• Jorge Zárate
  • jorge.zarate@nacionmedia.com
  • Fotos: Matías Amarilla

De emblemática tarea, las 600 enfermeras del Hospital de Trauma son vitales en la estructura del centro de salud de referencia nacional en materia de emergencias médicas. Aquí un grupo de ellas cuentan de su día a día, de los desafíos que plantea la relación con pacientes y familiares, del llanto y la risa en la difícil tarea de ayudar a recuperar la salud y salvar vidas.

“En el bolsillo de una licenciada puede haber cualquier cosa”, cuenta una enfermera mientras sus compañeras vacían los bolsillos para que sus delantales se vean prolijos en la foto. Sobre la mesa quedan unas tijeras que mueven a preguntarles para qué las usan.

“Siempre nos dicen ‘nooo… mi jean, ¡no me cortes mi jean…! Y shshs… ya cortamos para limpiar las heridas”, explican.

Fracturas, contusiones, heridas de armas, violencia familiar son parte de la larga lista de afecciones que a diario atienden las enfermeras del Hospital de Trauma Manuel Giagni.

Este 12 de mayo, Día de la Enfermería, las homenajearán con una celebración religiosa, un acto cultural, sorteos de obsequios y un brindis. También tendrán un almuerzo para celebrar su día. En ese contexto, dialogaron con El Gran Domingo de La Nación sobre el oficio.

Elizabeth Maidana Arzamendia es la jefa de Enfermería y se muestra orgullosa de su equipo de trabajo. “Vemos sufrir todos los días ya sea a un padre, a una madre, a un hermano, a un niño. Nos ponemos el caparazón, porque no podemos demostrar debilidad y luego salimos, respiramos y volvemos otra vez”, cuenta.

“No hay que olvidar que somos seres humanos y más de una vez necesitamos contención”, agrega recordando que el humor es un aliado fundamental. “Hacemos bromas para poder sobrellevar los momentos difíciles para mantener el ánimo. Ese elemento y el trabajo en equipo es lo que nos ayuda a superar todos los desafíos”, resume.

Elizabeth Maidana Arzamendia, jefa de Enfermería del Hospital de Trauma

LABOR INCESANTE

El cuerpo de 600 trabajadoras a cargo cubre, haciendo seis horas por turno, el trabajo diario de este gigante que no para durante los 365 días del año.

“Es un trabajo arduo el que se hace día a día, requiere mucho compromiso y es vital hacerlo en equipo para, sobre todo, darle respuesta al usuario que ingresa en la institución. Ayudarle a que recupere rápido su salud para integrarlo otra vez a su obra”, comenta primero.

Preparadas para responder inclusive ante accidentes masivos, la clave de la atención está “en organizarnos. Tenemos todo un programa en caso de que haya víctimas en masa, lo que hace que siempre estemos en comunicación para ajustar la coordinación del personal para garantizar la atención”.

Recuerda que “tuvimos varios eventos difíciles como el Ycuá Bolaños o el Marzo Paraguayo y después accidentes que involucraron muchas personas, pero pudimos dar respuesta gracias a nuestros protocolos, que vamos actualizando constantemente”.

UN ROL ESENCIAL

Maidana Arzamendia recuerda que el papel de las enfermeras es vital porque de las primeras atenciones puede depender una buena recuperación de una fractura, por ejemplo. “Es fundamental la atención oportuna y continua, eso es un principio para la enfermería”.

Un equipo de enfermeras dialoga sobre el particular: “Vamos a empezar de la boca, por donde entra todo, ¿verdad?”, dice entre risas Carla Rodríguez, enfermera de Urgencias recordando que “es allí donde hacemos el primer contacto con el paciente. Y es un sube y baja de felicidad, alegría, tristeza, llanto, sufrimiento a veces, pero me gusta lo que hago, recibir un ‘gracias’ del paciente, del familiar es muy paciente, del familiar es muy satisfactorio para nosotras, porque el flujo de pacientes a veces no nos deja mucho hacer un contacto por más tiempo. Entonces, el tiempo que estamos con ellos pasa­mos bien, pero a veces tene­mos guardias buenas y otras malas como todo en la vida”.

Fanny Sosa, jefa de Urgen­cias, recuerda que “es muy dinámico nuestro servicio, es un entrar y salir cons­tante de pacientes en el que tenemos que interactuar con los familiares, por lo que un poco de psicólogas también tenemos que ser”.

Julia Jara, enfermera asis­tencial de la Unidad de Tera­pia Intensiva (UTI), cuenta que “el flujo de pacientes nos apura mucho” a la hora de la atención, pero que en gene­ral se tienen insumos para responder.

Julia Jara, enfermera asistencial de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI)

PRESIÓN PSICOLÓGICA

“La parte difícil es que los pacientes entran muy deli­cados y muchas veces nos cuesta psicológicamente lidiar con ellos, pero a medida que se recuperan sí, con toda la alegría des­pués le sacamos de alta, estamos todos felices con sus familiares. Comparti­mos muchas cosas, mucha tristeza también cuando los pacientes están delicados, cuando fallecen y tene­mos que darle la noticia a los familiares”, describe.

Insisten en que la clave es “tener buen espíritu” y tener atención de salud mental, que pueden cumplir con ayuda de la Fundación Buen Gobierno, “que siempre nos da charlas sobre manejo de estrés laboral y el nuestro es un gran equipo donde nos respetamos mucho, a veces bromeamos en el trabajo y pasamos muy bien”, agrega.

De su lado, Pamela Vega, quien está en los consulto­rios ambulatorios, explica que “a mí me toca la parte ambulatoria, cuando ya pasaron de la urgencia, ya salieron de la sala, ya salie­ron de alta y vuelven, gene­ralmente con muchas dudas, a veces están también insa­tisfechos, a veces vienen con más preguntas de lo que salieron y es la enfermera la que está ahí”.

Pamela Vega, enfermera que presta servicio en consultorios ambulatorios

“Por encima de las indica­ciones del médico, nosotras estamos respaldando cada una de las palabras a ver si entendió realmente ese paciente, si es que sabe dónde se tiene que dirigir. Muchos son posoperato­rios, pero no solamente eso, nuestro consultorio tam­bién cuenta con el Servicio de Generalidades y ahí tene­mos diversos casos”, agrega.

“Tenemos pacientes pediá­tricos, tenemos adultos mayores, tenemos pacien­tes con diferentes tipos de dolencias. Como dicen las compañeras, todos los días se presenta una dificultad nueva, pero a la par presen­tamos una solución. Nos fal­tan muchas cosas, tenemos muchos desafíos por afron­tar, pero tenemos el apoyo”.

MUCHO QUE CONTAR

Sonia Cáceres es una de las coordinadoras de turno y agradece la oportunidad de expresión: “En 24 años de antigüedad que estoy acá, agradezco este reconoci­miento, por valorar el tra­bajo del día a día que hace­mos, que es nuestra mayor satisfacción. Este es el hos­pital de referencia a nivel país, acá no hay sábado, domingo, feriado. A veces un lunes o un martes puede ser muy movido”, relata.

“Hacemos este trabajo por amor, porque nos gusta, yo creo que esto es una voca­ción y que la mayor satis­facción se da cuando el paciente va de alta, por­que no es fácil, es todo un proceso que implica a la familia”, apunta.

 “Nosotros atendemos la parte humana. Entonces, a veces uno absorbe, trata de dar una contención, un apoyo para que puedan sobrellevar. Porque no es fácil ser familiar y no es fácil el trabajo”, cuenta.

Su compañera, Siris Estigarribia, apunta: “Muchas veces nos convertimos en familiares de los pacientes. Por­que tenemos mucho s indigen­tes, pacientes NN o inclu­sive algunos a los que les abandonan sus familiares acá por algún motivo. Gente que está hasta dos o tres meses con nosotros mien­tras se les busca un hogar transitorio. Y mientras eso ocurre, somos las enferme­ras las que 24/7 estamos ahí con ellos”.

Explicando la situación de los pacientes sin documentos o ficha en el Registro Civil, apunta que “hay pacientes que tienen que ser identificados a los que se les busca en el registro poli­cial, pero hay algunos que no están ni siquiera allí. Gene­ralmente son adultos mayo­res, personas que viven en la calle, indigentes”.

EMPATÍA

“Hay personas que son dadas de alta como NN y trabaja­mos en conjunto con servi­cio social para conseguirles un hogar transitorio o defi­nitivo en el caso de aquellos que no tienen ningún lugar donde quedarse, es una situación un poco difícil”.

Carolina Britos señala que “el hospital recibe pacien­tes muy atípicos. Jóvenes, niños y en ocasiones una tiene que ponerse en el lugar de la madre, del padre y es necesario estar fuertes para poder asistirles y contener­les también a los familiares que llegan desesperados sin saber la situación de salud”.

Consultada sobre las necesi­dades de personal que se dan en el sistema de salud, Mai­dana Arzamendia admite que harían falta más enferme­ras: “Sí, faltan más. Siempre hacemos la solicitud y el nivel central, que es el Ministerio de Salud, es el que tiene que aprobar. Tenemos también las enfermeras que se jubilan y a veces la respuesta es lenta para la reposición de perso­nal. Entonces, ahí es geren­ciar, organizar, redistribuir, hacer lo posible por mantener un buen servicio”, concluye.

UNA ESCUELA DEL OFICIO

El Hospital de Trauma hace también las veces de escuela de formación para muchas enfer­meras. Su jefa de Enfermería, Elizabeth Maidana Arzamendia, explica: “Tenemos los alumnos que vienen de las universidades, que son los de pregrado. También nos capacita­mos con un plan anual en el que nos formamos en todos los temas transversales, que son el trato humanizado, la empatía, resolución de conflictos y también los específicos rela­cionados a la profesión”.

En este sentido, agrega que las problemáticas propias de Trauma requieren una capacitación permanente: “Solemos tener talleres, asistimos a jornadas, ya sean virtuales o presenciales, de atención o manejo del paciente politraumatizado”.

Lina Soria es la coordinadora de Docencia y tiene 25 años de experiencia profesional for­mando a generaciones de compañeras de oficio. “Hacemos las capacitaciones continuas al personal, presenciales y virtuales desde enero hasta diciembre. Existen capacitaciones específicas y transversales, las primeras son requerimientos de los servicios y las trans­versales implican educación en valores, en fortalecer la empatía. También educamos a los familiares en protocolos y normativas a seguir. Por ejemplo, el lavado de manos es algo esencial para evitar infecciones y es algo en lo que hay que insistir de manera permanente”.

“ELLAS NOS INSTRUYEN EN MUCHAS COSAS”

 “El médico sin enfermeras no es nada”, resume Juan Fernández, director del Hospital de Trauma, apun­tando que “como en cual­quier hospital, Enferme­ría es una de las áreas más importantes”.

De su experiencia personal rescata: “Nosotros somos siempre muy agradecidos a las enfer­meras, que inclusive nos ins­truyen en muchas cosas cuando somos médicos jóvenes”.

Puntualmente recuerda una anécdota: “En este hospital, por ejemplo, noso­tros no tenemos ginecólo­gos y antiguamente venían pacientes embarazadas y las enfermeras obste­tras las ayudaban a dar a luz en esos casos excep­cionales en los que las mujeres ya estaban alum­brando”.

Dr. Juan Fernández, director del Hospital de Trauma

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