La Cámara Paraguaya de Biodiesel (Biocap) se reunió con la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) para conocer la disponibilidad de la materia prima y poder abastecer la capacidad de transformación del aceite en biodiésel. Massimiliano Corsi, presidente del gremio, refirió que ambos sectores deben trabajar conjuntamente con los dos productos que salen de la cadena productiva paraguaya.
“Biocap y Cappro tienen que trabajar en conjunto porque la materia prima para hacer los biocombustibles, hacer la energía, y los alimentos a nivel mundial, van de la mano”, explicó a La Nación/Nación Media. Comentó que se crearon unas mesas técnicas para que los dos gremios puedan dar a conocer el potencial de ambos sectores.
Comentó que desde Biocap buscan que se cumpla el porcentaje de mezcla de biodiésel y aprovechar toda la materia prima, que es exportada al exterior sin valor agregado. “Poner también en condición a las empresas de oleaginosas que producen aceites y harinas de querer industrializar en el mercado y no exportar”, afirmó, enfatizando que muchas veces el segmento de las oleaginosas no es favorecido en el mercado interno.
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El representante del sector detalló que la Ley 6389 establece el incremento gradual de la mezcla de biocombustibles apta para motores diésel hasta un máximo de 5 %, pero actualmente solo se utiliza al 2 %. “La capacidad de producción es hasta el 15 %, pero que se cumpla la Ley del 5 % en Paraguay y el otro 10 % lo vamos a exportar, pero las empresas que recién llegaron no están teniendo la oportunidad de poder producir”, puntualizó.
Advirtió que existen empresas con altas performances como Crémer Óleo o la BSBIOS, del Grupo ECB que invirtieron en el país, pero tienen el riesgo de no avanzar. “Eso sería un grave problema porque son inversiones recientes y las hicieron por la seguridad jurídica”, remarcó. En torno a esto, el gremio envió al Ministerio de Industria y Comercio (MIC) una nota para solicitar la suba del porcentaje para el cumplimiento de la Ley y contar con respuestas.
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Biocombustibles en Paraguay, industria que crece y promete a futuro
Alba Delvalle (alba.delvalle@nacionmedia.com)
Una palabra que desde hace años está en auge es la sostenibilidad. Al hablar de combustibles, este concepto parece estar lejos, pero lo cierto es que existe una alternativa más limpia o de energía renovable, los biocombustibles.
“Apostar más por los biocombustibles en la mezcla con el diésel y la nafta ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y promueve la sustentabilidad ambiental”, aseguró a La Nación/Nación Media el titular de la Cámara Paraguaya de Biocombustible y Energías Renovables (Biocap), Massimiliano Corsi.
El directivo explicó que a nivel local se producen dos tipos de biocombustibles, el etanol y el biodiésel, que se obtienen a partir de aceites vegetales, que serían subproductos de las plantas procesadoras de granos y semillas utilizadas para la producción de alimentos para el ganado. “Específicamente, en Paraguay se emplean materias primas como la caña de azúcar, la soja y el maíz”, detalló Corsi.
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Agregó que los biocombustibles están regulados por ley, de modo a que los importadores de hidrocarburos puedan adquirir los biocombustibles y luego mezclarlos, en las proporciones correspondientes, con los combustibles fósiles, como el diésel y la nafta. Según registros periodísticos, la mezcla se habría empezado a implementar desde 1999.
El sector
Para graficar este innovador segmento, el diario La Nación/ Nación Media recurrió a la Biocap y a las dependencias del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), como la Dirección de Combustibles Alternativos y Renovables y la Red de Inversiones y Exportaciones (Rediex).
Los datos refieren que los biocombustibles contribuyen a diversificar la matriz energética del país, fomentando la soberanía al reducir la dependencia de los combustibles fósiles, que se importan al 100 %, promoviendo así la producción nacional. Además de ser parte del fortalecimiento de toda la cadena productiva, partiendo desde la agricultura.
A esto se suma que el etanol y el biodiésel que se producen en el país conquistaron varios mercados, de acuerdo a datos proporcionados por la Dirección de Combustibles Alternativos y Renovables. Los envíos de ambos en el 2023 superaron USD 150 millones.
Actualmente, la capacidad instalada para la producción de alcohol por año es de 733.652 metros cúbicos y de biodiésel 243.650 metros cúbicos.
La cadena de valor de biocombustibles tendría un alcance de unas 1.500 familias, ya que según estimaciones de la Biocap, solo en la producción de biodiésel, se emplearía a 500 familias y en la elaboración de etanol a otras 1.000 familias de manera directa e indirecta.
