Este domingo, Toni Roberto evoca la figura de Nuchy Marini Scavone, pintora y la primera publicista paraguaya, que realizara en su época emblemáticas campañas que quedaron en la memoria de muchas generaciones.

¿Quién dijo que todo está olvidado?, parafraseando al gran poeta y músico Fito Páez. Cuando Fátima Martini me planteó el desafío de viajar al desván del pasado para recordar a Nuchy Marini Scavone, me remonté a las veces que me encontraba con ella. María Constancia, conocida popu­larmente como Nuchy, me decía “vos sos mi hijo” por el cariño que le tenía a mi padre, con quien trabajó décadas en el viejo Laborato­rios Catedral. Lo siguiente, ¿cómo analizarla?, ¡tamaño trabajo! ¿Como publicista o como artista? Yo pre­fiero simplemente llamarla Nuchy, aquella señorita que fuera criada por sus abue­los maternos, Laviero Sca­vone y Constancia Blasco, en la vieja Villa Scavone de la avenida Mariscal López y 22 de Setiembre, en los lími­tes entre Ciudad Nueva y Las Mercedes.

Nuchy Marini. Rally del Chaco. 1976. Archivo: Nuchy Marini / Cristina Martinessi

NUCHY MARINI Y EL LOGO BINACIONAL

Por el camino, sus compañe­ras del Colegio Teresiano la recuerdan como una mujer de avanzada. A los 17 años estudió con el acuarelista Torné Gavaldá, con quien salía a recorrer para retra­tar Asunción. Luego, muy pronto, se convirtió en la primera mujer publicista del Paraguay, habiendo ganado el concurso para la realización del primer logo de la Entidad Binacio­nal Yacyretá, donde compi­tió con más de 1.000 parti­cipantes, 100 paraguayos y 800 argentinos. Como quedó desierto el primer lugar y habiendo ganado el segundo puesto, se cons­tituyó en virtual triunfa­dora de esa selección bina­cional. Recibió el premio en Buenos Aires de la mano de Zoilo Rodas Ortiz, director paraguayo de la entidad de aquellas épocas.

LAS TERESIANAS 1959

Las anécdotas son inconta­bles y los archivos cuidados celosamente por su amiga Cristina Martinessi están amarillentos, pero bien con­servados. El elenco de sus compañeras del Colegio Teresiano de la promoción 1959, al que accedimos gra­cias a Stella Pasmor Figue­redo de Andrada y William Paats, a continuación lo publicamos in extenso: María Eloisa Bellassai, María Elena Buongermini, Denice Carvallo, Lucila Chenú, Edda de los Ríos, M. Esther Esculies, Fanny Feliú, Norah Ferrari, Irma Hetnsholek, Ángela Mat­teucci, Julia Matteucci, M. Teresa Morales, Stella Pas­mor, Josefina Pirovano, Elisa Quevedo, Beatriz Rodríguez Alcalá, Teresa Sánchez, Gladys Schuss­muller, Mirta Torres, Julia Vidal, M. Teresa Zárate y Zunilda Zarza. Además, contiene una foto artística en el tobogán del colegio, que hoy es imagen princi­pal de estas páginas.

NUCHY, PIONERA Y PINTORA

Pero volviendo a esa vida entre publicista y artista, ¿podríamos llamarla sim­plemente creativa? Sí. Sus campañas de Stil Diva, la primera publicidad para­guaya hecha en cine. Aque­lla hermosa señorita lla­mada Giselle que llegaba en un tranvía a las escali­natas de una villa italiani­zante llamada Amada, sobre la avenida Mariscal López, donde se maquillaba. Las campañas de esta y otras varias marcas paraguayas con el tiempo quedaron en la memoria de muchas generaciones. El trabajo para empresas internacio­nales como Marlboro o la producción de los prime­ros programas en vivo del antiguo Canal 9, conjugadas con su vuelta al mundo pic­tórico en 1986 en los talle­res de Olga Blinder, una obra en la que se nota, de manera inmediata, una maduración interior, en silencio. A par­tir de aquel año es intermi­nable el trabajo artístico de Marini Scavone con la reali­zación de muchas muestras individuales y colectivas en importantes centros de arte de Asunción.

DESDE LA AMADA Y ODIADA TECNOLOGÍA

Al final de este artículo ter­mino con la misma frase que empecé este domingo: ¿quién dijo que todo está olvidado? El rescate de la obra de cuatro mujeres paraguayas del siglo XX poco estudiadas, cuya punta de lanza fue la obra de Car­men Dora Pérez, seguida de la de Beba Caballero e Irma Barreto de Gorostiaga, a la que la llamamos la artista pop del barrio San Roque. Todo esto acercado por la amada y odiada tecnología, aglutinadas en las páginas digitales que la antropóloga y artista Fátima Martini nos propone en el mundo tele­mático.

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