El economista Daniel Correa analizó la situación actual de la economía del país tras la caída de la dictadura. Afirmó que Paraguay necesita diversificar su economía para atraer inversiones y lograr el máximo desarrollo. Agregó que aún se depende de un modelo tradicional.
Durante esta jornada, Paraguay recuerda una de las fechas más importantes de su historia: el golpe de Estado del 2 y 3 de febrero de 1989, que puso fin a la dictadura de 35 años de Alfredo Stroessner. Desde esa fecha, el país aspira a la consolidación de una economía que le ayude a alcanzar su máximo potencial.
Desde este punto de vista, el economista Daniel Correa hizo un análisis sobre la situación económica actual. “Creo que nos falta un gran salto para el desarrollo. Nuestra economía sigue siendo muy dependiente de estos sectores tradicionales, que ya en los setenta habíamos desarrollado. Un sector agropecuario muy tradicional, muy dependiente de factores climáticos, y no hay otros motores que nos permitan desarrollarnos”, dijo en entrevista con la radio Universo.
El experto consideró necesario realizar una gran reforma estructural económica y diversificar la economía en sectores con poca inversión actual, para lograr un desarrollo sólido, sostenible y equitativo para todos los estratos sociales.
“Necesitamos que Paraguay se convierta en un atractivo para el inversor y que efectivamente se pueda generar ese proceso de incorporación masiva de inversiones, sobre todo en sectores no tradicionales, como los de servicios, innovación, tecnología e infraestructura. Lógicamente, ese proceso no suele ser rápido”, explicó.
Paraguay tiene un escenario propicio para pensar en dicha reforma porque viene haciendo un buen trabajo en materia de macroeconomía; sin embargo, es necesario potenciar la microeconomía para que “lo que estamos alcanzando empiece a llegar a la gente”.
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Diputado celebra inversiones históricas en Concepción
El diputado por Concepción, Arturo Urbieta, habló respecto a los proyectos que están teniendo lugar en el departamento. En este contexto, explicó que los recientes convenios firmados entre la Gobernación y el Instituto de Previsión Social (IPS) serán claves para la ciudadanía por los servicios que estos ofrecerán a la comunidad.
“Se han firmado convenios demasiado interesantes y eso es fruto de la buena negociación del Gobierno de Santiago Peña con Brasil respecto a la tarifa de Itaipú Binacional. Uno de ellos es para la construcción de un Parque de la Salud en un predio de 9 hectáreas para lo cual la Gobernación invertiría una parte de los recursos necesarios”, explicó.
En contacto con La Nación/Nación Media, el legislador mencionó que este Parque de la Salud será erigido en Horqueta, lo que representa un logro histórico para el departamento y también una inversión millonaria, puesto que está prevista la firma de más acuerdos con otros ministerios que serán parte de este proyecto de modo a hacerlo realidad en el menor tiempo posible.
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Al mismo tiempo, recordó que además de este convenio, fue firmado otro acuerdo, en este caso entre el IPS, la Gobernación y el Ministerio de la Niñez para la construcción del Centro Integral de la Primera Infancia que requerirá una inversión de G. 5.000 millones.
“Esto viene a colaborar con el desarrollo de la primera infancia, como bien sabemos los primeros 1.000 días de vida son los que van a definir el resto de la vida de la persona, por eso tenemos la obligación como Estado de maximizar todas las potencialidades del niño”, expresó por su parte el ministro de la Niñez, Walter Gutiérrez, en el día de la firma del acuerdo.
La gobernadora de Concepción, Liz Meza, también se pronunció respecto a los proyectos asumidos con estas instituciones del Estado y refirió que “hoy se plasma el trabajo que venimos realizando hace 18 meses de forma incansable. Este Gobierno le da suma importancia a las áreas sensibles como lo es la primera infancia, ya hay recursos para desarrollar este proyecto, no es solo papeles”.
