Destacan inversión de la SND para plazas deportivas en Ñeembucú
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El intendente de la ciudad de General Díaz, Leonardo Barrios, destacó la construcción de la Secretaría Nacional de Deportes (SND) de una plaza para la comunidad, que servirá para niños, jóvenes y adultos.
“Un gran apretón de manos a esta gran mujer paraguaya que es la ministra de la SND, Fátima Morales. Veo que está marcando presencia en todo el territorio nacional con el deporte”, manifestó el jefe comunal de General Díaz, localidad ubicada en el departamento de Ñeembucú.
Las plazas tendrán todos los equipamientos necesarios para varias modalidades. Foto: Gentileza
La plaza deportiva estará ubicada en la compañía 8 de Diciembre, que cuenta con unos 600 habitantes, la mayoría reubicados por las últimas grandes inundaciones que afectan la zona por la confluencia de los ríos Paraná y Paraguay. El objetivo es fomentar el deporte en todas las personas a fin de alejarlas de los vicios.
Siguiendo con su política de descentralización del deporte, representantes de la SND visitaron diversas localidades que formarán parte de la primera etapa del proyecto “Plazas Deportivas”. Los funcionarios de la institución estatal visitaron varios distritos de los departamentos de Ñeembucú y Misiones.
La primera etapa del proyecto prevé la construcción de 70 plazas deportivas, distribuidas en 10 departamentos, que contarán con una superficie hormigonada de 41 por 21 metros, completamente pintada y marcada para futsal, básquetbol, vóley y hándbol. También dos mesas permanentes de tenis de mesa y tableros de ajedrez fijo.
La inversión de la Secretaría Nacional de Deportes para cada espacio de desarrollo deportivo alcanzaría los G. 131.000.000. El proyecto tiene como objetivo la instalación de tres plazas deportivas en cada municipio del país.
Los pobladores, así como los hijos del artista plástico coinciden en que esta edición fue gracias a que Koki Ruiz lo dejó todo encaminado. Foto: Jorge Jara
En medio de la tristeza y la nostalgia que invade a cada habitante de San Ignacio Guazú, departamento de Misiones, por la partida de Delfín Roque Ruiz, más conocido como Koki Ruiz, ayer como cada Viernes Santo se desarrolló Tañarandy y como todos los años fue un momento inolvidable.
Este año congregó a más personas y los pobladores, así como los hijos del artista plástico, coinciden en que esta edición fue gracias a que el artista lo dejó todo encaminado y sus enseñanzas se convirtieron en un legado invaluable para el Paraguay.
En la querida ciudad de Koki Ruiz todos lo recuerdan y aseguran que sienten su presencia especialmente en las semanas próximas a la Semana Santa, la festividad religiosa que él impuso en su comunidad desde niño junto con su madre Rosa.
“Mi padre nos dejó la vara muy alta, pero es muy esperanzador porque como la gente fue sumándose fue muy natural y esa es su herencia, toda esta tradición y la gente apoyó muchísimo a que todo continúe de la manera que Koki lo hacía. Para nosotros fue como un consuelo muy grande poder hacer que todo esto continuara y no sentir la ausencia de un Viernes Santo”, dijo Almudena Ruiz, hija del artista, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Resaltó que están muy felices con el legado que dejó su padre en su comunidad y para cada paraguayo, porque se trata de uno de los eventos religiosos más grandes. “No han pasado ni cuatro meses de su partida y para nosotros es muy importante poder seguir con Tañarandy. El aporte de cada persona, de su equipo y su familia hizo posible esto, porque cada uno guardaba alguna información o una partecita de cómo hacer las cosas y todo eso hizo que saliera de esta manera”, apuntó.
Este vez la coordinación estuvo a cargo de Almudena Ruiz, hija de Koki Ruiz. Foto: Jorge Jara
Cuadros vivientes
Una vez que los peregrinos llegaron hasta la barraca comenzó la puesta de los cuadros vivientes, otra de las grandes obras del artista plástico, en el que se pudo apreciar la última cena y una de ellas fue representada por sus hijas y las 12 personas que trabajaban para él. También se exhibieron la imagen de Chiquitunga, San Francisco y el San Ignacio, todas originales del retablo.
