El entrenador del Inter de Milán, Simone Inzaghi, ha decidido abandonar el club lombardo, según anunció el equipo ayer martes en un comunicado, tres días después de la final de Liga de Campeones perdida 5-0 contra el PSG.
“Los ‘tifosi’, los jugadores y los empleados se acordarán de la gran pasión” implantada por Inzaghi, añade el Inter en su comunicado, sin mencionar ni la derrota en la Champions ni la razón de su salida.
Según los medios italianos, Simone Inzaghi debería ocupar próximamente el banquillo del equipo saudita Al Hilal, que habría propuesto un contrato de 50 millones de euros en dos años. En cuatro temporadas como entrenador “nerazzurro”, Inzaghi, de 49 años, logró llevar a sus jugadores a ganar un “Scudetto”, dos Copas de Italia y tres Supercopas de Italia.
El presidente del Inter, Giuseppe Marotta, citado en el comunicado, desea “agradecer a Simone Inzaghi por todo el trabajo realizado, por la pasión que ha demostrado y por la sinceridad en nuestra entrevista hoy (martes) que ha tomado a la decisión de separarnos”.
La del sábado fue la segunda derrota en una final de Liga de Campeones para Inzaghi y el Inter en las últimas tres ediciones, tras haber perdido también en 2023 contra el Manchester City.
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La resiliencia de la Albirroja: del abismo a la gloria mundial
- Carlos Mercado Rotela
- Magíster en Psicología Clínica
- Docente Universitario
- Vicerrector de la Universidad Nacional del Este
La resiliencia, esa capacidad extraordinaria del ser humano de transformar el dolor en fortaleza y la derrota en aprendizaje, encontró su máxima expresión en el césped del estadio Defensores del Chaco, con la clasificación de Paraguay al mundial.
Durante 16 largos años, la Albirroja cargó con el peso del fracaso, una generación viendo sus sueños mundialistas desvanecerse en la última fecha, en el último minuto.
Pero la resiliencia no se mide por la ausencia de caídas, sino por la capacidad de transformar cada golpe en una lección, cada derrota en combustible para el alma.
Gustavo Gómez (el capitán), Miguel Almirón, Julio Enciso, Junior Alonso, Tony Sanabria, y otros compañeros, recibieron críticas muy duras que podrían haber afectado su autoestima deportiva.
Desde la perspectiva psicológica, estas experiencias de menosprecio y humillación pública generan lo que los especialistas denominan trauma del rendimiento, una herida invisible que puede destruir o, paradójicamente, fortalecer de manera extraordinaria.
Cada burla, cada crítica destructiva, cada gesto de desprecio se convirtió en una piedra más para construir el muro de la determinación.
La llegada de Gustavo Alfaro no fue solo un cambio técnico-táctico, fue una revolución emocional. El profesor se presenta como un líder transformacional que no solo modifica sistemas de juego, sino que reconstruye identidades fracturadas.
Alfaro entendió que antes de tocar balones, debía sanar corazones. Su trabajo psicológico consistió en devolver a cada jugador la confianza perdida, en convertir las cicatrices del pasado en escudos para el presente.
Implementó lo que se llama reestructuración cognitiva colectiva, cambió la narrativa interna del grupo, transformó el pensamiento del grupo “somos los que siempre fallan” por “somos los que nunca se rinden”.
Los resultados históricos que siguieron no fueron casualidad, sino la manifestación tangible de una revolución psicológica. Cada victoria construía más confianza, cada punto sumado era una confirmación de que el proceso de sanación interior estaba funcionando.
La mente colectiva de la selección paraguaya había aprendido a convertir la adversidad en su mayor fortaleza.
Cuando Paraguay celebra su regreso al escenario mundial, no solo festeja una clasificación deportiva; celebra una lección de vida que trasciende el fútbol.
La resiliencia de la Albirroja nos recuerda que no importa cuántas veces caigas, sino cuántas veces decidas levantarte con más fuerza.
Gómez, Almirón, Enciso, Alonso, Tony y sus compañeros no solo se clasificaron a un mundial, se convirtieron en símbolos vivientes de que el menosprecio puede transformarse en combustible, que la frustración puede convertirse en humildad fortalecedora, Y que 16 años de ausencia pueden dar paso a una presencia más poderosa que nunca.
En el corazón de cada paraguayo, esta clasificación representa algo más profundo que el fútbol: es la prueba fehaciente de que la resiliencia, cuando se abraza con determinación y se nutre con trabajo psicológico, puede mover montañas (lograr objetivos impensados) y clasificar a mundiales.
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Una vuelta con sabor amargo
Libertad estuvo muy cerca de dejar por el camino a River Plate en la Copa Libertadores. La serie de octavos de final se definió por penales, donde el cuadro “millonario” fue más efectivo en los penales para lograr su clasificación a cuartos de final y mandar a casa al cuadro repollero.
Tras el partido, la sensación que quedó en campamento liberteño fue de amargura porque no pudo aprovechar el hombre de más que tuvo en la cancha en el segundo tiempo por la expulsión de Guiliano Galoppo, casi al comienzo de dicho periodo.
El técnico gumarelo, en conferencia de prensa, reconoció que el grupo de jugadores quedó con la espina clavada por la chance perdida. “Creo que más que nada el grupo quedó dolido por la eliminación, porque tuvimos chances en el partido de ponernos al frente, pero estos partidos de Copa se ganan con muchos detalles”, indicó el estratega gumarelo.
Más adelante refirió que su equipo hizo una serie digna y que faltó un poco más para liquidar la serie. “Hicimos dos buenos partidos, tanto de local como acá (Buenos Aires). Creo que es un poco injusta (quedar afuera) porque en ningún momento el rival fue superior a nosotros”, remarcó.
