Tras los llamamientos de Estados Unidos y Reino Unido, Francia instó este domingo a sus ciudadanos a abandonar inmediatamente el Líbano ante el temor de una escalada militar entre Irán y sus aliados e Israel, después del asesinato del jefe de Hamás y del comandante de Hezbolá.
En las últimas horas, un ataque con cuchillo dejó dos muertos en un suburbio de Tel Aviv y el movimiento libanés Hezbolá disparó decenas de cohetes contra el norte de Israel, interceptados en su mayoría por el sistema antiaéreo israelí.
Irán, el movimiento islamista palestino Hamás y Hezbolá acusaron a Israel de la muerte el miércoles del jefe político de Hamás, Ismail Haniyeh, en su residencia en Teherán.
Israel no comentó el asesinato, que se produjo unas horas después de que un bombardeo -que sí reivindicó el Estado hebreo- matase al jefe militar del grupo libanés, Fuad Shukr, cerca de Beirut el martes por la noche.
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, amenazó a Israel con un “castigo severo” y el líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, habló de una “respuesta inevitable”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró que su país “está en un alto nivel de preparación para cualquier escenario, tanto defensivo como ofensivo”.
Estados Unidos, principal aliado de Israel, anunció el viernes un refuerzo de su dispositivo militar en Oriente Medio, entre otras cosas para “aumentar el apoyo a la defensa de Israel”.
Urgencia
La guerra en Gaza, desencadenada el 7 de octubre por el ataque de Hamás en territorio israelí, generó hostilidades entre Israel y movimientos armados afines a Irán en Siria, Líbano, Irak y Yemen.
Ante el temor a una escalada, Suecia, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Jordania pidieron en los últimos días a sus nacionales que abandonen inmediatamente el Líbano.
En París, la cancillería instó este domingo a los franceses a marcharse del Líbano “lo antes posible” y a “abandonar temporalmente” Irán.
Canadá, que ya pidió a finales de junio a sus nacionales que partiesen de Líbano, hizo un llamamiento el sábado a “evitar cualquier viaje a Israel”.
Varias aerolíneas suspendieron temporalmente sus vuelos a Beirut, como Lufthansa, Air France y Transavia. Kuwait Airways interrumpirá sus rutas a partir del lunes y Qatar Airways anulará sus vuelos nocturnos a Beirut hasta el lunes.
Lufthansa también suspendió sus vuelos a Tel Aviv hasta el 8 de agosto.
Desde el inicio del conflicto, Hezbolá intercambia disparos casi a diario con el ejército israelí a lo largo de la frontera israelí-libanesa, y la reciente muerte de Shukr solo consiguió avivar la tensión.
El sábado por la noche, Hezbolá afirmó haber disparado decenas de cohetes por primera vez hacia la ciudad de Beit Hillel, en el norte de Israel. El ejército israelí respondió con bombardeos en el sur de Líbano.
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La representación de Irán ante la ONU dijo esperar que Hezbolá ataque en “profundidad” el territorio israelí y que no se limite a objetivos militares.
Fuente: AFP
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Por hipoacusia y ceguera otra vez en la cornisa frente al abismo
- Fotos: Gentileza
Desde el fin de la que llamamos Guerra Fría siento que una vez más estamos como en una cornisa frente al abismo y que a nuestras espaldas un nutrido grupo de poderosos y poderosas se preparan para empujarnos.
“Como en una cornisa frente al abismo. La ofensiva israelí en el Líbano reproduce esa imagen, retroceder o caer”, dijo en estos días el colega periodista Marcelo Cantelmi en el diario Clarín de Buenos Aires. Hace foco en el Oriente Cercano. Gaza, Cisjordania e Israel están incluidos en el campo que constituyó para el análisis. Añade en un segundo círculo a Irán, a Estados Unidos e incluso a Europa. La Unión Europea (UE) también transita sus tragedias. Desde febrero de 2022 cuando Rusia invadió Ucrania.
