Paulo César López, paulo.lopez@nacionmedia.com - Fotos: gentileza

En esta entrevista con La Nación/Nación Media, la psicóloga clínica Belén Espínola, especialista en terapia cognitiva conductual infantil, comparte algunos detalles de su experiencia en el laboratorio de emociones, un espacio que está dirigido a niños y niñas de ! a “# años que fue creado con el objetivo de que estos puedan aprender a manejar sus enojos, sus alegrías o frustraciones de una manera divertida, segura y enriquecedora.

¿Podría explicarnos en qué consiste el laboratorio de emociones que se encuentra realizando?

–El laboratorio de emociones es un taller de educación emocional infantil en donde aprendemos todo el trato en referencia a la gestión de las emociones. Qué son las emociones, cómo funcionan y cómo regularlas. Y lo hacemos a través de experiencias concretas. Es decir, hacemos experimentos, hacemos manualidades, a través de actividades lúdicas desarrollamos el aprendizaje de los niños en cuanto a todo lo que es el bagaje emocional.

–¿Qué es la gestión asertiva de las emociones?

–Es una gestión positiva para de esta manera funcionar de manera más regulada. Los niños generalmente tienen conductas muy disruptivas y la idea es enseñarles a los niños a gestionar ese impulso que la emoción da para poder actuar y saber direccionarla hacia una res- puesta más positiva, más productiva, menos peligrosa para ellos mismos y para su entorno. Y esto después a la larga se transfiere o se transforma en realidad en un funcionamiento más calmado, más consciente, mucho más conectado con la realidad a nivel de adolescentes y adultos. La idea es empezar desde temprano para que los niños lleguen a una etapa distinta de la vida con herramientas, con estrategias para que se sientan mejor ellos mismos.

–¿Cuáles son algunas de las actividades que realizan con los niños durante el taller?

–Son cinco sesiones en total con una duración de dos horas cada una. Iniciamos con la cuestión del acercamiento a las emociones a través de actividades sensoriales. Por ejemplo, en una caja tenemos elementos distintos que estimulan nuestros sentidos. Y cada niño va conociendo cómo sentirse. Por ejemplo, al tocar un algodón o una virulana notan la diferencia en la sensación corporal y ahí entramos con la explicación de cómo funcionan las emociones. ¿Qué son?, ¿cómo funcionan? Y después van aprendiendo estrategias para regular ciertas emociones específicas como, por ejemplo, el enojo, la tristeza, la alegría para que ellos puedan funcionar de una manera más tranquila. En cuanto a los experimentos está por ejemplo el volcán del enojo, que es literalmente un volcán que creamos nosotros y hacemos la analogía de cómo funciona, la analogía con el enojo porque cuando estamos enojados tenemos como un volcán en nuestro cuerpito que nos enciende, como que nos genera una energía que hace que hagamos cosas que a veces no están muy bien. El famoso que explotemos. Entonces a través de esa dinámica los niños mismos hacen el volcán y hacen que explote el volcán, que erupcione para que entiendan cómo funciona su enojo. Después hacemos la lluvia de la tristeza a través de un experimento también. Y ellos crean una lluvia y vamos haciendo la analogía de cómo la tristeza funciona. De esta manera, ellos dimensionan y comprenden cómo funciona la tristeza y qué pueden hacer para poder gestionarla o regularla.

CONEXIÓN ENTRE PADRES E HIJOS

–¿Y cómo se involucra a los padres en este pro- ceso?

–En la última sesión con los padres lo que hacemos es ofrecer un momento de conexión con los niños, entre padres e hijos. Porque lastimosamente estamos tan inmersos en el ajetreo del día a día y no siempre tenemos la oportunidad de sentarnos y simplemente hablar con los niños. Los padres siempre me dicen “mi hijo no me escucha, no me habla, no me cuenta lo que pasa en la escuela”. Y realmente eso es porque el ambiente no le invita por- que en el consultorio los niños cuentan muchísimas cosas libremente. Y yo eso es lo que quiero ofrecerle a los padres, que tengan la posibilidad de escuchar a sus hijos, que sus hijos les cuenten las cosas que les hacen sentir mal, qué les enoja o qué les hace sentir bien, las cosas que les gus- tan y las que no para tener en cuenta eso en la convivencia. Entonces el laboratorio de emociones está pensado para ayudar a las familias a funcionar de una manera diferente y dejar una semillita plantada que después puede convertirse en un frondoso árbol de regulación emocional.

–¿Desde su experiencia qué emoción ha identificado que más les cuesta manejar a los niños?

–El enojo, la frustración es la emoción más difícil para los niños. La ansiedad por ejemplo es también un estado emocional que está muy presente y que a los niños y adolescentes les cuesta muchísimo gestionar. Y es porque hay muchos factores ambientales, contextuales que favorecen que estas emociones vayan en aumento y estén todo el tiempo muy presentes. Los niños por ejemplo se enojan porque tienen que esperar y no pueden esperar. Se enojan porque se les dice que no y entran en un estado de crisis. La dinámica está en aprender a gestionar estas emociones y dónde flexibilizar y dónde no flexibilizar. Y nuestro éxito en la vida misma está muy ligado a la gestión emocional.

EL EFECTO DE LAS REDES E INTERNET

–¿Cómo ves que está afectando la salud emocional de los niños la exposición cada vez más tempranera a las redes sociales y los contenidos en internet?

–La situación de sobreestímulo es demasiado difícil de gestionar. El acceso a las pantallas mismas, no hace falta siquiera que tengan acceso a las redes sociales. Para un niño de cinco años estar frente a una pantalla es un estímulo demasiado grande y eso genera una desregulación emocional por- que la pantalla del teléfono o la tablet es automática. Vos le pedís algo y al toque te da. Vos decís “borrar” y al toque te borra. La información que quiera, un video, una imagen, una ubicación, lo que ellos pidan el teléfono les da y eso que están pidiendo el niño no tiene que esperar mucho. Sin embargo, la vida real no es así. La vida real es mucho más difícil. Este tema de las redes sociales con los adolescentes y niños es un peligro porque el mundo está en sus manos y ellos están en las manos de todo el mundo. Entonces gestionar eso es muy difícil porque a la edad que ellos tienen no pueden dimensionar los peligros del mundo, la situación del mundo, no tienen idea de las cosas que pasan y ese es un peligro constante y afecta profundamente las emociones. Como es un estímulo tan grande, el estímulo interfiere en el funcionamiento cerebral porque como es un estímulo gratificante el cerebro pide cada vez más y el niño busca más pantalla, más pantalla, más pantalla.

–¿Cuál es la principal consecuencia que puede acarrear esta situación?

–El principal efecto es que estamos creando a una persona que después no va a saber cómo funcionar en la vida real porque no va a poder gestionar el enojo, el aburrimiento, la espera y otras miles de cosas. Toda la información que se vierte en las redes también es materia prima para la gente que quiere crear conflictos. Si yo le quiero hacer sentir mal a mi compañero, yo conozco cuáles son sus puntos débiles gracias a las redes socia- les. Yo sé lo que le duele, yo sé lo que le pone triste, yo sé lo que le hace sentir mal. Si yo quiero hacerle daño a alguien, tengo mucha información disponible facilitada por la propia persona y los comentarios negativos o críticas poco constructivas duelen mucho a los adolescentes y no saben cómo gestionar esas emociones.

–¿Cuál es el mensaje final que daría a los padres de los niños que están creciendo en el contexto actual?

–Que apuesten por la educación emocional de sus hijos porque yo siempre digo que esa es la mejor herencia que le van a poder dejar. Porque a veces los padres buscan un terreno, bienes, vehículos, dinero, cosas materiales para dejar a sus hijos, pero si yo no le enseño a gestionar su enojo, esa casa o bien material un día se va a perder porque si es un adulto que no sabe gestionar su enojo, tiene arrebatos conductuales, tiene impulsividad a flor de piel, va a tener conductas de riesgo que le van a costar caro. Y al final mi herencia, la casa, va a perder porque tuvo un problema legal, algún tipo de adicción u otras situaciones problemáticas. Yo puedo venir de abajo mismo, pero si tengo emociones reguladas, si tengo actitud positiva, si yo sé cómo hacerle frente a las dificultades, voy a crear un trampolín y voy a subir para arriba. Entonces, en todos los contextos sociales o socioeconómicos la gestión de las emociones da el punto focal. Si no tenés regulación emocional, perdés. Si tenés regulación emocional, ganás.



Dejanos tu comentario