Israel rindió el martes, en silencio y con lágrimas, un homenaje a las víctimas del ataque sin precedentes de Hamás del 7 de octubre. En la explanada de la Universidad Hebrea de Jerusalén, más de mil personas, principalmente estudiantes y profesores, guardaron un minuto de silencio, rezaron y cantaron el himno nacional.
“Las atrocidades han dejado una cicatriz terrible, traumas a nivel personal pero también a nivel nacional”, dijo Asher Cohen, presidente de la universidad, que tiene a varios de sus graduados entre las víctimas. “Pero hay esperanza, habrá un renacimiento”, agregó.
Varias personas dieron su testimonio, entrecortados por las lágrimas, como un maestro que mostró la foto de su hijo y su novia, asesinados por los comandos de Hamás. “Creían en la paz”, dijo.
Más de 1.400 personas murieron desde el 7 de octubre, la mayoría de ellos civiles el día mismo día del ataque del movimiento islamista palestino en el sur de Israel, cerca de la Franja de Gaza, según datos de las autoridades israelíes.
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Shay Dickmann, una estudiante de medicina de 28 años habló de su prima, tomada como rehén en el Kibutz Beeri, a menos de 5 kilómetros del territorio palestino. “Hay 241 personas inocentes secuestradas por Hamás. Por lo que sabemos están vivos. Cada día disminuye la posibilidad de verlos vivos de nuevo. Tenemos que traerlos de vuelta ahora”, dijo.
Decenas de personas asistieron a una ceremonia en la Bezalel Academy of Art and Design, donde se encendieron velas. “No creo que haya una sola persona que no se vea afectada por estos horribles ataques”, dijo Sharon Balaban, maestra en esta escuela de arte. “Todo el mundo conoce a alguien que ha resultado herido, muerto o impactado”, agregó.
En respuesta al ataque del 7 de octubre, el primer ministro Benjamin Netanyahu prometió “aniquilar” a Hamás, que gobierna la Franja de Gaza. El ejército está bombardeando intensamente el territorio palestino, donde más de 10.000 personas, incluidos más de 4.000 niños, han muerto en un mes de guerra, según Hamás.
Fuente: AFP
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Perdió a cinco familiares abatidos a tiros por Hamás hace un año
Para Adi Levy-Slama, el tiempo se detuvo el 7 de octubre. Ese día, milicianos de Hamás mataron a tiros a cinco de sus familiares en Kfar Aza, un kibutz en el sur de Israel, cerca de la frontera con la Franja de Gaza. “Los encontramos abrazados, a los cinco, pero no sabemos qué ocurrió”, cuenta con la voz temblorosa esta mujer de 37 años.
Los asesinados fueron su hermana Livnat Kutz, de 49 años, y toda su familia: su marido Aviv de 53 años, su hija de 18 años Rotem, y sus hijos Yonatan e Yftah, de 16 y 14. Adi y su familia visitaron este mes el kibutz arrasado, parando antes en el cementerio de Gan Yavne, a unos 30 kilómetros de Kfar Aza, para un memorial que marca el fin del periodo de luto judío. “Tristeza, culpa, frustración, dolor... Todas estas emociones viven en mí, día y noche, desde el 7 de octubre”, afirma Asher Levy, el hermano de Adi, frente a las tumbas de sus familiares.
“Símbolo de paz”
El ataque de Hamás se saldó con la muerte de 1.205 personas, la mayoría civiles, según un balance de la AFP basado en datos oficiales de Israel que incluye los rehenes muertos en cautividad. Esa acción sin precedentes en la historia del Estado de Israel desencadenó una campaña militar de represalia contra la Franja de Gaza, que ha matado a 41.431 palestinos, según el balance del Ministerio de Salud de este territorio gobernado por Hamás y que Naciones Unidas considera fiable.
En Kfar Aza, un kibutz de 800 habitantes situado a dos kilómetros de la Franja de Gaza, 64 vecinos fueron asesinados y 18 secuestrados por los milicianos de Hamás. La familia Kutz no tuvo tiempo de avisar a sus parientes de lo que estaba ocurriendo. Las puertas traseras rotas de su casa ofrecen una idea de cómo los combatientes palestinos accedieron a lo que, según Adi, antes era una “isla de felicidad”.