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Participaron del evento como invitados especiales para la firma de los acuerdos el diputado Arturo Urbieta, el viceministro de Planificación del Ministerio de la Niñez; Juan Marcelo Fernández. El acto protocolar fue encabezado por el presidente del IPS, el doctor Jorge Brítez.
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Obras en el aeropuerto de Encarnación comenzarán de inmediato, según Dinac
El presidente de la Dinac, Nelson Mendoza, habló de las inversiones proyectadas para el aeropuerto de Encarnación tras el anuncio de la transferencia del terreno a favor de la institución. Afirmó que las obras de mejoramiento comenzarán de inmediato en una primera etapa que contempla la seguridad y la operatividad de la terminal aérea.
Este jueves se oficializó la promulgación de la transferencia del aeropuerto de Encarnación a la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac), con miras a los preparativos para el Mundial de Rally que llegará a Itapúa.
La Dinac prevé invertir USD 10 millones en la infraestructura de la terminal aeroportuaria. En ese sentido, Mendoza dijo que ya tienen llamados en curso para proseguir con las obras de mejoramiento dentro de una primera etapa. “Ya hicimos algunos llamados, hay llamados ya en curso para la compra del VOR, del ISL, la compra de equipo de seguridad para el edificio”, dijo a la Radio Universo 970 AM.
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Además, hay otros llamados que fueron parados y que ahora tendrán que ser reactivados. Dentro de la primera etapa, que se centra en la seguridad y operatividad del aeropuerto, se contempla una inversión de más de USD 5 millones.
En la segunda etapa del proyecto de reacondicionamiento, las obras se centrarán en la pista de despegue y aterrizaje, en la instalación de luces, en el acceso y en el edificio. “El compromiso de la Dinac es invertir rápidamente USD 10 millones para así poder devolver también el monto del predio que están cediendo a la institución. Creemos que podemos llegar ya con estos USD 5 millones para el Rally, si no es así por lo menos va a ser con el 60 a 70 % porque el trabajo está hecho”, refirió.
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Peña exhorta a Yd a transferir administración del aeropuerto de Encarnación
Durante el lanzamiento oficial de la chapa oficial del Mundial de Rally 2025, que se desarrollará en nuestro país, el presidente de la República, Santiago Peña, se dirigió al intendente de Encarnación, Luis Yd, a quién instó a no poner en riesgo el desarrollo de este evento de relevancia internacional, haciendo referencia a la negativa del jefe comunal a ceder la administración del aeropuerto.
“Señor intendente, necesitamos que esto se haga, el municipio tiene sus demandas, y claro que son genuinas, pero nosotros no podemos secuestrar a todo un departamento o a un país por una demanda. Seamos compañeros, vamos a salir a trabajar incansablemente”, manifestó el jefe de Estado.
Las expresiones del jefe de Estado se deben a que el aeropuerto de Itapúa, situado en Encarnación, está bajo la titularidad del municipio, por lo que el Gobierno, a través de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac) no puede realizar las inversiones necesarias y desde la organización del Rally en Paraguay, ya advirtieron que esto podría ser motivo para que Itapúa no sea sede del evento.
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“A cada uno de ustedes yo les agradezco, esto va a ser una gran fiesta para los paraguayos, nadie va a querer venir a sacarles mérito de si le pertenece a uno u otro porque esto nos pertenece a todos, principalmente a los trabajadores que van a ser los grandes beneficiarios con este gran evento deportivo”, continúo diciendo el presidente.
En una entrevista reciente a La Nación/Nación Media, el director Ejecutivo del Rally, César Marsal advirtió que el aeropuerto necesita de una inversión para mejorar su infraestructura y adecuarse a lo que exige la Federación Internacional de Automovilismo, en cuanto a los requerimientos de seguridad y capacidad para el flujo de personas que se van a movilizar en esa zona del país.
“Si no se hacen las inversiones necesarias, vamos a tener muchos problemas con los vuelos internos. Es importante recordar que se van a tener que transportar aproximadamente 1.000 personas en aviones y eso va a ser casi imposible porque el aeropuerto hoy no tiene la capacidad para recibir a esa cantidad de personas sin que se hagan las inversiones necesarias”, explicó.
