Bajo el lema “La basura de unos podría ser el tesoro de otros”, el concejal municipal de Asunción, el colorado José Alvarenga, presentó un proyecto de ordenanza que contempla la creación de un “centro municipal de reciclaje, trueque y reutilización de residuos”. Alvarenga explicó que ese lugar se convertirá en un espacio físico, dedicado al intercambio y acopio de materiales que posteriormente puedan ser reutilizados.
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De esta manera, se busca disminuir el impacto que estos generan en la contaminación ambiental. Solo durante el primer semestre del 2020, la Dirección de Servicios Urbanos de la Municipalidad de Asunción ha recolectado un total de 112.215 toneladas de desechos sólidos.
El promedio diario por cada habitante del país es de 1,2 kilos de basura, aunque estos valores son mucho más elevados en la capital debido al masivo ingreso diario de personas de otros municipios, ya sea por motivos laborales o comerciales.
El proyecto de ordenanza, que fue derivado a la Intendencia y a las Comisiones de Legislación y Medio Ambiente de la Junta Municipal de Asunción (JMA), busca reducir la presencia de elementos como frascos o botellas, que bien pueden ser empleados como utensilios hogareños entre varias opciones más.
Dirección de Gestión Ambiental
La idea es que en el lugar a ser destinado como centro de trueque y reciclaje se reciban diversos objetos, cuyas condiciones higiénicas necesarias para ser recepcionadas serán determinadas por la Dirección de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Asunción.
Se plantea asimismo que sea la propia Dirección de Gestión Ambiental la que se encargue de firmar convenios con organizaciones sociales o con entidades gubernamentales para la creación y gestión del lugar mencionado para trueque y reutilización, así como también la creación de sucursales barriales.
El proyecto surgió, según lo explica el concejal proponente, a pedido de la ciudadanía de la necesidad de contar con un espacio físico que facilite el intercambio de estos elementos.
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“Lo viejo funciona”: Cybercirujas reciclan aparatos obsoletos en Argentina
Una consola de juegos hecha con un ventilador o una terminal de pago devenida cámara de fotos son algunos inventos de los “cybercirujas”, un colectivo de hacktivistas argentinos que reciclan dispositivos electrónicos para desafiar la obsolescencia y la basura electrónica que genera. “Experimentamos con tecnología, tratando de reciclarla, refuncionalizar elementos que otras personas tirarían”, dice Esteban Palladino, conocido bajo el seudónimo Uctumi.
El resultado son metamorfosis electrónicas como consolas de videojuegos fabricadas a partir de terminales de tarjetas de crédito o controladas por teléfonos de línea. “Es un movimiento que tiene un costado solidario, un costado tecnopolítico y también un costado lúdico”, explica a la AFP. El término “ciruja” refiere en Argentina a quien busca cosas en la basura para vender o utilizar.
Frente a “la inmoralidad de un equipo tirado en la basura, el cyberciruja se rebela ante la autoridad del mercado”, clama el manifiesto del colectivo cyberciruja de 2021. Se estima que Argentina produce 520.000 toneladas de basura electrónica al año, quinta en las Américas después de Estados Unidos, Brasil, México y Canadá, según un reporte de 2024 del instituto de la ONU para las investigaciones (Unitar).
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En 2022 el mundo generó un récord de 62 millones de toneladas, detalla el informe. Ante este fenómeno, los cybercirujas argentinos juegan con la retórica revolucionaria: llaman “células” a los grupos de las provincias, su manifiesto toma la estructura del de Karl Marx y exhiben carteles con la cara de un Che Guevara cyborg.
El movimiento se inició en 2019 con “ollas populares de hardware” donde se intercambiaban piezas, pero su labor se potenció durante la pandemia, cuando muchos necesitaron dispositivos para estudiar o trabajar. “Recibimos máquinas que nos dona gente, las refuncionalizamos con software libre, y las donamos a personas u organizaciones”, cuenta Uctumi.
Obsolescencia
El colectivo lleva la idiosincrasia del software libre a la práctica: por ejemplo, su tercer encuentro anual en Buenos Aires el fin de semana pasado incluyó un taller para darle sobrevida a teléfonos. Uno de los expositores fue el ingeniero electrónico Juan Carrique, que viajó 470 Km desde la provincia central de Santa Fe para presentar el “roboticlaje”.
Esta iniciativa crea, a partir de residuos informáticos, kits de robótica para educación primaria. “Con basura electrónica, les hago armar sensores de temperatura, o controles de motores”, dice. “No es lo mismo comprar algo hecho que funciona que tener que hacerlo incluso desde la basura”.