Volver al horror. Poco más de medio siglo atrás Lawrence Olivier puso su voz a los veintiséis capítulos de “El mundo en guerra”, una magnífica serie documental británica que puso ante nuestros ojos en la tele la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. La cornisa, el abismo, retroceder o caer. Situaciones geopolíticas distintas, muy diferentes, pero también veo frente a ese dilema a la aldea global cuando mis sentidos se activan sobre el Palacio de Cristal, en Nueva York, sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Desde el fin de la que llamamos Guerra Fría siento que una vez más estamos “como en una cornisa frente al abismo” y que a nuestras espaldas un nutrido grupo de poderosos y poderosas se preparan para empujarnos. Hablan de libertad y libertades. Eufemistas y letales. Conjugan en todos sus tiempos el verbo disentir en procura de parecer moderados. Aseguran creer “en la defensa de la vida de todos; en la defensa de la propiedad de todos; en la libertad de expresión para todos; en la libertad de culto para todos; en la libertad de comercio para todos” y, desde esa plataforma dialéctica, exigen a la ONU “retomar los principios que le dieron vida y volver a adaptar el rol para el que fue concebida”.
Palabras a la marchanta. Discursos sobre la nada para decir que las otredades van en el sentido opuesto de la historia… como ellos y ellas la imaginan. Algunos años atrás, tal vez en 2009, supe a través de la lectura que dos intelectuales de fuste y amigos mantuvieron nutritivas tertulias para intercambiar pareceres sobre generalidades y sin hacer foco sobre persona alguna en particular.
CUALIDAD SOCIAL
Aquellas líneas me atraparon y –como quienes fueron sus protagonistas– también las asumo y repito como impersonales, aunque pueden aplicar a millones en la imaginación de quien padezca de patologías conspiranoicas. “La imbecilidad es una cualidad social y, en lo que a mí respecta, también puedes llamarla de otro modo, dado que para algunos ‘estúpido’ e ‘imbécil’ son términos que se refieren a la misma cosa”, disparó aquel hombre serenamente.
Su interlocutor lo miraba con atención y en silencio. “El imbécil es aquel que siempre, llegado el momento, se le ocurrirá decir exactamente lo que no debería decir”, agregó aquel con inconfundible aire académico. Sus bigotes negros contrastaban contra su blanca barba. Detrás de aquellos anteojos livianos que siempre usaba montados la nariz o por encima de ella, sobre la frente, para descansar un poco sus ojos, no quitaba la mirada de quien lo escuchaba.
Parecía que quería registrar cada uno de los gestos de sus interlocutores para regular su mensaje. Para ir por más o por un poco menos. En cuatro oportunidades dialogué con él. En algunas ocasiones –cada vez menos– hacer periodismo permite conversar con hombres y mujeres brillantes. Aquellos y aquellas cuyas palabras se guardan para siempre en la memoria.
Pero regresemos a aquel diálogo que no presencié. “Yo creo que al estúpido no le basta con equivocarse. Afirma claro y fuerte su error, lo proclama a los cuatro vientos, quiere que todos lo escuchen. Es sorprendente ver lo estridente que es la estupidez. ‘Ahora sabemos por fuentes fidedignas que…’”. “Y le sigue una garrafal sarta de estupideces”, replicó quien lo escuchaba. Tal vez por un momento hayan intercambiado silencios. Calvos ambos se encontraban rodeados de estantes cargados con libros. Nunca hubiera imaginado aquella escena de sus vidas cotidianas con ninguna otra escenografía. ¡Qué bueno haber sabido de aquellas tertulias cuando la presente centuria comenzaba!
TERTULIAS
Recuerdo que fue cuando casi finalizaba la primera década cuando supe que Umberto Eco (1932-2016) y Jean-Claude Carrière (1931-2021) –escritor, filósofo, semiólogo y profesor universitario italiano, el primero; actor y guionista francés, el segundo– se reunieron con frecuencia para charlar. Tertulianos vocacionales.
