Alemania: un dólar al mes cuesta una vivienda social del siglo XVI
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Augsburgo, Alemania. AFP.
Angelika Stibi sintió un enorme alivio al recibir las llaves de su nuevo hogar. A partir de ahora, esta jubilada alemana pagará mensualmente solo 88 céntimos de euro (aproximadamente un dólar) para vivir en el complejo de residencias sociales más antiguo del mundo. Nuevo techo, nueva vida y nueva comunidad. La sexagenaria forma parte desde hace pocos meses de los 150 habitantes de la “Fuggerei”, una residencia en Augsburgo, donde el precio del alquiler no ha subido desde hace medio milenio.
Creadas en 1521 por el banquero Jacob Fugger en esta ciudad de Baviera, en el sur de Alemania, las viviendas sociales más antiguas del mundo, como se vanaglorian sus administradores, permanecen en servicio y gozan de gran demanda. “Tuve una vida realmente formidable hasta los 55 años”, explica Angelika, con dos hijos ya adultos. Pero entonces le diagnosticaron cáncer y “todo fue de mal en peor”, cuenta esta mujer nativa de Augsburgo.
Cuando se quedó sin recursos, presentó su candidatura para alojarse en este complejo compuesto de pequeñas casas adosadas. Pero hay que armarse de paciencia para unirse a la Fuggerei. “Tarda generalmente entre dos y seis o siete años. Todo depende del apartamento que uno quiera. Estos en la planta baja están muy solicitados”, explica la trabajadora social Doris Herzog.
Ella recibe los expedientes de los candidatos y gestiona las entrevistas con unos criterios muy precisos: “Hay que ser ciudadano de Augsburgo, ser católico e indigente”. En el apartamento de Martha Jesse, residente allí desde hace 17 años, abundan los símbolos religiosos. Pero fueron motivos financieros los que la condujeron a este complejo situado cerca del centro histórico de la ciudad de 300.000 habitantes.
“Percibía una pequeña pensión a pesar de 45 años de trabajo. Vivir afuera hubiera sido casi imposible, porque solo tendría 400 euros (458 dólares) a mi disposición”, explica la mujer de 77 años. Con sus hileras de casa de fachada ocre y contraventanas verdes, pulidos jardines, escudos y fuentes, el conjunto reconstruido después de la Segunda Guerra Mundial parece un pueblo de muñecas.
Para Andreas Tervooren, residente desde 2017, “la Fuggerei es como una ciudad dentro de la ciudad”. Este vigilante nocturno compara la urbanización con “el pueblo de Astérix”. Igual que el poblado galo de los cómics resiste a los invasores romanos, el recinto resiste al incremento de los precios del alquiler que lastra muchos hogares de Alemania.
Augsburgo, de 300.000 habitantes, se sitúa a menos de una hora de Múnich, la ciudad con el metro cuadrado más cara de Alemania y también una de las más caras de Europa. En el inicio de este proyecto, el comerciante Jacob Fugger (1459-1525) era uno de los hombres más ricos del continente y se había convertido en el “banquero de los emperadores” europeos.
Benefactor en su Augsburgo natal, creó varias fundaciones dedicadas a la vivienda o la salud para los más necesitados. El alquiler anual en la Fuggerei era de un florín renano, que en la época equivalía al salario semanal de un artesano. Un monto “que simplemente convertimos en 88 céntimos actuales” al mes, explica Daniel Hobohm, administrador de la fundación que gestiona este complejo.
Los descendientes de la dinastía Fugger participan en la orientación general de la fundación, pero no vierten dinero en ella. “Nos financiamos principalmente gracias a los ingresos del bosque y de la silvicultura y tenemos también una pequeña actividad turística” porque el recinto cuenta con bastantes visitantes, explica Hobohm. A ello hay que añadir los ingresos de alquiler generados por otras propiedades. Para respetar los deseos de sus fundadores, el alquiler no puede aumentar. Pero a cambio, también para mantener una tradición de 500 años, los habitantes deben recitar cada día una oración por los donantes y su familia.
