La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) expresó su preocupación por el constante robo de mercaderías en tránsito en la hidrovía Paraguay-Paraná, y el destino del aceite que es hurtado de barcazas que podría estar siendo refinado en instalaciones clandestinas sin cumplir con los procesos mínimos para asegurar su inocuidad.
“El perjuicio económico es grave, ya que en muchos casos, al reemplazar la mercadería robada por agua u otros cuerpos extraños se contamina la carga y además, la misma sufre penalizaciones por mala calidad o es directamente rechazada”, indicaron. Agregaron que con estos refinamientos estarían siendo reempaquetados en recipientes de marcas ya establecidas en el mercado y comercializados como tales, engañando y exponiendo a los consumidores.
Detallaron que esta problemática tiene efecto en la tarifa que termina impactando la competitividad de los artículos transportados a pesar de que las empresas transportadoras realicen grandes inversiones en tecnología y procesos para intentar prevenir estas situaciones. “El esfuerzo aislado del sector privado no es suficiente para enfrentar a grupos organizados dedicados al robo y contrabando”, apuntaron.
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El gremio propuso trabajar en una solución integral a futuro, desarrollando un plan maestro para nuestras vías navegables atendiendo a que será el método para mejorar nuestra competitividad como país e ir erradicando los altos niveles de inseguridad y otros problemas que se sufren en la hidrovía que representa la principal vía de conexión comercial del Paraguay al mundo.
Consultado sobre el punto el vicepresidente de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco) Hugo Pastore indicó a La Nación/Nación Media que este problema tiene larga data y afecta a varios rubros. “En el caso del aceite tiene más valor porque una tonelada vale más que la soja. Normalmente se roba y entra sin cumplir requisitos mínimos al flujo comercial con una refinación mal hecha”, manifestó.
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Cappro apunta a la consolidación de la industria aceitera dentro del país
El gremio aglutina a las diez aceiteras más importantes del Paraguay.
La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro), desde sus inicios (hace 18 años) hasta la fecha, ha tenido un desempeño destacado en la sustentabilidad ambiental, la logística fluvial, el combate al contrabando y coadyuvando con el esfuerzo de los productores de materias primas para la industria aceitera.
La Cappro es un gremio que agrupa a las 10 industrias aceiteras más importantes del Paraguay, cuyo volumen de producción representa el 95 por ciento de la cantidad de aceites y harinas oleaginosas producidas y exportadas por el país. Las firmas asociadas a Cappro son:
ADM, Bisa, Bunge, Caiasa, Cargill, Conti Paraguay, Copagra, LDC, Mercantil Comercial y Oleaginoza Raatz; las mismas canalizaron aproximadamente más del 60 por ciento de la soja cosechada en el país en la última década. Algunos de los asociados realizan otros procesos industriales conexos, como envasado de aceites comestibles, producción de grasas y margarinas, balanceados y aceite de coco.}
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“Luego del gran flujo de inversiones en el sector, a inicios de la década pasada, la industria aceitera paraguaya se posicionó como la principal actividad industrial en términos de saldo de inversión directa, con 861 millones de dólares al cierre de la última actualización realizada por el Banco Central del Paraguay”, comenzó diciendo Sandra Noguera, gerente general de Cappro, a La Nación/Nación Media.
Explicó que en ese periodo surgieron nuevas industrias y otras fueron ampliadas y mejoradas, con lo que la capacidad para industrializar se triplicó. Sin embargo, los constantes cambios de reglas redujeron la competitividad del sector, modificando de manera significativa los planes iniciales.
“Esto puso freno a las inversiones, ya que el escenario se volvió incierto, con lo cual actualmente no existe la previsibilidad necesaria para los inversionistas y el año se está volviendo crítico para la agroindustria”, explicó.
Las agroindustrias en el Paraguay, además de los beneficios directos en generación de empleos formales y de calidad, la creación de polos de desarrollo, el mayor ingreso de divisas al exportar productos industrializados de mayor valor que las materias primas, aportes fiscales, entre otros, indirectamente a lo largo de los años han impactado positivamente en rubros conexos, propiciando y facilitando el crecimiento de la cría de cerdos y aves, ganado lechero, piscicultura y otros.
Entre los planes de Cappro está la consolidación de la industria aceitera dentro del territorio como eslabón fundamental para el desarrollo del resto de la cadena. Sobre este último punto, las industrias asociadas a Cappro, con las políticas públicas adecuadas, pueden colaborar con los planes del Gobierno de convertir al Paraguay en capital del biocombustible, ya que son las proveedoras naturales del aceite crudo necesario para la producción de este.
Agregó que el desafío para este segundo semestre del año, y para los próximos años, es encontrar mecanismos que permitan a la industria local aprovechar su capacidad instalada y recuperar rentabilidad que se ha ido erosionando sistemáticamente en estos últimos años.
