Por Juan Carlos Dos Santos juancarlos.dossantos@gruponacion.com.py
El supuesto hecho de coacción sexual y hurto agravado en contra de una joven, que habría ocurrido el sábado pasado en el Jardín Botánico, ubicado sobre la avenida Santísima Trinidad, en el barrio Trinidad de Asunción, trajo a la memoria otras situaciones criminales que transcurrieron en el mismo predio hace poco más de 90 años.
Dos fueron los hechos publicados en los medios escritos de la época y sucedieron durante el mes de marzo de 1930, con pocos días de diferencia.
En ambos casos, un grupo de varones cometió todo tipo de abusos en contra de dos mujeres, una jovencita llevada bajo engaños por un supuesto pretendiente y otra, una mujer mayor, llevada en horas de la madrugada y en contra de su voluntad hasta el sitio.
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Auge criminal
En el primer caso, ocurrido a comienzos de marzo, la crónica periodística recoge los testimonios de la persona afectada y la denuncia policial realizada, en una nota titulada “La violación en auge”.
“De un tiempo a esta parte, uno de nuestros paseos públicos más pintorescos es el lugar de reunión de grupos de individuos, quienes se juntan para gozar de lujuriosas fiestas, a costillas de mujeres a quienes llevan engañadas con promesas”, narra en parte el periodista el hecho denunciado.
Galán violador
Este primer caso involucra a una jovencita, quien era vecina del diario que se hizo eco de su triste caso. Relata la crónica que un “galán” la invitó a pasear en un lujoso automóvil rumbo al Jardín Botánico para participar de una fiesta con otros amigos.
En el lugar se encontraban siete jóvenes, todos conocidos del “galán”, y ante esta situación la joven intentó huir, pero fue retenida por la fuerza por estos jóvenes, sin que nadie las pudiera auxiliar por lo desolado del lugar en ese momento.
“De un tiempo a esta parte, estos actos repugnantes suceden con mayor frecuencia y la policía local es reducida y apenas puede atender una parte del inmenso parque, por lo que es urgente que la guardia sea reforzada para evitar este tipo de hechos”, expresa el artículo.
Al salir de un baile
También el diario Crítica de Asunción publica en su sección de noticias policiales un hecho sucedido a una mujer que salía de un baile en la calle Tacuarí y 1a. Proyectada.
En este caso, el medio publica incluso el nombre de la víctima y relata que tras salir del lugar donde participaba de una celebración, un grupo de hombres cubrió su cabeza con una sábana y la subieron a un automóvil, para trasladarla hasta el predio del Jardín Botánico, donde abusaron de ella.
De la misma manera que el hecho sucedido el sábado pasado, el pedido a las autoridades fue similar: la investigación hasta identificar al o los autores de estos hechos y el aumento de la seguridad en el espacio público.
Sucesos actuales
La fiscala María Bernarda Álvarez fue quien recibió la denuncia sobre el hecho. La mujer habría sido atacada por una persona desconocida mientras realizaba actividades físicas en horas de la tarde. Los guardias del recinto acompañaron a la víctima en su acusación.
“La pesadilla vivida por una corredora ayer en el Botánico no quedará impune. Todos somos ella. Todos merecemos parques seguros”, dice uno de los mensajes escritos en las redes sociales apoyando a la mujer.
El concejal de Asunción José Alvarenga Bonzi manifestó: “Tenemos que reforzar la seguridad del Jardín Botánico con agentes policiales de la Montada y del Grupo Lince para brindarles mayor seguridad a los visitantes del parque recreativo. Vamos a acercarnos también a dialogar con el ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, sobre esta problemática para beneficio de la ciudadanía y de los deportistas”.
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“Soñaremos como ayer”: se cumplen 15 años de la partida de Marco de Brix
El 28 de junio del 2009, un ataque cardiaco se llevó a uno de los mejores cantantes paraguayos, Marco Antonio De Brix, a la edad de 45 años. El “Sapito Cancionero” se convirtió en una estrella de la música nacional e internacional, levantando la bandera paraguaya en eventos como el Festival de la Organización de la Televisión Iberoamericana de la Canción (OTI).
El carismático cantante nació el 10 de julio de 1963 en Asunción. Su padre César De Brix lo encaminó al arte, haciéndolo participar de comedias musicales de pequeño. A la corta edad de 7 años, Marquito no faltaba a ninguna presentación de su papá en el Teatro Ignacio A. Pane. Poco tiempo después, ya se presentó sobre tablas con la obra “El Arribeño”.
