AFP.
Los astrónomos tienen la piel de gallina: la galaxia más lejana jamás detectada, nacida en el universo primitivo hace 13.500 millones de años, fue descrita en un estudio cuyos resultados deben confirmarse con observaciones más pausadas.
Han hecho falta más de 1.200 horas de observación del cielo y la ayuda de cuatro telescopios para encontrar HD1: un objeto muy luminoso cuyo “color rojo corresponde sorprendentemente a las características de una galaxia situada a 13.500 millones de años”, explica su descubridor Yuichi Harikane, en un comunicado publicado junto al estudio el viernes por The Royal Astronomical Society.
La intuición fue corroborada por datos complementarios recogidos por el observatorio Alma en Chile: HD1 se sitúa 100 millones de años más lejos que GN-z11, hasta ahora la galaxia más lejana descubierta. La galaxia HD1 nació solo 300 millones de años después del Big Bang, en un período muy primitivo del universo. Y la luz que emana ha viajado durante 13.500 millones de años hasta llegar a la Tierra.
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Megatelescopio logró récord al detectar la galaxia más lejana conocida
El telescopio espacial James Webb superó su propio récord de rango de observación al detectar la galaxia más distante y antigua que se haya descubierto, que existió 290 millones de años después del Big Bang, anunció ayer jueves la NASA. La agencia espacial estadounidense explicó que esta brillante galaxia presenta particularidades que tienen “profundas implicaciones” para comprender las primeras edades del universo.
Stefano Carniani y Kevin Hainlin, dos investigadores que participaron del descubrimiento, dijeron en un comunicado que la llamada JADES-GS-z14-0 “no es el tipo de galaxia que han predicho modelos teóricos y simulaciones computarizadas” en el universo primitivo. “¡Estamos encantados de ver la extraordinaria diversidad de galaxias que existían en el amanecer cósmico!”, añadieron.
En astronomía, ver lejos es lo mismo que retroceder en el tiempo. Por ejemplo, la luz solar tarda ocho minutos en llegar a la Tierra y por eso vemos al Sol como era hace ocho minutos. Al mirar aún más lejos, es posible percibir esos objetos como eran hace miles de millones de años.
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Cuando el brillo de las galaxias más distantes llega a la Tierra, la expansión del universo va estirando y desplazando esa luz hacia el rango infrarrojo, un espectro que el James Webb es capaz de detectar con una claridad sin precedentes. Este megatelescopio opera únicamente en el espectro infrarrojo para explorar el universo más joven, una de sus principales misiones.
Desde su lanzamiento en diciembre de 2021, el telescopio ha observado galaxias muy distantes, pero con el anuncio del jueves bate su propio récord de rango de observación. Se estima que la luz de esta nueva galaxia tardó más de 13.500 millones de años en llegar hasta la Tierra (el Big Bang sucedió hace 13.800 millones de años).
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Según la NASA, esta galaxia es “excepcionalmente brillante considerando su distancia” y se estima que su masa es cientos de millones de veces superior a la del Sol. El hallazgo supera el récord previo de la galaxia más antigua conocida, la JADES-GS-z13-0, que existió 320 millones de años después del Big Bang.
Una de las preguntas que este descubrimiento despertó en los investigadores fue: “¿Cómo puede la naturaleza crear una galaxia tan grande, masiva y brillante en menos de 300 millones de años?”. Considerado una joya de la ingeniería, el telescopio James Webb está estacionado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra y es utilizado por científicos de todo el mundo para investigaciones.
Fuente: AFP.
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El agujero negro en el centro de nuestra galaxia no está tan dormido
Un satélite de la NASA detectó un estallido de actividad de un agujero negro que se pensaba estaba “hibernando” luego de devorar todo a su alrededor. A partir de observaciones adicionales previstas para los próximos meses se espera que se pueda arrojar más luz sobre los agujeros negros supermasivos, que siguen siendo un enigma de la astronomía.
- Por Juliette Collen
- Fotos NASA
Se creía que el coloso estaba dormido, pero resultó más glotón de lo que se creía: Sagitario A*, el agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea, experimentó recientemente un potente estallido de actividad tras devorar los objetos cósmicos a su alcance.
El festín ocurrió hace 200 años y el satélite espacial IXPE de la NASA detectó recientemente un eco del hecho, según un estudio publicado el miércoles pasado en la revista Nature. Sagitario A* (Sgr A*), que debe su nombre a su detección en la constelación de Sagitario, se encuentra a 27.000 años luz de la Tierra, en el corazón de nuestra galaxia. Fue observado por primera vez en la década de 1990 por astrofísicos y su presencia fue comprobada en imágenes hace un año.
Con una masa de alrededor de cuatro millones de soles y 13.000 millones de años de antigüedad, “siempre se ha considerado como un agujero negro inactivo”, declaró a AFP Frederic Marin, del Observatorio Astronómico de Estrasburgo, quien dirigió los trabajos.
Sgr A* se encuentra en estado de quiescencia, como la mayoría de los agujeros negros de los centros galácticos que se han tragado toda la materia de su radio de atracción. “Imagine un oso que entra en hibernación después de devorar todo a su alrededor”, acotó Marin, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia.
Pero su equipo descubrió que a finales del siglo XIX (un período que se establece al calcular la distancia), el monstruo salía de su letargo y engullía el gas y el polvo que pasaban cerca de él, durante varios meses o un año, antes de volver a dormir.
Durante este período, Sgr A* estuvo “al menos un millón de veces más brillante de lo que es hoy”, señaló Marin. Esto equivale a la potencia de los agujeros negros supermasivos extremadamente activos que originan los cuásares, como su congénere M87* de la galaxia Messier 87, a 55 millones de años luz.
El momento de más apetito de Sgr A* fue delatado por una radiación inusual procedente de las nubes moleculares en sus inmediaciones: gigantes formados por gas y polvo helado, “por definición fríos”, y que “no deberían emitir tanta luz en rayos X”, que son invisibles para el ojo humano, según el investigador.
CANTO DE CISNE
“La intensidad de la emisión de rayos X entre el sueño y el despertar (del agujero negro) puede compararse a la de una luciérnaga al acecho en un bosque que de repente se vuelve tan luminosa como el sol”, añadió el CNRS en un comunicado.
Tras un millón de segundos de observaciones, el satélite IXPE (Imaging X-ray Polarimetry Explorer) logró detectar la polarización de esta luz de rayos X, es decir, que sus campos eléctrico y magnético vibraban en una dirección precisa.
Como una “brújula estelar”, la polarización apuntó en dirección del Sgr A*, lo cual sugiere que era la fuente de radiación reflejada por las nubes moleculares.
Así, el agujero negro “emitió un eco de su actividad pasado, que pudimos observar por primera vez”, celebró el científico, representante francés a cargo de la misión IXPE.
La densidad de un agujero negro es tal que nada puede escapar, ni siquiera la luz. Pero antes de que la materia cruce el límite final (llamado horizonte de acontecimientos) y sea engullida para siempre, se arremolina, se caliente y emite luz.
“Es como un canto de cisne” transmitido indirectamente por las nubes moleculares alrededor del Sgr A*. Queda por saber lo que provoca este regreso: ¿una nube que se alejó antes de caer en el agujero negro? ¿Una estrella que se aventuró demasiado cerca?
Observaciones adicionales, previstas para setiembre con IXPE, deben ayudar a entender mejor el ciclo de actividad de Sgr A*, y quizás a levantar una punta del velo que cubre el origen de los agujeros negros supermasivos, que siguen siendo un enigma de la astronomía.
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Descubren enorme asteroide “potencialmente peligroso”
Un equipo internacional de astrónomos anunció el lunes el descubrimiento de un enorme asteroide cuya órbita se cruza con la de la Tierra, creando una pequeña posibilidad de que se produzca una colisión catastrófica en un futuro lejano.
El asteroide de 1,5 kilómetros de ancho, nombrado 2022 AP7, fue descubierto en un área donde es particularmente difícil detectar objetos debido al brillo del Sol. Fue encontrado usando instrumentos de alta tecnología en el telescopio de Víctor M. Blanco, en Chile, originalmente desarrollado para estudiar materia oscura, y los resultados de la investigación se publicaron en la revista científica The Astronomical Journal.
“El 2022 AP7 se cruza con la órbita de la Tierra, lo que lo convierte en un asteroide potencialmente peligroso, pero actualmente no tiene una trayectoria que lo haga chocar con la Tierra, ni ahora ni en el futuro”, dijo el autor principal del hallazgo, el astrónomo Scott Sheppard del Instituto Carnegie para la Ciencia.
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La potencial amenaza viene del hecho de que, como cualquier objeto en órbita, su trayectoria se modificará lentamente por las innumerables fuerzas gravitacionales. Los pronósticos entonces son difíciles de hacer a mayor largo plazo.
El grupo e investigación financiado por Estados Unidos, NOIRLab, que opera múltiples observatorios, describió al asteroide como “el objeto más grande potencialmente peligroso para la Tierra que se ha descubierto en los últimos ocho años”. Al 2022 AP7 le toma cinco años darle la vuelta al Sol en su actual órbita, y su punto más cercano a la Tierra se mantiene a varios millones de kilómetros.
Si bien el riesgo es muy pequeño, una colisión de un asteroide de ese tamaño “tendría un impacto devastador en la vida como la conocemos”, dice Sheppard. Explica que el polvo que se levantaría en el aire tendría un enorme efecto enfriador, provocando un “evento de extinción como no se ha visto en la Tierra en millones de años”.
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Ninguno de los aproximadamente 30.000 asteroides de todos los tamaños que han sido catalogados como “Objetos Próximos a la Tierra” (NEOs) amenaza la tierra por los siguientes 100 años. Según Sheppard, hay “entre 20 y 50 NEOs enormes que falta encontrar”, pero la mayoría está en órbitas ubicadas en el resplandor del sol”.
Como preparación para el futuro descubrimiento de un objeto que implique mayor amenaza, la NASA llevó a cabo una misión de prueba a finales de septiembre en la que colisionó una nave espacial contra un asteroide, probando que es posible cambiar su trayectoria.
Fuente: AFP.
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Júpiter se cuela entre las primeras fotos del telescopio Webb
El informe de puesta en marcha de 60 páginas del telescopio espacial James Webb (JWST) incorpora dos fotos nuevas de Júpiter, en las que además aparecen sus lunas Europa, Tebas y Metis.
Las instantáneas brillantes del gigante gaseoso fueron tomadas por el instrumento NIRCam del telescopio cuando estaba siendo probado. El informe afirma que las imágenes “demostraron que JWST puede rastrear objetivos en movimiento incluso cuando hay luz dispersa de un planeta joviano brillante”.
La NASA eligió nueve objetivos para probar la capacidad del telescopio para rastrear objetos que se mueven rápidamente, que se mueven a velocidades de hasta 67 milisegundos de arco por segundo.
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Otros instrumentos a bordo probados incluyen el generador de imágenes de infrarrojo cercano y el espectrógrafo sin rendija (NIRISS) y el instrumento de infrarrojo medio (MIRI), que detectan y estabilizan diferentes longitudes de onda.
Júpiter fue el objetivo más lento, moviéndose a solo 3,3 milisegundos de arco por segundo, pero todas las pruebas fueron exitosas. Estas imágenes también demuestran su capacidad para capturar detalles como anillos y lunas alrededor de planetas brillantes.
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El informe de puesta en servicio explica: “Se esperaba que observar un planeta brillante y sus satélites y anillos fuera un desafío, debido a la luz dispersa que puede afectar el instrumento científico empleado, pero también el sensor de guía fina (FGS) debe rastrear estrellas guía cerca del planeta brillante.
“Estas observaciones verificaron la expectativa de que la adquisición de estrellas guía funciona con éxito siempre que Júpiter esté al menos a 140″ del FGS (Fine Guidsnce Sensor), de acuerdo con el modelo previo al vuelo. El éxito en esta prueba abre la posibilidad de que el telescopio rastree asteroides cercanos a la Tierra (NEA), cometas y otros objetos interestelares.
Fuente: Europa Press.