De ser una reducción jesuítica ubicada a orillas del río Paraná, se convirtió en una de las principales ciudades del Paraguay, que ahora cumple 407 años de vida plena, constante crecimiento y con el bien ganado mote de brillante “perla del Sur”.

• Por Romina Galeano
• albaromigaleano@gmail.com
• Fotos Gentileza Gentileza y La Nación.

Un miércoles 25 de marzo de 1615, el sacerdote jesuita Roque González de Santa Cruz decidió fundar la misión y nombrarla en conmemo­ración al día de la encarna­ción de la Virgen María como Nuestra Señora de la Encar­nación de Itapúa. Según his­toriadores, la misión tenía dos propósitos, la evange­lización de los guaraníes ubicados en la zona y su protección contra el sis­tema esclavista que causaba estragos en las poblaciones nativas de la época.

De padres españoles, des­cendientes de una destacada familia criolla. Don Barto­lomé González de Villaverde, su padre, expedicionario con don Pedro de Mendoza se desempeñaba en el cargo de tesorero real en la ciudad de Asunción. Fue su madre doña María de Santa Cruz, nace Roque González de Santa Cruz en el año 1576. Roque se crió en un hogar religioso y cumplidor de sus deberes. Recibe el sen­tido de nobleza y selección, mando y seguridad, pero mantiene su contacto con el indio y llega a dominar perfectamente el guaraní.

Según destaca el historiador y profesor Julio Sotelo, la más antigua referencia a la elec­ción de este lugar para asiento de una reducción jesuítica es la licencia extendida al padre Roque González por su her­mano, Francisco González de Santa Cruz, teniente y gober­nador de la ciudad de Asun­ción, para la fundación de “tres o cuatro reducciones en las partes y lugares que mejor le parecieron, y en particular, enfrente del Itapúa, de la otra banda del río Paraná…”. La que con el tiempo sería una pujante y desarrollada ciu­dad que comenzó aquel 25 de marzo de 1615, cuando el misionero Roque González de Santa Cruz desembarcó a orillas del río Paraná en el Día de la Anunciación, cerca del lugar conocido actualmente como Parque Paraguayo en Posadas, donde levantó una cruz y comenzó la igle­sia. Con este acto dio ini­cio a lo que luego se con­vertiría en la reducción de la Encarnación en Itapúa.

El traslado debe entenderse como la construcción de un poblado para una nueva administración desde la otra margen del río en donde se había fundado. No obstante, la provincia de Misiones y la actual ciudad de Posadas seguían perteneciendo al territorio de Encarnación de Itapúa, que en la época del Dr. Gaspar Rodríguez de Francia se llamaba Fuerte de los Paraguayos, que des­pués de la Guerra contra la Triple Alianza fue despojado por la República Argentina, convirtiéndola en una de sus provincias.

Para dinamizar el desarrollo y hacer del pueblo una pobla­ción comercial, los cónsu­les Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, por medio de un decreto del 8 de abril de 1843, lo elevaron a la categoría de villa y por decreto del 24 de abril del mismo año dispusieron que la población nativa se tras­lade a 7 leguas más abajo a orilla del Paraná y Tacuary, en el paraje llamado Tupã Ray, lo que hoy es Carmen del Paraná y la Villa Encar­nación poblaron con gente traída de la capital.

Con la llegada de los inmi­grantes del exterior e inte­rior, se constituyen las pri­meras familias que darían la identidad social y una carac­terística edilicia incipiente. La presencia de extranje­ros se debió a la gran faci­lidad de obtener tierras para asentarse y producir cultivando o extrayendo la riqueza forestal.

Fue declarada ciudad el 25 de agosto de 1906, mediante una ley de la nación con el nombre de “Ley sobre divi­sión territorial de la Repú­blica”, promulgada por el Dr. Cecilio Báez, presidente de la República. A fines del siglo XIX y principio del XX cam­bió la característica aldeana de la villa por influencia de los primeros inmigrantes euro­peos, y con ellos comercian­tes, médicos, agricultores, técnicos, zapateros, panade­ros, decoradores, construc­tores y otros profesionales y artesanos.

Los misioneros se instalaron donde está actualmente la plaza de Armas. En este lugar fueron acumulando todos los materiales de construcción para levantar la iglesia más grande del mundo jesuítico y luego las casas de los indí­genas, comprendidas en tres cuadras. Las construcciones eran de piedra, con corre­dores que daban acceso a todos los talleres, despensas y viviendas de un pueblo de simétrica conformación den­tro de una disciplina urbana bien establecida y una téc­nica edilicia concreta. En los corredores las mujeres hila­ban el algodón y lo hacían en comunidad. Se trazó la plaza de manera que los rayos del sol le den plenamente desde la salida, del mediodía y del ocaso. De allí salían todas las calles de la reducción.

Un dato interesante es que en 1811 salió Fulgencio Yegros para adherirse a los próceres de la independencia desde la plaza de Armas.

En la actualidad, una de las características más desta­cadas de la plaza de Armas es la presencia de diversos monumentos, cada uno de ellos conmemorando suce­sos importantes u honrando a colectivos o personajes célebres de la comunidad encarnacena. Monumento a las Madres, a las colecti­vidades alemana, italiana, japonesa, monumento al poeta ucraniano Taras Taras Shevchenko, memo­rial a las víctimas del Holo­domor (hambruna artificial ucraniana) y monumento a la Bandera.

El carnaval es la mayor fiesta que tiene a la perla del Sur y nació a principios del siglo XX. En la actualidad, la com­binación de sol y arena, con su famosa playa San José, la costanera y el majestuoso río Paraná hacen de Encarnación el principal centro turístico de nuestro país. En marzo de 1906, la gente que fundó el Centro Social realizó un des­file de carrozas en celebración de los días de carnaval.

En los últimos años, el carna­val encarnaceno se ha conver­tido en un evento tradicional y esperado, que genera un gran movimiento económico para la región. Son noches de pura fiesta, brillo y esplendor, donde los integrantes de los 5 clubes: Atlético San Juan, Nacional, 22 de Setiembre, Pettirossi y el Universal preparan sus comparsas con coreografías y canto para ofrecer unos espec­táculos inigualables cada año. También otros clubes presen­tan su carroza. Todo esto tiene como escenario el Centro Cívico, o sambódromo, con una capacidad para 12 mil per­sonas y 400 metros de largo.

Sigue mencionando el his­toriador encarnaceno Julio Sotelo que al caer la tarde del 20 de setiembre de 1926 por el cauce del río Paraná, desde el poniente, venía subiendo la tragedia en forma de un tor­nado, desafiando la corriente y aceleradamente dejaría a su paso destrucción y unas 400 muertes. Este fue otro suceso que dejó una feroz cicatriz.

Encarnación al convertirse en una ciudad con habitan­tes descendientes extranjeros cuenta con una variada opción de locales gastronómicos para ofrecer sus exquisitos platos, entre ellos se encuentran la comida española, mexicana, venezolana, oriental, bra­sileña, italiana, entre otros. Y sin dudas la perla del Sur ofrece las típicas comidas paraguayas en comedores pri­vados y en el municipal.

Con el apoyo de la Dirección de Cultura de la Municipali­dad e instituciones privadas se realizan diversas actividades de organizaciones y colectivos culturales de la ciudad, con el objetivo de que la población y visitantes puedan acceder a espacios artísticos y cultura­les. Además, se busca fomen­tar los talentos de niños, niñas y jóvenes en la danza, música, canto, pintura, teatro y muchas otras aristas del arte.

En el rubro educativo, Encar­nación es una ciudad uni­versitaria, de donde sur­gen grandes paraguayos que sobresalen y se destacan en sus labores ya sea a nivel local o internacional.

El motor de la economía de la ciudad es el sector de servicios y la cantidad de unidades económicas que aporta la economía local a nivel nacional es del 3,40. La ciudad fronteriza se des­taca por su gran circuito comercial, que alberga a centenares de trabajado­res que ofrecen distin­tos productos y servicios, enfocados mayormente en los compradores argenti­nos. El turismo interno es otro de los generadores de mano de obra para este sec­tor del país. Según renom­brados economistas de la región, la estructura econó­mica de Encarnación llegó a estar conformada por más de siete mil empresas, lo que representaba el 3,44% del total de las compañías inscriptas en Paraguay. Y haciendo referencia al per­sonal ocupado, la cantidad rondaba los veinticuatro mil empleos, que represen­taba el 3,08% de todo el per­sonal ocupado de Paraguay. Los pobladores también se dedican al rubro de los ali­mentos, bebidas, tiendas mayoristas de ropas, cal­zados y de artículos elec­trónicos.

Son varias las actividades deportivas que se practi­can en el distrito encar­naceno como ser el fútbol, hándbol, basquetbol, vóley, tenis, pádel, rugby, hockey, golf, natación, atletismo, entre otros.

Encarnación cuenta con varios museos que cuen­tan parte de la historia de nuestra tierra guaraní como ser el museo del profesor Alberto Delvalle, museo Casa de la Victoria, museo privado Hrisuk, Museo Memoria Viva, Museo del Ferrocarril, Museo de la Selfie. Y otros lugares de esparcimiento son el Paseo de los Enamorados, Paseo de los Inmigrantes, la esca­linata del barrio San Pedro, las tres playas más visitadas de la región (San José, Mboi Ka’e y Pacu Cua), Paseo Gas­tronómico, Parque Acuá­tico, Minizoológico, Itacuá, entre otros lugares que invi­tan a las personas a conocer la capital del sétimo depar­tamento del Paraguay.