Carismático desde niño, se presentó a varios programas nacionales de radio y TV. A los 20 años, dio un salto internacional al participar en Estados Unidos del Festival de la OTI y quedarse con el cuarto lugar en la competencia.
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Loco carrusel
El “Sapito Cancionero” volvió a participar en el mencionado festival en 1988, en Buenos Aires, Argentina. En esta oportunidad, Marquito logró el segundo puesto y su popularidad se elevó en Paraguay, en la región y el mundo.
Su primer álbum de estudio se estrenó en 1990, en el material se encuentra su recordado hit “Soñaremos como ayer”. El disco contó con la colaboración musical de Óscar Cardozo Ocampo y Emilio del Valle.
De Brix prestó su voz a canciones clásicas del repertorio nacional y latinoamericano. Algunos de los temas que popularizó fueron “Regalo de Amor”, “Mariposa para mí”, “Maerãpa Reikuaase”, entre otros. Realizó giras musicales por Europa, también fue locutor de radio e incluso participó en un reality de canto en la TV nacional.
Su amor por el Decano es otro aspecto por el cual se lo recuerda. De Brix amaba a su club y en vida le dedicó la canción “Mi Viejo Olimpia”. En la última etapa de su vida, luchó contra problemas del corazón, pero un domingo, cerca de las 8:00 de la mañana, se apagó para siempre.
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Historia de amor
Carmen Solá fue la esposa de Marquito y lo recuerda con el amor intacto. “Él era feliz, siempre con una sonrisa, siempre tenía cosas lindas para decir. Lo recuerdo con su sonrisa gigante, lo recuerdo en el escenario, era maravilloso escucharlo. Todo lo resumo a que Marco me hacía muy feliz, sé que le hacía feliz a todos, él era un maravilloso amigo”, relató Solá a La Nación/Nación Media.
Su compañera de vida contó que desde su partida le llegan mensajes de personas que compartieron con él, destacando lo buena persona que fue. “Me pone muy feliz que todo el mundo lo recuerde con tanto cariño, pero también cada día lo extraño más. Marco, en su vida, dejó muchos afectos, porque para él eran muy importante sus amigos y su público”, sostuvo Solá.
La rutina de Marco incluía vocalizar, practicar golf y reunirse con amigos. “Creo que no pasé un solo día sin que alguien me lo recuerde y me diga cosas maravillosas, así quiero que todo el mundo lo recuerde”, añadió.
A 15 años del paso a la eternidad del cantante más querido que vio nacer Paraguay, sigue siendo recordado como lo que fue en esta vida, “un ser maravilloso, que cantaba como un ángel y que estaba lleno de luz”, compartió Solá al borde del llanto. Ella y Marquito compartieron 18 años casados y no tuvieron hijos, pero su amor sigue intacto, como el primer día.
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“Cantaba como los dioses”
El comunicador Hugo Vigray conoció muy de cerca a Marco de Brix, fueron muy amigos desde la época del colegio; él lo recuerda con anécdotas que los conserva como valiosos legados de una entrañable amistad.
“Aquel primero 14 del Colegio Nacional de la Capital, turno tarde, era sin dudas el más bullanguero. Teníamos el entusiasmo de cambiar el mundo, pero con alegría. Éramos buenos deportistas, pero no lo suficientemente buenos como para las medallas de oro”, así inició Vigray su relato para La Nación.
“Eso sí, pronto descubrimos un talentoso cantor que se adueñaría de los festivales internos y hasta de los intercolegiales. Se llamaba Marco Antonio de Brix. Yo, que venía de una familia de artistas, pronto me acerqué más a él”, comentó.
Un día vio en el diario que se estrenaba en el Teatro Municipal la obra “Nde zapature. Se vienen los nietos”, una comedia musical del elenco teatral dirigido por César de Brix, su padre, quien anunciaba el debut teatral de su hijo menor, Marco Antonio, de 13 años.
“Marquito no nos había dicho nada, porque pensó que a nadie le interesaría. En el primer recreo me acerqué y le dije que yo quería ir. Me dio una entrada gratis. Fui, lloré como nadie aquella noche, de la emoción, porque tenía un amigo que estaba en el mundo que más me interesaba, el del teatro y la música. Esa noche conocí a su padre y a su hermano mayor, quien era el asistente de dirección y me dio un pase libre para toda la temporada”, señaló.