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Concierto interrumpido
El autor de este relato recrea los hechos que rodearon a un mítico concierto que fue frustrado por el levantamiento militar que depuso al gobierno de Federico Chaves y allanó el camino del acceso al poder a Alfredo Stroessner.
- Por Óscar Bogado
- Fotos Gentileza
El jefe de la Policía estaba inusualmente inquieto. Debía ir a su despacho a firmar unos cheques para el pago de los salarios del personal, ya ansioso por percibir sus haberes. Aunque magros, por lo menos eran seguros en el ambiente de crisis que azotaba al país y que alentaba a muchos compatriotas a emprender ese otro exilio, el económico.
Roberto L. Petit estaba por cumplir cuatro meses en el cargo y, también, a punto de enfrentar una prueba de fuego. El presidente Federico Chaves lo había designado en ese puesto, siempre polémico y difícil, inapropiado para él, porque necesitaba contar con gente de confianza en ese sitio clave. Petit lo había aceptado con protestas y lo ejerció con estoicismo. Era joven y sentía que el futuro todavía estaba lejos.
El frío acudió puntual ese mayo y con él, las calles del centro de la capital se llenaban de silencio apenas se extendía la oscuridad, salvo esa noche. La apertura de la cuarta temporada de la orquesta sinfónica de la Asociación de Músicos del Paraguay despertó el entusiasmo y la curiosidad de mucha gente en la Asunción de mitad del siglo pasado, privada de la riqueza cultural de otras ciudades más cosmopolitas.
Carlos Lara Bareiro regresó del Brasil a inicios de 1951. Fue a estudiar composición y dirección orquestal. Apenas llegó, se ocupó de la reactivación de la orquesta de la asociación, esta vez con una estructura sinfónica y ya ese mismo año dio sus primeros conciertos. En un país con las arcas públicas exhaustas no sería fácil impulsar un proyecto semejante.
Luego de haber agotado sin éxito varias instancias oficiales, lejos de decepcionarse y abandonar el proyecto, lo llevó adelante con la asociación, que aglutinaba a muy buenos intérpretes.
AMBICIOSO PROGRAMA
La orquesta era una realidad y el día en el que transcurre esta historia se iniciaba una nueva temporada con la presentación de un ambicioso programa, dedicado al homenaje de la independencia del Paraguay, que incluía a la “Heroica”, la tercera sinfonía de Beethoven, la que había revolucionado la creación musical apenas iniciado el siglo de Napoleón y de Darwin, cerrando el periodo clásico. Como había sentenciado el austriaco Joseph Haydn, “nada sería igual desde entonces”. Esta obra disruptiva fue la elegida para iniciar una nueva y difícil temporada de conciertos, en el mejor escenario de Asunción, el Teatro Municipal. El concierto se inició puntualmente. La puntualidad no tendría que ser algo destacable, pero en Paraguay es inusual. El concierto comenzó a las 21:15 cuando la orquesta hizo sonar, como golpes, los dos primeros acordes del primer movimiento de la “Heroica”, una pieza estruendosa que llenó el auditorio de entusiasmo y sorpresa.
Apenas comenzó el movimiento inicial, con un cautivante allegro con brío, se escucharon fuertes detonaciones y el traqueteo de metrallas en las espaldas de la orquesta. Parecía que estaban atacando el teatro. El maestro Lara Bareiro pensó que las detonaciones eran petardos lanzados por algún saboteador, pues el incipiente movimiento sinfónico paraguayo tenía sus detractores.
Por ello, trató de ignorarlos; pero en los énfasis que marcaba en la ejecución de la sinfonía se notaba su nerviosismo, era evidente que algo no andaba bien. Las distorsiones rítmicas y disonancias del primer movimiento quedaron en un segundo plano ante la persistencia de los evidentes disparos. El público comenzó a salir. El concierto siguió, surreal, hasta los primeros compases de la segunda parte de la obra: “La marcha fúnebre”. Más de uno asoció la marcha con lo que se venía: otro episodio sangriento que arrastraría a inocentes y enlutaría hogares. Otros no repararon en ese detalle, solo querían salir de la sala.
