El Instituto de Biotecnología Agrícola (Inbio) advirtió que el déficit de lluvias que se pronostica para esta semana afectará a la uniformidad en la germinación de los cultivos. Según indicaron, estas condiciones no son adecuadas para la siembra, ya que no permiten alcanzar una humedad óptima en el perfil del suelo.
De acuerdo a las estimaciones del Inbio, para los próximos días se indica una alta probabilidad de precipitaciones escasas o nulas en la mayor parte del territorio. “Solo un sector localizado en el sur de la Región Oriental podría registrar acumulados de entre 5 y 10 mm. En el resto del país, los niveles de lluvia serán insuficientes”, mencionaron.
De acuerdo con las proyecciones de los modelos climáticos, se espera un período de elevadas temperaturas en los próximos días, con temperaturas que podrían superar los 40 °C en algunas zonas de la Región Occidental y en varios puntos del norte de la Región Oriental. “Estas temperaturas elevadas incrementarán la pérdida de humedad del suelo a través del proceso de evapotranspiración”, remarcaron.
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En ese sentido, mencionaron que se recomienda que en los sectores en donde todavía no se realizó la siembra de cereales, se deberá esperar condiciones más favorables que garanticen un adecuado nivel de humedad en el suelo. Esto permitirá optimizar la ventana de siembra y reducir los riesgos de una germinación irregular o deficiente.
Desde la Unión de Gremios de la Producción (UGP) habían explicado que las altas temperaturas no afectaron todavía a la nueva campaña sojera 2024/25 que ya comenzó en todos los departamentos. No obstante, el sector agrícola permanecerá atento ante la falta de lluvias, que podría complicar el avance de los cultivos.
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Campaña agrícola regional genera incertidumbre en el mercado, señalan
La campaña agrícola que está en sus primeras etapas en la región genera incertidumbre en el mercado de granos al igual que el inicio de la cosecha estadounidense, según reportaron desde la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco).
El gremio señaló que según los informes del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA0), el avance de la cosecha de EE. UU. avanzó un 13 % en comparación con el 10 % registrado en el mismo periodo del año anterior. “En términos de la condición de los cultivos, el 52 % se clasifica como bueno, mientras que el 12 % se considera excelente”, según indicaron.
Con respecto a Sudamérica, explicaron que las primeras proyecciones de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) de Brasil y del Banco do Brasil estiman que el área destinada a la soja brasileña para la temporada agrícola 2024/25 alcanzarían las 47,40 millones de hectáreas, lo cual representó un incremento del 3 % respecto a las 46,02 millones del ciclo anterior.
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No obstante, mencionaron que en la región las labores de siembra aún no avanzan de manera significativa, debido a la escasez de humedad en las zonas productoras. Además, indicaron que durante la primera semana de septiembre se había sembrado el 15 % de la superficie prevista para la primera zafra de maíz correspondiente a la nueva campaña.
Según el informe, es relevante mencionar que esta primera zafra, por lo general representa aproximadamente el 20 % de la producción nacional, mientras que la siembra de maíz zafriña, que se cultiva tras la soja, constituye cerca del 75 % de la oferta del cereal en el país.
Por último, añadieron que además de Argentina, el comportamiento del mercado chino también tiene un efecto significativo en las cotizaciones de la oleaginosa. En las últimas semanas, se observó un aumento en las compras de soja estadounidense por parte de China, lo que reforzó las expectativas de un incremento en los precios.
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Ñeembucú: reportan pérdida importante de ganado a raíz de la sequía
La situación sigue crítica en el departamento de Ñeembucú, donde los productores ganaderos registran importantes pérdidas como consecuencia de la sequía. A este escenario se suma la falta de compradores y los bajos precios del mercado a la hora de vender ganado en pie, según explicó Héctor Ledesma, presidente de la Regional Ñeembucú de la Asociación Rural del Paraguay (ARP).