Desde ese momento nació una muy buena amistad entre Hugo y Marco. “Nos hicimos inseparables, formamos un grupo con Edward Bogado y Rubén López y en una travesura que Marco hizo en el pizarrón antes del inicio de la clase de matemáticas, con el recordado profe “Corchete”, hubo un malón que se abalanzó sobre mí porque alguien gritó ¡ou prosor!”, recordó.
Entre los empujones Vigray llevó la cara contra un pupitre y se rompió la boca. “Marco y Edward, con más sentimientos de culpa que preocupación, me acompañaron a la dirección desde donde nos derivaron al viejo Primeros Auxilios. Hasta tengo aquella marca de mi amistad con Marquitos”, dijo.
Años más tarde Vigray cambió de colegio, pero la amistad siguió. “Él viajó algunos años a Europa y nos volvimos a encontrar apenas regresó. Yo hacía ya periodismo y pergeñaba algunos esperpentos a los que pretenciosamente llamaba ´poesía´”, sostuvo.
Otro recuerdo es del día en que Vigray puso letra a una guarania de Hugo Figueroa y le mostraron a de Brix. “´Yo la voy a cantar´, dijo entusiasmado y alabando la obra. La presentamos en el Concurso Nacional José Asunción Flores, que organizó el MEC en el año 1992, y obtuvimos uno de los premios. Y es, acaso, mi mejor recuerdo del querido Marquito”, exclamó.
“Marquito era un ser humano excepcional. Cantaba como los dioses y hacía de la amistad un culto difícil de igualar. No creo que haya tenido un solo enemigo en la vida, porque tenía una manera ejemplar de ser amable y afectuoso. Lo recuerdo cuando vamos perdiendo con Olimpia en algún partido, miro al cielo y le digo, ´hacé algo, Marquitos´. Y si damos vuelta, me doy unas palmadas a la altura del corazón y luego apunto al cielo donde hace algunos años, como dicen los folcloristas, él se fue a esperarnos”, finalizó.
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Leidy Luna, la joven guaireña fallecida en Miami cuya historia conmocionó al mundo
Sara Valenzuela
sara.valenzuela@nacionmedia.com
Un día como hoy, pero del año 2021, la vida de la familia Luna Villalba y prácticamente de todo el Paraguay, quedó paralizada al conocerse la tragedia ocurrida en Estados Unidos que enlutó a casi 90 familias, dos de ellas paraguayas.
Sin embargo, la historia de Leidy Vanessa Luna Villalba, una joven guaireña de origen humilde, quien fue detrás del sueño americano y encontró la muerte en Miami, generó la empatía de todo un país y parte del mundo tras darse a conocer su historia.
Leidy Vanessa Luna Villalba tenía solo 23 años cuando se dio la falla estructural que desembocó en el derrumbe de las torres Champlain Towers South, en la ciudad de Miami, estado de Florida, EE.UU.
Ella estaba trabajando para la familia Pettengill-López Moreira y acababa de llegar al país norteamericano para permanecer unos días y juntar dinero para terminar sus estudios. Sin embargo, la tragedia, que también afectó a la familia que la llevó, terminó con ese sueño.
Si bien han pasado tres años de este terrible día, los familiares y amigos de Leidy continúan recordándola con cariño y emoción, realizando cada año la tradicional novena, la cual finaliza con un rezo final y una reunión con todos los miembros de su comunidad, quienes la honran con cariño.
“Muchísima gente tiene en su rezo, la gente la recuerda muy bien. Ella era una persona buena y feliz, que compartía con todos y trataba de ayudar siempre”, comentó el hermano de Leidy, Richard Villalba, en conversación con La Nación/Nación Media.
La muerte de su hermana marcó a su familia de una forma innegable y a pesar del paso del tiempo, su memoria sigue, en especial para sus padres, a quienes él intenta apoyar constantemente. Entiende que la pérdida de un hijo es un golpe para el cual ningún padre está preparado.
“Fue un momento muy difícil. Hasta ahora mi mamá es la que más sufre. A veces se pone triste, por eso trato de tenerla cerca, de sacarla a pasear para aliviar esos momentos. Mi papá también sufrió mucho, pero él es un poco más fuerte y trata de sostenerla”, relató Richard.