Comprometido y con actitud didáctica, Eco continuó para diferenciar claramente estupidez de imbecilidad. “El estúpido es diferente (porque) su déficit no es social, sino lógico. A primera vista, tal parece que razona de una manera correcta; y resulta muy difícil darse cuenta, (pero) de inmediato (se advierte) que esto no es así (y), por eso es peligroso”.
En ese contexto, alcanzaron un primer acuerdo que propuso el francés. “Deberíamos ocuparnos específicamente del estúpido”. Eco asintió pensativo. “Tienes toda la razón (porque) si empiezas a afirmar con insistencia una verdad común, trivial, de inmediato se transforma en una estupidez…”. Carrière respondió de la mano de Flaubert (Gustav, 1821-1880, el autor de Madame Bovary, quien dice que “la estupidez consiste en querer sacar conclusiones”, en tanto que “el imbécil quiere llegar, por sí solo, a soluciones perentorias y definitivas (porque) le gustaría ponerle fin de una vez y para siempre a los argumentos”.
Eco no esperó más: “Me parece que la estupidez es un poco diferente a la estulticia. Se puede ser un estúpido sin llegar a ser por completo una ‘bestia’ (o) ser, por casualidad, un estúpido”. Aquellos encuentros –”esta pesquisa sobre la estupidez”, diría el francés– se sostuvieron por “algunos años”. A veces en el departamento de Jean-Claude, en París y otras, en la casa de campo de Umberto en Monte Cerignone, provincia italiana de Pesaro y Urbino, en la serrana región de las Marcas, escasamente habitada. Huelga decir que hubiese querido estar allí, por cierto. Solo para escuchar y, tal vez, tomar notas.
Vuelvo a las y los ideólogos de la nada misma. Alguien debiera proponerles leer y releer, por lo menos, el preámbulo de la Carta de las Naciones. “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles”. ¡Esa fue, es y será la idea que se firmó en San Francisco el 26 de junio de 1945! El jueves último en la mañana, desde Cataluña, recordó aquel texto, que debiera ser sagrado para quienes se expresan en nombre de la libertad y la paz, don Federico Mayor Zaragoza al momento de iniciar –desde Montevideo, Uruguay, y para el mundo– las actividades de la flamante Cátedra UCLAEH-UNESCO que coordina el magíster Luis Carrizo y se propone profundizar en el estudio de las “transformaciones sociales y la condición humana desde la perspectiva del pensamiento complejo del pensador Edgar Morin de cara al siglo XXI” que se presenta complejo y amenazante.
CIENCIA CON CONCIENCIA
“Ciencia con conciencia para alcanzar una conciencia con ciencia”, un puñado de minutos después propone desde París Nelson Vallejo-Gómez, filósofo colombo-francés a través de Youtube en el transcurso de esa inauguración. A su tiempo, Ana Sánchez Torres, miembro del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la Universitat de Valencia, enfatiza que “la lógica dicotómica del pensamiento occidental es reduccionista” y propone “priorizar las relaciones dialógicas”.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (AGUN) sesionó una vez más en la semana que pasó. Así suele suceder todos los setiembres en cada año. Jefes de Estado, de Gobierno, cancilleres, se hicieron oír en el hemiciclo del Palacio de Cristal en Nueva York hasta el martes último. El secretario general de ese organismo multilateral, Antonio Guterres, sostuvo ante líderes y lideresas globales que “los tres males mayores” que afectan al mundo son “la impunidad, que se repite en todos los grandes conflictos actuales –en Gaza, Líbano, Ucrania o Sudán–, la desigualdad que se agrava cada vez más entre los países y dentro de cada país, y la incertidumbre que generan la crisis climática y (el avance de) una inteligencia artificial descontrolada”.
Las palabras con las que expresó su ponencia –y hasta la gestáltica del alto funcionario– comunicaron preocupación, agobio, decepción, pero también deseo de seguir adelante. A la hora de producir sentido, Guterres se preguntó y preguntó cómo es que sucede que en clara violación de la Carta de la ONU y del derecho humanitario se puede “invadir otro país, devastar sociedades enteras o ignorar olímpicamente el bienestar de su propia población”.
