Trinidense define esta noche su pase a la tercera fase de la Copa Libertadores, enfrentando a El Nacional, en el estadio Casa Blanca de Quito, desde las 19:00.
Una parada complicada le aguarda al cuadro paraguayo teniendo en cuenta que el principal aliado que tendrá el equipo local será la altura de Quito, que se encuentra ubicado a 2.850 m/s/n/m. En el cotejo de ida, disputado en Asunción, igualaron 1 a 1, por lo que la serie está pareja y totalmente abierta. El pase a la tercera etapa será fundamental para el conjunto paraguayo, tanto en lo deportivo, como en lo económico, porque estará asegurando su continuidad en el campo internacional en el año.
En cuanto al equipo, el entrenador José Arrúa apostará por la base que disputó el juego de ida frente a los ecuatorianos, inclusive preservando a los titulares frente a Ameliano. En la fecha pasada del Apertura puso en la cancha a un equipo totalmente alternativo.
Si el cuadro paraguayo supera al ecuatoriano, medirá en la tercera fase al ganador de la llave entre Godoy Cruz y Colo Colo. En la ida vencieron los chilenos, de visitante, por 1-0 y la revancha se juega esta noche, en Santiago.
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Caazapá: realizarán conversatorio en memoria de fray Juan Bernardo, primer mártir del Paraguay
Para el domingo, 1 de junio está previsto el conversatorio en conmemoración del aniversario del martirio de fray Juan Bernardo, primer mártir mestizo del Paraguay, en el departamento de Caazapá. Así también, se prevé la tradicional peregrinación que se desarrolla desde hace 30 años.
Según la organizadora del evento, Cristina Bogado, se tiene planeada la exposición de 16 paneles en los que están ilustradas la vida de fray Luis Bolaños y de fray Juan Bernardo. Para esta presentación se realizará el conversatorio a las 9:00 en la ciudad de Caazapá, que tendrá como disertante a la Margarita Durán Estragó, historiadora que escribió un libro relacionada a la vida del fray Bernardo.
Desde el Club de Amigos Lectores de la Revista Huellas Paraguay, decidieron plasmar en paneles la historia del martirio del fray Juan Bernardo Colmán. “Fue discípulo del fray Luis Bolaños y a los 15 años junto con un amigo se convirtieron en los primeros novicios y luego franciscanos paraguayos en el siglo XVI”, detalló la historiadora, en entrevista con La Nación/Nación Media.
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Explicó que en ese tiempo fue de mucha violencia en Caazapá, porque en esa zona se refugiaban las comunidades indígenas que se resistían al sometimiento de la conquista de los españoles. “El 2 de junio de 1534 sacrifican a Juan Bernardo y fue precursor de la fundación de Caazapá. Tenemos dos libros escritos sobre su vida”, señaló.
Para conocer más sobre la vida invitan al conversatorio y a la peregrinación hasta el lugar donde fue asesinado. “En 1995 se hizo la primera peregrinación hasta el lugar donde perdió la vida y en el lugar hay una comunidad franciscana. La idea fue del nuncio de aquella época y se busca hacer un santuario a nombre del mártir. fray Juan Bernardo está en proceso de beatificación”, puntualizó.
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El compromiso de vivir
- Marcelo Pedroza
- Psicólogo y Magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Hay que pregonar el fomento del compromiso hacia lo que se vive, y la mejor forma es viviéndolo. Surgen las palabras vinculantes, como responsabilidad y obligación. Nos podemos obligar a vivir comprometidos con la vida.
Cuando hay compromisos, hay razones para responder. Es una linda forma de estar ligados, enchufados, sostenidos, compenetrados con la reina vida. Toda actividad, que represente una causa para nosotros, puede permitirnos sentirnos vivos.
Nuestros compromisos internos son tan poderosos como el alcance que le damos. Se nutren de los intereses que elegimos que convivan con nuestros pensamientos. Para ello debemos estar atentos ante lo que pensamos y eso se torna en un compromiso que influye totalmente en nuestras vidas, a veces de forma silenciosa y casi desapercibida y otras de manera notoria y con una voz nítida y un tono notorio.
