El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco es un proceso secreto sin candidatos oficiales ni campaña electoral, pero con mucha especulación. Un total de 133 cardenales menores de 80 años podrán votar en la elección que arranca el miércoles: hay diplomáticos, hombres de terreno, teólogos o mediadores. Y entre ellos, 15 que destacan entre los “papabili”, los papables.
Pietro Parolin (Italia), n.º 2 del Vaticano. Este diplomático de 70 años y de gran experiencia ejerció como secretario de Estado -n.º 2 del Vaticano- durante casi todo el pontificado de Francisco y es un hombre de primer plano en la escena internacional. Con su figura ligeramente encorvada, su voz delicada y su temperamento tranquilo, ha viajado por todo el mundo y conoce a muchos líderes políticos, así como los entresijos de la Curia Romana.
Como miembro del Consejo de Cardenales desempeñó un papel clave en la firma en 2018 de un acuerdo histórico entre la Santa Sede y China sobre el nombramiento de obispos.
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Pierbattista Pizzaballa (Italia), patriarca latino de Jerusalén. Buen conocedor de Oriente Medio, este franciscano de 60 años y teólogo italiano habla hebreo e inglés, y llegó a Jerusalén en 1999. En septiembre de 2023, se convirtió en el primer patriarca de Jerusalén en ejercicio -la más alta autoridad católica de Oriente- en ser creado cardenal.
Un mes más tarde, estalló la guerra entre el movimiento islamista Hamás e Israel. Sus repetidos llamados a la paz lo pusieron en primer plano.
Matteo Maria Zuppi (Italia), arzobispo de Bolonia. Este discreto y experimentado diplomático de 69 años lleva más de 30 años realizando misiones de mediación política en el extranjero. Miembro de la comunidad romana de San Egidio, brazo diplomático oficioso de la Santa Sede, ha sido mediador en Mozambique y enviado especial del papa Francisco para la paz en Ucrania.
El también arzobispo de Bolonia es desde 2022 presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Este hombre de rostro jovial y figura esbelta goza de gran popularidad en Italia por su labor con los más desfavorecidos. Aboga por la acogida de migrantes y de los fieles homosexuales en el seno de la Iglesia.
Claudio Gugerotti (Italia). Este diplomático excelente de 69 años, políglota, es un experto en el mundo eslavo. Su carrera le ha llevado a ejercer de nuncio -embajador de la Santa Sede- en Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Ucrania y Reino Unido. Gugerotti, a quien el papa consultó sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, es desde 2022 prefecto del dicasterio para las Iglesias Orientales.
Jean-Marc Aveline (Francia), arzobispo de Marsella. Nació en Argelia hace 66 años en el seno de una familia de “pieds-noirs” -europeos, principalmente franceses, que residieron en Argelia durante el período colonial- de origen andaluz y pasó casi toda su vida en Marsella.
En 2013, se convirtió en obispo auxiliar de esta ciudad portuaria francesa, desde donde aboga por el diálogo interreligioso y por la defensa de los migrantes, dos pilares del pontificado de Francisco. Elegido a principios de abril presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, fue el artífice de la principal visita del papa a Marsella en 2023.
Anders Arborelius (Suecia), obispo de Estocolmo. Este luterano sueco de 75 años se convirtió al catolicismo en un país de abrumadora mayoría protestante, pero que es también uno de los más secularizados del mundo. Primer obispo católico de nacionalidad sueca, Francisco lo creó cardenal en 2017 y es miembro de varios dicasterios.
Al unísono con Francisco, Arborelius defiende la acogida en Europa de los migrantes. También se opone a ciertos obispos alemanes que desean modernizar su iglesia y a los que el Vaticano acusa de querer crear una nueva rama protestante.
Mario Grech (Malta), obispo de Gozo. El obispo de Gozo de 68 años, la segunda isla más grande del pequeño archipiélago mediterráneo de Malta, desempeñó un papel clave durante el sínodo sobre el futuro de la Iglesia, convocado por Francisco.
Grech fue el secretario general de esta asamblea de obispos, que deliberó sobre temas cruciales como el lugar de las mujeres y los divorciados vueltos a casar. Su papel fue de equilibrista siguiendo el deseo del papa argentino de crear una Iglesia abierta y vigilante, pero que reconoce a su vez las preocupaciones conservadoras.