“Las previsiones de industrialización para el cierre de este año no superan los 2,5 millones de toneladas, representando una capacidad ociosa de más de 1,8 millones de toneladas, lo que pone en evidencia cómo van profundizando aún más las condiciones de competitividad negativas para la subsistencia de las industrias aceiteras nacionales que apostaron por el país”, comentó.
Explicó que para enfrentar un nivel más competitivo es crucial robustecer la agroindustria con políticas públicas enfocadas en lograr una mayor industrialización de la materia prima agrícola dentro del territorio nacional. “Se requiere de una política industrial clara que nos ayude a concretar el potencial del sector”, sostuvo.
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Satisfacción
Como gremio, la mayor satisfacción es haber adquirido un desempeño destacado en la cooperación integral en las actividades de las industrias aceiteras, en ocupar un espacio cada vez mayor en la instalación del diálogo abierto con las autoridades del Gobierno y con los otros actores de la economía nacional, entre otros aspectos.
“Otro punto que enorgullece a Cappro es el haberse convertido en un ente de referencia a nivel local e internacional en la generación de estadísticas del sector agroindustrial”, comentó. Asimismo, dijo que se debe reforzar el diálogo entre el Gobierno y los sectores que invirtieron o desean invertir en el país, con miras a transformar las ventajas comparativas del Paraguay en verdaderas ventajas competitivas.
“La Cámara tiene por misión impulsar la industrialización de oleaginosas y cereales en coordinación con el sector público, fomentando el crecimiento de la producción agrícola e industrial, generando mayores ingresos de divisas y puestos de trabajo, con responsabilidad social y medioambiental”, aseguró.
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Cappro apunta a la consolidación de la industria aceitera dentro del país
El gremio aglutina a las diez aceiteras más importantes del Paraguay.
La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro), desde sus inicios (hace 18 años) hasta la fecha,ha tenido un desempeño destacado en la sustentabilidad ambiental, la logística fluvial, el combate al contrabando y coadyuvando con el esfuerzo de los productores de materias primas para la industria aceitera.
La Cappro es un gremio que agrupa a las 10 industrias aceiteras más importantes del Paraguay, cuyo volumen de producción representa el 95 por ciento de la cantidad de aceites y harinas oleaginosas producidas y exportadas por el país. Las firmas asociadas a Cappro son: ADM, BISA, BUNGE, CAIASA, CARGILL, CONTIPARAGUAY, COPAGRA, LDC, MERCANTIL COMERCIAL y OLEAGINOSA RAATZ; las mismas canalizaron aproximadamente más del 60 por ciento de la soja cosechada en el país en la última década. Algunos de los asociados realizan otros procesos industriales conexos, como envasado de aceites comestibles, producción de grasas y margarinas, balanceados y aceite de coco.
“Luego del gran flujo de inversiones en el sector, a inicios de la década pasada, la industria aceitera paraguaya se posicionó como la principal actividad industrial en términos de saldo de inversión directa, con 861 millones de dólares al cierre de la última actualización realizada por el Banco Central del Paraguay”, comenzó diciendo Sandra Noguera, gerente general de Cappro, a La Nación/Nación Media al hablar de la evolución de la industria nacional.
Explicó que en ese periodo surgieron nuevas industrias y otras fueron ampliadas y mejoradas, con lo que la capacidad para industrializar se triplicó. Sin embargo, los constantes cambios de reglas redujeron la competitividad del sector, modificando de manera significativa los planes iniciales.
“Esto puso freno a las inversiones, ya que el escenario se volvió incierto, con lo cual actualmente no existe la previsibilidad necesaria para los inversionistas y el año se está volviendo crítico para la agroindustria”, explicó.
Las agroindustrias en el Paraguay, además de los beneficios directos en generación de empleos formales y de calidad, la creación de polos de desarrollo, el mayor ingreso de divisas al exportar productos industrializados de mayor valor que las materias primas, aportes fiscales, entre otros, indirectamente a lo largo de los años han impactado positivamente en rubros conexos, propiciando y facilitando el crecimiento de la cría de cerdos y aves, ganado lechero, piscicultura y otros.
Entre los planes de Cappro está la consolidación de la industria aceitera dentro del territorio como eslabón fundamental para el desarrollo del resto de la cadena. Sobre este último punto, las industrias asociadas a Cappro, con las políticas públicas adecuadas, pueden colaborar con los planes del Gobierno de convertir al Paraguay en capital del biocombustible, ya que son las proveedoras naturales del aceite crudo necesario para la producción de este.
Agregó que el desafío para este segundo semestre del año, y para los próximos años, es encontrar mecanismos que permitan a la industria local aprovechar su capacidad instalada y recuperar rentabilidad que se ha ido erosionando sistemáticamente en estos últimos años.
“Las previsiones de industrialización para el cierre de este año no superan los 2,5 millones de toneladas, representando una capacidad ociosa de más de 1,8 millones de toneladas, lo que pone en evidencia cómo van profundizando aún más las condiciones de competitividad negativas para la subsistencia de las industrias aceiteras nacionales que apostaron por el país”, comentó.
