La inversión es un paso decisivo para conquistar la libertad financiera. Darlo, implica fijarnos metas con miras al largo plazo.

No obstante, para estar seguros de tomar buenas decisiones de inversión, es necesario realizar, primeramente, un diagnóstico de nuestra salud financiera actual, a modo de detectar tanto fortalezas como aquellas debilidades que debamos corregir antes de asumir nuevos desafíos o riesgos.

Cuando hablamos de salud financiera, podemos identificar tres posibles estados o niveles de ella:

Austeridad

Cuando los ingresos permiten cubrir los gastos básicos y pagos obligatorios, aunque con escaso o ningún margen para el ahorro, decimos que las finanzas son viables a corto plazo, aunque sin lograr aún ser sostenibles en el tiempo, debido a que la falta de ahorros tiene como consecuencia el riesgo de sufrir desajustes ante imprevistos. Si actualmente tus finanzas son saludables pero austeras, es hora de enfocarte en 3 aspectos:

Disminuir deudas: elaborá un plan de pagos para reducir tus deudas de consumo, como tarjetas de crédito y otras deudas no productivas.

Optimizar gastos: armá un presupuesto que contemple la siguiente distribución para tus ingresos: 10% para ahorro, 50% para costos de vida, hasta 30% para deudas y al menos 10 % para gastos ocasionales o gastos de bienestar.

Aumentar y diversificar ingresos: aprovechando recursos disponibles como tiempo, redes de contactos, y por sobre todo habilidades personales monetizables.

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Estabilidad

Cuando los ingresos permiten no solo cubrir gastos básicos y obligaciones, sino que además existe cierta holgura en el presupuesto y capacidad de ahorro, podemos decir que las finanzas alcanzaron la sostenibilidad a mediano plazo, pudiendo permanecer estables aun ante situaciones como desempleo temporal, eventual disminución de ingresos u otras contingencias.

Una vez conquistado este estado, es momento de enfocarte en hacer crecer tu patrimonio por medio de la inversión en activos productivos.

Esto consiste en adquirir bienes que tengan la capacidad de aumentar de valor con el tiempo y potencial de generar ingresos adicionales. Un ejemplo de esto sería la inversión en inmuebles, los cuales no solo se valorizan, sino que además pueden alquilarse, permitiéndonos contar con ingresos pasivos.

Prosperidad

Si realizamos los pasos anteriores, es altamente probable que alcancemos un estado de solvencia y liquidez, e incluso podamos conquistar la tan anhelada libertad financiera. Este es un estado deseable porque nos permite disfrutar de una buena calidad de vida, aun cuando dejemos de estar económicamente activos, es decir, durante la etapa de la jubilación.

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Pero lo más importante es que, a partir del conocimiento de tu estado actual, puedas trazarte metas y elaborar un plan de acción eficaz para lograrlas.

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