Péter Erdö (Hungría), arzobispo de Budapest. Este austero intelectual de 72 años, que habla siete idiomas, es apreciado por sus conocimientos teológicos y su apertura a otras religiones. Ferviente defensor del diálogo con los cristianos ortodoxos, también presta especial atención a la comunidad judía. Tiene opiniones muy conservadoras tanto sobre los divorciados vueltos a casar como sobre las parejas del mismo sexo.
Erdö ha sido criticado por su silencio ante las derivas iliberales del gobierno húngaro de Viktor Orban. La Iglesia húngara ha saludado en cambio sus iniciativas para renovar los lugares de culto y recristianizar las escuelas, en nombre de la defensa del cristianismo en Europa.
Jean-Claude Hollerich (Luxemburgo), arzobispo de Luxemburgo. Este cardenal de 66 años jesuita, como Francisco, es un apasionado de la literatura alemana y de la cultura japonesa, y es miembro de los dicasterios de Cultura y de Educación, y del de Diálogo Interreligioso. A este especialista de las relaciones culturales entre Europa y el Extremo Oriente se le conoce como un teólogo firme sobre el dogma, pero abierto en cuanto a cambios sociales, al igual que el papa argentino.
Antonio Tagle (Filipinas). El exarzobispo de Manila Antonio Tagle es una figura moderada que no ha dudado en criticar a la Iglesia católica por sus fallos, especialmente en los casos de pederastia.
Como el papa argentino, está en primera línea de la defensa de pobres, migrantes y personas marginadas, hasta el punto de ganarse el apodo de “Francisco asiático”.
Benedicto XVI creó cardenal en 2012 a este hombre carismático de lentes rectangulares, aspecto juvenil y sonrisa fácil, apodado “Chito”. En el cónclave de 2013, estuvo entre los “papables”. Tiene 67 años.
Charles Maung Bo (Birmania), arzobispo de Rangún. El presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia fue creado cardenal en 2015, convirtiéndose en el primer y único purpurado de su país.
Este salesiano de 76 años llamó al diálogo y a la reconciliación en una Birmania sumida en conflictos. Tras el golpe de Estado militar de 2021, urgió a los manifestantes opositores a mantener la no violencia.
Miembro también de una minoría étnica, defendió a los rohinyás, de mayoría musulmana y perseguidos. Se pronunció además contra el tráfico de seres humanos, que trastorna la vida de muchos jóvenes birmanos.
Peter Turkson (Ghana). Es uno de los cardenales africanos más influyentes, es considerado a menudo como el favorito para convertirse en el primer papa negro de la Iglesia.
Este hombre de 76 años, nacido en una familia modesta de 10 hijos, habla seis idiomas y ha acudido en varias ocasiones al Foro Económico Mundial de Davos para alertar a los líderes empresariales de los peligros de la economía.
Fridolin Ambongo (República Democrática del Congo). El congoleño de 65 años es una voz importante del movimiento por la paz en su país natal marcado por décadas de violencia, podría recabar los votos de los cardenales conservadores.
Firmó una carta en 2024 contra la autorización del papa Francisco a la bendición de parejas homosexuales. El arzobispo de Kinshasa desde 2018 y cardenal desde 2019 también es miembro del “C9”, el consejo de nueve cardenales encargados de aconsejar al papa sobre la reforma de la Iglesia. “África es el futuro de la Iglesia, es obvio”, dijo en una entrevista en 2023.
Robert Francis Prevost (Estados Unidos), 69 años. El nativo de Chicago se convirtió en 2023 en el prefecto del poderoso Dicasterio para los Obispos, encargado de nombrar a los mitrados de todo el mundo.
Prevost fue misionero en Perú, y años después fue nombrado arzobispo-obispo emérito de Chiclayo, en el país andino. También es el presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
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Timothy Dolan (Estados Unidos), arzobispo de Nueva York. El jefe del poderoso arzobispado de Nueva York de 75 años es un hombre extrovertido, al que le gusta el deporte, la cerveza y que trata de aportar optimismo a la Iglesia.
Este corpulento cardenal, que tiene mucho sentido del humor, es teológicamente conservador y un firme opositor al aborto. Personalidad mediática con gran presencia en las redes sociales, coordinó la lucha contra la pederastia entre 2002 y 2009 en la diócesis de Milwaukee, en Wisconsin.
Fuente: AFP