“Inflación alta: ¿Por cuánto tiempo?”, se títula un análisis realizado por la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), donde menciona algunos principales factores del encarecimiento en América Latina, así como algunos riesgos que se presentarán a futuro, y tiene que ver con el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, en relación a las importaciones de fertilizantes de producción rusa.

La volatilidad y la incertidumbre que países, empresas y hogares enfrentaron recientemente fue el producto de diversos eventos que pocos analistas habían anticipado en su momento, que, incluso, algunos los catalogan como “cisnes negros”. Una crisis financiera de dimensiones similares a aquella de 2008, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, una pandemia de dimensiones y alcance catastróficos, y un conflicto bélico en Europa del Este son algunos ejemplos de eventos recientes que sugieren una crisis de larga duración. Desafortunadamente, a este cóctel de eventos podría sumarse una espiral inflacionaria creciente.

Felaban citó varios factores, entre ellos, los aumentos en los precios de energía, que son una mala noticia económica, pues presionan al alza el costo de los combustibles y, por ende, del transporte, de la energía eléctrica consumida por hogares y empresas en algunas latitudes, y, en últimas, en el precio de los alimentos.

“Sin embargo, en este último caso, un factor adicional de los elevados precios de los alimentos es explicado por los precios internacionales de los fertilizantes”, agrega. En el caso particular de América Latina, se estima que el 42% de las importaciones de la región provenientes de Rusia son fertilizantes, lo cual explica parcialmente el aumento en la inflación núcleo en los países latinoamericanos, dada la dificultad de sustituir rápidamente los socios comerciales proveedores de dichos fertilizantes.

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Evolución de la inflación anual de la región a Marzo 2022. Foto: Gentileza.

Duración del choque inflacionario

En vista de la confluencia de estos factores, surgen cada vez más voces que cuestionan la duración de este choque inflacionario. Por un lado, se estima que la inflación podría mantenerse alta en el corto plazo (es decir, hasta finales de 2022), y el principal motivo radica en una menor intensidad progresiva (y posible desescalamiento) del conflicto bélico en Europa del Este.

Por otra parte, cada vez son menos quienes afirman que la alta inflación podría ser un fenómeno no tan transitorio, que podría extenderse hasta el año 2023, y argumentan que los problemas en las cadenas de suministro tardarán en estabilizarse un tiempo superior al esperado.

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Los fertilizantes provenientes de Rusia tienen una mayor participación en las importaciones de América Latina. Foto: Gentileza.

Bancos, en escenario retador

En cualquier escenario, el sector bancario enfrentará un panorama retador al desarrollar su actividad de negocio en un entorno inflacionario. Por una parte, sufrirá un impacto en el lado pasivo del balance, que incrementará sus gastos por intereses en la remuneración de depósitos a plazos. Felaban añade que, por otra parte, impactará negativamente la valoración de mercado de sus tenencias de títulos valores de renta fija, a la vez que disminuye la liquidez disponible en los mercados financieros.

A su vez, aumentos en las tasas de política monetaria se traducirán en un encarecimiento del crédito, lo cual disminuirá la demanda de financiación y podría ralentizar la velocidad de la recuperación económica. Inclusive, si la inflación resulta ser persistente, podría minar los esfuerzos de inclusión financiera y reducción de la pobreza logrados a lo largo de la última década.

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