La vida de Leidy
Leidy es recordada por sus familiares y amigos como una joven alegre, trabajadora y que buscaba salir adelante. Cuando se dio la tragedia, ella estaba cursando los últimos meses de la carrera de enfermería.
Su hermano, Richard Villalba, relató a La Nación que el viaje a Miami surgió como un extra y debía durar solo 45 días, por lo que, su hermana, aprovechó la oportunidad para contar con el dinero para poder invertir en solventar la defensa de su tesis.
Respecto al día de la tragedia, Richard comentó que debido a una fluida comunicación durante todo el viaje con sus familiares, cuando ella dejó de responder la familia supo que algo pasó, ya que ella siempre respondía.
“Ella estaba en comunicación con mi mamá. Cuando llegó justamente al condominio a la tardecita-noche estaban hablando. Ese día también yo estaba hablando con ella porque alzó la fotografía de la playa y yo le respondí a esa publicación y nos estábamos riendo”, comentó su hermano describiendo las últimas interacciones con la joven.
Indemnización
Si bien la familia de Leidy al igual que de las 98 víctimas cobraron la indemnización correspondiente, Richard reiteró que no existe valor monetario que pueda compensar la pérdida, por sobre todo, la vida de una hija joven, de una hermana, llena de sueños como fue el caso de Leidy Vanessa Luna Villalba.
Parte del dinero fue invertido en la vivienda familiar, bautizada como Leidy Róga, de manera a honrar la memoria de la joven. Sin embargo, sus familiares siguen trabajando, demostrando valentía y determinación para salir adelante luego de una pérdida tan sorpresiva como la que tuvieron.
Historia que recorrió el mundo
La noticia del derrumbe de las torres Champlain Towers South recorrió el mundo. Pronto los medios internacionales se sensibilizaron e hicieron eco de la historia de nuestra joven compatriota, ya que ella fue para trabajar, pensando en costear sus estudios.
Es así que se habló de Leidy Luna, la joven paraguaya que habría salido de su país por primera vez y encontró la muerte de una manera terrible. Remarcaban el esfuerzo que habría hecho desde temprana edad para ayudar a sus padres a salir adelante y sus ganas por terminar sus estudios y contar con un mejor futuro.
Durante quince días, tanto la familia Luna Villalba, como el Paraguay entero, estuvo expectante al hallazgo del cadáver de Leidy, y una vez hecha la confirmación por parte de las autoridades, la espera de la llegada de sus restos se hizo eterna.
Ya en territorio paraguayo, la despedida de la joven fue una de las más emotivas vividas en la historia de nuestro país, teniendo en cuenta que fue acompañada en todo momento por una inmensa cantidad de personas que lloraban su partida.
Datos clave
* Leidy Vanessa Luna Villalba tenía solo 23 años cuando se dio la falla estructural que desembocó en el derrumbe de las torres Champlain Towers South en la ciudad de Miami.
* La confirmación del hallazgo de sus restos se dio 15 días después del derrumbe.
* Leidy había viajado para trabajar con la familia Pettengill-López Moreira.
* Su estancia en el extranjero solo debía de durar 45 días.
* La joven paraguaya se encontraba cursando los últimos meses de la carrera de enfermería.
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PJC: mujer mató a su tío al defender a su hija de un supuesto abuso
Ayer sábado en horas de la noche se reportó un caso de homicidio en el barrio Virgen de Caacupé de Amambay, la autora del hecho es la sobrina de la víctima, quien confesó el crimen alegando defensa propia.
La mujer aceptó que acabó con la vida de su tío, quien se encontraba en silla de ruedas, luego de que lo encontrara en la habitación de la vivienda que compartían a solas con la pequeña hija de la mujer de solo tres años, exhibiéndole sus partes intimas, por lo que la niña se alteró y pidió ayuda a su madre.
En conversación con los intervinientes, la mujer manifestó que tras lo ocurrido tomó un cuchillo y atacó a su tío, provocándole varias heridas a la altura del cuello. Según el reporte del médico forense, el cuerpo presentaba dos heridas profundas realizadas con un objeto cortopunzante de al menos 20 centímetros, una de las estocadas se dio a la altura de la cabeza y otra en el cuello, lo que produjo su fallecimiento en minutos.
