En los últimos días se han cono­cido más datos sobre los manejos financieros poco recomendables de Efraín Alegre cuando fue minis­tro de Obras Públicas y Comunicaciones, la secretaría de Estado que mayor cantidad de dinero maneja entre los organismos del Gobierno. Al mal uso del dinero, según los investigadores, se suma la mala gestión del entonces ministro, que demuestra su incapa­cidad para manejar un ministerio y más aún las riendas de un país. Los detalles que ahora se conocen no admiten dudas sobre la falta de aptitudes para los asuntos administrativos del candidato de la Concertación. Solo hace falta tener conocimiento de los hechos para que cada cual saque sus conclusiones.

A diez días de las elecciones generales, es necesario que la ciudadanía tenga conoci­miento de la muy cuestionada gestión del hombre que pretende, por tercera vez, llegar a la Presidencia de la República. No se trata de hablar mal de alguien en particular, sino de conocer los hechos reales y tener el per­fil verdadero de quien predica que salvará al país, a pesar de haber sido uno de los que realizó mal uso del dinero público y equivo­cadas gestiones que perjudicaron los intere­ses del Paraguay.

En setiembre del 2011, poco tiempo después de que Alegre fuera defenestrado del MOPC el 14 de junio de ese año, se dieron a conocer algunos detalles de la auditoría que se estaba realizando, que demuestran el desastroso manejo realizado entonces.

Uno de los capítulos tiene que ver con el per­sonal contratado durante su gestión. De 686 funcionarios registrados en agosto del 2008 cuando asumió Alegre al frente del MOPC, a junio del 2011, cuando lo echaron, había lle­gado a 1.197 individuos, un aumento de 511 empleados, casi el doble.

Otro de los cuestionamientos que se le hace es el relacionado al consumo de combusti­bles. De 3 millones 28 mil litros de carburan­tes utilizados entre enero y junio del 2010, pasó a 4 millones 103 mil litros en el mismo período del 2011, es decir, 1 millón 74 mil litros más.

La auditoría señala que los contratos reali­zados con diferentes empresas por repara­ción de equipos viales superaron los 26.000 millones de guaraníes, y que en las facturas presentadas para justificar esos gastos no figuraban los detalles de los trabajos reali­zados, como exigen las normas. También se pagaron por adelantado grandes sumas de dinero a algunas empresas, contra lo que dis­ponen las leyes vigentes

Una de las observaciones más llamativas que hace la auditoría a la administración del MOPC del candidato liberal son las anoma­lías relacionadas en la contratación de perso­nas. Habla de “la sustitución de profesionales técnicos por operadores políticos en los dife­rentes distritos de conservación de rutas del país”. Y da como ejemplo que fueron desig­nados como responsables de los caminos “odontólogos, abogados, cocineros, vacuna­dores de animales, contadores, ex intenden­tes municipales y otros que han utilizado al MOPC como plataforma para sus campañas políticas”. De ese modo, el entonces minis­tro, defenestrado después por sus falencias, sustituía profesionales técnicos por opera­dores políticos amigos en la delicada tarea de la conservación de las rutas de la nación. No es difícil imaginar la eficiencia técnica que habrán tenido en el control de la conserva­ción de caminos y puentes los odontólogos, cocineros o vacunadores de animales.

Algunos analistas señalan que la despro­lijidad y el desprecio por la cosa pública demostrado por el entonces titular del MOPC se podrían reproducir y multiplicar en el Estado paraguayo si llegara a conducir la nación.

El Paraguay, cuya historia está marcada por dos terribles contiendas internacionales, varias sangrientas guerras civiles y dictadu­ras políticas, no ha podido crecer ni avanzar al ritmo de las otras naciones progresistas debido a esos impedimentos. En las últi­mas décadas, mediante la vida democrática, imperfecta pero libre del despotismo polí­tico, ha empezado a crecer gracias a las envi­diables condiciones de sus recursos natu­rales y a su población pacífica y trabajadora. Pero falta aún mucho para que llegue a los niveles de desarrollo requeridos, por lo que necesita de dirigentes políticos honestos, capaces técnicamente y que tengan la idonei­dad para conducir la nación.

Por eso no puede confiar en cualquier per­sonaje de la política que no ha demostrado capacidad profesional ni idoneidad moral en sus actuaciones.

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