El experto en economía ambiental brasileño Joao Campari disertó en el país. Sostiene que el sistema de producción de alimentos debe ser cambiado lo más rápido posible por su fuerte impacto en la salud y la ecología. Reclama que se atienda y promueva a los pequeños productores de alimentos, que son responsables del 80 % de lo que se come en las mesas del mundo. También que los consumidores insistan en conocer el origen de sus alimentos.
- Por Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos Emilio Bazán / Archivo
El brasileño Joao Campari entiende que se debe superar la “dieta monótona”. Diversificar la alimentación que se basa, en un 75 % de lo que se consume, en doce cultivos y cinco especies animales a un costo muy alto en la degradación de suelos, deforestación y sus consecuentes problemas, que incluyen los desplazamientos de población.
El líder global de la práctica de la alimentación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, su sigla en inglés) brindó en nuestro país la conferencia magistral “Construyendo una economía regenerativa en tiempos de pérdida de la biodiversidad y crisis climática”.
Allí sostuvo que “es crucial desprender el crecimiento económico del uso irracional de recursos y la degradación ambiental no solo para la supervivencia humana, sino también para operar de manera compatible con los recursos limitados del planeta, apoyar la innovación y permitir el desarrollo sostenible”.
Fue en el marco del XV Congreso Internacional l de Responsabilidad Social Empresarial y Sostenibilidad organizado por la Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC).
Lo hizo apoyado por la impactante información que fue desplegando en su ponencia ante empresarios, técnicos y especialistas locales. Por ejemplo, que se prevé que de las 660 millones de fincas de producción de alimentos que hay en la actualidad, solo queden 230 millones para finales de este siglo XXI.
CAUSAS
Esta situación se da por la concentración de tierras y por la erosión de los suelos, que pueden llegar a provocar el desplazamiento de unas 1.000 millones de personas al 2050.
También viene en descenso la “densidad nutricional de los cultivos que tienen menos hierro y zinc”, comentó.
Los números son contundentes. Entre 1990 y 2023 se perdieron 320 millones de empleos en la producción de alimentos y se estima que los precios de la comida se incrementarán un 30 % para el 2040.
Otro dato fundamental es que el modelo de producción de alimentos provoca pérdidas económicas por 11.000 millones de dólares al año, al cotejarse su valor de comercialización y restarle el impacto en la tierra y los seres humanos.
A pesar de este preocupante panorama, mostró optimismo ante un crecimiento del comercio orgánico y de la ganadería sostenibles”. aunque pidió “repensar la política de subsidios, ya que menos del 5 % del total que disponen los países desarrollados para la agricultura y la alimentación se destinan a programas sostenibles.
Durante su visita desarrolló agenda con la Cámara Paraguaya de Supermercados (Capasu), la Mesa de Carne Sostenible y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), proponiendo avanzar en la economía regenerativa.Aquí su charla con La Nación/Nación Media
–¿Siente que son mensurables también los hechos que ayudan al cambio del sistema alimentario que se vive?
–Sí, es mensurable. Por ejemplo, el poder del consumidor hoy día está más alto que nunca. Cada vez más informan lo que quieren comer, no lo que les es ofrecido. Quieren saber más y más cómo los alimentos se han producido, no solamente tenerlo en el plato. Quieren saber si van a comer carne, de dónde viene, si el origen está involucrado en prácticas de deforestación, conversión de hábitats naturales o no, cómo están las condiciones laborales de los trabajadores, si están bien tratados y creo que la juventud es la que más se pone atenta a esto. Quieren consumir alimentos más saludables y más sostenibles, lo que es una cuestión clave.
–Eso desde el punto de vista del consumidor. ¿Alguna otra señal en otros sectores?
–Desde el punto de vista de la producción, la industria también está haciendo transiciones positivas. He visitado proyectos, en varios continentes, de ganadería sostenible, integración de sistemas agrosilvopastoriles con especies de plantas nativas, de árboles nativos. Hay una gran transición ocurriendo hoy día.
–¿Ve posibles programas para que la gente vuelva a la tierra?, ¿una reforma agraria?
–La cuestión de la reforma agraria es una cuestión de cada país. Alguno tiene más oportunidades que otro, es una cuestión bastante institucional de cada país, pero te voy a decir que la agricultura familiar es responsable a nivel global del 80 % de lo que ponemos en nuestro plato. También generalmente los monocultivos que vemos en Latinoamérica son de exportación y es para la producción de nutrición animal en los países de destino. Entonces sí, hay que promover e incentivar más y más a los pequeños productores.
–¿Ve señales de transformación en torno al uso de grasas saturadas y el listado de aditivos que se usan en la industria alimentaria?
–Tenemos en WWF una posición institucional acerca de dietas sostenibles y saludables y tenemos que minimizar o eliminar el uso de los ultraprocesados porque esto impacta en la salud humana ya comprobadamente de forma trágica para decir la verdad: la incidencia de cáncer en jóvenes está más alta que nunca. Acerca de los casos de sedentarismo y del consumo alto de proteína animal, es más alto de lo que recomiendan los profesionales de salud, hay exceso de consumo de proteína animal y también por los ultraprocesados Estos son datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Espero que disminuyan la cantidad de ultraprocesados, conservantes y todo eso, pero es difícil porque para el modelo de negocio actual deberían darse cambios disruptivos. Sin embargo, tienen que cambiar su modelo de negocio porque los costos para la salud humana y ambiental si lo dejamos como está son altísimos.
RECUPERACIÓN DE TIERRAS
–¿Ve señales de que pueda comenzar a revertirse la deforestación?
–Sí y les recuerdo que para producir alimentos no necesitamos cortar más bosques, porque hay tierras que se pueden recuperar. Entonces, los incentivos gubernamentales tienen que poner un fin al desmonte, a la conversión de hábitats con la justificación de producir alimentos no tiene razón técnica. Ya tenemos en el mundo alimentos hoy día para alimentar 10.000 millones de personas, es decir a 2.000 millones más de la población mundial actual, que ronda los 8.000 millones de personas. El problema es que el 40 % de todo lo que es producido nunca es consumido. Es desperdiciado o perdido.
–¿Cómo se dan esas pérdidas y desperdicios?
–Por ejemplo, por catástrofes climáticas a veces se destruyen plantaciones, las grandes sequías impactan; en otras, los agricultores no usan por falta de conocimiento, de extensión rural, semillas que no son apropiadas para el suelo. Hay otros casos en que cuando se guardan los granos en silobolsas estas están contaminadas por hongos, cosas así. Entonces, si hubiera una logística diferente para reducir significativamente estos problemas ya produciríamos alimentos para muchísima gente. Tenemos que hacer eso como un imperativo moral, para nosotros es un deber social.
–¿Entiende que crece esa conciencia?
–Cuando hablamos de los sistemas alimentarios y todos esos impactos y cosas, parece que son solamente malas noticias, pero necesitamos pensar en soluciones. Por ejemplo, la forma más fácil para un consumidor en la casa es ir disminuyendo pérdidas y desperdicios en su casa Eligiendo los reciclables, haciendo compostaje, etc., es el primer paso. El segundo es preguntar de dónde viene la comida que compras. Quién la produjo, de qué forma fue producida y si es saludable. Porque hay muchas cosas que están bonitas en el mercado, pero no son saludables. Esta concientización de quién produjo mi alimento es importante.
–¿Qué destaca de su experiencia en nuestro país?
–Estuve súper bien porque tengo un cariño muy grande por el Paraguay. Tuve la oportunidad de trabajar hace muchos años aquí con la planificación ecorregional del Chaco hace unos 15 años y hacía 12 años que no venía a Paraguay. Fue un gran placer estar aquí con nuestro equipo de WWF, con el equipo de ADEC, que hacen un trabajo fantástico trayendo año a año experiencias nuevas para compartir Aprendí mucho aquí, por ejemplo, cómo el sector de supermercados está haciendo un trabajo fantástico de responsabilidad social empresarial con todo lo que tiene que ver con el reciclaje y también la atención que ponen a sus proveedores, hay iniciativas muy destacables.
BREVE BIOGRAFÍA
Joao Campari es doctor en Economía Ambiental, líder global de la Práctica de Alimentación del WWF, encargado de los esfuerzos de la Red para mejorar la sostenibilidad de los sistemas alimentarios a nivel mundial. Lidera un equipo que codiseña soluciones que promueven la producción positiva para la naturaleza, dietas sostenibles y la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Fue presidente del Action Track 3 de la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas (ONU), liderando el trabajo en sistemas de producción de alimentos positivos para la naturaleza. Fue asesor en el Ministerio de Agricultura de Brasil y ocupó puestos técnicos en el Banco Mundial, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID). Fue asesor de proyectos en Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay en el diseño e implementación de políticas de desarrollo regional, combinando el desarrollo rural socioeconómico con la conservación.
Durante trece años trabajó para The Nature Conservancy como director de Programas en América Latina, director ejecutivo en Brasil y economista principal para el programa Global Lands. Publicó dos libros sobre la economía de la deforestación tropical y, en 2014, fue nominado entre los 100 principales líderes brasileños en el sector agrícola por el trabajo disruptivo realizado en agricultura y conservación.