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Porcentaje de mezcla
Los biocombustibles llegan a los consumidores a través de las estaciones de servicio y distribuidores autorizados, que implementan la mezcla reglamentada con el diésel según la Ley n.° 6389/2019 “Que establece el régimen de promoción para la elaboración sostenible y utilización obligatoria del biocombustible apto para la utilización en motores diésel”.
En octubre del 2023, el MIC elevó el porcentaje obligatorio de la mezcla de biocombustibles apto para motores diésel, llevándolo del 2 al 5 %, sin que esto influya en el precio final al consumidor.
Lo que se pretende desde el sector es su incremento gradual, incluso hasta un 15 %, como lo tienen otros países en la región.
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Sector en crecimiento
El sector de los biocombustibles en Paraguay está en crecimiento, con señales positivas de inversión por parte de importantes compañías multinacionales productoras, que actualmente están establecidas en el país, agregó Corsi.
Sin embargo, habló de la necesidad de reformar las leyes relacionadas con el uso de los biocombustibles, para permitir que estas industrias se desarrollen, consoliden y principalmente fomenten más inversiones.
“El ministro de Industria y Comercio, Javier Giménez, está avanzando en la presentación de una propuesta de reforma de ley que será presentada al Ejecutivo. Como gremio, nuestra única expectativa es que esta reforma esté basada en una política de Estado e incluya un mandato obligatorio de mezcla gradual, siguiendo el ejemplo de otros países vecinos”, remarcó.
Futuro prometedor
Como futuro de los biocombustibles, si bien se utilizan principalmente en mezclas con carburantes fósiles, ya en la actualidad existen compañías que producen vehículos que pueden utilizar biocombustibles al 100 %.
Esto significa que ya es posible optar por biocombustibles como una alternativa neta, sin depender de los combustibles fósiles, añadió Corsi.
La tecnología y la infraestructura para impulsar vehículos con biocombustibles puros está en continuo desarrollo, lo que está abriendo la puerta a una mayor adopción de los biocombustibles como una alternativa sostenible y renovable, en consonancia con las tendencias globales alineadas a combatir el cambio climático.
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Abogan por marco normativo para inversiones en biocombustibles
El presidente de la Cámara Paraguaya de Biocombustibles (BIOCAP), Massimiliano Corsi, presentó recientemente el potencial de este sector energético en Paraguay, que desde el 2019 viene duplicando su producción en biodiésel y aumentando un 15 % la del etanol.
“Paraguay tiene todas las condiciones para ser un espacio estratégico en la producción, logística y comercialización del biocombustible en América del Sur. La ubicación privilegiada en el centro del continente, lo convierte en un potencial nodo”, expresó.
Esto, en el marco de su presentación en el panel Bioenergy for Climate Change - Mitigation and Energy Access, dentro de la undécima Semana de la Bioenergía realizada en Roma, organizada por el Global Biofuel Partnership (Asociación Mundial de la Bioenergía (GBEP) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Herramienta de transición energética
Contextualizó el alcance de los biocombustibles, como una herramienta esencial para la transición energética en todo el mundo. “Necesitamos más biocombustible en más sectores para una ruta efectiva de reducción de emisiones de CO2″, remarcó durante el evento internacional.
En este sentido, el referente local puso énfasis en la necesidad país de contar con políticas de estado a largo plazo, tomando en serio los desafíos de la transición energético. “Paraguay necesita un mandato obligatorio para promover la inversión en biocombustible”, dijo.
Subrayó que es preciso un marco regulatorio previsible, un horizonte de aumento gradual de la mezcla de biocombustibles con los combustibles fósiles para los próximos años, de modo a estimular a los inversiones y productores.
Marco normativo
Agregó que los biocombustibles ya ocupan un rol estratégico en sectores que necesitan emitir menos gases de efecto invernadero como el transporte aéreo, marítimo o terrestre, o grandes industrias que emplean calderas para su cadena de producción.
No obstante, acentuó que para cumplir ese papel con efectividad, es necesario una industria capaz de satisfacer la demanda a un precio razonable, lo cual implica desarrollar aún más el sector con inversiones, que solo llegarán si se garantiza un marco normativo claro, estable y previsible. “Los mandatos deben ser claros, escalables y obligatorios”, acotó.
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Complejo sojero, protagonista de la economía paraguaya a la espera de potenciar la industrialización
Sofía Céspedes (sofia.cespedes@nacionmedia.com)
La producción de soja tuvo un incremento de 28 % entre 2014 y 2024 de acuerdo con estadísticas de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro). En 2023, el complejo sojero generó ingresos al país por USD 3.424 millones en comparación a los USD 1.226 millones registrados en 2022.
El portal Green Commodities afirma que la soja se convirtió en el primer producto de exportación del país, es el producto agrícola que genera más ingresos y aporta al producto interno bruto (PIB) cerca del 17 %. Actualmente, Paraguay se sitúa entre los seis mayores productores de soja a nivel mundial y el cuarto mayor exportador.