Aprueban nueva conexión aérea entre Paraguay y Uruguay
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La Junta Nacional de Aeronáutica Civil de Uruguay autorizó la apertura de una nueva ruta aérea que unirá a Asunción, Paraguay, con Montevideo, con una escala intermedia en Rivera. El servicio estará a cargo de la aerolínea Paranair y contará con dos frecuencias semanales.
La subsecretaria del Ministerio de Transporte y Obras Públicas de Uruguay subrayó que esta aprobación constituye “un paso significativo en la reactivación de la conectividad aérea en Uruguay, al fortalecer el Sistema Nacional de Aeropuertos Internacionales y ampliar las oportunidades de operación”.
La nueva conexión beneficiará especialmente a los viajeros de negocios y al turismo, consolidando el puente aéreo entre las capitales y ofreciendo una alternativa de acceso a Rivera, un punto estratégico en la frontera con Brasil.
Con esta medida, Paraguay y Uruguay estrechan aún más sus vínculos en materia de transporte y movilidad, en un contexto en el que ambos países buscan posicionarse como destinos regionales atractivos y competitivos.
Gobierno invertirá casi G. 2.250 millones para fortalecer infraestructura turística de Itapúa
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Con una inversión de alrededor de casi G. 2.250 millones, el Gobierno busca modernizar y fortalecer la infraestructura turística del departamento de Itapúa, como parte de una estrategia nacional para preparar al país para los eventos internacionales que pondrán a la región en el centro del turismo global.
La Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) anunció una inversión de G. 2.247.608.505 con la que se pretende impulsar la infraestructura turística de dicho departamento. Dichos fondos serán destinados a acciones orientadas a mejorar la experiencia del visitante, resaltar el valor cultural y patrimonial de la zona, y cumplir con los estándares internacionales en materia de servicios turísticos.
Varias son las tareas que implementarán, como la instalación de iluminación monumental en la Misión Jesuítica de la Santísima Trinidad del Paraná. Foto: Gentileza
Entre las principales obras e intervenciones figuran, la renovación de los equipos de mapping en la Misión Jesuítica de Jesús de Tavarangue; mejoras en el Santuario de Itacuá; instalación de iluminación monumental en la Misión Jesuítica de la Santísima Trinidad del Paraná; y actualización tecnológica y refuerzo en medidas de seguridad en las Misiones Jesuíticas Guaraníes.
Asimismo, adquisición de nuevos equipos informáticos para la operatividad institucional; remodelación de la sede regional de Senatur en Itapúa; y actualización de la cartelería turística en los principales atractivos del departamento.
Desde la cartera estatal resaltaron la importancia de estas obras para el desarrollo del sector, calificando a la inversión como un paso fundamental para posicionar a Itapúa como un referente del turismo cultural y religioso.
“Nuestro objetivo es brindar experiencias memorables, con infraestructura moderna y tecnología de primer nivel", indicaron. Foto: Gentileza
“Paraguay se está preparando para recibir al mundo, y al mismo tiempo generar un impacto positivo en las comunidades locales y en toda la cadena de valor turística”, afirmaron desde Senatur.
Asimismo, añadieron que este conjunto de mejoras responde a la visión de construir un Paraguay innovador y sostenible en materia turística, potenciando a Itapúa como uno de los principales polos de atracción cultural del país.
De recuerdos, viajes, brindis, amaneceres, aprendizajes y contar historias
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Con cada viaje aprendí la relevancia de enhebrar microhistorias que –como primeras versiones de algunas historias– serán la historia que otros y otras habrán de contar.
Por Ricardo Rivas
Periodista X: @RtrivasRivas
Fotos Gentileza
La que pasó fue una semana de y con recuerdos. Algunos en soledad y otros, con amigos y amigas. Confieso que he viajado. Mucho. Más de lo que pude imaginar desde niño que –supongo– por desconocer que era posible llegar a todas partes, viajar no era imaginable. Pero, desde que comencé a hacerlo casi con exclusividad para ejercer el oficio de periodista o para estudiar, lo que de esos desplazamientos guardo y resguardo son sabores, imágenes, luces, sombras e interrogantes que –después de tantos años de tenerlos– me atrevo a pensar que carecen de respuestas.
¿A dónde van a parar las palabras no dichas, los deseos no expresados, los sueños perdidos, los corazones rotos, las personas que perdimos en el camino...?, me pregunté una y otra vez en una playa desierta donde solo escuché durante largas horas el ruido del mar.
Aquella misma noche, sin embargo, mirando fijamente el agua que mojaba mis pies, me animé a pensar que, aunque me gusta el mar, disfruto más del Río de la Plata que conocí de pequeño. Y supe entonces que lo extraño porque aquel río que conocí, que nos recibía, que nos dejaba entrar en él para bañarnos, divertirnos y hacernos felices, ya no es. El río que amo y no dejo de amar es aquello que nos dio y ya no nos puede dar porque enfermó.
AMANECERES
Viajar es parte importante de mi vida. Fascinante. Querer conocer historias, personas, personajes para preguntarles con frecuencia deviene en pulsión. Después de una de mis tantas ausencias, en una larga charla le confesé a Cristina, mi amadísima esposa y compañera, que también viajo porque disfruto de coleccionar soles nacientes. Las atesoro. Son momentos –instantes, acaso– muy particulares. Especiales, en los que el tiempo puede medirse a partir de los vertiginosos cambios de tonalidades con los que nos envuelve cada nuevo día.
En Buenos Aires al sol le cuesta ganar altura. Enormes edificios le quitan protagonismo y espacio. La gama de los grises, cuando el día comienza en algunos lugares de las tierras altas en Escocia, sin dudas, asombra. Ver cómo se asoma el sol desde las costas del Atlántico Sur, en Mar del Plata, encandila. Los amaneceres en torno del mar Muerto o en la mismísima fortaleza de Masada, en el desierto de Judea, en el sur de Israel, conmueven y contrastan con la palidez de los primeros cielos de cada jornada en Santiago de Chile o en Ciudad de México.
Yeray Monforte, mixólogo de alto vuelo. Creador de “time in your lips”, el cóctel más caro de España que se ofrece y consume en Barcelona a 1.000 euros
Pero no recuerdo ningún amanecer con los que tantas veces me embeleso como en mi querida Asunción cuando la bahía se enciende. No tengo memoria en Nueva York de amaneceres deslumbrantes. Como en Buenos Aires, allí triunfa el cemento y en las décadas más recientes le disputan el podio a Febo los cristales que reflejan sus rayos. En la China gigantesca también encontré amaneceres inolvidables. En el sur, especialmente. Y, en una ocasión, desde la Gran Muralla. El sol es atrapante. Y buscarlo es sustancial en la vida del viajante. Tanto para llegar a otro destino como… “a buen puerto”.
Cada lugar deviene en búsqueda y, por cierto, siempre existe aquello que el viajero habrá de buscar y, tal vez, podrá encontrar. Tuve un tiempo en que incansablemente procuré sentarme con amigos, amigas o, en soledad, para beber o transcurrir en aquellos lugares donde alguna vez lo hiciera Ernest Hemingway.
UNA PERSONALIDAD ATRAPANTE
Allá por el 1995 durante varias horas en el Aeropuerto Internacional del Galeão, en Río de Janeiro, dialogué con Martha Ellis Gellhorn (1908-1998), quien fuera la tercera esposa de Hemingway por cinco años desde 1940. Escritora y periodista, como corresponsal de guerra fue la única colega que acompañó a las tropas aliadas en Normandía y desde el campo de batalla reportó el Día D, el 6 de junio de 1944.
Una personalidad atrapante que en 1943 dejó a Ernest en la finca El Vigía, donde convivían, cerca de La Habana, Cuba, para ir a cubrir la Segunda Guerra Mundial desde Italia. Con el tiempo también trabajó en Vietnam y en Panamá, cuando la invasión norteamericana en 1989. ¿Y qué hace aquí, en Río? “Un reportaje sobre las favelas que publicaré en la revista ¿A qué bar cubano iba Hemingway? “Al Floridita”, respondió.
Poco menos de tres años después supe que murió a los 89. Tal vez, por suicidio, trascendió. No lo creo. En su honor, años más tarde, en un atardecer entré en El Floridita y ordené “un daiquiri como el que tomaba Hemingway”. Azúcar, limón, ron blanco Baccardi, hielo y cinco gotas de Marrasquino. Una delicia para endulzar las historias de siempre sobre una revolución que nunca termina. Tal vez, aquella noche, haya bebido de más. Me largué a caminar por el malecón. Recuerdos.
“Aquí, en Washington D. C., más exactamente en Capitol Hill, en WH (White House) y sus alrededores, el poder se siente. Se percibe. Se puede oler y hasta beber. El poder nos devora”, dijo durante un after office, en 1992, un líder parlamentario norteamericano que amablemente departía con un grupo de becarios argentinos entre los que me encontraba. Nunca olvido esas palabras. Valen allí y en todas partes. Duras, descarnadas, precisas.
Viajar también es conocer el poder. Recuerdos. Apenas ocho días atrás mi querido amigo-hermano Augusto dos Santos cumplió años. Con él en Asunción –unos 1.650 kilómetros al norte de Mar del Plata, en Argentina, uno de mis lugares en el mundo desde donde lo busqué para saludarlo– como desde largo tiempo nos comprometimos a un pronto encuentro para levantar una copa (o varias, en verdad) para celebrar tan relevante acontecimiento como, sin duda alguna, lo es su natalicio.
PRÁCTICA SOCIAL
La palabra brindis, afortunadamente, siempre nos acompaña. Es una de nuestras fraternas prácticas sociales que profundizamos donde nos encontremos. Siempre nos prometemos y comprometemos a brindar y en cada oportunidad en que nos reunimos, cumplimos. Nada nuevo. Aunque, si de brindar se trata, siempre es posible aprender algo de esa costumbre que nos llega desde lejos.
Recuerdo que fue en Buenos Aires, en un atardecer cualquiera, cuando en el piso 17 de un lujoso edificio ubicado en la esquina de las calles Florida y Paraguay, solo a un par de cuadras de distancia de la plaza San Martín, cuando lo supe. Allí, en torno de una vinoteca con cava propia bien provista departíamos sobre todo y casi nada. De pronto, la voz de una mujer huesuda, pelirroja, con un copón bien provisto en su mano derecha, que aseguró ser doctora en antropología, comentó que “hay evidencias ciertas que dan cuenta de que desde unos 170.000 años en Sudáfrica se practicaba el brindis”.
Irremediablemente ganó nuestra atención. Con impronta soberbia y aires académicos añadió que “más acá en el tiempo y con mucha más precisión, puedo decirles que el hábito de chocar las copas –por decirlo de alguna manera– como lo hacemos esta noche, podría haberse extendido en Europa en tiempos del Paleolítico Superior que se inició unos 40 mil años atrás, después de la última glaciación y la irrupción verificada del Homo Sapiens”.
Todo el lugar y la atención de quienes allí nos encontrábamos era ella y los conocimientos que contenía su palabra. Claramente observé que disfrutaba en plenitud de la situación que se creó entre ella y ese público exclusivo. Se la percibía feliz. Tan feliz que era posible imaginar que frente de nosotros alguien disfrutaba de algo muy parecido a la idea de los quince minutos de fama de los que hablara y anunciara Andy Warhol allá por los 70.
Pero ningún happy hours es para clases magistrales. ¿“Grazie mille por su aporte y conocimiento dottoressa”, dijo con solemnidad un italiano que aseguraba ser nórdico, se presentaba como “el conde don Giovanni” y que en cada anochecer que conseguía localizar e instalarse en una reunión entre amigos entregados a las libaciones fraternas, se sumaba sin invitación y luego de beber –casi siempre en abundancia– discretamente se retiraba… sin pagar. Prolijo y consuetudinario escapista aquel noble de alguna corte seguramente imaginaria y milagrosa. Brindo por su recuerdo y por aquel momento inolvidable.
EL TIEMPO EN LOS LABIOS
Hoy, unas pocas horas atrás, desde Barcelona, ese destino más que disfrutable y entre mis afectos al que en todo momento estoy dispuesto para regresar, quien de niño fuera Tito –para todos y todas en el Bajo Belgrano, nuestro pueblo natal en Buenos Aires y desde un cuarto de siglo se reconoce y lo reconocen en las playas mediterráneas como Angelillo– me contó cuál es el nuevo trago que consumen los ricos y famosos en el Paseo Marítimo barcelonés. “El temps als teus llavis, lo llama Yeray Monforte, su creador, y cuesta mil euros…”.
Lo interrumpí para dejar sentado que en nuestra próxima vez nada ni nadie habrá de tentarnos con esa bebida de autor que en la carta del barman que firma el propio Monforte la ofrecen como “time in your lips”, trago con el que de ninguna manera tenemos la posibilidad de calmar con ella nuestra sed de amistad fraterna. Pero, cuéntame, Angelillo, ¿con qué ingredientes lo prepara? “Toma nota: tequila Gran Patrón Burdeos, champán Louis Roederer Cristal Rosé 2014 y… oro de 25 quilates”.
Enmudecí. “Se sirve en Shôko Restaurante & Lounge, en la playa y es el cóctel más caro de España”, añadió. ¿Una nueva era de la opulencia en ciernes?, me pregunté en silencio. Tal vez, pero… habrá que ver e incluso redefinir opulencia en tiempos de los que respetables académicos y pensadores llaman “oligarquías tecnológicas”.
No es para nosotros, pensé, y creo que acierto aplicando el plural sin faltar a la verdad. Nos despedimos. No había mucho más para decir. Que el oro se puede ingerir de ninguna manera es novedoso, por cierto. Varias décadas atrás, en “La posada La Chimère”, en Buzios, el querido Gato Dumas (1938-2004) me comentó que el oro es antiinflamatorio y que en la India lo prescriben para mitigar los efectos de la artritis y el reuma.
Recuerdo que aquel grande de la gastronomía –y de la amistad– fue más allá para precisar que en ese país se consumen entre 12 y 14 toneladas de oro comestible cada año porque se trata de un ingrediente infaltable en todo tipo de celebraciones. Al parecer –palabra más, palabra menos– añadió que los egipcios en la antigüedad incluían el oro en la dieta alimenticia de nobles y sacerdotes. Igual que en aquella larga noche en Buzios que concluyó con cantos en la playa en torno de un fuego que declinó en la madrugada hasta apagarse minutos antes de clarear, incomprendo.
Marta Gellhorm, periodista, escritora, corresponsal de guerra en España, en Italia, en Normandía cuando el Día D, en Vietnam, en Panamá
EL PODER
“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, sentenció John Emerich Edward Dalberg-Acton (1834-1902), también conocido como lord Acton. Sospecho –y aunque admito que arriesgo al expresarlo– quiero creer que con esas palabras fue a fondo con sus pareceres críticos para con ricos y famosos (como los llamaríamos por estos días) al igual que con aquellas y aquellos que destilan vocación de poder para vivir en, de, desde y del poder alejados de toda posibilidad de servir sin ser servidos por serviles. Volví al presente. “La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa”, sostiene Karl Marx (1818-1883) en “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”, una de sus obras.
En 2017, cuando por cuestiones académicas estuve por un tiempo –nunca suficiente– en China, mi querido amigo Shen An –periodista y académico relevante muy respetado en el Imperio del Centro– mientras caminábamos con un grupo de amigas y amigos por los bellos senderos que rodean al Monte Púrpura, en la periferia de la ciudad de Nanjing, provincia de Jiangsu, situada en el delta del río Yangtsé, me contó que allí estaba enterrado un emperador que varias veces –desde el más allá– se quejó porque no lo dejaban tranquilo en su sueño eterno.
Pasa que Nankin –como muchos chinos y chinas prefieren llamar a aquella ciudad bellísima– crece e inevitablemente es más ruidosa. Durante largo tiempo llamada Tianjing, la “capital del cielo”, se la señala además como “la ciudad de la educación, la ciencia, la cultura, el arte y el turismo”. Aquel fue un día extenuante. Realmente. Pero fue además un armonioso momento para conocer historias atrapantes.
Frente al mausoleo Ming Xiaoling, donde se encuentra enterrado el emperador Hongwu (Zhu Yuanzhang), fundador de la dinastía Ming, An pausadamente me hizo saber que allí también descansa el emperador Qin Shi Huang (259 – 210 aNE), que en el 221 aNE lideraba el muy pequeño Estado de Qin. Pese a esa situación territorial adversa, consiguió reunir a todos los reinos de entonces e inmediatamente se proclamó “Shi Huangdi”, categoría que tradujo como “primer emperador”.
“En esa condición, Qin unificó a China”, explicó Shen. Pero pese a aquel logro político tan importante, no se sentía completamente feliz porque el segundo objetivo personal que procuraba alcanzar era mucho –muchísimo– más complejo. El primer emperador de la China unificada, Qin Shi Huangdi –ya poderoso– deseaba la inmortalidad.
ELIXIRES
¡Insaciable! Alquimistas y sabios taoístas –idóneos epocales– reconocidos mixólogos recomendaron al Shi Huangdi la ingesta de mercurio que presentaron como un ingrediente que nunca debía faltar en sus bebidas. Para los seguidores de Lao Tse, el mercurio –“con vitalidad propia”– actuaba sobre el organismo como un restaurador del equilibrio para prolongar indefinidamente la vida.
Aunque cueste creerlo, desde entonces y hasta casi el fin de siglo XIX parcialmente esas creencias se mantuvieron. De hecho, los que se conocieron como “elixires de la inmortalidad” invariablemente contenían compuestos de mercurio, aunque con llamativa frecuencia a esas recetas magistrales se les añadía oro y/o jade, cuyas propiedades y efectos no eran demasiado claros, pero los segmentos sociales más altos los consumían ostensiblemente.
¡Increíble! Con Shen An reímos. Aunque inmediatamente, el viejo colega que alguna vez fue el corresponsal jefe al que reportaba desde Buenos Aires, en perfecto español con acento chino, concluyó con la historia del primer emperador chino. ““El histórico –impiadoso–expone que aquel sueño del fundador de la dinastía Qin de ser emperador de la China unificada fue mucho más sencillo de alcanzar que la inmortalidad que también pretendía y deseaba fervorosamente”, sentenció. Qin Shi Huang murió a los 49. Probablemente víctima de mercurialismo que se causó por consumir mercurio para su inmortalidad.
Así concibo mi forma de ser periodista. Aunque debe haber otras. Con cada viaje aprendí la relevancia de enhebrar microhistorias que –como primeras versiones de algunas historias– serán la historia que otros y otras habrán de contar. No somos la historia. Apenas somos memoria y convicción de que, aunque muchos y muchas no acepten responder, “cada pregunta tiene su respuesta”, como aprendimos de Mario Benedetti.
El Mundial de Rally en Paraguay dio su primer rugido con el esperado Shakedown, la prueba inicial de máquinas que tuvo lugar en el distrito de Trinidad, con presencia del presidente Santiago Peña: Foto: Gentileza
Ruge el WRC en Paraguay: Peña disfrutó del Shakedown junto al francés Sébastien Ogier
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El Mundial de Rally en Paraguay dio su primer rugido con el esperado Shakedown, la prueba inicial de máquinas que tuvo lugar en el distrito de Trinidad, departamento de Itapúa. En ese marco, el jefe de Estado, Santiago Peña, realizó un recorrido simbólico con Sébastien Ogier, corredor francés con 50 victorias y 8 títulos en el Campeonato Mundial de Rally, y segundo piloto con más entorchados mundiales en WRC.
El mandatario agradeció al piloto por esta gran experiencia, “fue realmente emocionante, como todo lo que rodea a este gran evento, como el WRC que nos llena de orgullo a los paraguayos”, expresó en redes sociales.
Asimismo, invitó tanto a los paraguayos como a los visitantes a aprovechar estos días que serán inolvidables; “hagamos sentir a cada visitante que Paraguay es su casa”, enfatizó.
Al completar el circuito el presidente Peña fue entrevistado por medios internacionales, a quienes señaló que solo espera que hayan realizado una buena marcación de tiempo; ya que desde el interior del vehículo se sintió que el viaje fue muy rápido.
Legado de una tierra roja
En otro momento, el mandatario destacó el día histórico para el deporte automotor con un sueño cumplido para miles, recibir una fecha del Campeonato Mundial de Rally (WRC) en suelo guaraní. Señaló que, de este suelo, los ganadores se llevarán como galardón simbólico, un kambuchi de tierra roja.
“Es nuestra tierra roja que nos identifica y nos une, transformada de generación en generación por las manos de nuestra gente”, expresó el mandatario, al establecer un paralelismo entre la competencia internacional y el trabajo artesanal que representa la esencia cultural del Paraguay.
Señaló que cada campeón que levante el trofeo llevará consigo la fuerza de un pueblo, la energía que vibra en cada rincón del país y el orgullo de una historia que trasciende generaciones, afirmó. “El Paraguay es tierra de memoria, identidad y arte. Y cuando esa tierra se convierte en trofeo, también se convierte en legado”, aseguró.
El presidente Santiago Peña realizó un recorrido simbólico con Sébastien Ogier, corredor francés con 50 victorias y 8 títulos. Foto: Gentileza
Tradición, turismo y deporte
Por su parte, el director general adjunto del evento, Ricardo Deggeller, destacó la relevancia de este inicio. “Hoy en Trinidad arrancamos con el Shakedown, la primera prueba de máquinas del Rally del Paraguay. Un amanecer que combina tradición, turismo y deporte, mostrando al mundo el esfuerzo de todo un equipo para que nuestro país viva una fiesta de nivel mundial”, resaltó.
El Shakedown es una sesión de pruebas para que los competidores puedan evaluar su desempeño antes del inicio oficial de la competencia. El tramo de 4,92 km en Trinidad fue testigo del primer rodar del WRC en Paraguay.
La largada simbólica está prevista este jueves 28 a las 19:30 en el Sambódromo de Encarnación con la presentación de los pilotos y conciertos. En este lugar funciona el Fan Zone, un sitio con espacio para gastronomía, transmisión de las carreras y stands de las marcas.
Además del Fan Zone, los itinerarios del rally están disponibles en el sitio web rallydelparaguay.com e incluyen espacios como el Parque de los Migrantes de Hohenau para el camping de miles de personas, y otros más.
El Shakedown es una sesión de pruebas para que los competidores puedan evaluar su desempeño antes del inicio oficial de la competencia. Foto Gentileza