Su diagnóstico fue duro porque dio cuenta de sucesivas acciones de crueldad extrema con las que “cada vez más países llenan espacios de la división geopolítica y hacen lo que quieren sin rendición de cuentas”. Marcó diferencias con los tiempos de la Guerra Fría porque en su análisis, por aquellos años había límites y, por el contrario, “uno siente que no existen hoy (líneas rojas ni guardarraíles), ni tenemos un mundo unipolar”.
Cada una de sus palabras resonaban con fuerza. Los datos s o n abrumadores. Reveló que el 43 % de la riqueza mundial está en manos del 1 % de la población global que supera los 8 billones de personas. “Entre los 75 países más pobres del mundo, dos tercios están peor que cinco años atrás”, pero, en ese mismo tiempo, “los cinco hombres más ricos han duplicado sus fortunas”.
REVERSIBILIDAD
En ese contexto enfatizó que “el estado de nuestro mundo es insostenible” y aseguró que “no podemos seguir así”. Pero, sin embargo, considera que “los retos a los que nos enfrentamos (para contener y revertir la situación) no son irresolubles”. ¿Qué es lo que no se entiende? Don Antonio no decodifica la grave situación en soledad.
Un par de días antes, el colega periodista Joseba Elola, en diario El País, sostiene que “la guerra siempre es una mala idea” y advierte que “nuestro mundo ha abrazado una dinámica peligrosa (porque) estamos viviendo un periodo cuya beligerancia no se veía desde el final de la Guerra Fría. Y con innovaciones técnicas de guerra sucia que producen escalofríos”.
En tono de advertencia luego sostiene que “Ucrania, Gaza y Sudán son los tres focos (bélicos) fundamentales, con sus respectivas ondas expansivas, de esta tragedia”; y que, como consecuencia de ello, “casi 600.000 personas han muerto entre 2021 y 2023 en todo el mundo”. Desde esa perspectiva añade que por “el aumento de las oleadas de refugiados y desplazados (se) están alimentando discursos racistas” y sostiene que esta última situación “nutre electoralmente a las ultraderechas (y, por lo que se ve, a algunas derechas no tan ultras)”. Completa su reporte con una denuncia que estremece. “El gasto mundial en defensa vuelve a crecer, un 7 %, por noveno año consecutivo”, lo que “significa sustraer dinero de otras necesidades” sociales en áreas como “sanidad, educación o crisis climática”. Grave. La maltratada aldea global está en el borde mismo del abismo.
“La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”, sentenció Erasmo de Rotterdam. Recuerdo aquella lúcida observación junto con Elola, que la consigna en su texto. Sin embargo y pese a tanta evidencia, las violencias no se detienen. La hipoacusia política, desde siempre, es voluntaria. “Razones de seguridad nacional”; “soberanía”; “dios”; “la patria”; “el honor nacional”; “el derecho natural”; “la historia”. Pareciera que todo vale como fundamento (¿excusa?, ¿argumento?, ¿fundamentación?) para hacer la guerra, para eludir la paz o para terminar con ella.
LAS PALABRAS Y SUS CONSECUENCIAS
Peligros y amenazas no son escasos. Los debates se multiplican. La palabra libertad – como ideal de vida– es abusada. Flamantes líderes y lideresas emergen con discursos preocupantes y sus palabras tienen consecuencias. El colega periodista Jorge Elías, a través de El Ínterin –www.elinterin.com, que dirige y recomiendo–, especializado en asuntos internacionales, reporta que el Global State of Democracy 2024 del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, con sede en Estocolmo desde 1975, después de evaluar 158 países, concluye que “en una de cada tres elecciones, el porcentaje promedio de votantes ha disminuido del 65,2 % en 2008 al 55,5 % en 2023″.
Agrega que “en dos de cada 10 elecciones entre 2020 y 2024, uno de los candidatos o los partidos derrotados rechazaron el resultado”. Donald Trump desde 2020 hasta hoy miente enfáticamente e insiste en que Joe Biden, actual presidente norteamericano, no triunfó en aquellas elecciones. En el mismo reporte se asegura que “en 2023, la democracia tuvo el peor declive en elecciones en casi medio siglo por la intimidación de los gobiernos, la interferencia extranjera, la desinformación y el uso indebido de la inteligencia artificial”.
