Herat, Afganistán | AFP |
Más de 20 personas murieron y al menos 30 resultaron heridas en el atentado de un suicida y un hombre armado en una mezquita chiita de la ciudad afgana de Herat (oeste), informó el portavoz de un hospital.
"Más de 20 cuerpos y más de 30 heridos han sido trasladados" indicó a la AFP el portavoz del establecimiento sanitario, Rafiq Sharzai.
"Alrededor de las 20H00 (15H30 GMT) se produjo un ataque terrorista en una mezquita (chiita) del tercer distrito de seguridad de la ciudad de Herat", dijo a la AFP el portavoz de la policía local, Abdul Ahad Walizada.
"Según las primeras informaciones, en él participaron dos terroristas, uno de ellos con un chaleco de explosivos, que se hizo estallar, mientras que otro iba armado con un rifle. Ambos murieron", explicó.
"Una explosión se produjo en la puerta de la mezquita Jawadya en la ciudad de Herat, posiblemente causada por un coche bomba", anunció a la AFP el portavoz del ministerio del Interior, Najib Danish.
El vocero indicó que al principio había creído que había sido un coche bomba y tuiteó que era probable que se tratara de un dispositivo explosivo improvisado.
El ataque se produjo un día después que uno perpetrado en la embajada iraquí en Kabul, reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI), matara a dos personas.
Los yihadistas del EI llevan alrededor de un año atacando a grupos y mezquitas de la minoría chiita en Afganistán.
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Afganistán: choque de bus con camión cisterna deja 76 muertos
El saldo de muertos del accidente entre un bus que trasladaba migrantes afganos procedentes de Irán y otros dos vehículos en el oeste de Afganistán subió a 76, informó el miércoles una autoridad provincial. En total “76 ciudadanos del país (...) perdieron la vida en el incidente, y otros tres están gravemente heridos”, dijo en un comunicado Yousuf Saeedi, portavoz del gobierno de la provincia de Herat.
La policía del distrito de Guzara, cerca de la ciudad de Herat donde ocurrió el accidente la noche del martes, indicó que el bus colisionó con una motocicleta y un camión cisterna que transportaba combustible, lo que causó un incendio. El autobús llevaba afganos que se devolvían a Kabul desde Irán, dijo Saeedi a la AFP.
Al menos 1,5 millones de personas han regresado a Afganistán en lo que va de este año desde Irán y Pakistán, que han expulsado a los migrantes después de albergarlos durante décadas, según la agencia de la ONU para las migraciones. El servicio noticioso estatal Bakhtar señaló que el accidente del martes es uno de los más mortales de los últimos años en el país.
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Sequía e inundaciones repentinas
Junto a pequeños bultos con sus pertenencias, Maruf espera un vehículo que lo llevará a él y a su familia lejos de su pueblo, en el norte de Afganistán, donde la tierra, azotada por la sequía, lleva años sin producir nada. La mayoría de las viviendas de tierra cruda de su pueblo están vacías. Los residentes huyeron de “la sed, el hambre y una vida sin futuro”, dice a AFP este padre de familia, de 50 años.
“Nuestros campos se rindieron. En estas condiciones, la gente se ve obligada a irse”, dice. “¿Cómo puedes permanecer en semejante vacío cuando tienes hijos que mantener?”, pregunta. Décadas de guerra obligaron a millones de afganos a abandonar su territorio, pero desde que los talibanes recuperaron el poder en 2021, la principal causa del desplazamiento ya no es política ni de seguridad.
En Afganistán, uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, casi cinco millones de personas se vieron afectadas y 400.000 tuvieron que abandonar sus hogares debido a fenómenos meteorológicos a principios de 2025, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La mayoría de los 48 millones de afganos, que ya enfrentan una de las peores crisis humanitarias del mundo, viven en casas de tierra cruda y dependen de la agricultura, afectada también por el aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos. De los últimos cinco años, cuatro estuvieron marcados por un aumento de la sequía, mientras que algunas regiones han sufrido devastadoras inundaciones repentinas que arrasaron con viviendas, cultivos y ganado.
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“Al borde del precipicio”
“Las cosechas infructuosas, la sequía de los pastos y la desaparición de las fuentes de agua están llevando a las comunidades rurales al borde del precipicio”, advierte la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). “Cada vez es más difícil para las familias producir alimentos, obtener ingresos y permanecer en sus hogares”.
El norte del país es el más afectado. En la provincia de Yauzyán, Abdul Jalil Rassuli vio cómo cambió Bakawal, su aldea. Donde antes los melones crecían como por arte de magia, ahora hay que comprarlos en la ciudad porque la tierra ya no da más. “Todo se reduce al agua”, reflexiona Rassuli, de 64 años, a la sombra de uno de los pocos árboles que quedan. “La escasez de agua lo destruye todo: la agricultura está devastada, los árboles están muriendo y ya no plantamos”.
Los residentes huyeron a los países vecinos Irán y Pakistán hace una década con la esperanza de un futuro mejor. Pero muchos tuvieron que regresar: más de 4 millones de afganos fueron expulsados desde finales de 2023, según la Organización Internacional para las Migraciones, cuando Pakistán inició repatriaciones masivas.
A su regreso, ya no trabajaron la tierra, sino que realizan trabajos esporádicos. Abdul Jalil Rassuli espera que el canal Qosh Tepa, en construcción desde hace años, permita irrigar los campos con el río Amu Daria. Sin embargo, podría tardar más de un año en terminarse, según funcionarios del gobierno talibán.
“Nunca habíamos visto algo así”
Cuando Abdul Latif Mansur, ministro de Energía y Agua, enumeró los proyectos de represas y canales, tuvo que reconocer en julio que “las medidas adoptadas no son suficientes”. “Hay muchos episodios de sequía. Debemos recurrir a Dios”, suplicó, mientras las autoridades talibanas rezaban regularmente para que vuelva la lluvia. Pero la lluvia no siempre es buena noticia.
En caso de inundaciones repentinas, la tierra reseca no puede retener el agua. Según la ONU, este año las lluvias se adelantaron en el país, con temperaturas más altas de lo habitual, lo que aumentó el riesgo de inundaciones. En junio, el agua arrasó con todo a su paso en la provincia central de Maidan Wardak. “Tengo 54 años y nunca habíamos visto algo así”, dijo Mohammed Qassim, de pie sobre el lecho agrietado y lleno de piedras de lo que antes era un río.
Wahidullah, de 18 años, vio cómo su ganado se ahogó y su casa quedó dañada e inhabitable. Ahora su familia, compuesta por 11 personas, duerme en una carpa en un terreno ligeramente elevado con algunas pertenencias rescatadas de las aguas. Wahidullah no puede evitar contemplar el peor escenario posible: “Si hay otra inundación, no nos quedará nada ni adónde ir”.
Fuente: AFP.
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Niñas afganas regresan a la escuela en Herat tras la toma del poder de los talibanes
Felices de poder seguir estudiando, niñas vestidas con túnicas negras e hiyabs (velos) blancos se agolparon en los salones de clase de la ciudad de Herat, en el oeste de Afganistán, pocos días después de que los talibanes tomaran el poder.
Cuando la escuela abrió sus puertas, las estudiantes se apresuraron por los pasillos y conversaron en los patios, parecían ajenas al alboroto que se ha apoderado del país en las últimas dos semanas.
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Las escenas del regreso a clases, que muchos pensaron inimaginables con el regreso de los islamistas radicales al poder desde el domingo en la noche, fue filmada esta semana en Herat por un periodista de la AFP, pocos días después de que la ciudad fuera tomada por los talibanes.
“Queremos progresar como otros países. Y esperamos que los talibanes mantengan la seguridad. No queremos la guerra, queremos la paz en nuestro país”, dijo Roqia, una de las estudiantes. Cerca de la frontera con Irán, ubicada 150 kilómetros al oeste, Herat siempre ha sido una ciudad bastante cosmopolita en Afganistán, en comparación con otras regiones más conservadoras.
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En esta ciudad, reconocida por su poesía y sus artes, las mujeres y niñas caminan habitualmente de manera más libre por las calles que en otros lugares y asisten a escuelas y universidades en gran número. Sin embargo, su futuro a largo plazo sigue siendo incierto, ya que en virtud de la versión radical de la sharia que impusieron los talibanes cuando gobernaron Afganistán, de 1996 a 2001, a las mujeres se les negó la educación y el empleo.
Además, se les exigió llevar el burka, un velo que cubre todo el cuerpo con una rejilla de tela a la altura de los ojos, y se les prohibió salir sin un acompañante masculino. Las que eran acusadas de adulterio, recibían azotes y eran lapidadas públicamente en plazas y estadios hasta la muerte.
Occidente cauteloso
Desde este fin de semana, los talibanes se han esforzado por mostrar un rostro más presentable a los ojos del mundo. De hecho, aseguraron que el burka ya no sería obligatorio y que otro tipo de hijab podría ser suficiente, también que las mujeres tendrían la autorización para trabajar “respetando los principios del Islam”.
En la primera conferencia de prensa de los talibanes en Kabul el martes, uno de sus portavoces, Zabihullah Mujahid, dijo que habían aprendido durante su primer paso en el poder y que habría “muchas diferencias” en su manera de gobernar, incluso si en términos de ideología y creencias, “no hay diferencia”. También se anunció una amnistía general para todos los funcionarios estatales.
Pero la gente desconfía de las promesas de los talibanes y se arriesgan, pero con precaución, a salir en Kabul, donde el martes los hombres habían cambiado sus ropas occidentales por el shalwar kameez, el holgado traje tradicional afgano.
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Occidente también sigue siendo muy cauteloso con los talibanes debido a su historial de violaciones de los derechos humanos y a la determinación mostrada por los afganos que intentan huir del país.
Hasta el momento, el movimiento no ha publicado una directiva sobre educación. Pero en una entrevista el martes desde Doha con Sky News, Suhail Shaheen, otro portavoz de los talibanes dio garantías sobre el tema: las niñas “pueden recibir educación desde la primaria hasta la universidad”, dijo. Miles de escuelas en áreas controladas por los talibanes siguen abiertas, precisó.
En Herat, la directora de la escuela, Basira Basiratkha, se mostró prudentemente optimista y dijo estar “agradecida con Dios” por haber podido reabrir el establecimiento tan rápidamente. “Nuestras queridas estudiantes vienen numerosamente a clase, usando el hiyab islámico. Los exámenes continúan”, agregó.
Fuente: AFP.