Entre los años 2020, 2021 y sobre todo 2022, la industria procesadora de oleaginosas atravesó por momentos difíciles, ya que sumado al covid, la sequía frenó al rubro en la cosecha y toda la cadena de valor que ello implica.
En ese sentido, desde la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) indican que este año se registró un aumento del 7,5 % de procesamiento de oleaginosas hasta mayo, un número elevado respecto al mismo periodo del 2022. Específicamente, se han procesado 1.174.178 toneladas de granos. Sin embargo, resaltan que esto aún sigue siendo un 2 % menor con relación al promedio enero-mayo de los últimos tres años.
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También destacan que a mayo, la industrialización de oleaginosas fue de 308.975 toneladas con una leve caída a lo registrado en abril, pero por encima de la cantidad que se industrializó en el mismo mes de 2022. Con esto, sostienen que la diferencia climática es crucial, haciendo referencia a la sequía.
En ese marco, exponen que la actividad en las industrias se mantiene por debajo del promedio de los tres años anteriores al de la sequía en casi 100.000 toneladas. Este número señala que aún no se puede hablar de una recuperación para la industria aceitera, sino que una vuelta a la tendencia de bajo nivel de procesamiento que se viene dando en los últimos años.
Por otra parte, resaltan que el procesamiento de soja mantiene un buen dinamismo con unas 35.213 toneladas procesadas al quinto mes del año, lo cual representa una mejora de más del 50 % en la comparación interanual, impulsada principalmente por los buenos registros de la industrialización de la canola.
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Cappro apunta a agregar valor industrial a alimentos
El Paraguay del futuro debe continuar la estrategia de consolidarse como productor mundial de alimentos, pero como uno inteligente que se desarrolla y agrega el valor industrial dentro de sus fronteras, según expuso la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) ante técnicos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), por sus siglas en inglés.
En un conversatorio técnico, explicaron que la industria de la molienda de soja es un proceso crítico para el desarrollo de la industria alimenticia y la de biocombustibles, sectores donde Paraguay puede diferenciarse agregando valor, incorporando además mano de obra local que requiere mayor especialización.
“A nivel productivo, si bien se están realizando estudios para intentar realizar agricultura en zonas marginales, Paraguay ha encontrado límites en la expansión de su frontera agrícola. Sin embargo, a nivel industrial, es donde Paraguay tiene aún mucho por crecer”, expresó el presidente de la Cappro, Antonio Iati, asegurando que esto es posible con la implementación de algunas medidas concretas por parte del Estado que busquen aumentar la competitividad del sector.
En ese sentido, recordó que las industrias aceiteras son las únicas que no tienen derecho a la devolución del crédito fiscal del IVA cuando exportan productos industrializados, lo cual se convierte en un costo elevado dejándolas fuera de competencia en el mercado internacional.
Añadió que Paraguay es el único país productor de soja en el mundo que no tiene políticas activas en favor de la industrialización dentro de su territorio. Y con los cambios en las reglas e inequidad fiscal se resta competitividad al sector.
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Cappro: apuntan a agregar valor industrial a los alimentos dentro de Paraguay
El Paraguay del futuro debe continuar la estrategia de consolidarse como productor mundial de alimentos, pero como uno inteligente que se desarrolla y agrega el valor industrial dentro de sus fronteras, según expuso la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) ante técnicos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), por sus siglas en inglés.
En un conversatorio técnico, explicaron que la industria de la molienda de soja es un proceso crítico para el desarrollo de la industria alimenticia y la de biocombustibles, sectores donde Paraguay puede diferenciarse agregando valor, incorporando además mano de obra local que requiere mayor especialización.
“A nivel productivo, si bien se están realizando estudios para intentar realizar agricultura en zonas marginales, Paraguay ha encontrado limites en la expansión de su frontera agrícola. Sin embargo, a nivel industrial, es donde Paraguay tiene aún mucho por crecer”, expresó el presidente de la Cappro, Antonio Iati, asegurando que esto es posible con la implementación de algunas medidas concretas por parte del Estado que busquen aumentar la competitividad del sector.
En ese sentido, recordó que las industrias aceiteras son las únicas que no tienen derecho a la devolución del crédito fiscal del Impuesto al Valor Agregado (IVA) cuando exportan productos industrializados, lo cual se convierte en un costo elevado dejándolas fuera de competencia en el mercado internacional.
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Añadió que Paraguay es el único país productor de soja en el mundo que no tiene políticas activas en favor de la industrialización dentro de su territorio. Y con los cambios en las reglas e inequidad fiscal se resta competitividad al sector, reduciéndose la capacidad instalada a 4,23 millones de toneladas/año y actualmente operan a niveles de 30 % de ociosidad.
Los analistas del USDA fueron Eric Gero y Katie McGaughey, que pertenecen a las oficinas de Washington, quienes dieron a conocer datos estadísticos e informaciones que podrán ser de utilidad para la toma de decisiones a los productores y a los diferentes actores de la cadena productiva del país, en vista a que en este mes se tuvo el inicio de la nueva campaña agrícola 2024/2025.
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Envíos de soja superan cifra histórica con 6,8 millones de toneladas
El complejo sojero registró números más que auspiciosos en cuanto a las exportaciones de la oleaginosa, ya que al octavo mes del año lograron superar el récord histórico de 6,5 millones de toneladas (Tn), alcanzando los 6,8 millones de toneladas en lo que va del 2024, según los registros de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco).
Con esta cifra, Paraguay alcanza un nuevo récord en exportación de soja, con una cifra histórica para el país en términos de desalijo, ya que hasta agosto se embarcó 2 millones de toneladas más que el mismo período de 2023. De esta manera, se logró superar al récord establecido en la zafra 2019/2020 de las 6,5 millones de toneladas.