La mujer se encuentra a disposición del Ministerio Público, detenida en la comisaría segunda del barrio General Díaz, mientras que la niña fue sometida a los exámenes pertinentes dada las circunstancias. Al cotejar los datos del fallecido, los agentes policiales se encontraron que en su contra pesaba una orden de captura por un hecho punible de violencia intrafamiliar, y fue declarado en rebeldía.
El caso está siendo investigado para conocer los pormenores de la relación del hombre con su familia y el estado mental de la mujer en el momento de cometer el crimen, ya que aparentemente recibía atención psiquiátrica y medicación.
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El extraordinario raid del Fordmidable: de Asunción a Nueva York en un Ford T
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
A mediados del siglo pasado, un grupo de paraguayos condujo más de 27.000 kilómetros para cruzar el continente en un vehículo muy especial. La mujer del equipo iba embarazada y tuvo a su hijo en el camino. Hoy ese niño, que tiene 72 años, cuenta en entrevista con La Nación/Nación Media las peripecias y aventuras de aquel legendario viaje que se narra en un libro y espera por su anhelada película.
La pasión por la mecánica y la industria para Ramón “Yoyo” Echauri se aunaban en el automóvil. Así que pensó en homenajearlas uniendo Asunción con Detroit, la sede de Ford Motor Company, la emblemática automotriz estadounidense cuyo popular modelo T puso a rodar al mundo.
Su hijo, Henry Echauri Furiasse, nació en Cali, Colombia, un 4 de marzo de 1952 en el marco del increíble viaje que protagonizaron con su esposa Gertrudis “Tuddy” Furiasse. El niño fue bautizado con ese nombre en homenaje al creador de Ford.
Cuenta Henry de esos días: “Personalmente fui muy bebé durante la travesía. Cumplí un año en México, estuvimos tres años en los Estados Unidos, regresé a los cinco años a Paraguay, todo mi conocimiento del viaje viene por transmisión de ellos”, comenta al iniciar la charla porque, como se anticipó, la tripulación se enteró de su venida, literalmente, “en camino”.
Según la narrativa familiar, Yoyo invitó al viaje a Albino Pino, que era un mecánico profesional y este aceptó de buen gusto el desafío de llegar a Estados Unidos, que era entonces la meca del desarrollo industrial.
“Papá era una persona muy creativa, de espíritu inquieto y muy investigador. No tenía una formación universitaria, había hecho sus estudios hasta más o menos el cuarto curso de la secundaria y después ya no continuó, le gustaba leer y conocer cosas y de muy joven ya aprendió varios oficios. Aprende la electromecánica de forma autodidacta e instala un aserradero en Villarrica para sus patrones cuando tenía 18 años y había salido apenas del cuartel”, pone en contexto su hijo.
ADAPTACIÓN DEL VEHÍCULO
Para ello, Yoyo y Albino modificaron un Ford T de 1927. “Le alargaron la carrocería, tenía un tanque de combustible adicional, al menos tres juegos de cubierta de auxilio, herramientas, estuvieron bien equipados”, cuenta Henry. “En el vehículo se podía dormir acostado, tenían cocina a kerosene, alimentos, ropa, frazadas, era un viaje a lo desconocido”, recuerda Henry.
Lo bautizaron Fordmidable y en la fría mañana del 5 de julio de 1951 fueron despedidos por el presidente Federico Chaves, que los nombró “embajadores de la amistad y la confraternidad” frente al Palacio de los López, punto de partida del raid. También Chaves le dijo a Yoyo que piense bien, que era un viaje difícil para una mujer.
Se cuenta que lo escuchó con amabilidad, pero que las cosas ya estaban decididas. Ese día cruzaron la frontera con Argentina y fueron parando en distintas localidades, entre ellas Roque Sáenz Peña, en el Chaco argentino, donde fueron agasajados y realizaron una cena para juntarles fondos para seguir adelante con el viaje, eventos que por fortuna lograron repetir durante el camino en diversas ciudades de Latinoamérica.
El frío de hasta 15 grados bajo cero al cruzar los Andes lo tuvieron que enfrentar calentándose las manos, los pies y el rostro con la cocinita a kerosene. Allí también debieron cambiar una biela del motor a 5.000 metros de altitud. Ayudados por el mate siempre caliente que cebaba Tuddy y por un balde de aluminio que estaba todo el tiempo en la hornalla de la cocinita, Ramón y Albino mantenían las herramientas a temperatura para evitar que les helaran las manos.