UNA ALDEA
La ciudad de Asunción, en esa época, era un poco más que una aldea. Al ser pequeña, permitía a los vecinos conocerse, tratarse y, digámoslo también, controlarse. El centro hacía honor a su nombre y reunía toda la actividad política, administrativa, comercial y hasta cultural y recreativa de la comunidad e inclusive del país. Todo quedaba cerca.
Por eso no era raro que aquel martes en el bar Odeón, que estaba ubicado próximo al Teatro Municipal y en las inmediaciones del Cuartel Policial, se congregaran funcionarios del Gobierno, políticos de diversas corrientes, bohemios, periodistas, músicos de la orquesta y hasta el jefe de Policía quien, haciendo un alto en su camino, pasó a saludar a sus amigos, habitualmente reunidos en el bar.
Minutos antes del concierto, se incrementó la concurrencia en el Odeón. Entre copas y el humo que se espesaba, la función que estaba por comenzar era uno de los temas dominantes de la mesa más concurrida; era toda una proeza sostener una sinfónica y presentar un repertorio digno de cualquier escenario europeo y, lo mejor, incluyendo composiciones paraguayas.
Pero de lo que más se hablaba, sin duda, era de la situación política. El gobierno de Chaves se había deteriorado con la inercia normal del ejercicio del poder y la insatisfacción que genera no poder cumplir con todas las ambiciones como resolver los problemas de la recesión económica que parecía proverbial en el Paraguay.
Apenas iniciado el año se había dado un quiebre con importantes líderes del partido oficialista, encabezados por Epifanio Méndez Fleitas, quienes, afianzados como estaban en el arte de la conspiración, se embarcaron en ese puerto, buscando aliados entre los militares para tumbar al gobierno, vicio que se había vuelto recurrente desde la posguerra del Chaco.
PUGNA
Lo que no sabían era que Alfredo Stroessner, en ejercicio de la Comandancia del Ejército, no se dejaría utilizar, sino todo lo contrario. La pugna estaba entre dos sectores, entre los partidarios de Chaves y los de Méndez Fleitas. Terminaría ganando un tercero, un militar hasta entonces subestimado.
Había malestar en los cuarteles por ciertas movidas que se dieron en la víspera, buscando consolidar lealtades y prevenir insurrecciones. Una de las reglas no escritas del manejo del poder era que todo gobierno debía contar con la adhesión de la Caballería para sostenerse; lo mismo se aplicaba para quienes pretendan derrocarlo.
En esa inteligencia, el presidente Chaves tenía en Campo Grande a uno de sus principales aliados, el coronel Néstor Ferreira.
También había fortalecido a la Policía, dotándole de armamento bélico para tener mayor resguardo, bajo la conducción de uno de sus hombres más confiables e íntegros. Lo cierto es que, aun con estas precauciones, se avecinaba un golpe de Estado.
Petit restó importancia a los rumores. Sin embargo, su intranquilidad evidenciaba una preocupación incómoda. Sus compañeros de mesa volvieron a insistirle en que deje la Comandancia de la Policía, que aquello no era para él, que se estaba postergando; aunque más de uno destacó que era mejor tenerlo ahí, en ese estamento, con su rectitud y civismo, y no a otro, que no dudaría en reprimir a cualquier ciudadano por motivos fundados o no, como ocurría antes y se repetiría después.
MOVIDAS
Ingenuamente, el coronel Néstor Ferreira se presentó ante Stroessner, en la comandancia del Ejército. Le debía una explicación sobre las movidas de la víspera que afectaron al mayor Virgilio Candia, partidario suyo. Y lo que es peor, le advirtió que, si él no regresaba a su división antes de las diez de la noche, la Caballería tenía instrucciones de movilizarse. Por supuesto, ante estos condicionantes, Stroessner no dudó en apresar a Ferreira y acelerar el alzamiento militar que ya tenía resuelto ejecutar.
