malezas para luego entrar “con sus tractores a aplanar todo”, señala la abogada Linda Vigo.
El programa independiente de Monitoreo de la Amazonía Andina asegura que los menonitas han destruido al menos 8.660 hectáreas desde 2017. Apenas una mínima parte de los tres millones de hectáreas de bosque amazónico que perdió Perú en las últimas tres décadas, principalmente por incendios, deforestación y minería ilegal, según autoridades.
Contraste
Lejos de la colonia menonita, un oasis de prosperidad en la empobrecida Amazonía peruana, la comunidad de Caimito, de mayoría evangélica, sobrevive de la pesca y la agricultura. No cuentan con electricidad ni agua potable. Solo hay un comercio de víveres con paneles solares e internet. Su territorio abarca 4.824 hectáreas y poco menos de 600 fueron “invadidas” por los menonitas, calcula Ancón.
El modelo de producción agrícola de los menonitas riñe “con las expectativas ecologistas”. Pero lo cierto es que en Masisea compraron a colonos mestizos tierras que “ya estaban depredadas”, observa el experto en pueblos indígenas Pedro Favaron, de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Por lo pronto, en la colonia aguardan el que sería su primer juicio ambiental en América Latina.
Territorio amenazado
Apenas oyen el ruido de la motosierra, apuran el paso para sorprender a los que tumban la selva. La guardia ambiental indígena de Masisea, en Perú, es una pequeña fuerza con arcos y flechas y una tarea colosal: proteger de “invasores” el bosque amazónico. Comandados por un profesor de escuela de 54 años, una decena de shipibos-konibo con chalecos y gorras verdes rodean a un hombre que sierra un tronco caído. Una mujer con su sobrino lo observan.
La lluvia dio tregua y el calor es intenso. Abner Ancón, el jefe del grupo, ordena apagar la motosierra. “Estás en territorio caimito. Vas a tener problema con nosotros”, le espeta al aserrador, al que luego dejan ir con su herramienta. Ancón dirige la guardia indígena de Caimito, una comunidad de 780 nativos a orillas del lago Imiría, en la localidad de Masisea.
Lo que “conservamos no es solamente para nosotros, sino para toda la humanidad”, señala este hombre de mediana estatura que lleva una gorra con la inscripción CIA. Su territorio de casi 4.900 hectáreas, asegura, “está amenazado”. Primero irrumpieron los traficantes de madera, luego los cocaleros, que “envenenan” el agua con los químicos con los que procesan la planta de la que extraen la cocaína. Y más recientemente los menonitas con sus tractores.
A los tres los trata de “invasores” y “depredadores”. Hace dos años que los shipibos-konibo de Caimito cuentan con su propia fuerza de vigilancia. Según Ancón, debieron organizarse ante la desprotección del Estado. La guardia de Caimito fue la primera de 19 que han conformado los shipibos-konibo de 176 comunidades amazónicas.
La que dirige Ancón llegó a tener 80 miembros, pero hoy están activos 30, la gran mayoría hombres. El resto migró, algunos por trabajo. Antes de salir a patrullar en grupos se forman en el centro del caserío al grito de “guardia, guardia, fuerza, fuerza”. Llevan machetes y algunos arcos y flechas que, según Ancón, jamás han disparado en sus choques con los deforestadores. No cuentan con armas de fuego ni con radios para comunicarse. Tampoco tienen apoyo de autoridades.
Únicamente disponen de un vehículo y unas lanchas. “Enfrentamos a los pescadores que sacan en toneladas nuestro pescado”, sostiene Hermógenes Fernández, un shipibo-konibo de 59 años. En esos enfrentamientos, dicen los guardabosques, varias veces los han golpeado o amenazado con escopetas.
Cuando la guardia indígena “interviene” lo hace de manera pacífica y para pedir que desalojen su territorio, pero algunas veces han “quitado motosierras”, sostiene Ancón. En julio pasado el jefe de la guardia indígena recibió amenazas de muerte. Asegura que le llegó el recado de que ya habían contratado a tres sicarios. Sus propios guardias lo protegieron. Interpuso la denuncia, pero las autoridades no han identificado a los responsables. “Todavía me pregunto por qué el medio ambiente tiene enemigos”, reflexiona Ancón, quien teme por su vida.