Carrique es diabético y usa una aplicación de software libre para que su sensor de glucemia sea compatible con su teléfono. Así logra prolongar varios días la vida útil del dispositivo prevista por el fabricante. Se trata de “reclamar el derecho a reconocer cuándo las cosas sirven o no sirven, no que me digan que sirven o no sirven”, explica.
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“Lo viejo funciona”
Los visitantes del encuentro hacían fila para jugar con el “Ventilastation”, una consola hecha a partir de un ventilador industrial. En su pantalla de inicio puede leerse “lo viejo funciona”, una referencia a la popular serie de Netflix “El Eternauta” y una declaración de principios cyberciruja.
“Una de las disputas lindas que estamos dando es el tiempo de ocio. Ese tiempo que está tan mediado hoy por un consumo de red social corporativa”, dijo Cristián Rojo, de Córdoba (centro). Una “actualización doctrinaria” del manifiesto cyberciruja incluye una crítica a las aplicaciones para celulares: “Es ese ecosistema el que está reventando el tejido social, destruyendo la psiquis de jóvenes”, leyó Rojo.
“No se trata de erradicar el teléfono, como no se trata de erradicar a las computadoras, podemos generar acciones para cambiar la forma de habitar y usar los teléfonos celulares. La forma en que los usamos está completamente mediada, por no decir determinada, por los oligarcas del cómputo”, prosiguió.
En el encuentro, también enseñaron a ejecutar localmente motores de IA en computadoras viejas. Para Carrique, que desarrolla una IA latinoamericana en la Universidad Nacional del Litoral, el movimiento llama a “habitar la tecnología como un lugar de disputa, que no es heredar solamente lo que viene”.
Fuente: AFP.
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Economía circular toma impulso en el sector industrial
El segmento industrial apunta a un modelo de producción responsable, rentable e inclusivo, teniendo como reto transformar los desechos en oportunidades para este sector económico. Así lo indicaron desde la Cámara de Industrias Sustentables del Paraguay (Cispy), en el marco de la Feria Empresarial del Paraguay (FEPY) y del primer Foro de Sostenibilidad y Economía Circular, organizado por la Unión Industrial Paraguaya (UIP) y el Circular Economy Innovation Hub.
Sostienen que las industrias no solo reducen la contaminación y las emisiones de CO₂, sino que también generan cadenas de valor que crean empleo, atraen inversiones y benefician a miles de recicladores y ciudadanos.
En ese sentido, el presidente del gremio, Carlos Mangabeira, indicó que “miles de paraguayos están cambiando el destino de nuestros residuos”. Resaltó el esfuerzo del sector, la innovación y compromiso por construir un país más limpio, competitivo y justo de la mano del reciclaje.
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Mangabeira informó que estos 45 años, las industrias han consolidado cadenas de reciclaje especializadas en distintos sectores. Precisó que el papel y cartón se recupera unas 6.000 toneladas mensuales, transformándose en cajas, placas de yeso y envases flexibles. En metales, la tasa de recuperación anual supera el 95 %, mientras que el reciclaje de envases larga vida alcanzó más de 4 millones de unidades en 2024, reutilizadas en chapas, mobiliarios e incluso instrumentos musicales.
Reciclaje de neumáticos
De acuerdo con los datos del gremio, el reciclaje de neumáticos fuera de uso también mostró avances significativos: una de las empresas de la cámara, a través de procesos 100 % mecánicos y alimentados por energía renovable, logró reciclar 8.000 toneladas de neumáticos en los últimos años, mientras otra transforma aproximadamente 720 toneladas anuales de caucho reciclado en baldosas, utilizada en plazas, canchas y parques, proyectando llegar a 2.400 toneladas en 2026.
Es así que solo entre 2019 y 2024 se procesaron 1,29 millones de kilos de residuos electrónicos, incluyendo placas, baterías y computadoras. Este segmento emplea a unas 7.000 personas de manera directa, generando un aporte al fisco de USD 100 millones anuales al fisco y consume USD 10 millones en energía eléctrica al año, destacó el titular del gremio.
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Convenio entre Paraguay y Finlandia refuerza alianzas por el desarrollo sostenible
Paraguay y Finlandia firmaron un memorándum de entendimiento con el objetivo de fortalecer la cooperación bilateral en materia ambiental, con especial énfasis en el desarrollo sostenible, la gestión de residuos y la lucha contra el cambio climático.
El ministro del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), Rolando De Barros Barreto, quien participó de la misión en Finlandia, mantuvo un almuerzo de trabajo con la ministra de Clima y Medio Ambiente de dicho país, Sari Multala. El encuentro entre las autoridades, sirvió para delinear acciones conjuntas en materia de cambio climático, en línea con las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), así como avanzar en políticas públicas sostenibles y marcos normativos modernos.