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En términos monetarios, estos envíos generaron ingresos de divisas por valor de USD 2.731 millones, unos USD 172 millones más que el mismo período de 2023. “Aquí observamos la influencia negativa de la baja de los precios internacionales, donde a mayor volumen se cuenta con menores ingresos”, expresó Sonia Tomassone, asesora de Comercio Exterior del gremio.
Poco saldo exportable
Con relación a la industrialización de la soja, Tomassone mencionó que continúa en ascenso, aunque como sucede con las exportaciones del grano, al haber poco remanente, los envíos de los subproductos también irían disminuyendo en los próximos meses.
Esto, teniendo en cuenta que, si bien se observa una mejora en la salida del grano durante el segundo cuatrimestre del año respecto al mismo período de 2023, para los siguientes meses se prevé una disminución de los envíos al contar ya con poco saldo exportable.
En cuanto a las principales mercados, la Capeco indica que persiste la alta concentración en tres destinos que acaparan el 96 % del total enviado, como lo son Argentina, Brasil y Rusia, de entre los cuales el primero sigue siendo el principal comprador con el 81 % del total exportado.
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Cappro apunta a la consolidación de la industria aceitera dentro del país
El gremio aglutina a las diez aceiteras más importantes del Paraguay.
La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro), desde sus inicios (hace 18 años) hasta la fecha, ha tenido un desempeño destacado en la sustentabilidad ambiental, la logística fluvial, el combate al contrabando y coadyuvando con el esfuerzo de los productores de materias primas para la industria aceitera.
La Cappro es un gremio que agrupa a las 10 industrias aceiteras más importantes del Paraguay, cuyo volumen de producción representa el 95 por ciento de la cantidad de aceites y harinas oleaginosas producidas y exportadas por el país. Las firmas asociadas a Cappro son:
ADM, Bisa, Bunge, Caiasa, Cargill, Conti Paraguay, Copagra, LDC, Mercantil Comercial y Oleaginoza Raatz; las mismas canalizaron aproximadamente más del 60 por ciento de la soja cosechada en el país en la última década. Algunos de los asociados realizan otros procesos industriales conexos, como envasado de aceites comestibles, producción de grasas y margarinas, balanceados y aceite de coco.}
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“Luego del gran flujo de inversiones en el sector, a inicios de la década pasada, la industria aceitera paraguaya se posicionó como la principal actividad industrial en términos de saldo de inversión directa, con 861 millones de dólares al cierre de la última actualización realizada por el Banco Central del Paraguay”, comenzó diciendo Sandra Noguera, gerente general de Cappro, a La Nación/Nación Media.
Explicó que en ese periodo surgieron nuevas industrias y otras fueron ampliadas y mejoradas, con lo que la capacidad para industrializar se triplicó. Sin embargo, los constantes cambios de reglas redujeron la competitividad del sector, modificando de manera significativa los planes iniciales.
“Esto puso freno a las inversiones, ya que el escenario se volvió incierto, con lo cual actualmente no existe la previsibilidad necesaria para los inversionistas y el año se está volviendo crítico para la agroindustria”, explicó.
Las agroindustrias en el Paraguay, además de los beneficios directos en generación de empleos formales y de calidad, la creación de polos de desarrollo, el mayor ingreso de divisas al exportar productos industrializados de mayor valor que las materias primas, aportes fiscales, entre otros, indirectamente a lo largo de los años han impactado positivamente en rubros conexos, propiciando y facilitando el crecimiento de la cría de cerdos y aves, ganado lechero, piscicultura y otros.
Entre los planes de Cappro está la consolidación de la industria aceitera dentro del territorio como eslabón fundamental para el desarrollo del resto de la cadena. Sobre este último punto, las industrias asociadas a Cappro, con las políticas públicas adecuadas, pueden colaborar con los planes del Gobierno de convertir al Paraguay en capital del biocombustible, ya que son las proveedoras naturales del aceite crudo necesario para la producción de este.
Agregó que el desafío para este segundo semestre del año, y para los próximos años, es encontrar mecanismos que permitan a la industria local aprovechar su capacidad instalada y recuperar rentabilidad que se ha ido erosionando sistemáticamente en estos últimos años.
“Las previsiones de industrialización para el cierre de este año no superan los 2,5 millones de toneladas, representando una capacidad ociosa de más de 1,8 millones de toneladas, lo que pone en evidencia cómo van profundizando aún más las condiciones de competitividad negativas para la subsistencia de las industrias aceiteras nacionales que apostaron por el país”, comentó.
Explicó que para enfrentar un nivel más competitivo es crucial robustecer la agroindustria con políticas públicas enfocadas en lograr una mayor industrialización de la materia prima agrícola dentro del territorio nacional. “Se requiere de una política industrial clara que nos ayude a concretar el potencial del sector”, sostuvo.
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Satisfacción
Como gremio, la mayor satisfacción es haber adquirido un desempeño destacado en la cooperación integral en las actividades de las industrias aceiteras, en ocupar un espacio cada vez mayor en la instalación del diálogo abierto con las autoridades del Gobierno y con los otros actores de la economía nacional, entre otros aspectos.
“Otro punto que enorgullece a Cappro es el haberse convertido en un ente de referencia a nivel local e internacional en la generación de estadísticas del sector agroindustrial”, comentó. Asimismo, dijo que se debe reforzar el diálogo entre el Gobierno y los sectores que invirtieron o desean invertir en el país, con miras a transformar las ventajas comparativas del Paraguay en verdaderas ventajas competitivas.
“La Cámara tiene por misión impulsar la industrialización de oleaginosas y cereales en coordinación con el sector público, fomentando el crecimiento de la producción agrícola e industrial, generando mayores ingresos de divisas y puestos de trabajo, con responsabilidad social y medioambiental”, aseguró.