¿Qué es lo que se incomprende? Guterres, en la ONU, al igual que los colegas periodistas Cantelmi, Elola y Elías reportan datos que van en la misma línea desde perspectivas y objetivos bien diferentes. Preocupante, por cierto. Y lo es más cuando en las redes circulan con altísima velocidad múltiples discursos de odio y diatribas contra la democracia en nombre de la libertad sin tener presente la condición humana que –como lo explica el maestro Edgar Morin (103)– “debería ser objeto esencial de cualquier educación”.
HOJA DE RUTA
Es preciso saber, comprender y comprehender que “el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social, histórico”, para entender el verdadero sentido que proponen sucesivamente la Agenda del Milenio (2000- 2015), la aún vigente Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y el flamante Pacto del Futuro (2030-2045) que, además, son una suerte de hojas de ruta que cada Estado-nación puede y debe adoptar o no a su legislación interna. No son imposiciones. Cada uno de esos documentos asumen la humanidad con “ciencia y conciencia” sin escindirla tanto “de su identidad compleja” como “de su identidad común a todos los humanos”. Oponerse críticamente a tales premisas a partir de saberes específicos epistemológicamente alineados con algunos conocimientos “completamente desintegrados (de la condición humana) a través de las disciplinas” tradicionales suele generar lo que se conoce como “ceguera del conocimiento”.
Quien quiera oír, que oiga. Quien quiera ver, que vea. ¿Desde dónde empezar entonces para evitar el no ver? “Somos especie, somos sociedad, somos cultura, somos libertad... ¿qué somos? (vale pensarlo y recordarlo porque) allí emerge la condición humana”, propone con sabiduría Ana Sánchez Torres, desde Valencia.
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Hezbolá, una poderosa formación armada de Líbano
El movimiento libanés Hezbolá, cuyo jefe, Hasán Nasralá, fue eliminado por el ejército israelí en un bombardeo al sur de Beirut el viernes, es uno de los principales enemigos de Israel. Esta formación política y militar creada, armada y financiada por Irán, libró un mortífero conflicto con Israel en 2006, que traumatizó a la sociedad libanesa y que al grupo le sirvió para consolidar su poderío.
Tras el ataque del movimiento islamista Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre, que desencadenó la guerra en la Franja de Gaza, Hezbolá reactivó el frente norte de Israel, en “apoyo” a su aliado palestino. Los enfrentamientos transfronterizos derivaron en un conflicto casi generalizado a principios de esta semana, con Israel lanzando una campaña masiva de bombardeos en los bastiones de Hezbolá en el sur y en el este de Líbano, así como en la periferia sur de Beirut.
Desde hace meses, Israel ha debilitado considerablemente a este movimiento, matando uno a uno a sus principales comandantes, incluido su jefe militar, Fuad Shukr, que murió en julio en un bombardeo en un suburbio al sur de Beirut. La muerte de Hasán Nasralá es un duro golpe para el movimiento.
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Guerra de 33 días
El “Partido de Dios” fue creado en 1982 tras la invasión israelí de Líbano, a iniciativa de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico de la República Islámica de Irán. Se convirtió en la punta de lanza de la lucha contra Israel, que se retiró progresivamente de Líbano hasta que, en el 2000, abandonó el sur del país tras 22 años de ocupación.
Desde entonces, el grupo libanés e Israel se enfrentaron episódicamente, hasta librar una guerra en 2006 tras el secuestro de dos soldados israelíes en la frontera entre ambos países. Israel lanzó entonces una gran ofensiva. La guerra, de 33 días, mató a 1.200 libaneses -sobre todo civiles- y a 160 israelíes, militares en su mayoría.
La resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que puso fin a la guerra, estipula que solo el ejército libanés y los cascos azules de Naciones Unidas deben ser desplegados en el sur de Líbano. Pero Hezbolá mantuvo su presencia en la región, donde, según los expertos, cavó una red de túneles.