El pensamiento activa constantemente nuestras vidas y su relevancia es elemental para cada ser humano. De su fuente nacen los mas encumbrados compromisos y el tenor de sus tamaños personales. Lo que cada uno es capaz de ser ha sido producto de lo que alguna vez fue capaz de pensar. Está en nosotros comprometernos a crear pensamientos que favorezcan al crecimiento de la vida, de la nuestra y la de los demás.
Darle un lugar al silencio y comprometerse con el mismo puede producir sensaciones inexplicables. Dicho compromiso pertenece al universo de estados en donde el ser humano puede regocijarse como tal.
El compromiso colectivo activa la capacidad de vincularnos. Y beneficia a quienes se sienten involucrados, activos, solidarios, dichosos de formar parte de algo que los une, que los aglutina para poder crecer.
Necesitamos comprometernos con otros, son inagotables las posibilidades que pueden darse entre dos o más personas. En todo encuentro está latente la posibilidad de construir un vínculo entusiasta y estimulante para sentirse vivo y comprometido en esta vida.
La presencia de un compromiso ocasiona la ausencia de la apatía. Los compromisos asumidos con ganas y alegría no acarrean pesadez, fastidio o hastío. Daniel Goleman, en la obra “El cerebro y la inteligencia emocional”, sostiene que: “Al pasar del aburrimiento a la zona óptima del arco de rendimiento el cerebro segrega cada vez mayor cantidad de hormonas del estrés y entramos en la franja del estrés bueno, donde se reactiva el rendimiento”.
Y agrega: “El estrés bueno suscita la vinculación, el entusiasmo y la motivación, y moviliza la cantidad adecuada de las hormonas del estrés cortisol y adrenalina (junto con otras sustancias beneficiosas que segrega el cerebro, como la dopamina) para hacer el trabajo con eficiencia”.
La vivencia de y con los compromisos existe en cada vida. También en cada sociedad. Podemos ser artífices de aportes sociales que ayuden a unir lo expuesto por Goleman, donde existan vínculos que sean entusiastas y motivadores. Y así comprometernos con la comunidad en la que vivimos.
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Sabiduría de vida
- Pastor Emilio Aguero
Entre las enormes bendiciones que dio a mi vida la Palabra de Dios –aparte de la salvación, ya que la Biblia es un manual de vida que con sus principios nos enseña a vivir esta vida llena de obstáculos de la manera más sabia posible–, está el haber entendido y corroborado claramente, mirándome primero a mí mismo y luego a los demás, que “todos somos pecadores” (Ro 3.23) y –partiendo de esa base– egoístas, mezquinos, manipuladores, codiciosos, envidiosos, inmorales, etc.
Podría decirse que es una manera muy “negativa” de mirar a la gente; sin embargo, me parece la manera más “realista” de hacerlo. Recién cuando tenemos una visión real de las cosas podemos evaluarlas correctamente y quitar conclusiones veraces que nos lleven a mejorar. Si no es así, nos estamos engañando y creamos un mundo totalmente irreal y fallido.
Esta visión bíblica, entre otras cosas, me dio libertad. ¿Libertad de qué? La libertad de no tener “ídolos de carne”, algo muy proclive en nuestra naturaleza caída.
Admirar hasta lo sumo o “endiosar” a líderes políticos, religiosos, artistas, deportistas, padre, madre, esposo, hijos, amigos, etc., y de esa manera ser totalmente dependientes de ellos en nuestras emociones, deseos, gustos, criterios y vida misma, es una inclinación corriente en la mayoría de las personas.
Lo ha sido siempre, ya que, según la Biblia, al ser los seres humanos criaturas para adorar a Dios, de no hacerlo a la persona correcta, lo estaríamos enfocando hacia cualquier otra cosa.
Esta verdad espiritual de que todos somos pecadores me dio libertad porque no dependo de los demás para mantenerme firme. Ninguna decepción será lo suficientemente grande como para atajarme en mi caminar, en mi propósito. Me libra de la amargura, el reclamo y la dependencia; me hace libre, espero de los demás solo lo justo que me pueden dar, más no.
Pero la Biblia también pone un equilibrio. Nos enseña a amar a todos, aun a nuestros enemigos. Pero el amor no tiene nada que ver con la idolatría, y dista mucho de ella.
La idolatría reclama dependencia y ceguera, pero el amor es todo lo contrario: es consciente de los errores y defectos de la persona amada, no busca solo ser servido sino servir, agradar más que ser agradado y, como dije, no considera infalible al otro, pero sí sujeto a errores, y da perdón como arma de reconciliación, así no caemos en amargura.