Este hecho heroico y otros tantos del anecdotario fueron compilados en el libro “Un viaje extraordinario: la increíble odisea del raid Asunción-Detroit”, publicado en 2004 con los textos y fotos originales de Tuddy y una serie de entrevistas que les hicieron a sus padres, Henry y Rebeca Echauri, ayudando a enriquecer la historia. Por ejemplo, el relato del momento en que, atrapados en el barro en un camino de Ecuador, una tribu indígena los ayudó a salir, pero también les dio indicaciones confusas sobre cómo seguir adelante.
Por suerte, Tuddy anotó todo hasta la llegada triunfal. “En la noche del 31 de marzo de 1953, luego de cruzar el río Hudson por el imponente Lincoln Tunnel y tomar una highway, ¡ingresamos a la gran metrópoli New York!”, escribió al concretar el sueño en la bitácora de la expedición.
A los días estarían en las páginas del The New York Times bajo el título de “Paraguayos llegan a la ciudad en un modelo T”.
A 71 años de aquella travesía, Henry habla sobre las peripecias y aventuras de aquel legendario viaje sobre el que sueña llegue a las pantallas.
–A medida que pasan los años es como si la hazaña creciera en dimensión. ¿Cómo lo ven ustedes?
–Ese viaje transcontinental que ellos hicieron fue una empresa extraordinaria que marcó la vida de todos los participantes, mi vida y la de mi hermana Rebeca también. Además de conocer varias culturas de nuestro continente, les ayudó a templar el carácter, porque fueron puestos a prueba todo el tiempo. También mi padre Yoyo cumplió un sueño de juventud de conocer el gran país del norte, que después de la Segunda Guerra Mundial fue el centro de las innovaciones técnicas que tanto le fascinaban. Como era una persona de escasos recursos, ideó este viaje que se autosustentó, porque fueron consiguiendo recaudación por el camino. Tuvo el total apoyo de mi madre y por eso lo consiguieron hacer. Todo el bagaje de lo aprendido durante el viaje lo incorporaron a sus vidas y lo trasmitieron a sus hijos.
–¿Qué les dice la gente cuando llega a conocer la historia o leer el libro?
–Cuando las personas de los diversos países que ellos iban atravesando comprendían a fondo el emprendimiento, las vicisitudes, los sacrificios que ellos iban haciendo (porque fue un emprendimiento con penas y alegría), la primera reacción es de sorpresa y admiración patriótica, pues este viaje sirvió para transmitir la cultura porque ellos llevaron en sus uniformes la bandera paraguaya. Inclusive iban vendiendo los recordatorios de ñandutí y en cada sitio que paraban ayudaban a difundir nuestra cultura.
–Todavía sorprende la valentía de Gertrudis de encarar el viaje embarazada. ¿Qué le contó su mamá de cómo vivió el viaje?
–Mi querida madre cumplió un papel fundamental: el de contener y respaldar a mi padre porque hubo momentos muy difíciles en los que incluso se pensó en abandonar el viaje o tuvo que enfrentar alguna diferencia entre los varones. Entonces ella contenía, mediaba, lograba la solución. Era una católica muy creyente, con una fe inquebrantable y en esos momentos se refugiaba en las oraciones transmitiéndole a los demás que Dios solucionará, proveerá, generando una calma, una paz esencial. Además, fue la cronista del viaje, hizo la bitácora, que era un cuaderno en el que día a día se fue registrando todo. También sacó el 99 % de las fotografías que existen con una cámara Kodak, esas cuadraditas que venían, muy simpáticas. Era una cámara muy sencilla, pero muchos expertos dicen que para la época era de muy buena resolución. Mamá se encargó además de la parte logística, de los alimentos, hacer las comidas, fue fundamental en el cruce de los Andes y en todo momento mamá aportaba lo suyo con coraje, con valentía con fe. Por demás está decir que después de mi nacimiento tuvo que cuidarme a mí con toda la responsabilidad que eso conlleva.
EL LIBRO Y LA AÑORADA PELÍCULA
–¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro?
–Lo redactamos con mi hermana Rebeca, pero los verdaderos autores fueron papá y mamá. Fue el producto de un año de entrevistas que les hacíamos siguiendo la bitácora, les grabábamos en cassette de cinta y escuchábamos hasta sacar una idea para el libro. Lo hicimos en 2003.