Sin embargo, la industrialización sigue siendo una materia pendiente y que impulsará más a este segmento de la agricultura. La molienda del grano no tuvo el mismo comportamiento de crecimiento como fue con la producción agrícola; por el contrario, el año pasado la industrialización fue un 8 % menor que la que se había conseguido en 2014.
En contacto con La Nación/Nación Media, Sandra Noguera, gerente general de la Cappro, explicó que el repunte de la producción de soja, luego de la “catástrofe” de 2022 a raíz de la sequía, es sumamente positivo para el sector, pero aclaró que la materia pendiente sigue siendo la industrialización de la oleaginosa.
Noguera precisó que para dar el siguiente paso en la industrialización se deben introducir medidas públicas que puedan impulsar al sector y atraer nuevas inversiones, principalmente contar con un esquema de equiparación tributaria para la industria aceitera, con relación al resto de las industrias que exportan.
Actualmente, es la única industria que no tiene derecho a la devolución del IVA al exportar productos industrializados, y tener un esquema de incentivos donde se promueva transformar la materia prima en el país.
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Noguera enfatizó que mientras Paraguay no cuente con las condiciones para seguir avanzando en la industrialización no podrá responder a la alta demanda existente en el exterior por la soja, principalmente de Argentina, que es uno de los mayores compradores del grano.
En el vecino país hay un régimen de admisión temporaria que facilita la importación de materia prima, tanto de Paraguay como de otros países alrededor del mundo. En los últimos 5 años (2019-2023), Argentina fue el destino de alrededor del 78 % de toda la soja en estado natural que se exportó desde Paraguay.
Capacidad
Sobre la capacidad de procesamiento en las industrias aceiteras asociadas a Cappro, Noguera indicó que ronda las 4,2 millones de toneladas anuales, es decir, menos de la mitad de lo que se produce anualmente.
La directiva de la Cappro incluso resaltó que en los últimos tres años “normales” (sin considerar el año de la gran sequía del 2022) se procesaron solo 3,01 millones de toneladas en promedio, por año de soja, lo que implica que cada año las aceiteras nacionales se ven forzadas a no aprovechar cerca del 30 % de su capacidad, pese a que existe materia prima agrícola disponible en el país.
“Entre 2014 y 2024 la capacidad instalada se ha reducido en torno a unas 300.000 toneladas por año, ya que en 2018 una de las industrias asociadas a Cappro decidió suspender sus operaciones de molienda de oleaginosas”, agregó Noguera.
Producción
Acerca de la cosecha que esperan para la campaña agrícola 2023/2024, tanto Sandra Noguera como Hugo Pastore, vicepresidente de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), precisaron a La Nación/Nación Media que la producción estimada es de un volumen de 10,47 millones de toneladas con una superficie de siembra de 3,56 millones de hectáreas y un rendimiento promedio de 2.767 kilos por hectárea.
Aseguraron que es un buen volumen, con un rendimiento dispar por zonas con bajo rendimiento a raíz de factores climáticos, que fue compensado por otras zonas. Recordaron que en años de buena producción agrícola se cosecha en un volumen de entre 10 millones y 11 millones de toneladas anuales.
“Tuvimos una zafriña que no tuvo buenas precipitaciones, lo que hace que los rendimientos sean variables, algunas rinden mejor que otras, se sufrió mucho por la falta de lluvia”, expresó Pastore recordando que están atentos a los pronósticos meteorológicos respecto a lo que se espera para la próxima campaña agrícola.
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Empleo
En 2013, las industrias asociadas a Cappro hicieron grandes inversiones para instalar nuevas fábricas y la capacidad instalada de procesamiento creció de 1,5 millones de toneladas por año a 4,5 millones de toneladas por año.
De esta manera, el sector agroindustrial pasó a considerarse la actividad industrial más importante del país en los 10 años en términos de saldo de inversión extranjera directa.
Esto produjo que solo los asociados a la Cappro generen empleo para más de 8.800 trabajadores calificados, 2.200 de manera directa en las plantas y aproximadamente 6.600 de manera indirecta. La cámara está conformada por 10 industrias aceiteras que procesan oleaginosas para la obtención de la harina, cascarilla de soja, aceite crudo y refinado.
Datos claves
- La producción de soja tuvo un incremento de 28 % entre 2014 y 2024.
- La producción estimada para la campaña 2023-2024 es de 10,47 millones de toneladas.
- En los últimos 5 años Argentina fue el destino de alrededor del 78 % de toda la soja en estado natural.