Como cierre en una de las escenas aparecieron sus dos hijas y todos los que trabajaron con él para la puesta de la última cena, pero el espacio del centro estaba libre, este pertenecía a Koki Ruiz, en ese lugar solo yacía solo la copa de vino junto al pedazo de pan. En el camino antes de llegar a la barraca se podían apreciar unos cosecheros que representaban sus cuadros.
Este fue el primer año sin Koki Ruiz en la comunidad. Todos lo recuerdan como una persona muy alegre y que estaba siempre en cada paso de lo que era Tañarandy y que no se le pasaba ningún detalle. Aseguraron que él salía a recorrer la barraca pasado el mediodía del Viernes Santo y que recibía a las personas con una sonrisa, con mucho orgullo les invitaba a que no se pierdan del evento.
“Este año nos tocó un poco más pesado, porque esta mañana no vino Koki a traerme a la Virgen de la Dolorosa y fue un poco diferente, muy fuerte. En todos los espacios le vemos a Koki indiscutiblemente se está haciendo todo como él siempre quiso, eso cumplimos, todos los detalles que él quería con el respeto que se le da”, detalló a La Nación Gloria Acosta, quien desde hace 12 años viste a la imagen de la Dolorosa.
Los cuadros vivientes de la última cena. Foto: Jorge Jara
Con su madre en silla de ruedas, renuevan sus votos espirituales en Tañarandy
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Por sexto año consecutivo, una familia con raíces polacas y paraguayas renueva su compromiso espiritual en Semana Santa, honrando la memoria de Koki Ruiz y acompañando a Josefa Lorenza Krujowski, una mujer de 87 años que, a pesar de las dificultades y estar en silla de ruedas, no pierde la devoción por esta tradición en Tañarandy.
Graciela Ruiz Díaz viaja desde Asunción hasta el departamento de Misiones con su madre en silla de ruedas para acompañar a la Virgen Dolorosa, casi un kilómetro por los senderos de la localidad. “Venimos para aislarno del ruido, concentrarnos en lo espiritual y ofrecer nuestros sacrificios”, explicó.
Para la familia, esta experiencia no solo es un acto de fe, sino también una promesa: “Es por mis hijos, por mi familia y por la conversión de todos”, relató doña Graciela. Este año la ausencia de Koki Ruiz, el artista cuyo arte se inmortalizó en este evento, les dejó un sabor amargo. “Siempre fue alegre, nos reconocía y hablaba con nosotros. Extrañamos su presencia”, mencionó.
Josefa, nacida en Polonia, llegó a Paraguay hace 56 años como parte de la ola migratoria posterior a la Segunda Guerra Mundial. Aunque hoy habla poco, su historia sigue viva y el vínculo con Ruiz era especial.
Como cada Semana Santa, la comunidad de Tañarandy se convierte en el corazón espiritual de la Semana Santa paraguaya, y este Viernes Santo no es la excepción. Una gran cantidad de personas ya se han congregado en el lugar para vivir una de las manifestaciones culturales y religiosas más conmovedoras del país.
Museo Jesuita de Santa María permanecerá abierto hasta el Domingo de Pascua
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En Santa María, Misiones, a unos 233 kilómetros de Asunción, se encuentra el Museo Diocesano de Arte Jesuítico, que preserva imágenes talladas en madera por indígenas instruidos por los jesuitas. En estos días santos, el sitio ya ha recibido a cientos de personas y abrirá con normalidad hasta el domingo a la espera de visitantes. Cada pieza que se encuentra en el lugar es única y digna de ser admirada.
Al ingresar por la puerta principal, uno se traslada a la época de los jesuitas; el olor a madera impregna el sitio, y las anchas paredes hacen que la frescura permanezca en el interior. En el lugar, uno es recibido por Irma Ramírez, quien brinda instrucciones para el ingreso, y luego son guiados por Lelis Martínez, historiadora, que va explicando cada pieza a los visitantes.