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Mientras enseña el hogar a la AFP, la mujer recuerda los pícnics en el patio, con sus sobrinos riendo y jugando al básquetbol. Su sobrina, explica, sirvió como soldado. Adi también recuerda a su hermana, que lo era “todo” para ella, y a su cuñado, que cada año organizaba un festival de cometas en el kibutz.
Justo en la víspera del ataque, Aviv Kutz estaba ultimando los preparativos para la 15ª edición del festival, programada para el día siguiente. Según Adi, su cuñado entendía estas cometas como “un símbolo de paz” y un gesto conciliador hacia los milicianos al otro lado de la frontera que regularmente lanzan cohetes hacia Israel.
“Ya no hay vida”
En una larga conversación, interrumpida por silencios y llantos, Adi evoca la creatividad de su hermana, señalando las alas de ángel que confeccionaba con juguetes usados y que decoran el comedor. “Estas alas son un símbolo de que todo es posible, de que cada uno puede volar por su cuenta y llegar muy lejos”, dice.
Livnat Kutz tenía que celebrar su 50º cumpleaños el 25 de octubre. Dijo a sus familiares y amigos que no quería regalos y les pidió que hicieran un acto de caridad para celebrar ese día. Frente a la casa de los Kutz, en el denso silencio en el que se sumió el kibutz tras el 7 de octubre, Adi recuerda que visitó el lugar apenas una semana después del ataque.
“La casa estaba intacta. Las ollas en los fogones y el pan del sabbat en la mesa enseñan que había vida. Ahora, ya no hay vida”, dice sin poder contener las lágrimas. “Mi corazón está roto”. Benny Kutz, el padre de Aviv, también vivía en ese kibutz, pero consiguió sobrevivir y se mudó temporalmente con su mujer a Tel Aviv.
Por ahora, no tiene idea de volver al lugar donde residió durante casi seis décadas. “El tiempo no ayuda y no he olvidado nada. Pienso en ello todo el tiempo”, dice este jubilado de 80 años. “Nunca seré el mismo (...) He perdido a mi familia y mi casa, pérdidas inmensas”.
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El fin de un clan
El padre de Benny se instaló en esa zona hace casi un siglo, en la época del mandato británico, tras huir de los pogromos en su Polonia natal. Rodeado por las fotos de su único hijo y su familia, Benny lamenta también que el apellido de su padre no va a persistir. “El clan Kutz ha llegado a su fin”.
En ese barrio de Kfar Aza, donde vivían principalmente parejas jóvenes, todas las casas quedaron dañadas por el fuego. Frente a cada una de ellas hay colgadas pancartas con los nombres de los fallecidos y secuestrados el 7 de octubre. Una de las viviendas, la de Sivan Elkabetz, de 23 años, y su pareja Naor Hasidim, está abierta para los visitantes. Sus paredes están perforadas por balas y en el suelo hay tirados un colchón o varias prendas de vestir. Caminando por las calles vacías del kibutz, Adi no se hace todavía a la idea de que quienes vivieron allí “no van a volver”.
Fuente: AFP.
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“Pena y pesadillas”, lo que dejó la matanza en el festival Nova
El 7 de octubre de 2023, combatientes de Hamás se infiltraron desde la Franja de Gaza y perpetraron un sangriento ataque en el sur de Israel que desgarró al país y desencadenó la guerra en curso contra el movimiento islamista palestino. A las puertas del primer aniversario de ese día, AFP entrevista a tres israelíes (una superviviente, un reservista y una activista) para saber cómo les ha afectado el conflicto.
“Todavía no he digerido todo y estoy todavía desconectada”, afirma Nitsan Peeri, que estaba en el festival de música Nova en el que los milicianos de Hamás cometieron una matanza que dejó al menos 364 muertos. En la madrugada del 7 de octubre, cuando los cohetes lanzados desde Gaza empezaron a caer en el recinto del festival, esta israelí de 33 años escapó del lugar en coche con dos amigos.
En su huida no se dieron cuenta de que los comandos de Hamás, infiltrados desde la cercana Franja de Gaza, se dirigían hacia ellos. Consiguieron escapar, a veces saliéndose de la carretera, y llegaron a sus casas 12 horas después. Desde entonces, la joven lucha contra “la soledad, la pena y las pesadillas nocturnas”.
Después de ese día, Peeri se separó de su prometida, con la que vivía, y cerró su peluquería unos meses después porque no era capaz de ir a trabajar. Explica que sufrió “periodos de crisis” en los que se sintió “al borde de un ataque de nervios, irritable, triste”. Ahora, para intentar volver a una vida normal, practica “tantas actividades como es posible”, hace surf dos veces por semana y espera recuperar pronto la estabilidad, tanto profesional como emocional.
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Vivir en dos mundos
Como coronel de infantería en la reserva, Erez Regev fue movilizado en los primeros días de guerra y dejó a su mujer Yael a cargo de su granja, su tienda de verduras y su restaurante. “Durante los primeros cuatro meses, ni siquiera volvimos a casa”, declara a AFP este hombre de 46 años con cinco hijos.
Sus plantaciones de dátiles y mangos y su invernadero con verduras en el norte del Golán sirio, ocupado por Israel desde 1967, necesitan vigilancia constante. Cuando está en el frente, estas tierras agrícolas en las que ha invertido “cientos de miles de séqueles” concentran sus pensamientos, también “muy ocupados por la campaña militar y los combates”.
“Allí abajo todo es dramático, el destino y la vida humana”, afirma. Cuando vuelve a casa durante los permisos de varios días, dice que no puede dormir porque “los niños se pelean”. “Vives en dos mundos y gestionas un desfase muy difícil. En ambos lados hay cosas importantes que te afectan”, dice el coronel, relatando una sensación que, según él, comparten muchos compañeros reservistas de su unidad.
“A fin de cuentas, quiero volver a mis invernaderos de tomates, llevar a mi hijo por las mañanas a recoger mangos”, afirma. Pero también considera que la guerra contra Hamás es necesaria para conseguir la estabilidad que necesita para su empresa. La guerra “es ya muy larga (...) pero queremos seguridad”, afirma este coronel, quien quiere garantizar que puede “plantar tomates” y estar allí “dos meses después para recogerlos”.
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En contra del gobierno
“Nada ha cambiado. Las cosas simplemente han empeorado”, dice Kalanit Sharon sobre la política israelí después del 7 de octubre. Cofundadora del Frente Rosa, un colectivo de oposición al gobierno de Benjamin Netanyahu, esta artista de 33 años asiste fielmente a las manifestaciones organizadas varias veces por semana en Tel Aviv para exigir al ejecutivo un acuerdo que garantice el regreso de los rehenes en Gaza y pedir la dimisión de Netanyahu.
El 7 de octubre, su colectivo ayudó a personas desplazadas por el ataque de Hamás en el sur de Israel a encontrar un techo y algo de comer. Dos semanas después, los miembros del Frente Rosa volvieron a las calles con sus banderas y tambores rosas para oponerse al gobierno. “Mucha gente deja el país actualmente y los entiendo”, dice Sharon. “Es difícil vivir aquí, sentir todo este dolor permanentemente y seguir con vida (...) Pero pienso que no tenemos otra opción”, afirma.
Fuente: AFP.
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Cronología de las horas más negras de Israel
El ataque por tierra, mar y aire de Hamás contra el sur de Israel del 7 de octubre no tiene precedentes. El pánico y la confusión que desató hizo que no pudieran establecerse de inmediato muchos detalles de lo sucedido. Casi un año después, el balance del asalto se eleva a 1.205 muertos, incluyendo a los rehenes tomados por Hamás que murieron en cautiverio. A continuación, un relato cronológico del día más mortífero en la historia del Estado de Israel.
A las 6:29, el ejército israelí detecta miles de cohetes lanzados desde la Franja de Gaza hacia los pueblos fronterizos del sur del país. El movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza, reivindicó haber disparado unos 5.000 proyectiles en una ofensiva bautizada “Operación inundación de al Aqsa”, en referencia a la mezquita situada en Jerusalén Este, anexionado por Israel, y considerada el tercer lugar más sagrado del islam.
El sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro de Israel se activó, pero rápidamente se vio superado por la intensidad del fuego. En paralelo, combatientes de Hamás, que el grupo cifró posteriormente en 1.200 efectivos, cruzaron la frontera en motos, camionetas pick-up y en parapentes motorizados.
Usaron explosivos y buldóceres para romper la valla que separa Gaza de Israel y atacaron casi 50 lugares distintos, desde comunas agrícolas (kibutz) a bases militares e incluso un festival de música. Los milicianos palestinos asesinaron masivamente a los asistentes de ese festival y fueron puerta por puerta en las comunas agrícolas, ejecutando a sus residentes.
En marzo, un informe de Naciones Unidas estableció que había “motivos razonables para creer” que se cometieron violaciones durante el ataque. También halló “informaciones claras y convincentes” de que algunas rehenes capturadas ese día fueron violadas.
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Lenta respuesta del ejército
A las 8:30, los combatientes islamistas habían asaltado siete bases militares: Erez, junto a la parte norte de la Franja de Gaza, Nahal Oz frente a Ciudad de Gaza, dos situadas cerca del kibutz de Beeri, otra en Reim cerca del centro de Gaza y dos más en el sur, cerca de la frontera con Egipto. Los habitantes de los kibutz próximos a Gaza tuvieron que luchar ellos mismos contra los atacantes durante horas porque el ejército tardó en acudir en su ayuda.
Más tarde, los supervivientes contaron el miedo que pasaron en los refugios de sus casas mientras los milicianos de Hamás intentaban derribar sus puertas o cómo tomaron las armas que tenían a su alcance y salieron a frenar el asalto. En el festival de música Nova, que reunió a unas 3.000 personas en una zona de campos y bosques a muy pocos kilómetros del centro de la Franja de Gaza, los combatientes islamistas perpetraron durante horas una matanza que acabó con al menos 370 vidas.
En el kibutz de Beeri, una de las comunidades más castigadas, los primeros refuerzos individuales llegaron “a partir de las 13:30″, admitió el ejército en un informe posterior. No fue hasta las 16:15 que llegó una división completa para organizar una evacuación coordinada de los supervivientes y retomar el control del pueblo. El ejército anunció ese día sobre las 18:00 que tanto soldados como civiles habían sido capturados por los asaltantes de Hamás y llevados a Gaza.
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Rehenes
Los milicianos islamistas secuestraron un total de 251 rehenes el 7 de octubre. Entre ellos había 44 asistentes del festival Nova y al menos 74 habitantes del kibutz Nir Oz. Algunos de ellos, incluidos soldados, ya estaban muertos cuando los atacantes tomaron sus cuerpos y se los llevaron a Gaza, dijo el ejército.
Ciertos rehenes podrían haber muerto por fuego amigo. En el kibutz Beeri, por ejemplo, varios testigos explicaron a los medios israelíes que un tanque disparó contra una casa donde había 14 personas retenidas por Hamás. La orden de disparar podría enmarcarse en la “Directiva Aníbal” que, según el diario israelí Haaretz, se aplicó al menos tres veces ese día. Este protocolo permite el uso de la fuerza para evitar que soldados israelíes sean capturados.
“Estamos en guerra”
A las 11:34, rompiendo el habitual descanso del sabbat, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ofreció un discurso televisado a la nación: “Estamos en guerra”. Por la tarde, el ejército llamó a 360.000 reservistas para reforzar unas fuerzas armadas que normalmente cuentan con 170.000 efectivos, entre soldados de carrera y quienes cumplen con el servicio militar obligatorio. Israel empezó rápidamente un implacable bombardeo de Gaza, un pequeño territorio palestino de 2,4 millones de habitantes gobernado desde 2007 por Hamás.
Un periodista de la AFP informó de un primer ataque sobre Gaza a las 10:39 de la mañana del 7 de octubre. Desde entonces, el enclave ha quedado arrasado por constantes ataques aéreos. La ofensiva de represalia israelí ha matado al menos a 41.431 personas en Gaza, la mayoría de ellos civiles, según datos del Ministerio de Salud del territorio gobernado por Hamás que la ONU considera fiables.
Al caer la noche del 7 de octubre, los soldados continuaban buscando a atacantes armados que se hubieran podido quedar dentro de Israel. Los civiles estaban aterrorizados en sus casas y las calles estaban desiertas. El 10 de octubre, el ejército comunicó que había retomado el control de todo el territorio asaltado por las milicias de Hamás.
Fuente: AFP.
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El incierto destino de los 64 rehenes en Gaza
Tras casi un año de cautiverio, el destino de los 64 rehenes que se cree que siguen vivos en la Franja de Gaza, la principal moneda de cambio de Hamás para obtener un alto el fuego y la liberación de prisioneros palestinos, es muy incierto. El 7 de octubre de 2023, durante el ataque sin precedentes de Hamás en el sur de Israel, 251 personas, algunas de ellas ya muertas, fueron secuestradas y llevadas a Gaza.
De este total, 117 personas, principalmente mujeres, niños y trabajadores extranjeros, recuperaron su libertad, en su mayoría durante la única tregua del conflicto, que duró una semana a fines de noviembre de 2023. Casi un año después, hasta el 24 de setiembre de 2024, 97 personas siguen cautivas: 64 que se cree que están vivas y 33 declaradas muertas por el ejército israelí.
Entre los rehenes que aún se cree que están vivos, 57 son israelíes, de los cuales al menos 20 son binacionales. Seis son tailandeses y uno nepalí. Cincuenta y dos rehenes son hombres y diez mujeres, incluidas cinco mujeres soldado. En total 11 soldados siguen cautivos. Dos niños, los hermanos Kfir y Ariel Bibas, se cree que siguen vivos, así como sus padres Shiri y Yarden Bibas.
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Letanía de muertos
Desde el fin de la tregua, el 1 de diciembre de 2023, solo siete rehenes han sido liberados en operaciones de rescate del ejército israelí. El último fue Kaid Farhan Alkadi, liberado el 27 de agosto en el sur de la Franja de Gaza. Debido a la falta de pruebas de vida, no se sabe si los 64 rehenes que se cree que siguen vivos lo están en realidad.
Hamás anunció el 12 de agosto que sus combatientes habían “matado a un rehén” y “herido a dos rehenes mujeres” en “incidentes”, sin nombrarlos. Previamente, el movimiento islamista palestino había anunciado varias veces la muerte de rehenes, que Israel no ha confirmado, entre ellas las de Kfir Bibas (de un año), su hermano mayor Ariel (de cinco) y su madre.
Cuerpos llevados a Gaza
Algunos de los rehenes ya estaban muertos cuando fueron llevados a Gaza el 7 de octubre de 2023, entre ellos diez soldados. Al menos otros 28 rehenes capturados vivos han muerto en Gaza. Tres de ellos, Yotam Haim (28), Samer Al Talalqa (25) y Alon Lulu Shamriz (26), murieron por error por disparos del ejército israelí el 15 de diciembre de 2023.
El ejército israelí acusa a Hamás de haber ejecutado a otras seis personas en agosto: Hersh Goldberg-Polin, Carmel Gat, Eden Yerushalmi, Alexander Lobanov, Almog Sarusi y Ori Danino, hallados muertos por soldados en un túnel en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.
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Nir Oz y Nova
La mayoría de los rehenes en Gaza que se cree que aún viven fueron secuestrados en el kibutz Nir Oz o en el festival de música Tribe of Nova. Nir Oz fue la única comunidad que registró más rehenes (más de 70) que muertos (más de 40), incluidos trabajadores extranjeros.
El festival de música Tribe of Nova, en el que participaron más de 3.000 personas, tuvo lugar entre los kibutz Reim y Beeri, muy cerca de la frontera con la Franja de Gaza. En total, al menos 370 personas fueron masacradas en el lugar y 43 secuestradas, de las cuales solo nueve han regresado con vida hasta el momento.
En algunos casos, la tregua de noviembre de 2023 liberó a ciertos miembros de una familia, pero no a todos. Fue el caso de los adolescentes franco-israelíes de Nir Oz, Eitan Yahalomi -- cuyo padre Ohad sigue cautivo -- y Erez y Sahar Kalderon, cuyo padre Ofer permanece secuestrado en Gaza.
Fuente: AFP.