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Complejo sojero, protagonista de la economía, pretende elevar la industria
- Por Sofía Céspedes
- sofia.cespedes@nacionmedia.com
La producción de soja tuvo un incremento de 28 % entre el 2014 y el 2024 de acuerdo con estadísticas de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro). En 2023, el complejo sojero generó ingresos al país por USD 3.424 millones en comparación a los USD 1.226 millones registrados en 2022.
El portal Green Commodities afirma que la soja se convirtió en el primer producto de exportación del país. Es el producto agrícola que genera más ingresos y aporta al producto interno bruto (PIB) cerca del 17 %. Actualmente, Paraguay se sitúa entre los seis mayores productores de soja a nivel mundial y el cuarto mayor exportador.
Sin embargo, la industrialización sigue siendo una materia pendiente y que impulsará más a este segmento de la agricultura. La molienda del grano no tuvo el mismo comportamiento de crecimiento como fue con la producción agrícola; por el contrario, el año pasado la industrialización fue un 8 % menor que la que se había conseguido en 2014.
En contacto con La Nación/ Nación Media, Sandra Noguera, gerente general de la Cappro, explicó que el repunte de la producción de soja, luego de la “catástrofe” de 2022 a raíz de la sequía, es sumamente positivo para el sector, pero aclaró que la materia pendiente sigue siendo la industrialización de la oleaginosa.
Noguera precisó que para dar el siguiente paso en la industrialización se deben introducir medidas públicas que puedan impulsar al sector y atraer nuevas inversiones, principalmente contar con un esquema de equiparación tributaria para la industria aceitera con relación al resto de las industrias que exportan. Actualmente, es la única industria que no tiene derecho a la devolución del IVA al exportar productos industrializados, y tener un esquema de incentivos donde se promueva transformar la materia prima en el país.
Noguera enfatizó que mientras Paraguay no cuente con las condiciones para seguir avanzando en la industrialización no podrá responder a la alta demanda existente en el exterior por la soja, principalmente de Argentina, que es uno de los mayores compradores del grano. En el vecino país hay un régimen de admisión temporaria que facilita la importación de materia prima, tanto de Paraguay como de otros países alrededor del mundo. En los últimos 5 años (2019- 2023), Argentina fue el destino de alrededor del 78 % de toda la soja en estado natural que se exportó desde Paraguay.
CAPACIDAD
Sobre la capacidad de procesamiento en las industrias aceiteras asociadas a Cappro, Noguera indicó que ronda las 4,2 millones de toneladas anuales, es decir, menos de la mitad de lo que se produce anualmente.
La directiva de la Cappro incluso resaltó que en los últimos tres años “normales” (sin considerar el año de la gran sequía de 2022) se procesaron solo 3,01 millones de toneladas en promedio por año de soja, lo que implica que cada año las aceiteras nacionales se ven forzadas a no aprovechar cerca del 30 % de su capacidad, pese a que existe materia prima agrícola disponible en el país. “Entre el 2014 y 2024 la capacidad instalada se ha reducido en torno a unas 300.000 toneladas por año, ya que en 2018 una de las industrias asociadas a Cappro decidió suspender sus operaciones de molienda de oleaginosas”, agregó Noguera.
PRODUCCIÓN
Acerca de la cosecha que esperan para la campaña agrícola 2023/2024, tanto Sandra Noguera como Hugo Pastore, vicepresidente de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), precisaron a La Nación/Nación Media que la producción estimada es de un volumen de 10,47 millones de toneladas con una superficie de siembra de 3,56 millones de hectáreas y un rendimiento promedio de 2.767 kilos por hectárea.
Aseguraron que es un buen volumen, con un rendimiento dispar por zonas con bajo rendimiento a raíz de factores climáticos, que fue compensado por otras zonas. Recordaron que en años de buena producción agrícola se cosecha en un volumen de entre 10 millones y 11 millones de toneladas anuales.
“Tuvimos una zafriña que no tuvo buenas precipitaciones, lo que hace que los rendimientos sean variables, algunas rinden mejor que otras, se sufrió mucho por la falta de lluvia”, expresó Pastore recordando que están atentos a los pronósticos meteorológicos respecto a lo que se espera para la próxima campaña agrícola.
EMPLEO
En el 2013, las industrias asociadas a Cappro hicieron grandes inversiones para instalar nuevas fábricas y la capacidad instalada de procesamiento creció de 1,5 millones de toneladas por año a 4,5 millones de toneladas por año. De esta manera, el sector agroindustrial pasó a considerarse la actividad industrial más importante del país en los 10 años en términos de saldo de inversión extranjera directa.
Esto produjo que solo los asociados a la Cappro generen empleo para más de 8.800 trabajadores calificados, 2.200 de manera directa en las plantas y aproximadamente 6.600 de manera indirecta. La cámara está conformada por 10 industrias aceiteras que procesan oleaginosas para la obtención de la harina, cascarilla de soja, aceite crudo y refinado.