Dejanos tu comentario
Envían 34.000 kilos de alimentos para las comunidades indígenas de Presidente Hayes e Itapúa
Desde la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) preparan el envío de 34 mil kilos de alimentos no perecederos para 686 familias de diferentes comunidades indígenas apostadas en los departamentos de Presidente Hayes e Itapúa, cumpliendo así con la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Estas asistencias humanitarias se vienen llevando a cabo desde hace varios meses con envíos de alimentos de cantidad similar para las comunidades indígenas más desprotegidas y aisladas, brindándoles así un respaldo alimenticio.
“Enviamos ayuda a siete comunidades indígenas, seis de las cuales se encuentran en la región occidental y una en la oriental. Son comunidades indígenas que han obtenido una sentencia favorable de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el Estado paraguayo debe asistirles en diferentes ámbitos”, explicó el ministro de la SEN, Arsenio Zárate, en conversación con la 1020 AM.
Podes leer: Buscan concienciar sobre las enfermedades tiroideas
El mismo explicó que regularmente realizan el envío de los alimentos durante la primera semana de cada mes, momento en que los equipos se trasladan hasta las diferentes comunidades para que, tras previa aprobación de los líderes de cada comunidad sobre la calidad y cantidad de alimentos, se proceda a la entrega de los kits.
“Tratamos de hacer las entregas de la manera más transparente posible, demostrando que la calidad de los productos es buena, así también garantizamos que se encuentran satisfechos con los envíos realizados”, remarcó el ministro Zárate.
En el marco de la mencionada sentencia de asistencia a las comunidades indígenas, está establecida la construcción de caminos, la provisión de agua potable y el acceso a los servicios básicos, áreas donde el Estado paraguayo está trabajando de manera continua.
Lea también: Cae una pareja con más de 10 kilos de cocaína en Lambaré
Dejanos tu comentario
Despliegan fuerzas especiales tras ataque a comisaría de Ybyrarovana
El Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI) informó que ha desplegado a un equipo de agentes de fuerzas especiales para llevar a cabo un rastrillaje profundo en la zona de la Subcomisaría N.° 10 de la Colonia Ybyrarovana, departamento de Canindeyú, que en la noche del sábado fue atacada por tres desconocidos.
De acuerdo al reporte policial, pasadas las 23:00, tres personas de sexo masculino habrían disparado con armas de fuego y lanzado artefactos incendiarios tipo molotov.
IMPACTOS DE PROYECTILES
El sitio del ataque presenta aproximadamente 35 impactos de proyectil. Entre otras evidencias recolectadas se incautaron panfletos alusivos al grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Al momento del hecho, el personal que se encontraba de guardia en la subcomisaría realizaba un patrullaje por la zona, motivo por el que no pudieron presenciar el ataque.
Por fortuna, no se registraron heridos ni daños materiales de consideración en la infraestructura, por lo que el incidente no pasó a mayores.
PROFUNDO RASTRILLAJE
Ante estos hechos, las autoridades militares han dispuesto que un grupo de agentes de fuerzas especiales, tanto del CODI como de las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC), inicie un rastrillaje profundo en la zona a fin de dar con los responsables del hecho.
El hecho fue informado al Ministerio Público, y quedó a cargo de la agente fiscal de turno, Abg. Kleyder Velázquez, de la ciudad de Katueté, mientras que las investigaciones continúan para identificar a los responsables del hecho y determinar la motivación exacta del ataque.
Los agentes de investigación lograron levantar de la escena del hecho una bolsa con 6 panfletos con inscripciones y logos del EPP. Además de 13 vainillas calibre 5.56 mm distribuidas frente al portón y en la vía pública, así como una botella de vidrio con tela y presunto combustible, utilizada como bomba incendiaria.