Al concluir la misa dominical mañanera en la basílica y santuario de la Virgen de Caacupé, se procedió a invitar a los fieles que deseen participar de las celebraciones de Semana Santa, pero cumpliendo con los protocolos sanitarios correspondientes, a fin de evitar que haya más contagios. La Semana Santa arranca el próximo 28 de marzo, con la bendición de las palmas y concluye con el Triduo Pascual.
Por las noches en la Semana Santa, en la basílica se dispondrá de un momento de oración los días Lunes, Martes y Miércoles Santo, después de la misa de las 18:00. También se tendrá el vía crucis, donde se rezará por el pueblo, mientras que el Jueves Santo se hará una extensiva adoración al Santísimo en la parte de afuera del templo. “Los que quieran pasar un largo rato con el Señor, vamos a estar disponiendo de eso”, dijo el padre Cristian Medina.
Para el Viernes Santo, después de las 8:00, se dispondrá de un pequeño calvario para los que quieran acercarse a Jesús Crucificado y acompañarlo un rato con una oración. Esto está previsto desde la mañana hasta la hora de la celebración de la Pasión del Señor, que será a las 15:00.
En horas de la tarde, se expondrá a Cristo en el sepulcro para que las personas que visiten a la Virgen puedan encontrar a Jesús afuera para una oración más larga. “Muchas veces queremos encontrar momentos de oración en nuestra basílica santuario y lo van a poder tener”, comentó el religioso. El próximo domingo se anunciarán los horarios y las actividades previstas para la Semana Santa.
Este será el segundo año en que Paraguay celebra la Semana Santa en tiempo de pandemia. El año pasado lo hizo en total confinamiento, con los templos cerrados y por primera vez, muchas parroquias recurrieron a los medios telemáticos para llegar a los fieles.
El Domingo de Ramos del 2020, los párrocos salieron en vehículos a recorrer los barrios, mientras que la ciudadanía colocó altares frente a sus casas. Innumerables procesiones de imágenes fueron la constante a fin de dar contención a las fieles, que por primera vez estuvieron obligados a encerrarse en sus casas en una de los momentos más importantes dentro del calendario litúrgico católico.
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