Reforzó su arsenal, que incluye misiles guiados, y reivindica tener más de 100.000 combatientes. Las principales instituciones del movimiento se encuentran en el suburbio del sur de Beirut, desde que Israel mató en 1992 al predecesor de Nasralá, Abas Masaui.
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Expansión regional
Hezbolá es la más influyente de las formaciones del “eje de la resistencia” promovido por Irán contra Israel, que reúne al Hamás palestino, a los rebeldes hutíes de Yemen y a grupos iraquíes. El partido también apoyó militarmente al régimen de Bashar al Asad en Siria, donde un levantamiento popular en 2011 derivó en una insurrección armada. Pero, desde que se congelaron las líneas del frente, la formación redujo su contingente en el país.
Al término de la guerra civil libanesa (1975-1990), Hezbolá es la única facción que conserva sus armas, en nombre de la “resistencia” contra Israel. Se impuso como una fuerza política ineludible y sus detractores lo acusan de constituir un “Estado dentro del Estado”. Nasralá era considerado como el hombre más poderoso del país.
Formaba parte del gobierno y del Parlamento, donde ni su bando ni sus adversarios cuentan con mayoría absoluta, lo que hace que, desde hace dos años, no se haya elegido aún a un presidente de la República. Su popularidad y su creciente influencia dentro de la comunidad chiita se apuntala en una extensa red de escuelas, hospitales y asociaciones al servicio de sus simpatizantes.
Estados Unidos clasificó en 1997 a Hezbolá en su lista de organizaciones “terroristas” y sometió al grupo a sanciones económicas y bancarias. Washington lo acusa de dos atentados simultáneos, ocurridos el 23 de octubre de 1983 en Beirut, que le costaron la vida a 241 Marines estadounidenses y a 58 paracaidistas franceses. También le imputa tomas de rehenes occidentales durante la guerra en Líbano.
Desde 2013, la UE también considera a la rama armada del movimiento como una organización “terrorista”. El partido ha sido acusado de implicación en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, por el que dos de sus miembros fueron condenados en ausencia a cadena perpetua en 2022.
Fuente: AFP.
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Falleció Hasán Nasralá, el hombre más poderoso de Hezbolá en Líbano
El fallecido jefe de Hezbolá, Hasán Nasralá, considerado el hombre más poderoso de Líbano, vivía en la clandestinidad desde la última guerra entre Israel y el movimiento islamista en 2006. Pero el viernes el ejército israelí consiguió localizarlo y matarlo. Hezbolá confirmó el sábado que su secretario general murió el día anterior en un violento bombardeo israelí en un suburbio del sur de Beirut, bastión del movimiento proiraní.
Nasralá, asesinado a los 64 años, apareció contadas veces en público desde la guerra que enfrentó a su movimiento con el ejército israelí a mediados de 2006, y su lugar de residencia siempre fue un secreto. Pero pese a la clandestinidad, el jefe de la poderosa milicia chiita recibía visitantes, incluidos los líderes de movimientos palestinos aliados, que publicaron fotos de los encuentros.
Los periodistas y personalidades que se reunieron con él relataron haber sido conducidos por Hezbolá en coches de seguridad hacia una localización difícil de identificar. Nasralá pronunciaba habitualmente discursos transmitidos en vivo, que tenían en vilo al Líbano, ya que era considerado el hombre más poderoso del país porque al frente de Hezbolá contaba con la facultad de decidir sobre la guerra o la paz. Para sus seguidores chiitas, su figura era objeto de un culto, pero su influencia se extendía en las esferas políticas y su muerte puede tener implicaciones para toda la región.
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Una fuerza política
Nasralá llegó a liderar Hezbolá en 1992, a los 32 años, cuando su antecesor Abás al Musawi fue abatido por Israel. Al asumir el mando, llevó a Hezbolá, el Partido de Dios, de una milicia armada a convertirse en la fuerza política más poderosa de Líbano, representada en el Parlamento y en el gobierno.