–¿Pensaron en hacer una película?, ¿los contactaron al efecto?
Hubo algunas iniciativas con el tema de la película, pero no llegamos a los acuerdos económicos. Tengo la esperanza que mi hijo Bruno, que estudió cine y producción, pueda algún día encarar el documental que viene planeando sobre el raid. De hecho, hay un corto que él ya hizo, pero una película contando toda la historia sería espectacular. Es una esperanza que todavía queda. Si mi hijo se anima, probablemente lo haremos.
–La travesía debe ser una de las mayores hechas con un Ford T. ¿Está reconocida como tal?
–No tenemos noticia de que se haya hecho un viaje de estas características. Pudo alguien haber hecho un viaje ya en esta época utilizando rutas que hoy en día están todas pavimentadas, pero que en aquella época eran picadas. Hay fotografías por ejemplo en el lado argentino donde el camino a Pozo Colorado era un talcal y así tenían que ir, se quedaban las ruedas hundidas y había que sacarlas afuera otra vez con maña, etcétera. A nosotros no nos consta que haya sucedido algo similar, por lo tanto hasta ahora lo consideramos inédito.
DOS MOMENTOS DIFÍCILES
El raid tuvo momentos críticos, como la obligada detención en Cali, Colombia, para el nacimiento de Henry. Así lo cuenta él: “Mamá ya estaba llegando a sus días de alumbramiento. Así que se hizo un contacto con el hospital, pero para que nos atendieran se necesitaban unas visas que solo las daban en Bogotá. Así que papá se fue hasta allí en avión. Se llevó todo lo que había de dinero y una valija que para él era muy valiosa que contenía los elementos típicos paraguayos que iba a pedir al consulado para que le ayude a vender para recaudar fondos, porque hicieron el viaje a pulmón, etc., como hacían en cada localidad que visitaban”.
Entonces allí se da una situación crítica, porque en el hotel en el que se alojó le robaron su equipaje, con los documentos y también la bitácora de viaje con las fotos, con el registro completo de lo hecho hasta allí.
Ramón “Yoyo” Echauri decidió dar entrevistas en diarios y radios de Bogotá pidiendo a los ladrones que por favor le devolvieran sus cosas, contando lo importante que eran para concluir el raid Asunción-Detroit. “En esos días vino un almacenero que estaba frente al consulado paraguayo y avisó que le tiraron un paquete para el señor Echauri. Lo llevaron al consulado y allí lo abrieron ante la vista de todos con una gran sorpresa: ¡Allí estaban los pasaportes, los documentos, la bitácora y el álbum de fotos!”.
Los viajeros comentaron en ocasión de las entrevistas para el libro “Un viaje extraordinario” que desde Asunción hasta el Perú “todo fue pacífico, amable y solidario, la gente colaboraba. Sin embargo, en Colombia ya había agitación social y delincuencia”.
Ante el nacimiento de Henry, debieron quedarse seis meses en Colombia para generar recursos para seguir el viaje. Una vez conseguidos, fueron hasta el puerto de Buenaventura y embarcaron con el Fordmidable en un buque trasatlántico con el que cruzaron “el canal de Panamá y siguieron viaje hasta el puerto de Colón sobre el Atlántico, donde había ruta para poder seguir hacia México”, cuenta Henry.
Otro evento difícil los esperaría en Atlanta, Georgia. “En los países latinos siempre hubo mucha solidaridad en cuanto a la recaudación de fondos, se hacían fiestas, la gente colaboraba, pero ya en territorio estadounidense, a ellos no les llamaban la atención ni los viajeros, ni el raid; eran bastante hostiles e indiferentes”, comenta Echauri.
EL PEOR ACCIDENTE
Igual, avanzaron por las rutas americanas con su entusiasmo renovado cuando en una autopista protagonizaron el peor accidente del viaje al impactar a un vehículo que hizo una mala maniobra frente al Fordmidable: “Papá le chocó y a su vez otro vehículo le chocó por detrás. No hubo lesionados, pero el tren delantero salió y se fue rodando hacia adelante y el tren trasero quedó averiado”.
Las llantas, que eran de madera, se destrozaron, el vehículo no podía seguir.
Sin embargo, el buen destino los acompañaría una vez más. La señora Vedia Millirons vio la triste escena de los viajeros lamentando el choque, sobre todo a la mujer que sostenía el niño en brazos.
