Ocho grupos criminales de México, Venezuela y Centroamérica fueron designados como organizaciones “terroristas globales” por el gobierno de Donald Trump, que los considera una amenaza para la seguridad de Estados Unidos y promete eliminarlos. Aquí una sinopsis de estas bandas acusadas de tráfico de drogas y migrantes, además de una amplia gama de delitos.
Surgido en 2010, el CJNG es considerado una de las mayores organizaciones criminales de México. Estados Unidos ofrece 15 millones de dólares por su líder, Nemesio Oseguera, “El Mencho”, acusado de contrabando de fentanilo y metanfetaminas. Según Insight Crime, sus redes se extienden a varios países de Latinoamérica, Canadá, Australia y el Sudeste Asiático.
Presente en varios estados de México, disputa con el Cártel de Sinaloa el control del tráfico de migrantes en la frontera con Guatemala y ha atentado contra altos cargos como el actual secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, en 2020.
Fundado en los años 1980 por Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada, es la otra gran mafia mexicana, con una reconocida capacidad para infiltrar las altas esferas del Estado. Guzmán y Zambada están presos en Estados Unidos, el primero a perpetuidad. Según Washington, este cártel es el mayor traficante de fentanilo -al que se atribuyen miles de muertes cada año en Estados Unidos-, y también se le vincula con el contrabando de metanfetaminas, heroína y cocaína.
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Los herederos de sus fundadores mantienen una guerra intestina que ha dejado cientos de muertos desde 2024, cuando supuestamente Zambada fue secuestrado por un hijo de “El Chapo”, que lo llevó en un avión privado a Estados Unidos para entregarlo a autoridades de ese país.
Un exministro de Seguridad mexicano, Genaro García Luna, fue condenado en 2024 a casi 39 años de prisión por colaborar con el cártel.
Se conformó en 2014 en una cárcel del estado venezolano de Aragua y está ligado a secuestros, robos, venta de drogas, prostitución y extorsión. Más tarde se expandió a la explotación ilegal de oro en un país que cuenta con grandes yacimientos, y a la trata de personas en medio de la ola migratoria. Sus actividades se expandieron a varios países del continente.
En 2023 estaba compuesto por unos 5.000 hombres y su centro de operaciones era la cárcel de Tocorón (Aragua), ocupada ese mismo año por las autoridades. Esa prisión era una especie de hotel con piscina, zoológico, sala de apuestas, banco, campo de béisbol y una discoteca. Aunque el gobierno de Nicolás Maduro asegura que la banda fue desmantelada, su jefe, Héctor Guerrero, está prófugo.
La MS-13 se formó en Los Ángeles (Estados Unidos) en los años 1980. Sus primeros hombres llegaron deportados a El Salvador tras la guerra civil (1980-1992). Luego se extendieron a Guatemala y Honduras y convirtieron la región en una de las más violentas del mundo. Junto con sus archienemigos de Barrio 18 suman decenas de miles de miembros dedicados a las extorsiones, los asesinatos, el sicariato y el tráfico de drogas.
Dos tercios de sus integrantes han sido encarcelados en El Salvador por las medidas draconianas del gobierno de Nayib Bukele, según Insight Crime, que define esta situación como un “golpe casi mortal” contra ambos grupos. En Estados Unidos, la MS-13 se concentra en la venta de narcóticos y la extorsión de pequeños negocios y bares clandestinos, detalla el centro de pensamiento.
Opera en el estado agroindustrial de Michoacán (oeste de México) y ha ganado notoriedad por el uso de minas antipersonas en el combate que libra con el CJNG en esa región. Según la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA), distribuye metanfetaminas y heroína.
Fundada en 2006 como La Familia Michoacana, este grupo se había debilitado desde 2014 tras el asesinato de su fundador, Nazario Moreno González, según Insight Crime. Sus remanentes se reorganizaron en años recientes como la Nueva Familia Michoacana y operan actualmente en los estados de Michoacán, Morelos, Guerrero y Estado de México. Estados Unidos asegura que el grupo trafica metanfetaminas e incursiona en el trasiego de fentanilo.
El Cartel del Golfo llegó a ser uno de los grupos criminales más temibles de México, pero en los últimos años perdió influencia y se dividió en múltiples facciones, una de ellas el extinto y sanguinario cártel de Los Zetas. Su líder, Osiel Cárdenas Guillén, fue deportado en diciembre pasado desde Estados Unidos a México, donde está preso por varios delitos. Había sido condenado en 2010 a 25 años de cárcel por la justicia estadounidense. Sus sucesores controlan importantes zonas fronterizas cerca del Golfo de México, beneficiándose del tráfico de migrantes y drogas como cocaína y metanfetamina, según Insight Crime.
Es la organización sucesora de Los Zetas, conformada por antiguos militares de élite. Domina en la fronteriza Nuevo Laredo, en el estado de Tamaulipas, principal cruce para el comercio terrestre entre México y Estados Unidos.
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