Al mismo tiempo desarrolló el arsenal de su formación que reivindicó que cuenta con 100.000 combatientes y posee poderosas armas, incluidos misiles de alta precisión. Hezbolá es la única formación que se negó a entregar sus armas al final de la guerra civil (1975-1990) esgrimiendo como argumento la necesidad de una “resistencia contra Israel”, cuyo ejército se retiró gradualmente del país hasta evacuar totalmente el sur en mayo de 2000, después de 22 años de ocupación.
A lo largo de los enfrentamientos entre sus efectivos y el ejército israelí, Nasralá consolidó su estatus de líder y lo cimentó en 1997 tras la muerte en combate de su hijo mayor, Hadi. El conflicto de 2006 con Israel, que duró 33 días, le permitió exponer la fuerza de su movimiento que hizo frente al ejército israelí.
La guerra causó la muerte de 1.200 libaneses, en su mayoría civiles, y de 160 israelíes, la mayoría militares. Nasralá proclamó al final de esta guerra una “victoria divina” y adquirió un perfil de héroe en el mundo árabe. Pero en el Líbano fue criticado por varios sectores cuando su partido fue acusado de estar implicado en el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri en 2005, y luego cuando sus milicias tomaron brevemente el control de la capital en mayo de 2008.
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Descendiente del profeta Mahoma
Nasralá, siempre vestía túnicas clericales y un turbante negro característico de los Sayed, los descendientes del profeta Mahoma con los que se identificaba. Al mando de Hezbolá, logró tener influencia más allá del Líbano, en toda la región. En 2013 anunció haber intervenido militarmente en Siria para apoyar al régimen de Bashar al Asad, atenazado en una guerra civil que estalló tras la represión de protestas pacíficas en 2011, que después derivaron en una insurrección armada.
Con el apoyo total de Irán, formó y apoyó a los movimientos cercanos a Teherán en la región. Hezbolá es la “joya de la corona” de los aliados de Irán en Medio Oriente, que constituyen el denominado “eje de resistencia” que incluye a grupos armados en Irak, los rebeldes hutíes de Yemen y el movimiento islamista palestino Hamás.
Nasralá nació el 31 de agosto de 1960 en una modesta familia de nueve hijos, en una zona conocida como “el cordón de la miseria” que rodeaba Beirut. Su familia era originaria del pueblo de Bazuriyé en el sur del Líbano. Logró estudiar teología en la ciudad santa chiita de Najaf, en Irak, pero tuvo que partir en 1978 durante la ola de represión contra los chiitas impulsada por Sadam Husein.
De regreso al Líbano se unió al movimiento chiita Amal, pero con la invasión israelí en 1982, formó parte de una escisión que fue el núcleo fundador de Hezbolá, creado bajo el impulso de los Guardianes de la Revolución iraníes. Nasralá estaba casado y fue padre de cinco hijos, hablaba con fluidez el farsi y en una inusual entrevista contó que en su juventud jugó al fútbol y que adoraba a Maradona.
Fuente: AFP.
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Más de 50.000 desplazados cruzaron la frontera hacia Siria huyendo de los bombardeos
Más de 50.000 libaneses y sirios que vivían en Líbano han cruzado la frontera hacia Siria como consecuencia de la intensificación de los bombardeos israelíes, según ha denunciado el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi.
“Más de 50.000 libaneses y sirios que viven en Líbano han cruzado ya hacia Siria huyendo de los ataques aéreos israelíes. Hay bastantes más de 200.000 desplazados dentro de Líbano”, ha publicado Grandi en su cuenta en X.
Grandi ha destacado que “hay operaciones en marcha, incluidas las de ACNUR, para ayudar a quienes lo necesitan en coordinación con ambos gobiernos”.
Israel ha aumentado sus ataques en las últimas semanas sobre objetivos de Hezbolá en el este, el sur y en la capital de Líbano, Beirut, donde murió el viernes el secretario general del grupo, Hasán Nasralá.
Fuente: Europa Press