Ledesma hizo hincapié en que Ñeembucú ha venido sorteando desde hace varios años condiciones climáticas adversas: desde inundaciones hasta sequía extrema. Estos factores están afectando las pasturas, que impacta directamente en el hato ganadero, donde se reportan pérdidas importantes. “Después de la inundación en el segundo trimestre, con la falta de lluvia actual, el pasto no está brotando y hay falta de forraje. Como consecuencia, estamos teniendo pérdidas importantes en lo que hace mortandad de ganado vacuno”, explicó a la 920 AM.
Además de la falta de pastura y su impacto en el hato ganadero, los compradores tampoco están llegando hasta Ñeembucú y los precios para la venta de ganado en pie son muy bajos, debido a la alta concentración de la faena en dos frigoríficos, mencionó Ledesma. “Nuestro departamento se caracteriza por ser criador para invernada y los principales compradores de este rubro vienen del Chaco, que también se vio afectado por los incendios”, agregó.
Pese al crítico escenario, los productores de Ñeembucú están expectantes a mayores niveles de precipitaciones, que puedan mejorar hacia el cierre de año la producción bovina. Hasta el momento, según el presidente de la Regional Ñeembucú de la ARP, las lluvias registradas fueron escasas y dispares, por lo que no contribuyeron a aliviar el gran impacto de la sequía.
“Estamos esperanzados de que, con las lluvias, se pueda tener un rebrote de pasto (forraje). Creemos que para la época de venta de terneros, entre febrero y abril, vamos a estar llegando con un buen peso de los terneros para la venta. Esperamos además que los precios mejoren”, añadió.
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Ecuatorianos enfrentan ola de incendios y apagones
Parece un “castigo”, dice Fernando Muirragui con los ojos enrojecidos por el humo que inunda a Quito, al hacer un recuento de las penurias que atraviesa Ecuador. Acostumbrado a ir de tumbo en tumbo, el país encara su peor sequía en 61 años, apagones e incendios forestales.
La capital se declaró ayer miércoles en situación de emergencia debido a los 27 incendios forestales que ardieron el martes, algunos de los cuales se mantenían, y cubrieron la ciudad de humo y algunos barrios de cenizas.
“Ayer esto era una locura, era un infierno (...) Esto es un desastre”, dice a la AFP Rolando Marcillo, de 60 años, dueño de una carpintería en el barrio Bellavista, en el este de la ciudad. Allí, los vecinos gritaban desesperados pidiendo agua tras la reactivación de las llamas. Los problemas “se nos han ido juntando. La (falta de) luz, pasable, aguantamos algo, pero esto es el colmo lo de los incendios”, agrega Marcillo.
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El fuego amenazó modestas y exclusivas zonas residenciales y continuaba dando trabajo a unos 2.000 bomberos, militares, policías, socorristas y civiles que unían esfuerzos para transportar las mangueras y rastrillar el suelo en busca de focos. Algunos vecinos usaban mascarillas para protegerse del humo y había varias aves de corral muertas, constataron periodistas de la AFP.
A Muirragui, de 56 años, la secuencia de desgracias le “parece que fuera castigo”. Su casa se salvó de las llamas, pero otra cercana fue consumida por completo. Ante la llegada de la prensa al barrio Bellavista, uno de los focos de incendio, un vecino reclamaba: “No necesitamos fotos; necesitamos manos”. Una persona fue detenida como sospechosa de encender el fuego.
Cortes de luz y precios “exorbitantes”
La llamada “crisis hídrica” ha llevado al gobierno a declarar en alerta roja a 20 de las 24 provincias de Ecuador, que este año ya registra 3.300 incendios forestales que dejaron 14 heridos y casi 800 personas afectadas, según la secretaría de Riesgos.
La sequía desde hace tres meses ha reducido a mínimos históricos los embalses de las hidroeléctricas, que cubren un 70 % de la demanda nacional, y obligó a nuevos racionamientos de energía, esta vez de hasta 12 horas por día. Por cada hora de corte de luz, Ecuador pierde 12 millones de dólares, según el sector empresarial.