Finlandia, país reconocido por su liderazgo en economía circular y políticas de separación y valorización de residuos, ofreció compartir su experiencia tecnológica e institucional para contribuir con la mejora de los sistemas de gestión ambiental en Paraguay.
Durante la reunión, se reafirmó el compromiso de trabajar en áreas clave como la promoción de energías renovables, el fortalecimiento institucional y la implementación de modelos exitosos de reciclaje. En ese marco, el ministro De Barros destacó el potencial de Paraguay en materia de bioenergía y el papel que puede jugar el sector privado en impulsar iniciativas sostenibles.
“Una vez más ratificamos nuestro compromiso con el medioambiente y el desarrollo sostenible. Este acuerdo permite abrir líneas de acción concretas hacia el cambio climático, como potenciar la bioenergía. Las tecnologías e innovaciones actuales permitirán que el sector privado desembarque con fuerza en Paraguay y contribuya realmente al desarrollo”, expresó el titular del Mades.
Por su parte, el vicepresidente de Biocap, gremio que nuclea a empresas de energías renovables, Francisco Juarengui, celebró el convenio y expresó el interés del sector privado en apoyar esta agenda. “Estamos muy entusiasmados con esta iniciativa. Desde Biocap ratificamos nuestro compromiso de acompañar con inversiones esta decisión política de promover energías limpias en Paraguay”, manifestó.
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“La Selva Escondida” de una anciana indígena en Lima
- Lima, Perú. AFP.
En la ladera de una colina, en uno de los barrios más áridos y pobres de Lima, se alza un frondoso bosque. Esther Rodríguez, una indígena migrante, ha cultivado por años este oasis en la capital peruana, considerada la más desértica del mundo después de El Cairo. Rodríguez llegó a este lugar en la década de los ochenta tras huir de su natal Ayacucho, en la sierra sur de Perú, entonces azotada por el conflicto armado con la extinta guerrilla de Sendero Luminoso.
Movida por la nostalgia, quiso recrear el verde de su tierra. Hoy, a sus 85 años, es el alma de este singular bosque urbano de 4.000 m² —casi la mitad de un campo profesional de fútbol- en el corazón del distrito de San Juan de Lurigancho. “Me gusta vivir rodeada de mis plantas”, se regodea Rodríguez, una anciana de amplia sonrisa, en entrevista con la AFP.
Este paisaje con más de cien especies, incluidos árboles frutales y plantas medicinales, creó un llamativo microclima en Lima, ciudad de 10 millones de habitantes y una de las más contaminadas de América Latina. San Juan de Lurigancho, con 1,2 millones de habitantes, es a su vez el distrito más poblado y poluído, principalmente por su parque automotor obsoleto, según un estudio del Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía de la Universidad Católica. Rodríguez recuerda que mientras sus hijos iban a la escuela comenzó a sembrar plantas en su terreno rocoso, un refugio que se popularizó como una “selva escondida”.
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“Cubos de agua”
En este oasis de flores, plátanos, mandarinas, aguacates y maracuyá zumban las abejas y revolotean las mariposas. Cerca, en un estanque lleno de peces, un colibrí se acicala. Antes “no había nada ni nadie en los cerros, así que poco a poco empecé a cargar cubos de agua”, para nutrir el naciente verde, sostiene Esther. Esther no se amilanó y pudo abrir tres pozos que hoy se conectan a la red de suministro de Lima. En la capital, el 6 % de la población no tiene aún acceso al agua potable, según estadísticas oficiales.
Cuatro de sus hijos ahora gestionan y mantienen la selva escondida, que desde 2020 recibe visitantes, especialmente escolares. “Queremos que este lugar sea una fuente de inspiración”, explica una de las hijas de la octogenaria, también llamada Esther. Abrirlo al público ha revitalizado la zona: se crearon senderos e instalaron bombas eléctricas para mejorar el riego, entre otras cosas. Cada visitante debe pagar seis soles (1,60 dólares). Más allá del aspecto turístico, la iniciativa también ofrece beneficios ecológicos.
Esta casi media “hectárea de bosque regula la temperatura y la humedad y mejora las condiciones sanitarias, especialmente en una zona donde las enfermedades respiratorias son comunes”, señala Fernando Regalo, ingeniero forestal de la ONG Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sustentable (FCDS). Y la familia que cuida este oasis todavía tiene una parcela por sembrar. “Se siente como si estuvieras en la selva, con los sonidos, los animalitos, los pájaros y los árboles”, se entusiasma Constantina Zevallos Mora, una de las visitantes del lugar.
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