MUCHA TRISTEZA
Ya a la vuelta del plantel a Asunción, el lateral derecho Iván Ramírez también manifestó su tristeza por lo ocurrido en la revancha. “Estamos un poco tristes, hicimos un gran partido, creo que estuvimos a punto de hacer historia, lastimosamente así es el fútbol y hoy volvemos con una amargura por el hecho de que pudimos haber hecho más”, señaló, en diálogo con Tigo Sports.
“Tuvimos varias ocasiones después de la expulsión, pero no se pudo dar. Los penales son muchas veces a la suerte”, concluyó. Libertad enfrentará el lunes a Guaraní por la fecha 9 del Clausura.
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Pintatas de barrio: la gran pintata del Inter
- Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Este domingo, Toni Roberto destaca el hecho artístico que representan los murales de los alumnos y exalumnos del centenario colegio del barrio Las Mercedes.
Era Asunción en 2011 en una elegante afrancesada sala de otrora. Un balcón con vistas a la esquina de la calle Mariscal Estigarribia y Caballero.
Una charla con una de las más importantes curadoras de arte del cono sur, Marina De Caro, que me decía palabras más palabras menos: “Cualquier mural o proyecto público debe ser consensuado con los vecinos”.
Estas palabras iban y venían en mi mente cuando disfrutaba de la “cocina del arte” en el veredón de la legendaria cancha del Inter, en los límites del sur del barrio Las Mercedes.
LA PINTATA NACIDA DE UN MURAL
Es que el proyecto “Pintata del Inter, 105 años”, nacido de un gran mural que hacen todos los años los padres de las nuevas promociones, pero que allá por 1990 no se realizaban, inspiró a Ivonne Guerrero Torreani, de la promoción de aquel año, a plantearle al director del colegio y a la comisión directiva a intervenir las murallas de la cancha del colegio por los 100 años en 2020.
Después vino la pandemia y todo quedó trunco hasta que Hugo Penayo, el director, le pide a la exalumna Guerrero Torreani retomar la idea para los 105 años.
Se convocó a todas las promociones antiguas y a las actuales, hasta del kínder; cada promoción presentaba bocetos, una memoria y se encargaba del costo de los materiales.
LA COCINA DEL ARTE Y ANDRÉS GUEVARA
Caminar el domingo de tarde por ese tramo de la calle José Berges entre Mary Lyons y Washington era como recorrer una gran instalación artística, donde familias enteras de hijos, nietos y hasta bisabuelos, que se pasaron el día haciendo la pintata, eran parte de la obra, excompañeros cocinando y alentando a las distintas promociones.
Me hicieron recordar al gran artista paraguayo Andrés Guevara, cuya obra más importante no era la pintura terminada, sino los bocetos.
En este caso, representados por esa multitud de alumnos y exalumnos del Colegio Internacional, se convertían en la gran obra. Encontrar a muchos amigos de ese colegio, de distintas épocas, los abrazos, las charlas, los tarros de pintura ya me era suficiente para decir “se produjo un hecho artístico”.
LA EXPRESIÓN SALVADORA
Muchas veces escuché de conspicuos personajes decir despectivamente “se quedaron en la época del colegio”. Y si es así, yo digo: “Me quedo por un rato en el pasado que me gusta”. En aquellas épocas de infancia, de ternura, de maestras y de recuerdos; total, todos somos siempre un poco niños.
“Pintar, mancharse, ensuciarse hace muy bien”, parafraseando a ese recordado reclame publicitario de principios de los años 2000 de una conocida marca de limpieza. Sigamos pintando. La expresión, en cualquiera de sus formas, podrá salvar al mundo, desde la más pequeña hasta la gran pintata del Inter por sus 105 años.
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Una exhibición de fútbol total del PSG
Con una exhibición de fútbol total, el París Saint-Germain es el indiscutible nuevo rey del fútbol europeo tras aplastar 5-0 a un Inter de Milán sin respuestas, ayer sábado en Múnich, para lograr la primera Liga de Campeones de su historia.
No hubo mucho espacio para la emoción. El marroquí Achraf Hakimi abrió el marcador en el minuto 12, Désiré Doué escribió un doblete (20’ y 63’) y además marcó el georgiano Khvicha Kvaratskhelia (73’) y nada más entrar Senny Mayulu (87’).
Pocas veces se vio una final tan desequilibrada. Nunca un equipo había ganado el título por cinco goles de diferencia: el PSG fue una apisonadora que sumó 23 tiros –ocho a portería–, por siete y dos para el Inter.
Con su incontestable triunfo, el PSG empieza a curar la profunda herida del fútbol francés con la competición que creó hace 70 años.
Su corona se une a la del Marsella, lograda en 1993 también en Múnich. Había sido un sábado festivo en Múnich: cielo azul y 30 grados, las calles repletas de hinchas, los muniqueses se bañaban en el río, un concierto de Dua Lipa casi en simultáneo a la final.
El PSG clavó la búsqueda de este equilibrio: desde el saque inicial sometió al Inter a un baile basado en la circulación rápida y el intercambio de posiciones en ataque que desarboló la poblada defensa italiana.
TRAS 127 AÑOS
Tuvieron que pasar 127 años de historia para que el PSG termine con la racha negativa en la Champions League hasta que por fin pudo levantar su primera Orejona al vencer 5-0 en el Allianz Arena de Múnich, a Inter de Milán, que una vez más perdió una final del torneo europeo más importante a nivel de clubes.
Los franceses acabaron con una temporada gloriosa en la que lograron triplete de títulos: Liga, Copa de Francia y este campeonato internacional.