A los apagones se suma la falta de agua potable y la especulación de precios, que están empezando a crecer por los trastornos que la sequía genera en la producción agrícola. “Todo está subiendo”, dice Consuelo, un ama de casa que evita dar su apellido por temor a la inseguridad causada por la violencia de las bandas del narcotráfico, otra de las crisis nacionales.
“En las fruterías, la funda de verduras todavía cuesta un dólar, pero vienen menos tomates, menos cebollas, menos pimientos, y los vendedores creen que no nos damos cuenta”, agrega la exprofesora de 59 años. Unas 40.000 hectáreas de cultivos ya se han visto afectadas por la seca y el fuego, según el ministro de Agricultura, Danilo Palacios.
La reducción de la cosecha de maíz, utilizado para alimentar aves de corral, podría empujar el precio de la cubeta de 30 huevos a niveles “exorbitantes” como 10 dólares, frente a los 4 dólares actuales, de acuerdo con gremios productivos.
Inseguridad
Ante los apagones, los comerciantes “estamos pidiendo menos a los proveedores de productos perecibles como carnes”, ya que “no se pueden almacenar por el peligro de que se echen a perder”, indica Ana Topón, de 77 años y propietaria de una despensa en el centro histórico de Quito.
Pese al riesgo por los incendios cercanos y la contaminación del aire por el humo, a Muirragui le preocupa dejar su casa y ser víctima de la criminalidad. “No hay cómo abandonar las cosas porque la delincuencia aprovecha que no hay nadie” para robar, señala.
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La capital ecuatoriana también ha sufrido con balaceras los últimos días, por choques entre grupos narco. Un ataque armado contra personas que se encontraban en una peluquería dejó cinco muertos y un herido el pasado viernes. Ecuador, con 17 millones de habitantes, registró en 2023 un récord de 47 homicidios por cada 100.000 personas, frente a la tasa de 6 de 2018.
Fuente: AFP
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Campaña agrícola 2024/2025 muestra altas expectativas
La siembra y germinación de cultivos en la región Oriental de Paraguay avanza con optimismo, a pesar de los desafíos que enfrentan los agricultores en la actual campaña agrícola 2024/2025. Los productores rurales, particularmente las familias campesinas, se esfuerzan por obtener rendimientos que no solo cubran los costos de inversión, sino que también generen ganancias en un contexto de fluctuaciones climáticas e incertidumbre en los precios internacionales.
El objetivo principal es mantener un equilibrio entre los costos de producción y los ingresos, mientras se gestionan las presiones del mercado global. La situación no es sencilla, pero la resiliencia del sector sigue siendo un pilar para la economía nacional.
La calidad de las semillas y el desarrollo de los cultivos son aspectos claves que mantienen el optimismo entre los productores. En zonas como Caaguazú, Alto Paraná y otras regiones productivas, los agricultores trabajan arduamente para cumplir con los plazos establecidos en el ciclo de siembra y cosecha. Aunque las condiciones climáticas pueden variar, lo que trae cierta incertidumbre, las expectativas son positivas en cuanto a la productividad.
David Bakes, productor en Mbaracayú, Alto Paraná Norte, subrayó que los rendimientos esperados deben alcanzar entre 2.500 y 3.000 kilogramos por hectárea para cubrir los costos de producción y generar al menos un “empate técnico”, es decir, evitar pérdidas financieras. Este rendimiento es crucial, especialmente para aquellos agricultores que alquilan sus tierras y dependen de una mayor producción para poder solventar sus gastos.
“Todos tenemos gastos asociados a insumos y la gestión de comercialización. Pero hay una diferencia entre los productores que son propietarios de sus campos y los que alquilan. Estos últimos necesitan un mayor volumen de producción para alcanzar el mismo nivel de rentabilidad”, explicó Bakes.