La Biblia dice que el que es nacido de Dios ama, porque Dios es amor: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios” (1Juan 4.7). Y el amor no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo soporta” (1 Corintios 13.5-8).
Entre los muchos motivos que tengo para glorificar a Dios y su Palabra, este es uno más: la libertad y una identidad que está centrada en Cristo, no en los demás, es lo que me hace prudente y cabal para enfrentar cualquier tipo de relación en esta vida y salir ileso en el camino.
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Un llamado a los afectos
- Por Marcelo Pedroza
- Psicólogo y Magíster en Educación.
- mpedroza20@hotmail.com
La declaración de afecto construye vínculos. Es una sintonía esencial para convivir. El mundo necesita afecto, no hostilidad. Karen Horney (1885-1952), psicóloga y psicoanalista alemana naturalizada estadounidense, debido a su propia experiencia en su niñez, abordó el estudio de los efectos de la hostilidad en los niños.
Al reprimir lo que sienten, lo que quisieran manifestar con lo que ven de los adultos, y ante la necesidad de ser atendidos, desplazan esos sentimientos hostiles en contra de su propio yo. Las consecuencias son inevitables, no solo en esa edad bella de la vida, también lo serán en las distintas etapas de su existir.
Cuando el niño no puede exponer su enojo, su dolor, para evitar ser ignorado, reprendido o sujeto a cualquier situación desagradable, ese niño, y lo más triste es que no lo puede saber en ese momento, siembra inconscientemente su propia angustia. Sufre. En vez de ser un niño feliz es un niño infeliz. Duro.Triste.
En una niña, todas las niñas. En un niño, todos los niños. Es la niñez una etapa maravillosa para crecer. Entonces, aquella niña llamada Karen supo lo que es el dolor. Las circunstancias particulares que vivió en el seno de su familia las pudo contar, las compartió y de aquel tiempo hizo un mejor devenir, se transformó en una referente en el abordaje del desarrollo de la personalidad, su teoría la practicó e hizo del universo personal de quienes fueron sus pacientes, un posible testimonio de superación.
“Los malos tratos y la traición abundan por la misma razón por la que en nuestra civilización es tan raro que el amor sea un afecto genuino”, escribió Horney. Dando lugar a lo que consideró la angustia básica, la que describió como una sensación de ser pequeño, insignificante, indefenso, abandonado, puesto en peligro en un mundo de abuso, engaño, ataque, humillación, traición y envidia.
La identificación de ese ambiente hostil era frecuente, aunque no era inevitable ni universal, expresaba Horney; por lo tanto, hay en esa manifestación un ápice de esperanza, un llamado a la responsabilidad de los padres y una ferviente vocación de defensa de los derechos de la niñez.
Entonces ante un mundo hostil, un niño se esfuerza en tratar de entender, de callar, y ante la rigidez de ese actuar, ante esa necesidad de aproximación a la vida misma, nacen las necesidades neuróticas, y en vez de vivir, sobrevive.
La profesora Horney sostuvo que la personalidad neurótica es regida por una o más de diez tendencias neuróticas, constituyéndose estas en estrategias asociadas para satisfacerlas, entre ellas se encuentran: la necesidad neurótica de poder, de controlar y de una fachada de omnipotencia, la necesidad neurótica de explotar a los demás y obtener lo mejor de ellos, la necesidad neurótica de admiración personal, que implica una imagen exagerada del yo o una necesidad de ser admirado, generada por el yo imaginado; la ambición neurótica de logro personal y la necesidad neurótica de perfección e invulnerabilidad, creando sentimientos de superioridad sobre los otros.
En una sociedad hostil, hay tantas preguntas vinculadas con lo expuesto, hay tantas respuestas; las voces, las miradas, las interpretaciones convocan a dar lo mejor de cada uno, para que desde la enorme diversidad de presentes, se produzcan conexiones orientadas hacia el bienestar del ser humano.
Es que lo social fluye desde lo singular. Es uno el que desde su más profundo andar puede transformar una sensación de hostilidad en una acción repleta de compasión.
Es tan delicado vivir, el cuidado debe ser intenso, tanto como el que debe darse a un bebé, a un niño o a una anciana. Cada uno puede construir ambientes impregnados de afecto, ese es un viable legado existencial.