El Paraguay es uno de los países con mayor tradición y fe mariana, y por eso a lo largo y ancho del país es posible hallar testimonios de milagros realizados por la Virgen María, independientemente de la advocación que la tenga como Madre y como guía.

Existen testimonios de cómo esa fe ha hecho cambios en la vida de una persona o de su familia, ya sea otorgando salud, trabajo o cualquier tipo de ayuda para superar una difícil prueba, pero uno de los milagros más conmovedores que puedan existir, es justamente crear otro milagro: el de la vida.

En busca del milagro de la vida

La historia de Carolina Vargas es un fiel reflejo de esa dicha. Casada hace 16 años con Eduardo, ya desde niña tuvo a María como guía y ejemplo en su vida. A los dos años de casados, el hogar de Carolina y Eduardo fue bendecido con la llegada de un varón, quien a pesar de las dificultades en parte del periodo de embarazo, y más aún durante el parto, hoy goza de buena salud y es también un milagro de vida.

Nos cuenta Carolina que a pesar de desear con toda su alma volver a quedar embarazada, no lo lograba, y el tiempo pasaba. “Siempre le pedía a la Virgen que si era su voluntad, pudiera volver a embarazarme y pasaban los años y no lograba quedar embarazada”, recuerda.

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Sinfín de estudios y tratamientos

Muchos estudios llevaron a igual cantidad de tratamientos con hormonas, recorriendo distintos profesionales médicos, buscando ese ansiado segundo embarazo. Algunos de ellos no le daban tantas esperanzas por diversos motivos, uno de ellos era la edad.

Carolina y Eduardo forman parte de un grupo de la congregación de los Apóstoles de los Dos Corazones y las hermanas de dicha congregación siempre la apoyaron con su pedido. En varias reuniones del grupo, oraban y pedían la intercesión de la Virgen María para lograr que se produjera el milagro de la vida en el vientre de Carolina, algo tan esperado por esa familia.

Carolina y Eduardo asisten a grupos de oración de la congregación religiosa Apóstoles de los Dos Corazones. (Imagen ilustrativa). Foto: Archivo.

Las apariciones de la Virgen en Garabandal, España

Cuatro niñas aseguraron haber visto a la Virgen en San Sebastián de Garabandal (Cantabria, España) en julio de 1961. Estaban tomando las manzanas de un árbol ajeno y escucharon un estruendo que las hizo arrepentirse. Primero, cuentan, era el arcángel San Miguel y luego dicen haber visto a la Virgen María.

Las niñas Conchita, Mari Loli, Mari Cruz y Jacinta, cuyas edades rondaban entre 11 y 12 años en las primeras apariciones, dijeron haber visto a la Virgen varias veces más hasta el 13 de noviembre de 1965. Muchas curaciones físicas y cambios radicales de vida se han documentado desde entonces en el lugar de las milagrosas apariciones.

Muchas personas les entregaron medallas a estas niñas, con la intención que sea la propia Virgen María quien las pudiera besar y bendecir. Las niñas recogieron las medallas y cumplieron el pedido.

De Garabandal a Paraguay

Una de esas pequeñas medallas llegó el año pasado al Paraguay de la mano de la fundadora de la misma congregación religiosa a la que asisten Carolina y Eduardo.

Durante un momento de oración, Carolina dudaba si pedir de nuevo a las hermanas de la congregación que recen de nuevo por ella e intercedan ante María por su deseo de volver a ser madre. Mientras todos oraban, la que tenía en la mano la medalla besada por la Virgen María en la aparición de Garabandal, le toca el vientre con la medalla sin que ella se lo pidiera. “Ella comienza a orar y a pedir a la Virgen Madre Santísima, que si era su voluntad, yo pudiera nuevamente recibir el don de la vida” recuerda Carolina.

El milagro tan ansiado

“Ya en esa visita no le pedí nada, porque yo estaba entregadísima a la voluntad de Dios, pero cuando ella me puso la medallita por la panza, se sintió segura que esta vez sí iría a quedar embarazada. Era una confirmación de lo que yo sentía”, cuenta con mucha emoción.

“Cuando estamos buscando un bebé, tenemos fechas y yo quedé embarazada el día de la Virgen de la Asunción y se entera que está esperando a su segundo hijo durante una celebración de la Virgen de Nazareth, en septiembre. “Aunque no tenía los resultados, ya lo sabía, era una espera con confianza, y se sentía la intervención de la Virgen en esta situación, era tanta la alegría que sentíamos”, explica Carolina.

Un parto celestial

Ella había sufrido rotura de bolsa a los ocho meses durante el primer embarazo, el bebé tuvo que ser reanimado y estuvo casi 20 días en terapia, por lo que tenían mucho miedo en esta segunda ocasión. “Le pedí a María que ponga su mano en mi vientre para que no se volviera a repetir aquella delicada situación”, recuerda.

“Fue un parto celestial, a las 39 semanas, una paz, alegría y eso se sentía la presencia de Ella y de Dios en el propio quirófano. Le pedí que mi parto fuera como el de ella”, recuerda. “Tenía 41 años en ese entonces, quedé embarazada cuando fue su voluntad, no cuando lo quise yo”, nos cuenta.

Un milagro llamado María Paz

Su hija por supuesto lleva como primer nombre María, por la intercesión de la Virgen y Paz porque además es la reina de la Paz. “El Señor preparó nuestros corazones a través de la Virgen María con todo su poder y el del Espíritu Santo para que pueda ser tan linda esta historia familiar que vivimos”, concluye Carolina.

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