La insurrección se inició cerca de las veintiún horas del 4 de mayo de 1954, cuando el Batallón 40, un cuerpo de élite del Ejército, atacó el Cuartel de Policía, bajo la conducción del teniente coronel Mario Ortega. Un centenar de soldados se apostó sobre la calle El Paraguayo Independiente, frente a la Policía, y otros más la rodearon, desplegándose por la calle Nuestra Señora de la Asunción. La Caballería, acéfala en esas horas decisivas, dudó en entrar en combate y perdió la mano.
Los enfrentamientos se dieron exclusivamente en el centro de la capital, especialmente en los alrededores del Cuartel de Policía, es decir, en las adyacencias del Teatro Municipal, justo cuando el primer movimiento de la “Heroica” estaba atrapando la atención del público que colmaba la sala, arrancándole al director de la orquesta del éxtasis al que lo había llevado la intensidad creativa de Beethoven y lo anhelado de ese momento, del sabor especial que confieren los logros antecedidos por incontables dificultades. Aun con la confusión reinante, el maestro Carlos Lara Bareiro quiso seguir con el espectáculo y dispuso que la orquesta inicie “La marcha fúnebre”, hasta que el griterío y la irrupción de los militares los obligó a interrumpir el concierto y abandonar el teatro.
Simultáneamente, en uno de los pasillos del cuartel, Roberto L. Petit era alcanzado por una de las balas enemigas y, aunque fue auxiliado por sus atacantes por orden del comandante del Batallón 40, quien así lo dispuso apenas se enteró del hecho, llegó al hospital ya sin vida.
Las circunstancias que rodearon a la muerte de Petit, una herida pequeña, el vehículo que se averió en el camino, el tiempo perdido y la falta de cuidados de emergencia en el trayecto le confieren a este episodio un tono aún más trágico. Con frecuencia, en las insurrecciones se omiten los recaudos de primeros auxilios y, en más de una ocasión, se han lamentado víctimas que podían salvarse. Este fue uno de esos casos. Se puede concluir, no obstante, que el destino se empeñó en cumplir sus designios sin que la acción humana pudiera impedirlo.
PRONTA DERROTA
Las fuerzas gubernistas no tardaron en ser derrotadas, algunos combatientes leales huyeron hacia los bajos del antiguo Cabildo; otros se dispersaron por las inmediaciones. Una veintena de bajas quedó como saldo de los enfrentamientos. Poco se sabe de estos muertos casi anónimos. El presidente Chaves estaba detenido en el Colegio Militar, donde fue a buscar refugio. La suerte estaba echada y todo había acabado para él.
El maestro Lara Bareiro, lejos de huir o guarecerse, deambuló por el centro, donde todavía se daban algunos enfrentamientos. Parecía en otra dimensión. Decepcionado por no poder concluir el concierto al que tanto tiempo y esfuerzo dedicó, el futuro de la orquesta se volvía aún más incierto.
Entendía perfectamente quiénes estaban detrás del golpe y lo que podía esperar de ellos. Caminaba sin rumbo aparente mientras daba rienda suelta a sus ideas, invisible ante los retenes que fueron improvisándose. Todavía persistían algunos disparos, cada vez más lejanos. Miró las paredes carcomidas por la furia de los proyectiles sediciosos, pero no pudo identificar si esos rastros eran recientes o formaban parte de las huellas de rebeliones anteriores.
De repente se sobresaltó y volvió al presente al encontrar en la intersección de las calles 25 de Mayo y Yegros el Ford Mercury de Roberto L. Petit, averiado por algún disparo que alcanzó el motor, abandonado con rastros de sangre. El resto de la historia pudo construirla sin mayor esfuerzo. Adivinó la muerte que muchos quisieron evitar y tantos lo lamentarían. El país perdía un buen hombre, un hombre decente. El frustrado director de orquesta miró al cielo y dijo: “Esto no es el fin, Roberto, es apenas el comienzo”.