Realidades distintas según la región
La presión de los precios internacionales a la baja ha afectado las expectativas de ganancia en varias zonas productivas del país. Según Aurio Frighetto, productor en el departamento de Caaguazú, la situación actual no permite esperar ganancias significativas. “Esperar grandes márgenes de ganancia es complicado en este contexto. Sin embargo, los agricultores siempre mantienen una visión optimista, esperando que las condiciones sean favorables”, expresó.
Frighetto también señaló que la mayor preocupación para los productores sigue siendo el clima. Las variaciones climáticas, como lluvias irregulares o sequías prolongadas, podrían impactar directamente en el desarrollo de los cultivos, especialmente en variedades de ciclo corto. “El problema radica en que si las condiciones climáticas no son las adecuadas, la cosecha podría prolongarse, afectando no solo el tiempo, sino también la calidad del producto”, añadió.
La incertidumbre en torno a las condiciones climáticas es un factor constante para los productores, quienes deben evaluar diariamente el estado de sus cultivos y aplicar medidas de protección. A pesar de estos desafíos, los agricultores mantienen su compromiso con el trabajo en el campo, con la esperanza de que la cosecha rinda los frutos necesarios para mantener la estabilidad económica de sus familias.
Impacto de los precios internacionales y la exportación de soja
Otro aspecto que incide en las expectativas de los agricultores es la caída en los precios internacionales. A pesar del aumento en los volúmenes de exportación, los precios bajos en el mercado global limitan los ingresos que genera el sector agrícola para el país.
En la campaña de soja 2023/2024, hasta agosto de 2023, Paraguay exportó un total de 6,8 millones de toneladas de granos de soja, un aumento del 46% en comparación con el mismo periodo del año anterior. En términos de valor, las exportaciones alcanzaron los 2.731 millones de dólares, un 6,7% más que en 2023. Esta cifra representa un récord histórico en volumen para el país, superando los 6,5 millones de toneladas exportadas en campañas anteriores, según datos de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco).
Sin embargo, la caída en los precios internacionales ha limitado los ingresos que el país obtiene por estas exportaciones, lo que genera preocupación entre los productores. Aunque los volúmenes exportados han crecido significativamente, los agricultores no ven reflejado este aumento en sus ingresos debido a los bajos precios que rigen el mercado.
Optimismo cauteloso en el campo
A pesar de la incertidumbre económica y climática, el optimismo sigue siendo una característica central entre los agricultores paraguayos. Desde su perspectiva, la siembra y la cosecha son ciclos que, aunque inciertos, siempre traen consigo la esperanza de buenos resultados.
Dionisio Hildebrand, productor de Caaguazú, expresó que, aunque existe temor por los precios a la baja, los agricultores siguen adelante con su trabajo en el campo. “Cubriremos toda el área y trabajaremos para obtener buenos resultados. Esperamos que todo salga bien, como siempre lo hemos hecho”, comentó Hildebrand.
El enfoque sigue siendo alcanzar un rendimiento que permita a los agricultores cumplir con sus compromisos financieros, pagar deudas y generar algún tipo de beneficio económico para sus familias. Las expectativas para la campaña 2024/2025 son altas, pero también están marcadas por la necesidad de adaptarse a las circunstancias que el clima y el mercado imponen.
La agricultura sigue siendo uno de los sectores más dinámicos y fundamentales para la economía paraguaya. Sin embargo, la sostenibilidad de este sector dependerá en gran medida de la capacidad de los productores para adaptarse a las fluctuaciones del mercado y las condiciones climáticas. En este sentido, la incorporación de tecnologías agrícolas que ayuden a mitigar el impacto del clima, como la irrigación eficiente o el uso de semillas más resistentes, será clave para el éxito a largo plazo.
Las expectativas de éxito están, como siempre, ligadas a la resiliencia de los agricultores, quienes continúan trabajando con esfuerzo y dedicación, incluso en tiempos inciertos.