Explicó que para enfrentar un nivel más competitivo es crucial robustecer la agroindustria con políticas públicas enfocadas en lograr una mayor industrialización de la materia prima agrícola dentro del territorio nacional. “Se requiere de una política industrial clara que nos ayude a concretar el potencial del sector”, sostuvo.
SATISFACCIÓN
Como gremio, la mayor satisfacción es haber adquirido un desempeño destacado en la cooperación integral en las actividades de las industrias aceiteras, en ocupar un espacio cada vez mayor en la instalación del diálogo abierto con las autoridades del Gobierno y con los otros actores de la economía nacional, entre otros aspectos.
“Otro punto que enorgullece a Cappro es el haberse convertido en un ente de referencia a nivel local e internacional en la generación de estadísticas del sector agroindustrial”, comentó.
Asimismo, dijo que se debe reforzar el diálogo entre el Gobierno y los sectores que invirtieron o desean invertir en el país, con miras a transformar las ventajas comparativas del Paraguay en verdaderas ventajas competitivas.
“La Cámara tiene por misión impulsar la industrialización de oleaginosas y cereales en coordinación con el sector público, fomentando el crecimiento de la producción agrícola e industrial, generando mayores ingresos de divisas y puestos de trabajo, con responsabilidad social y medioambiental”, aseguró.
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Baja disponibilidad de granos complicará a su industria
La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) advirtió en su informe mensual que si bien la industrialización de oleaginosas se incrementó en 14 % al cierre de julio de este año, la baja disponibilidad de granos complicaría la actividad del rubro en el segundo semestre.
Así, se da cuenta de una tendencia a la baja en los últimos años del procesamiento del principal cultivo agrícola del país, la soja. Según la Cappro, la industrialización de oleaginosas acumulada al cierre del séptimo mes del 2024 alcanzó 1.970.600 toneladas, que representa un incremento del 14 % frente al mismo periodo del año pasado y 158 mil toneladas más con respecto al promedio para este periodo de los últimos 5 años.
Si bien en este julio se puede ver un leve incremento del volumen procesado de oleaginosas con respecto al mismo periodo del 2023, aún se mantiene lejos de los mejores registros para este mes.
Desde el gremio destacan que aunque este panorama parece apuntar hacia un año positivo para la industria aceitera, la realidad es que el aumento de la molienda guarda más relación con la presión sobre la industria local por el aumento de la exportación de granos en estado natural.
“El considerable aumento de la exportación de granos en estado natural, principalmente hacia la Argentina, reduce considerablemente la disponibilidad de granos para este segundo semestre del año y podría llevar a un cierre muy prematuro en las actividades de molienda en muchas de las industrias aceiteras del país”, indica en su informe mensual.
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Cappro advierte que baja disponibilidad de granos complicará a su industria
La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) advirtió en su informe mensual que si bien la industrialización de oleaginosas se incrementó en 14 % al cierre de julio de este año, la baja disponibilidad de granos complicaría la actividad del rubro en el segundo semestre. Así, se da cuenta de una tendencia a la baja en los últimos años del procesamiento del principal cultivo agrícola del país, la soja.
De acuerdo con los datos de la Cappro, la industrialización de oleaginosas acumulada al cierre del séptimo mes del 2024 alcanzó 1.970.600 toneladas, que representa un incremento del 14 % frente al mismo periodo del año pasado y 158 mil toneladas más con respecto al promedio para este periodo de los últimos cinco años.
Si bien en este julio se puede observar un leve incremento del volumen procesado de oleaginosas con respecto al mismo periodo del 2023, aún se mantiene lejos de los mejores registros para este mes. Así, desde el gremio destacan que aunque este panorama parece apuntar hacia un año positivo para la industria aceitera, la realidad es que el aumento de la molienda guarda más relación con la presión sobre la industria local por el aumento de la exportación de granos en estado natural.
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“El considerable aumento de la exportación de granos en estado natural, principalmente hacia la Argentina, reduce considerablemente la disponibilidad de granos para este segundo semestre del año y podría llevar a un cierre muy prematuro en las actividades de molienda en muchas de las industrias aceiteras del país”, mencionó la Cappro en su informe mensual.
Desde el gremio se hizo hincapié, además, en que durante los últimos años se ha observado una tendencia a la baja en el procesamiento del principal cultivo agrícola del país, la soja, debido a la pérdida de condiciones de competitividad. Esta realidad se refleja en las estadísticas de exportación, ya que desde el 2019 (excluyendo la sequía del 2022) se registró una caída en la participación de los productos industrializados en la generación de divisas del complejo sojero.
“Del 41 % en 2019, se pasó a un 29 % en 2023. En el mismo sentido, la exportación de granos de soja pasó de representar el 59 % de todo lo generado por el complejo a ser el 71 %”, mencionaron.