Una de las piezas más importantes del museo es el Cristo crucificado, que se encuentra junto a las tres Marías y San Juan. En este lugar se albergan casi 60 piezas, todas talladas en madera por manos indígenas. Además, se preservan algunos pedazos, muebles y atributos, llegando a 70 piezas en total.
El museo esta ubicado a unos 233 kilómetros de Asunción. Foto: Jorge Jara
“Este año recibimos menor cantidad de personas; por ejemplo, el año pasado recibimos a grupos de entre 30 a 40 personas y este año se redujo entre 10 a 15. Tenemos disponible a tres guías que acompañan a los grupos. Creemos que la población ya no está interesada en visitar los museos como antes”, detalló Ramírez, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Por su parte, Lelis explicó que todo el espacio data de mediados del siglo XVII y las esculturas son íntegramente de indígenas guaraníes. “Desde hoy comenzaron a venir personas, y la verdad es que no hay mucha participación comparando con años anteriores; es un número muy disminuido. La parte religiosa se va dejando de lado y se inclinan más por lo turístico”, puntualizó.
Entre las obras destacan la del fundador de la compañía, San Ignacio de Loyola; María Magdalena; San Sebastián; la Virgen de los Dolores; San Estanislao de Kostka; San Luis Gonzaga y San Pedro. Cada pieza tallada contiene, al pie, la descripción de la historia del santo. Para ingresar al museo se debe abonar G. 20.000.
Todas las obras son talladas en madera. Foto: Jorge Jara
En Misiones, es tradición llegar a la cima del cerro Santa María cada Viernes Santo. Lugareños, pobladores de otras ciudades y turistas cumplen con la tradición de llegar hasta la cruz y la capilla. Foto: Jorge Jara
Miles de feligreses llegaron hasta el cerro Santa María este Viernes Santo
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Por Karina Ríos (karina.rios@nacionmedia.com)
En Misiones, es tradición llegar a la cima del cerro Santa María cada Viernes Santo. Lugareños, pobladores de otras ciudades y turistas cumplen con la tradición de llegar hasta la cruz y la capilla. Este año no hubo acompañamiento de la parroquia, pero eso no detuvo a los promeseros.
Una de las actividades más importantes de la localidad de Santa María de Fe es visitar el Kurusu Cerro, que se encuentra a unos 9 kilómetros del casco urbano de la ciudad. La principal actividad se centra en Semana Santa, cuando miles de personas llegan al pie del cerro e inician su peregrinación.
En el lugar, familias enteras van a pagar la promesa a la cruz que yace en la cima, prenden una vela y toman un descanso para luego emprender el descenso. Niños, jóvenes, adultos e incluso adultos mayores escalan el cerro. Una tradición implementada por los jesuitas que ha pasado de generación en generación, especialmente entre los pobladores de Misiones.
“Las personas van hasta la base del cerro y hacen la peregrinación. Muchos van de madrugada para poder empezar a caminar, el sitio se llena. En el lugar se tienen quince estaciones que deben cumplir para llegar a la cima en cada estación la personas van quedando. Algunos rezan, otros paran para descansar un poco y sigue”, explicó Lelis Martínez, historiadora, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Afirmó que cada año unas 20.000 personas acuden a esta festividad, pero que este año no hubo el acompañamiento de la parroquia. “Normalmente es mucho más lindo cuando es organizado por la parroquia porque acompañan a los peregrinos porque algunos no conocen e incluso se realiza una misa en cima del cerro”, apuntó.
Al llegar a los más alto del cerro se encuentra un santuario y la cruz, donde las personas van depositando sus promesas, algunos llevan flores otros encienden una vela. “En la cima mismo está una capillita que es donde la gente va a hacer y pagar sus promesas. Es una cruz de madera que forma parte de las reducciones, por eso es una tradición de hacer todo el recorrido que representa al viacrucis”, puntualizó.
“Venimos a pagar nuestra promesa, todos los años”, “Es la primera vez que vengo y se tiene que venir preparado porque es larga la caminata”, “Acá en Misiones lo hacemos todos los años desde pequeños, lo hicieron mis abuelos y ahora venimos con los nietos”, “Esto es algo que no se puede dejar de lado, cada año recibimos a más personas”, fueron las reacciones de los visitantes.