Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com
Allá a mediados de los 70 empecé a experimentar en cuadernitos de colegio dibujando las casitas que veía en mi entorno. Era la época del auge de grandes edificios que iban ocultando casas y pequeñas cúpulas. Esas “antiguas torres” de la ciudad, muchas de ellas ya no están y esos barrios se fueron despersonalizando para pasar a ser parte de una urbe asuncena ochentosa que, además, iba expulsando a sus habitantes hacia “barrios nuevos”.
Este pensamiento me llevó a escribir una serie que hoy empieza “casa, casita, rancho, palacio”.
RANCHO O MANSIÓN
Es cierto que la fachada de una casa humilde, de clase media u opulenta es el retrato de una persona. Siempre, todas tienen un detalle en el que encontramos humanidad. Desde la pequeña ya desaparecida de Carlos Miguel Jiménez; la de Josefina Plá, allá en las alturas de EEUU y Rep. de Colombia, pasando por el chalet de Olga Blinder o la mansión de Raimundo Rolón en Pinozá.
DE ABSURDAS BARRIALES DEMOLICIONES
El auge económico y el olvido asunceno jamás podrán contra los recuerdos de “la casa del rosal de la señora” sobre la Avda. España, o “el Chalet Letizia” de Laureano Pelayo García, o la casa/taller de la laureada Edith Jiménez sobre la antigua calle Ypané, hoy Fulgencio R. Moreno, todas estas recientemente demolidas.
LA HISTORIA Y LOS TURISTAS DEL FUTURO
Dentro de unos años, cuando los “turistas del futuro” pregunten y pidan ver la arquitectura moderna asuncena de los 50, la colonial o la de los 90, solo nos quedará mostrar algún “viejo supermercado customeado”. Este domingo no quiero hablar mucho, a veces “unos dibujos valen más que mil palabras” o que absurdas económicas demoliciones que borrarán nuestro pasado que es nuestro presente y nuestro futuro.