Por esas casualidades, era la hija de los propietarios del Millirons Garage, la empresa que hacía el remolque de los vehículos accidentados en la autopista.
“¡Esa es la gente que te comenté!”, le dijo Vedia a su madre Rebecca al verlos ingresar en el remolque al taller de la empresa con el Ford T destruido. “Los vamos alojar en casa hasta que solucionen el problema”, dijo la madre y así fue que Tuddy y Henry quedaron “en la casa familiar de esa gente y le consiguieron un alojamiento en la parte industrial para papá y el señor Albino Pino”, contó.
Como no había repuestos ya para un Ford T de 1927 en los Estados Unidos de 1953, el señor Millirons les compró, de un cementerio de vehículos, un auto de modelo parecido para que pudieran utilizar los repuestos que necesitaban. De esa forma pudieron concluir el periplo.
“Mi hermana se llama Rebeca en honor a esa señora tan solidaria y hasta el día de hoy tenemos relación con esa familia estadounidense”, comenta Henry.
Estas anécdotas, ampliamente comentadas, se pueden leer en el libro “Un viaje extraordinario”, que se puede conseguir llamando al 222-634 o a través del formulario online https://bit.ly/3jKgVHm.
EL REGRESO
Henry Echauri cuenta los días posteriores a la conclusión del viaje de sus padres: “Cuando terminó lo del viaje, se terminó la plata, entonces tuvieron que buscar trabajo. Papá Ramón, con sus conocimientos, se dedicó al revestimiento de madera para las casas de fin de semana en las afueras de Nueva York, a las que llamaban ranchs. Sobresalió enseguida y le aumentaron el sueldo dos o tres veces porque él se merecía y no lo querían perder. A muy poco tiempo logró comprar un automóvil 0 km que pagó a cuotas”.
Mamá Gertrudis “trabajó en una fábrica de confecciones y a mí me dejaban en una guardería, donde comencé a hablar inglés con los chicos y, según cuentan, después le corregía a mis padres, cosa que ahora no me acuerdo más (risas)”.
Un hecho fortuito hizo que decidieran regresar. Un paraguayo que estaba ilegal en los Estados Unidos estaba siendo perseguido por la oficina de migraciones. Sin contarles esto a sus padres, les pidió alojamiento.
Los policías lo hallaron en la casa de sus progenitores, a los que también conminaron a regularizar su estadía. En ese entonces había que viajar a Canadá y volver a ingresar a los Estados Unidos para tener permiso de estadía.
Desilusionados con esa situación, vendieron sus cosas, cargaron su auto nuevo con lo que tenían y “regresaron otra vez por la ruta interna de los Estados Unidos, pasaron por México hasta Panamá. Allí vendieron el automóvil y se embarcaron en un trasatlántico llamado Marco Polo, con el cual vinieron hasta Antofagasta, en Chile. De ahí tomaron el famoso Tren a las Nubes chileno-argentino que terminó en Formosa y de allí a Asunción”.
Tuvieron una grata recepción: “Todos los parientes, los vecinos, la gente que los conocía los trataron como unos héroes”, comenta Echauri.
“Papá, con los conocimientos que adquirió allá, vino con la idea de instalar una fábrica de tiza marfil (La Industrializadora de Tiza), que es la que hasta hoy existe, que hoy está siendo manejada por mi hermana, aunque ahora está muy decaída porque ya no se usa la tiza escolar, se usan las pizarras acrílicas. Entonces es una industria que tiende a desaparecer, pero tuvo una validez de 60 años y con los ingresos de la tiza nos criaron a los tres hijos, a Rebeca, Teresa y a mí”, contó.
ALGUNOS HITOS DEL VIAJE
* Recorrieron más de 27.000 km a lo largo de 13 países en 21 meses;
* Consumieron casi 4.300 litros de combustible; 265 litros de aceite lubricante y 16 bujías;
* Rompieron 8 veces las llantas y pincharon 31 veces las cubiertas;
* Cruzaron llanos, selvas, desiertos, las alturas de más de 5.000 metros sobre el nivel del mar de la cordillera de los Andes, agresivas picadas, lodazales, ríos sin puentes;
* Soportaron innumerables desperfectos mecánicos;
* En el viaje pasaron por temperaturas que variaban entre los 40 grados de calor y sufrieron hasta 15 grados bajo cero al atravesar la cordillera de los Andes;
* Cruzaron Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá.