- Lima, Perú. AFP.
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, celebró ayer jueves la elección del papa León XIV, un peruano por “elección y convicción” con más de 20 de años de servicio en el país. En un mensaje en Facebook, Boluarte destacó como un “un momento histórico para Perú” la elección de Robert Prevost, de 69 años, quien nació en Chicago, pero se nacionalizó peruano en 2015.
“Eligió ser uno de nosotros, vivir entre nosotros y llevar en su corazón la fe y la cultura y los sueños de este país”, agregó. León XIV estuvo al frente de la diócesis de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima. Según la mandataria, el nuevo sumo pontífice ha realizado gran “parte de su vida religiosa” en Perú. “En nuestras tierras sembró esperanza, caminó junto a los más necesitados”, dijo Boluarte.
En ese sentido, confió en que “su pontificado, inspirado en el mensaje de paz (...) sea fuente de sabiduría, de justicia y amor entre los pueblos”. Prevost llegó a Perú por primera vez en 1985. En 1988, a los 33 años, dirigió en la ciudad de Trujillo un seminario de formación de la Orden de San Agustín, de la que es miembro.
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Desempeñó diferentes cargos en el país sudamericano hasta 1998, cuando regresó a Estados Unidos para ejercer en la ciudad de Chicago otras funciones de su orden religiosa. Estuvo al frente de la diócesis de Chiclayo de 2015 a 2023. En marzo de 2018 asumió como segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana, función que desempeñó hasta 2023.
De 2020 a 2022 Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis del Callao, el puerto vecino a Lima, para reorganizar esa circunscripción que estaba en crisis por denuncias de abusos. Prevost dejó Perú en 2023 luego que en enero de ese año el papa lo nombrara Cardenal prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
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León XIV: el flamante papa que como Francisco asume “la vida como viene”
- Ricardo Rivas
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Archivo/AFP
Los 69 años del nuevo pontífice permiten imaginar que lo será por mucho tiempo. A diferencia de los monarcas y jefes de Estado de su tiempo, sus responsabilidades irán más allá de los mandatos constitucionales. Sin duda será un arquitecto relevante de la aldea global de hoy y de mañana.
“A papa muerto, papa puesto”, dijo con calma y muy lentamente un anciano casi centenario, de misa diaria, en el atrio de una pequeña capilla ubicada en los suburbios de un pueblito bonaerense en el momento en que la única campana de ese templo comunitario católico sacudió la siesta con fuerza inusual y en una hora imprevista.
Desde el Vaticano, en la tele de un bodegón olvidable, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti (73) expresó solemnemente: “Annuntio vobis gaudium magnum: ¡Habemus papam!”.
El Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel (93), sonrió con satisfacción. “¡Un gringo!”, dijo. “Hoy mismo le voy a escribir”, agregó mi tan querido como viejo amigo y maestro que alguna vez me dijo que con Francisco “supimos construir una amistad”.
El elegido, Robert Francis Prevost (69), es un hombre joven. De la orden de los frailes agustinos. Entre 2000 y 2004 vino con frecuencia a la Argentina, visitó Salta, Jujuy, Catamarca, Tucumán y se alojó en avenida Las Heras al 2500 cuando pernoctó en Buenos Aires.
MISIÓN
Heredero de san Agustín, como él sostiene que el hombre “tiene un corazón y un alma”. En la montaña prefiere andar a lomo de mula y no le gusta caminar en soledad. “Me habéis llamado para llevar una cruz y para ser bendecido con esta misión y quiero que vosotros caminéis conmigo”, dijo en la primera misa que celebró como pontífice el viernes en la Capilla Sixtina. Aunque, en ese mismo templo histórico, formalmente oficiará nuevamente para iniciar su pontificado el 18 de mayo próximo.
Es muy probable que para entonces regresen a la Santa Sede presidentes, monarcas, jefes y jefas de Estado, delegaciones de otros credos para acompañar a quien –desde el jueves– es León XIV.
Una clara definición ideológica. León XIII –Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci–, pontífice entre 1878 y 1903, nacido el 2 de marzo de 1810 y fallecido el 20 de julio de 1903, también es llamado “el papa de los obreros”.
De su encíclica “Rerum novarun” (Cosas Nuevas), se desprende la doctrina social de la Iglesia, que apunta a la dignidad humana y, en ese contexto, aboga por la justicia social. Eran aquellos los tiempos de la Revolución Industrial. El salario justo y las condiciones laborales eran los temas centrales en el debate de las organizaciones obreras. ¿Cómo hoy?
CAMINO PROBABLE
León XIII abogaba por sindicatos católicos del tipo de la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT). El probable camino de León XIV pareciera estar claramente definido por él mismo. “¡La paz esté con todos ustedes!, queridísimos hermanos y hermanas”, fueron las primeras palabras que expresó públicamente cuando con el hábito blanco se dirigió a quienes se encontraban en la plaza de San Pedro, aunque, en verdad, se expresaba “urbi et orbi”.
Fue breve y preciso. Al momento de bendecir, recordó la “voz débil pero siempre valiente del papa Francisco” cuando unas pocas horas antes de morir bendijo “al mundo entero”. Con esa perspectiva emergente de ese ejercicio de memoria reciente, León XIV fue más allá: “Permítanme dar continuidad a esa misma bendición” del pontífice que lo precedió.
En diálogo franco con el pueblo de Roma –ciudad de la que también es obispo– exhortó a la unidad “para ser un solo pueblo siempre en paz” y dio “¡gracias al papa Francisco!”.
Sabe de qué habla. Fue mediador en procura de la paz en Sudán, Somalia y Eritrea. Compenetrado con la Agenda 2030, trabaja intensamente en la promoción y defensa de los derechos humanos y el desarrollo sostenible al tiempo que aboga por la libertad religiosa.
Su palabra y acción permiten imaginar que, como Francisco, asume “la vida como viene”. En la Argentina, la Conferencia Episcopal (CEA) está reunida en la Casa de Retiros El Cenáculo-La Montonera, en la localidad bonaerense de Pilar, unos 68 kilómetros al norte de Buenos Aires.
JÚBILO
La elección de León XIV –que allí se siguió en tiempo real– fue celebrada con aplausos y vítores con reminiscencia futbolística. Hubo “abrazos de gol”, como gustaba decir Roberto Alfredo Perfumo (1942-2016), aquel enormísimo defensor del Racing Club al que también llamábamos el Mariscal.
Inglés, español, italiano son las tres lenguas en las que se ha expresado públicamente desde que dejó de lado su nombre de bautismo el que ahora es León XIV. Estadounidense nativo de Chicago y peruano por opción, extraña jugar tenis.
“Me considero un tenista aficionado. Desde que salí de Perú he tenido pocas ocasiones de practicarlo, así que tengo muchas ganas de volver a la pista. Mi nuevo trabajo (cardenal entonces) no me ha dejado mucho tiempo libre para ello hasta ahora”, reconoció poco tiempo atrás cuando fue entrevistado en augustinianorder.org, un portal de la Orden Agustiniana.
Deplora lo que percibe como un retroceso de la fe en favor de “otras certezas como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder y el placer (…) porque la falta de fe conduce a menudo a la tragedia”.
LEGADO
El papa estadounidense y peruano como receptor del legado del papa Francisco ocupará buena parte del análisis en los tiempos que corren no solo entre las y los creyentes de la fe católica. También lo será entre quienes no tienen esa creencia y hasta entre quienes no creen, una característica bien diferente de las personas que se declaran ateas.
En los Estados Unidos, el presidente Donald Trump hizo público su beneplácito por la elección de su compatriota Prevost y asegura sentirse “honrado” con el nuevo pontífice.
El padre Robert Hagan, cercano al flamante papa, sostuvo en diálogo con la CNN que León XIV “representa todo lo que es bueno de ser estadounidense, el trabajar por la libertad, la justicia y la oportunidad para todas las personas, que son los valores principales sobre los que se fundó este país. Él es un instrumento, un promotor de todas las cosas buenas que tenemos en común”.
No se conoce hasta el momento de construir este texto cuántos votos acompañaron la elección del cardenal Prevost. Aunque es claro que fueron por lo menos 89. Atrás quedaron las absurdas especulaciones sobre cómo está constituido el Colegio Cardenalicio y que algunos de sus integrantes –provenientes de 71 países– nunca se habían visto personalmente.
Al parecer, tampoco fue impedimento para alcanzar los dos tercios de las voluntades electorales en su favor que muchos de quienes participaron del cónclave no hablaran más que en sus lenguas natales. No.
COMUNICACIÓN
¿Cómo se comunican… cómo dialogan?, le pregunté a un querido amigo monseñor que desde algunas décadas se encuentra en Roma, mientras compartíamos un par de cafés ristrettos, como solo los preparan los romanos. “El Espíritu Santo”, respondió con una leve sonrisa.
La memoria me retrotrajo hasta mis días de estudiante secundario cuando en el Instituto San Román –de los agustinos asuncionistas– en mi pueblo natal, el Bajo Belgrano –unos 1.200 kilómetros al sur de mi querida Asunción– los curas nos obligaban a leer el Libro de los Hechos de los Apóstoles.
“El día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos (…). Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”.
¡Dale!, respondí incrédulo entonces. ¡Me arrepiento, amigo G!”. La cultura de las organizaciones –eclesiales o de cualquier tipo– son muy particulares y, en general, quienes no participan de ellas –y aun de buena fe– las incomprenden, las analizan o las ponderan con imprecisiones.
La literatura y el cine no pocas veces inducen a imaginar conspiraciones con pinceladas de tradiciones y misticismos que, como conductas humanas, claramente existen, pero no son una práctica constante.
RUMBO
Pero, una vez más, la muerte del papa Francisco, el desarrollo del cónclave y la elección de León XIV dejan claro que nada se detiene ni tampoco se pierde el rumbo en el devenir de la gestión vaticana que, técnicamente, es una monarquía teocrática soberana sobre un territorio de 44 manzanas que rodean a la que se conoce como la Colina Vaticana desde 1929, cuando se rubricó el Tratado de Letrán entre el Reino de Italia y el Vaticano.
Siempre ha sido así. Los procedimientos se cumplen y las tradiciones se respetan. Como el Tíber que, desde siempre en Ostia, a través de sus dos brazos –el Isola Sacra y el Fiumicino– incansablemente desagua en el Tirreno, la Iglesia sigue su camino.
Por ello, la elección de un papa no es un tema menor ni, mucho menos, una cuestión exclusivamente religiosa porque el pontífice lo es en su doble condición de líder de la Iglesia Universal y jefe de un Estado Vaticano, monárquico y teocrático –supérstite de los que fueran Estados Pontificios–, cuyo primer líder fue el papa Pío XI.
Es un país de 44 hectáreas de extensión ubicadas en torno de la Colina Vaticana, donde en la actualidad la población es de 500 personas, ya que en lo que corre de este año fallecieron 4 mujeres y un hombre, Francisco. En esa condición, como observador es parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde convergen 192 países, y de la Organización de los Estados Americanos (OEA), junto con 32 naciones.
Incrustado en territorio de la Unión Europea (UE), bloque regional constituido por 27 países y reinos, no es parte de él, sí es firmante del tratado que da lugar al que se conoce como Espacio Schengen y en él interactúan con el conjunto europeo en multiplicidad de cuestiones tales como migraciones, circulación de personas, emisión de documentos, fronteras, por solo mencionar algunos.
El Vaticano tiene un banco, poder judicial, un ejército de 135 efectivos, a los que conocemos como Guardia Suiza, que cumplen con esa misión desde 1506 cuando el papa era Julio II, tiene una Gendarmería Vaticana (la policía), que se ocupa de custodiar las fronteras; de investigar delitos; de ordenar el tráfico y de custodiar al pontífice, a los cardenales residentes, a la curia. Son esos “hombres de negro” que siempre caminan, trotan, corren al lado del papamóvil.
ATENCIÓN GLOBAL
Elegir un papa no es solo dirimir quién será el líder de la Iglesia Universal. No. A modo de ejemplo, para que quede claro. En la UE, el Estado Vaticano es el único que no tiene relaciones diplomáticas plenas con la República Popular China y sí las tiene con Taiwán. Pero, en los últimos años, por decisión de Francisco, en su rol de líder de la Iglesia Universal, alcanzó acuerdos religiosos –no políticos– con el presidente Xi Jinping para nombrar obispos.
Por todo esto y por la historia misma de los papas en el devenir de las naciones es que elegir un pontífice y jefe de Estado Vaticano se sigue con tanta atención global desde siempre.
Vale recordar el protagonismo del papa Juan XXIII junto con John Fitzgerald Kennedy y Nikita Kruschev, en octubre de 1962, para resolver la crisis de los misiles en Cuba, cuando el mundo estuvo cercano a una guerra nuclear.
O la activa mediación del papa san Juan Pablo II –a través del cardenal Samoré– que en diciembre de 1978 evitó que hubiera guerra entre Argentina y Chile; o cuál fue el rol de ese mismo pontífice cuando el presidente Ronald Reagan, luego de enfrentarse duramente con Mijail Gorbachov, provocó la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); y mucho más acá en el tiempo, cuando el propio Francisco interactuó con el presidente Barak Obama para reducir el bloqueo a Cuba.
Habemus papam. León XIV. Los 69 años del flamante papa permiten imaginar que lo será por mucho tiempo. Que con excepción de los y las monarcas de su tiempo, sus responsabilidades irán más allá de los mandatos constitucionales de presidentes, jefas y jefes de Estado y de Gobierno hoy en ejercicio y con los que en el futuro tenga que interactuar. Claramente, será un arquitecto relevante de la aldea global de hoy y de mañana.
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El papa de la unidad
Hace un par de semanas, cuando despedíamos al querido papa Francisco, el pontífice de la “misericordia”, decíamos también que, más allá de las interpretaciones ideológicas a la que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación, el nuevo vicario elegido necesariamente continuará el mismo camino, al igual que hace 2.000 años, cuando Cristo designó a Pedro como “la piedra angular”, sobre la cual se sostiene la Iglesia.
Fue imposible no conmoverse ante lo acontecido esta semana cuando el nuevo papa, el cardenal Robert Francis Prevost, quien eligió el nombre de León XIV para su pontificado en su primer discurso desde el balcón vaticano pidió paz, unidad y puentes, no muros.
En sintonía con sus primeras palabras, el lema elegido por el sucesor de Pedro es: “In Illo uno unum” (“En Él, uno solo”), una cita de San Agustín que expresa la unidad de los cristianos en Cristo.
Un dato no menor es que el nuevo pontífice también quiso rendir homenaje al legado social del papa León XIII, cuya encíclica Rerum Novarum marcó el inicio de la Doctrina Social de la Iglesia y un firme compromiso con los derechos de los trabajadores y la justicia social, precisamente en un contexto global con varios dilemas que requieren un profundo diálogo que ponga en el centro a la dignidad humana, con renovado vigor y sensibilidad pastoral.
La encíclica “Rerum novarum” cuyo título se traduce como “De las cosas nuevas”, aborda fundamentalmente las transformaciones sociales, económicas y laborales provocadas por la Revolución Industrial a finales del siglo XIX.
Ciertamente estamos ante una nueva revolución, esta vez “digital” y el gran desafío que tiene por delante el nuevo papa, es precisamente humanizar esta nueva realidad. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso
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Aseguran que Prevost siguió “los procedimientos” en casos de abusos en Perú
- Chiclayo, Perú. AFP.
Cuando era obispo, León XIV “respetó los procedimientos” internos de la Iglesia frente a casos de agresión sexual, dijo ayer viernes el prelado Edison Farfán, su sucesor en la diócesis en Chiclayo. Farfán refutó así los señalamientos contra el hoy papa por supuesto encubrimiento de presuntos responsables del clero católico.
Las oenegés SNAP y Bishop Accountability, que defienden a las víctimas de las agresiones sexuales, consideraron ambivalente la gestión de las denuncias por parte del entonces obispo Robert Francis Prevost. La polémica “ha salido en todos los medios de comunicación tratando de desacreditar (a Prevost), diciendo que no hizo nada”, señaló Farfán en conferencia de prensa.
“Eso es mentira, él ha escuchado y ha respetado los prodecimientos”, enfatizó. El pontífice estuvo al frente de la diócesis de Chiclayo, en el norte de Perú, entre 2015 y 2023. Un sacerdote de esa diócesis fue acusado en 2022 de abusar sexualmente de al menos tres niñas. Según la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP), las víctimas presentaron, en vano, sus acusaciones al obispado y terminaron acudiendo a la justicia civil.
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Prevost “no abrió una investigación” y “envió información inadecuada a Roma”, por lo que “la diócesis permitió que el sacerdote [incriminado] continuara oficiando misa”. Sin embargo, el obispo Farfán insistió en que su predecesor sí investigó el caso, escuchó a todas las partes y que el procedimiento continúa.
“En el proceso canónico se debe ir hasta el final, respetando los procedimientos”, explicó, y agregó que “ello no sucede de la noche a la mañana”. Además, el sacerdote “fue enviado inmediatamente a casa”, dijo a la AFP Fidel Purisaca, director de comunicaciones de la diócesis. Por recomendación del obispado también fue denunciado penalmente, pero el caso prescribió, precisó.
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Comunicados de oenegés
Uno de los principales retos del papa León XIV es continuar la lucha contra las agresiones sexuales en la Iglesia iniciada por Francisco, pero su ambivalente balance en Perú genera preocupación entre las oenegés de defensa de víctimas. Robert Francis Prevost se convirtió el jueves en el 267º papa tras una larga trayectoria en Perú, donde el entonces obispo de Chiclayo tuvo que hacer frente a estos escándalos que sacuden desde hace años la Iglesia católica.
Poco después de su elección, la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) destacó en una rueda de prensa desde el país andino que el sucesor de Francisco “abrió la senda” a la defensa de víctimas de agresiones en Perú. Pero las oenegés SNAP y Bishop Accountability emitieron sendas declaraciones en las que cuestionan el compromiso del segundo papa de las Américas, de 69 años, para levantar el secreto.
“¿El papa León XIV convertirá la lucha contra los abusos y el encubrimiento en una prioridad?”, se pregunta en un comunicado Anne Barrett Doyle, codirectora de Bishop Accountability. Las inquietudes se remontan al período en que el primer pontífice agustino era obispo de Chiclayo, en el norte de Perú, entre 2013 y 2025.
“No publicó el nombre de ninguno” de los culpables, agregó Barrett Doyle. La Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP) recordó que durante ese período tres víctimas informaron de sus acusaciones a su diócesis, en vano, y terminaron por señalarlas a las autoridades civiles en 2022.
Según la oenegé, Prevost “no abrió una investigación” y “envió información inadecuada a Roma”, por lo que “la diócesis permitió que el sacerdote [incriminado] continuara oficiando misa”. Previamente, como jefe de los agustinos en Chicago, permitió que un sacerdote acusado de agredir sexualmente a menores viviera en un convento agustino cerca de una escuela de la ciudad en el año 2000, agregó.
Estas oenegés también cuestionan su actuación al frente del Dicasterio para los Obispos, donde fue nombrado por Francisco en 2023 en reemplazo del canadiense Marc Ouellet, acusado de agredir sexualmente a una mujer. Como prefecto de este ministerio, Prevost debía supervisar los casos presentados contra obispos acusados de abusos sexuales y de encubrimiento. “Mantuvo el secreto de ese proceso” y “bajo su supervisión, ningún obispo cómplice fue despojado de su título”, lamentó Bishop Accountability.
Sodalicio, el “esperanzador” precedente
El sucesor del nuevo pontífice en la diócesis de Chiclayo, el obispo Edison Farfán, refutó la polémica que trata de “desacreditar” a Prevost. “Eso es mentira, él ha escuchado y ha respetado los procedimientos”, afirmó ante la prensa. Farfán afirmó que su predecesor investigó al sacerdote acusado por tres víctimas en la diócesis peruana y que el procedimiento todavía continúa.
“En el proceso canónico se debe ir hasta el final (...) Ello no sucede de la noche a la mañana”, dijo. Además, el sacerdote “fue enviado inmediatamente a casa”, agregó a la AFP Fidel Purisaca, director de comunicaciones de la diócesis. Bishop Accountability reconoce acciones positivas del nuevo papa como la denuncia de las agresiones y la corrupción en el Sodalicio de Vida Cristiana (SCV), una congregación ultraconservadora de laicos y sacerdotes de origen peruano.
Antes de que Prevost saliera de Perú, Francisco ordenó su intervención. Después de siete años de investigaciones, el papa argentino ordenó este año su disolución. La misma congregación reconoció que los miembros de la cúpula abusaron sexualmente de 19 menores y 10 mayores entre 1975 y 2002.
Pedro Salinas, una de las víctimas, aseguró que Prevost desempeñó “un papel extremadamente importante” para la disolución, destaca Barrett Doyle, sobre un precedente “esperanzador”. En enero pasado, el aún cardenal Prevost también recibió en El Vaticano a José Enrique Escardó, una de las primeras víctimas que denunció los abusos del Sodalicio.
Llamado a actuar
El papa Francisco lanzó muchas medidas para luchar contra la pedocriminalidad en la Iglesia, como el levantamiento del secreto pontificio y la obligación de señalar los casos a la jerarquía. Pero las asociaciones de víctimas se mostraron decepcionadas con su acción. Su sucesor hereda ahora esta cuestión, uno de los mayores desafíos para la Iglesia.
Muchos países asiáticos y africanos consideran ese problema como un tabú. Inclusive en Europa, donde Italia no ha iniciado una investigación independiente de los casos. SNAP llamó a León XIV a “tomar medidas decisivas en los primeros 100 días” de pontificado contra los abusos sexuales, entre ellas una ley universal de tolerancia cero en el derecho canónico y un fondo de reparación. “Nosotros rechazamos el encubrimiento y el secreto, eso hace mucho daño, pues tenemos que ayudar a las personas que han sufrido por el mal actuar”, declaró el hoy papa al diario peruano La República en una entrevista de junio del 2019.
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Sanear las finanzas del Vaticano es el eterno desafío de los papas
- Roma, Italia. AFP.
El papa Francisco tomó como misión sanear las cuentas deficitarias y a menudo opacas del Vaticano. Otros pontífices lo intentaron antes que él sin lograr poner orden, por lo que ahora León XIV enfrenta el desafío de enderezarlas. Pese a los ingresos de sus hospitales, sus museos, de las donaciones de fieles y diócesis y del alquiler de su amplio patrimonio inmobiliario, las finanzas de la Santa Sede son crónicamente deficitarias y su fondo de pensiones presenta un importante desequilibrio estructural.
Aunque no informa de sus cuentas con regularidad, el Vaticano reportó en 2023 una pérdida consolidada de casi 70 millones de euros (casi 79 millones de dólares), frente a unos ingresos de 1.200 millones de euros. Su historia, además, está repleta de escándalos financieros, como ejemplifica a la perfección su banco, el Instituto para las Obras de Religión (IOR).
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Vínculos con la mafia
Durante mucho tiempo, el IOR fue el principal accionista del importante banco italiano Ambrosiano, acusado de blanquear dinero del narcotráfico y de la mafia. En 1982, tras descubrirse un agujero de 1.200 millones de dólares en las cuentas, Ambrosiano quebró y dejó al Vaticano una losa de más de 240 millones de dólares para pagar a los acreedores.
Ese mismo año, el director del banco, Roberto Calvi, apareció colgando de un puente en Londres. Los jueces italianos evocaron más tarde un posible asesinato vinculado a la mafia. Cuando Francisco llegó al trono de San Pedro en 2013, la situación era todavía delicada. Estados Unidos acababa de colocar al Vaticano en la lista de países con una situación preocupante respecto a la lucha contra el blanqueo y el Banco de Italia había desactivado las terminales de pago en la ciudad-Estado.
El jesuita argentino creó en 2014 un secretariado para la Economía y colocó en su cúpula al cardenal australiano George Pell, salpicado en su país por un caso de pederastia por el que luego quedaría absuelto. Al frente del consejo de administración de la banca vaticana nombró a Jean-Baptiste de Franssu, un laico salido del mundo de las finanzas.
“Cuando llegué, no había un gobierno sólido, las reglas no se respetaban y no teníamos las competencias adecuadas”, contó el viernes a AFP este banquero francés. Tras un proceso de escrutinio se retiraron inversiones del banco vaticano en empresas vinculadas al armamento, la eutanasia y el aborto y, aunque con dificultad, se implementaron medidas de transparencia.
“En el Vaticano, como en toda institución, hubo resistencia, pero nosotros fuimos más resistentes que aquellos que se resistían”, afirmó Franssu. Por ejemplo, “nos dimos cuenta que había más o menos 5.000 cuentas” sin ningún vínculo con el Vaticano y “las cerramos”, explicó.
La reputación de la Santa Sede mejoró. Pasó a integrar el espacio de pago europeo SEPA y obtuvo las felicitaciones del Consejo de Europa por su lucha contra el blanqueo. Pero “hacer reformas en Roma, es como limpiar limpiar la esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”, prevenía Francisco en 2017.
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Otros retos
Los escándalos no terminaron. Uno de sus asesores cercanos, el influyente cardenal Angelo Becciu, reticente al nombramiento de George Pell, se vio implicado en un desvío de fondos provenientes de la recaudación anual de donaciones. En la mirilla había algunas inversiones desastrosas para la Iglesia que provocaron pérdidas de entre 130 y 180 millones de euros, según la acusación. Una de ellas era la compra de un inmueble de lujo en Londres por 350 millones de euros.
Becciu fue condenado en 2023 por el tribunal del Vaticano a cinco años y medio de cárcel. Las cuestiones de transparencia no son el único desafío de León XIV. También deberá luchar contra la caída continua de las donaciones -que representan un 17% de los ingresos de la Santa Sede-, combinada al aumento constante de los gastos de personal (+6% en 2023).
Igualmente tendrá que ocuparse del sistema de pensiones. En noviembre, Francisco reconoció que no estaba “en medida de garantizar a medio plazo” el pago de las pensiones de las “generaciones futuras”. Pero Franssu no está preocupado: “Francisco inició el proceso, estoy seguro que León XIV lo proseguirá”.
La historia de algún modo se repite. Antes del pontífice argentino, Benedicto XVI ya había implementado los primeros dispositivos antiblanqueo y de investigación interna que demostraron su utilidad con el caso Becciu. Los problemas financieros se remontan casi al momento mismo de la creación del micro-Estado, en 1929. Con la pérdida de los Estados pontificios frente a Italia, culminada en 1870 con la toma de Roma, las cuentas del Vaticano colapsaron.
Hizo falta entonces que la Italia dirigida por el dictador fascista Benito Mussolini, incluyera en los acuerdos que llevaron al nacimiento oficial de la Ciudad del Vaticano como Estado una compensación de 4.000 millones de liras, el equivalente a unos 4.725 millones de dólares actuales teniendo en cuenta la inflación.